Hay más democracia en El Salvador que en España y en la mayoría de los países del mundo
FRANCISCO RUBIALES
La realidad es que un ciudadano salvadoreño se siente hoy más seguro en su país que en Londres, París, Roma o Madrid. Ese estado de seguridad casi plena es obra del actual presidente Bukele. Ese alto nivel de paz y tranquilidad pronto traerá consigo la prosperidad y el progreso de la sociedad.
El presidente de El Salvador, ha sido elegido por más del 87 por ciento de su pueblo, lo que constituye una mayoría abrumadora, la mayor obtenida en todo el mundo por un candidato en elecciones libres. Otros han conseguido más porcentaje, pero siempre han sido dictadores y tiranos, en elecciones trucadas y dominadas por el miedo.
En una respuesta al diario “progre” español “El País”, Bukele afirma que la democracia no es lo que dicen las élites que es, sino, como su nombre indica, “el poder del pueblo”. Tiene toda la razón y su figura constituye una denuncia a la izquierda mundial, que siempre opera en democracias prostituidas, y a las decenas de presidentes de gobierno elegidos por minorías, que pactan con partidos de distinto programa sólo para repartirse el poder y el botín del Estado, los cuales se llaman a si mismos “demócratas” sin serlo porque imponen políticas que el pueblo detesta.
En realidad, personajes como Pedro Sánchez, que ni siquiera ha ganado las elecciones en España y que hace, cuando tiene el poder, lo contrario de lo que prometió en campaña electoral, imponiendo políticas y decisiones que el pueblo detesta, no son demócratas sino tiranos camuflados de demócratas, estafadores y ladrones del poder popular.
Escuchen la respuesta de Bukele a un periodista progre de “El País”, y vean cuanta razón tiene el sorprendente mandatario salvadoreño.
Bukele ha sido reelegido con mayoría abrumadora porque está realizando una política que es la que el pueblo quiere. Eso se llama democracia, que significa “el poder del pueblo”. Los que gobiernan como ellos creen que deben hacerlo, incluso en contra de lo que el pueblo quiere, nunca son demócratas sino estafadores miserables disfrazados de demócratas.
Los salvadoreños han premiado a su presidente con una lluvia inmensa de votos porque ha cumplido el mayor deseo del pueblo, que era disfrutar de la paz y la tranquilidad que todo pueblo merece, destrozada por las maras y las pandillas, que agrupaban a miles de delincuentes asesinos y ladrones, todos en contra de la ciudadanía. Durante décadas, el poder político, en el Salvador y en muchos otros países, convivió con esa terrible lacra delictiva y la dejo crecer, confirmando lo que afirma Bukele de que “cuando un gobierno no combate la delincuencia, es porque es cómplice”.
No basta, como dicen las élites corruptas, con que el pueblo vote y ellos configuren mayorías que gobiernen, como si hubieran recibido un cheque en blanco por toda la legislatura. Esa democracia es pura putrefacción y una rotunda violación de la verdadera. Es necesario que el gobierno haga lo que el pueblo desea, no lo que los políticos y las élites desean.
Siguiendo con el ejemplo de la España socialista, no es lícito que Sánchez pacte con partidos enemigos de España, con los que en campaña electoral dijo que no pactaría. Eso es prostitución de la política. Tampoco es lícito que reforme las leyes para beneficiar a los delincuentes catalanes, ni que los indulte, ni que los amnistíe. Todo eso es prostitución de la democracia y estafa a los ciudadanos propias del fascismo, como también lo es que entregue más dinero a catalanes y a vascos que al resto de las autonomías españolas o que cobren impuestos injustos y abusivos al pueblo y a las empresas o que ellos naden en la corrupción y se enriquezcan. Pero, sobre todo, es ilícito y hasta delictivo que el gobierno esté recibiendo a miles de inmigrantes ilegales, que violan nuestras fronteras, y que en lugar de filtrarlos y devolver a los de mala voluntad que llegan para delinquir, los colme de ayudas y beneficios, llenando las calles y hasta barrios enteros de ladrones, asaltantes y violadores extranjeros, que no tienen deseo alguno de integrarse ni de trabajar.
¿Como se puede comparar a un Pedro Sánchez, que ni siquiera ha sido capaz de ganar las elecciones, mentiroso, ladino e inmoral, que miente a diario y engaña a su pueblo, con un Bukele que ha conseguido limpiar su país de pandilleros y asesinos y al que el pueblo ha premiado con el 87 por ciento de los votos?
Bukele es un verdadero demócrata y Sánchez, al igual que otros de su calaña esparcidos por el mundo, es un estafador, todo un tirano disfrazado de demócrata.
La verdadera democracia no tiene nada que ver con lo que los progres nos están vendiendo como democracia. “Demos” y “kratos” significa “el poder del pueblo” y en España el pueblo no tiene poder alguno porque ha sido marginado y suplantado, ilícita y delictivamente, por las élites corrompidas de los partidos políticos.
No es cierto que la soberanía popular resida en el Parlamento, como dicen los progres de izquierda y las falsas derechas influidas por la cultura marxista, como la española del PP. Lo real y democrático es que la soberanía, como dice la Constitución, resida en el pueblo y que esa soberanía sea ejercida por el pueblo, representado por políticos que le sean fieles, no que les ignoren y desprecien.
Los diputados y senadores, en un país como España, no representan ni obedecen al pueblo sino únicamente a sus propios partidos y Jamás rinden cuantas ante los ciudadanos, a los que desprecian en la realidad.
Hacer pasar ese bodrio corrupto como democracia es una ofensa a la civilización, a la verdad y a la decencia.
Lo que nos venden como democracia es pura tiranía, a la que el pueblo tiene el deber de oponerse y derrotarla, eso sí por la vía pacífica, ya que lo que quisieran los falsos demócratas es que el pueblo se alzara con violencia. Entonces les arrojarían a sus perros policías con orden de disparar y hasta al Ejército para aplastarlos como moscas, bajo la excusa de que utilizaron la violencia contra los representantes de la democracia.
Maldita política estafadora y corrupta hasta el tuétano.
FUENTE: Voto en blanco