CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN.
Pues, SÍ, no es ninguna broma. Un departamento de la Universidad californiana de Stanford (EEUU), ha puesto en marcha una «INICIATIVA PARA LA ELIMINACIÓN DEL LENGUAJE NOCIVO», según el departamento, se trata de lenguaje racista, violento y sesgado y ha hecho una larga lista de vocablos y expresiones que, según su sabio entender, hay que eliminar del vocabulario…
Según los lumbreras que forman parte del comité de sabios, hay palabras y expresiones que son «opresivas y ofensivas». No para la gente normal, cuyas sensibilidades nunca se toman en cuenta, sino para los hipocondríacos emocionales que disfrutan representando el papel de víctimas.
La guía de cómo «hablar bien, correctamente» incluye 10 secciones de «lenguaje dañino»: expresiones «capacitistas», discriminación por edad, colonialismo, culturalmente inapropiado, expresiones incorrectas basadas en el «género», lenguaje impreciso, racismo institucionalizado, violencia y otras.
Asi que, de ahora en adelante, un «estudio ciego» deberíá llamarse «estudio enmascarado», porque el vocablo «ciego» «perpetúa involuntariamente que la discapacidad es de alguna manera anormal o negativa, fomentando una «cultura capacitista«.
Insisto: no es un chiste. Les puedo asegurar que si yo fuera ciego, definitivamente describiría mi condición como anormal y negativa.
Según los lumbreras del comité de sabios de la Universidad de Stanford en lugar de decir “estoy condenado a usar una silla de ruedas”, deberíamos decir “persona que usa una silla de ruedas”, ya que “los usuarios de sillas de ruedas a menudo las consideran una herramienta esencial para su libertad en lugar de pensar en ellas como una prisión”.
Muy bien, hagamos una pequeña prueba: ¿cuántos de ustedes que no necesitan una silla de ruedas para moverse, sin embargo usan una porque son “una herramienta esencial para su libertad”?
Obviamente, quien usa una silla de ruedas sólo lo hace porque está obligado a hacerlo, lo que significa que, pese a la opinión de los sabios de Stanford, está condenado a usar una silla de ruedas.
Si se trata de nombrar los espacios reservados para aparcar su vehículo personas con problemas para caminar, o sea «cojos», la guía propone decir «estacionamiento accesible» en lugar de «estacionamiento para discapacitados», o «minusválidos»…
Los censores de Stanford recomiendan, también, evitar nombrar a los drogadictos como tales y llamarlos «persona con un trastorno por abuso de sustancias».
También proponen (¡¡¡Joder, qué lumbreras…!!!!) no llamar «jefe» al jefe, sino llamarlo por su nombre de pila… También desaconsejan el uso de palabras como «estudiante de primer año», «bombero» y «congresista», por poner algunos ejemplos, porque según su sabio entender el «lenguaje binario de género» no incluye a todos.
En lo relativo a lo que ellos denominan «racismo institucionalizado» dice que se debe evitar el uso de palabras como «sombrero negro», «marca negra» y «oveja negra» debido a las «connotaciones negativas del color negro».
Como alternativa a la palabra «abortar», el comité censor propone sustituirla por «cancelar» o «finalizar»; «niña o joven prostituta» ha de ser sustituida por «niña o joven que ha sido objeto de trata», para «evitar definir a una persona por una única característica».
Supongo que habrán oído hablar del «trastorno obsesivo compulsivo (TOC) que se caracteriza por un patrón de pensamientos y miedos no deseados (obsesiones) que provocan comportamientos repetitivos (compulsiones). Estas obsesiones y compulsiones interfieren en las actividades diarias y causan un gran sufrimiento emocional.
Pues, asómbrense, e insisto, no es broma. Los sapientísimos miembros del comité censor de Stanford han decidido que, en lugar de TOC, debemos llamar a las personas (no es un chiste) «orientadas a los detalles». Ni que decir tiene que, llamar a las personas con TOC «orientadas a los detalles» no deja de ser una broma cruel y una trivialización del TOC. Y si no, que se lo pregunten a alguien que lo sufra.
Para evitar ofender, los censores californianos dicen que no se puede decir “Islas Filipinas” (debe decirse Filipinas o República de Filipinas) porque este término “es políticamente incorrecto y denota colonialismo». Sin embargo, según la guía de Stanford, sí sería permisible si son personas de ascendencia filipina las que usan la expresión. Según está pandilla de censores, los filipinos pueden usar las palabras «Islas Filipinas», pero hay que hacerle caso a la Universidad de Stanford: ¡Es una expresión tóxica, malvada!
Por supuesto, todas las palabras habituales compuestas o derivadas del vocablo «hombre» están prohibidas, porque los hipocondríacos quieren fingir que se aplican exclusivamente a los hombres en lugar de a todas las personas, sin distinción de sexo. Es seguro de que si les dijéramos a todas las mujeres que están leyendo este texto, que ahí fuera hay un peligroso tigre, devoradore de hombres, no pensarían que están a salvo (ya que sólo ataca a los varones) y saldrían corriendo a protegerse…
Por otro lado, los sabios censores de Stanford, tampoco consideran correcto usar la palabra «estadounidense», pues usar este vocablo referido sólamente a personas de los Estados Unidos de Norteamérica, implicar insinúar que los EE. UU. es el país más importante de la totalidad del continente americano, del cual forman parte 42 naciones…
Generalmente, en Europa y en la mayoría del Mundo, la gente dice «América» cuando se refiere a Estados Unidos. La Universidad de Stanford pretende «reeducar» a todo el planeta Tierra.
La expresión “rematarlo” o ”remate», que significa haber hecho bien o finalizado una tarea, no debe usarse porque “hacer un buen trabajo o finalizar alguna acción no deben equipararse con la muerte. El vocablo, al entender del comité censor de Stanford podría confundir e incitar a alguien a pensar que se ha cometido un asesinato… Tampoco están bien vistas por los censores de Stanford expresiones como «matar dos pájaros de un tiro»…
Después de que la Universidad de Stanford haya conseguido que la gente se ría, haga chistes e incluso se burle, por todo lo largo y hancho de este Mundo, los dirigentes de la universidad han acabado retractándose y han retirado la «guía políticamente correcta para no dañar a hiponcriacos»…
Claro que, contrariamente a lo que podíamos pensar, Stanford ha demostrado que las universidades son capaces de hacer el ridículo poniendo en marcha iniciativas de tal magnitud..
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