INCENDIO EN VALENCIA. SÍNDROME POST TRAUMÁTICO.

PILAR ENJAMIO, PSICÓLOGA.

Toda catástrofe  deja secuelas y traumas. Los psicólogos que tenemos preparación y experiencia exitosa en intervención de catástrofes y emergencias lo conocemos in situ.

Todos recordamos el accidente ferroviario del tren Alvia en Santiago de Compostela. No sólo los desaparecidos y el dolor de sus familias sino los que salvaron su vida.

He visto también el síndrome post traumatico en los vecinos de Angrois (barrio de Santiago de Compostela), que tan solidarios fueron. Aún años después, cada vez que el tren pasa por la curva se sobresaltan, y muchos de ellos sufren problemas auditivos y pesadillas. Pensemos en el sufrimiento de mayor magnitud de las víctimas.

El sólo hecho de pensar en el fuego del edificio quemado y las diez personas muertas en el barrio de Campanar en Valencia causa terror y angustia lacerante. Recordemos como en las torres gemelas las víctimas preferían saltar al vacío aún a costa se su vida para evitar morir quemados.  Cada vida es importante da igual si son diez, o una, o cien, o doscientas. Familias con menores y un trágico destino.

Los bomberos, auténticos héroes que están atrapados en el fuego y les dicen a sus compañeros no entren… en situaciones de peligro prima la vida y hay que renunciar a todo y olvidarse de todo recuerdo material, sentimental, lo que sea  Esta impreso en el corazón. No se necesita ninguna alianza en el dedo anular para amar porque el sentimiento va en las entrañas.

El sufrimiento y la desorientación que se genera al perderlo todo, creará una profunda depresión pero, no puede olivar uno que ha ocurrido el milagro de salvar la vida, de volver a nacer. Sin casa, sin pertenencias  sin saber dónde ubicarse ni a donde dirigirse… es terrible.  Incluso, a veces el fuego de una chimenea o una hoguera les hará revivir el horror.  Sufrirán pesadillas y terrores nocturnos e incluso pavor a entrar en edificios, y se sentirán más seguros en lugares cercanos a la salida. En las relaciones familiares es aconsejable más amor y un mayor apoyo compartiendo vivencias y superándolas juntos.  

Por desgracia en muchas ocasiones son muchas las personas que ese «duelo» del que vengo hablando lo viven en aislamiento y en soledad, encerrándose en sí mismos y en su mundo particular de miedos y fobias.  Entonces, más que nunca, urge recurrir a ayuda psicológica temprana y que las autoridaes le den prioridad y, por supuesto, sin olvidar las ayudas para reconstruir sus viviendas, y mientras tanto la búsqueda, también urgente, de un lugar donde alojar a las víctimas que lograron sobrevivir a la castástrofe.

Las ayudas que el gobierno iba a destinar a las víctimas del volcán de La Palma, a pesar del enorme tiempo transcurrido (septiembre de 2021) aún no han llegado…

Si los gobernantes no de gobiernan para el pueblo que los votó, lo mejor que podían hacer es marcharse… De aquella catástrofe todavía hay víctimas sin identificar…  

Hay tres momentos terribles en cualquier desastre:  

El primero saber, enterarse de que alguien está en el edificio en llamas, como el caso de Valencia.

El segundo y peor es la angustia de saber si está vivo o muerto.  

Y el tercero el reconocimiento del cadáver, lo cual debería hacerlo la persona «más fuerte» de la familia.  Hay que tener en cuenta que en esas circunstancias son normales los síncopes, los desvanecimientos y reacciones por el estilo. También los ataques de pánico y ante todo ello, lo mejor sin duda es recurrir a la ayuda médica y psicológica.

Esperemos que quienes se han visto afectados vivan a no mucho tardar la adversidad como un pretexto para crecer como personas, cuando tomen distancia del peligro… y se abran a nuevos horizontes y finalmente todo quede en un mal sueño.

En eso consiste la «resiliencia»: la capacidad de adaptación de cualquier ser vivo frente a acontecimiento perturbador o un estado o situación adversa, de una terrible mágnitud como el incendio de Valencia.

PILAR ENJAMIO, PSICÓLOGA Y ESCRITORA.

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