Hay que ser imbécil. O sea: González Pons
José Luis Aberasturi
Sólo cargado de una o varias sustancias puede una persona largar, con publicidad y alevosía y en un lugar como España, que la Iglesia Católica ha de nombrar “Obispas».
Me recuerda aquello de Mota: “Tonto! Más que tonto! Que sólo eres tonto!!!». Dicho, como tantos otros de la misma fuente, que me hacen reír, la verdad.
Este buen señor, tan ahíto de vivir del cuento y de las cuentas ajenas -se las pagamos nosotros-, tan aburrido y tan asqueado de no hacer nada y además, con la vida más que resuelta -a nuestra costa-; viéndose tan inútil como se debe ver -mirándose, no hay nada que ver que merezca la pena-, se ha despachado con un exabrupto estulto; y sin más sentido que salir en los papeles. Qué ha salido, por su.
El problema de todos estos que hablan sin tener que hacerlo -están mucho mejor calladitos, qué duda cabe-; y que además lo hacen para parecer algo -porque nada son objetivamente-, no sé dan cuenta de que uno, al hablar o escribir, manifiesta siempre lo que lleva dentro: en este caso una gran imbecilidad que, al no ser congénita -supongo-, sólo la ha podido adquirir a fuerza de interés más que sacrificado. Es que no ha parado hasta lograrlo, azacanado y hecho una furia.
Para, a renglón seguido, gritarlo hasta desde las azoteas: “Que todo el mundo lo sepa: soy un imbécil con máster!!!». Firmado por la Complu como toda recomendación.
Pero, lo peor de lo que uno habla o escribe es que se hace esclavo de todo lo dicho o escrito. De tal modo que ésto lo perseguirá siempre.
Pons ya no va a ir nunca más allá de esta sinsorgada. A partir de ahora va a quedar como “el abanderado de las obispas». O, simplemente, “el obispa».
Se cumple aquello tan sabio de que: “en el pecado está la penitencia».
Que lo disfrute con salud.
José Luis Aberasturi, sacerdote, filólogo, filósofo y teólogo-moralista.
He trabajado practicamente siempre en la enseñanza, primero como profesor, y luego como sacerdote en la capellanía. Publiqué, «Educar la conciencia«, dirigido específicamente a padres, educadores y catequistas con niños pequeños, para ayudarles a que se implicasen en la educación moral de los mismos; está casi agotada la 3ª edición. También he publicado «Non mea voluntas: … pero no se haga mi voluntad«