Israel, Hamás y la guerra por la existencia: Pésaj (pascua judía) en tiempos de asedio

Resumen

El presente ensayo aborda el conflicto entre Israel y Hamás desde una perspectiva civilizatoria, superando los marcos habituales de análisis político o geoestratégico. Se argumenta que el núcleo del enfrentamiento reside en una lucha existencial y simbólica entre una sociedad democrática con vocación de perdurabilidad y un proyecto teocrático basado en la aniquilación del otro. En este contexto, se analiza el significado de la festividad judía de Pésaj como acto de reafirmación identitaria y espiritual del pueblo judío, incluso en medio de la guerra. El trabajo se apoya en fuentes primarias y secundarias de orden histórico, político y religioso.


1. Introducción: más allá del parte de guerra

Desde el 7 de octubre de 2023, fecha del brutal ataque de Hamás contra civiles israelíes en el sur del país, el Estado de Israel se enfrenta a una guerra prolongada, asimétrica y profundamente desgastante. Esta contienda no puede entenderse exclusivamente desde coordenadas militares, ni tampoco a través de la narrativa de los “dos bandos” o de una lucha por fronteras. Tal como advierte el historiador Benny Morris, el rechazo palestino a la existencia de Israel ha sido una constante desde antes de 1948, y se ha visto exacerbado por el islamismo político contemporáneo (Morris, 2009).

El presente conflicto expresa una dimensión existencial en la que la identidad, la historia y la continuidad del pueblo judío se enfrentan a una negación absoluta por parte de un actor —Hamás— cuyo objetivo es la destrucción del Estado de Israel. Este objetivo no es táctico, sino ideológico y teológico (Küntzel, 2007). Por ello, es necesario trascender el análisis habitual para adentrarnos en el conflicto como símbolo de una guerra por la existencia, en la que incluso la espiritualidad y el calendario ritual del pueblo judío adquieren relevancia estratégica.


2. Hamás: nihilismo político y teología de la destrucción

Hamás fue fundado en 1987 como una rama de los Hermanos Musulmanes. Su carta fundacional de 1988 declara abiertamente la destrucción de Israel como objetivo primordial, no negociable, y enmarca el conflicto como una yihad permanente (Hamás, 1988). El componente religioso y apocalíptico no es accidental: la guerra contra Israel es presentada como una obligación sagrada, en la que no hay cabida para la coexistencia ni para la paz duradera.

En este sentido, la lógica de Hamás es incompatible con el derecho internacional, con la resolución pacífica de conflictos o con cualquier forma de reconocimiento mutuo. Su práctica militar, centrada en la instrumentalización de la población civil, el uso de escudos humanos, y la glorificación del martirio, configura lo que algunos autores han denominado una “ética inversa” (Kepel, 2000), donde el sufrimiento propio es moneda de legitimidad y el asesinato del otro es virtud espiritual.

El pogromo del 7 de octubre —con más de 1.200 asesinatos, decenas de violaciones y la toma de rehenes— es una expresión de esta lógica de exterminio. No se trató de una operación militar, sino de una masacre selectiva contra civiles, con una dimensión performativa orientada al terror, comparable a los pogromos del siglo XIX y XX en Europa del Este (Porat, 2011).


3. Israel: democracia bajo fuego y civilización en resistencia

Frente a Hamás, Israel representa un proyecto civilizatorio basado en la síntesis entre tradición y modernidad. La sociedad israelí, a pesar de estar profundamente dividida en lo político, religioso y social, responde a los ataques con una resiliencia institucional notable. En plena guerra, continúan celebrándose debates parlamentarios, juicios a políticos en funciones, elecciones municipales y encuestas de opinión. Esta apertura —característica de las democracias liberales— contrasta con el autoritarismo totalitario del enemigo, y constituye uno de los pilares de la fortaleza israelí.

Israel, además, se define como el Estado nación del pueblo judío, con base en una continuidad histórica, cultural y religiosa de más de tres mil años. Como señala Shlomo Avineri (2017), el sionismo no es una invención colonial, sino una respuesta política moderna al problema secular del exilio, la persecución y la indefensión del pueblo judío. Por ello, la defensa del Estado de Israel no es solo una defensa territorial: es la defensa del derecho del pueblo judío a existir como tal.


4. Pésaj: libertad, memoria y promesa

La festividad de Pésaj (פסח), conocida también como Pascua Judía, conmemora la liberación del pueblo judío de la esclavitud en Egipto y su constitución como nación en el Éxodo. Se celebra durante siete u ocho días a partir del 15 de Nisán (Éxodo 12), lo cual coincide en 2025 con las fechas del 12 al 20 de abril. La celebración implica una serie de rituales familiares, como el séder, la lectura de la Hagadá, la ingestión de matzot (pan sin levadura), y la rememoración de las diez plagas que antecedieron a la salida de Egipto.

Pésaj no es simplemente un acto religioso, sino una afirmación identitaria: la libertad no es concebida como mero alejamiento de la esclavitud, sino como orientación hacia una vida ordenada por la ley, la memoria y la misión colectiva. Es un tiempo de agradecimiento, pero también de vigilancia: “En cada generación, cada persona debe verse a sí misma como si ella hubiera salido de Egipto” (Hagadá de Pésaj).

En el contexto actual, Pésaj adquiere un valor político y simbólico reforzado. Celebrarlo en medio de la guerra es afirmar la continuidad frente a la amenaza, la vida frente al terror, la esperanza frente al nihilismo. Así como en Egipto hubo necesidad de sangre en los dinteles, hoy hay necesidad de firmeza nacional. La libertad —como recordaba Isaiah Berlin (1969)— no es sólo negativa, sino también positiva: la capacidad de actuar colectivamente en defensa de un proyecto común.


5. Conclusión: historia como resistencia, memoria como trinchera

El conflicto entre Israel y Hamás no terminará con una simple tregua. Se trata de una confrontación de largo aliento, donde está en juego no sólo el territorio, sino el sentido de la historia. Hamás combate por borrar a Israel del mapa; Israel combate por mantenerse fiel a una promesa milenaria.

Frente a las campañas internacionales de deslegitimación, el doble rasero de muchos organismos internacionales y el auge de un nuevo antisemitismo disfrazado de antisionismo, el Estado de Israel y el pueblo judío reafirman su derecho a existir, defenderse y celebrar sus ritos. Pésaj es uno de esos ritos. Y celebrarlo —incluso entre misiles y entierros— es un acto de resistencia civilizatoria.

Porque mientras haya Pésaj, habrá Israel. Y mientras haya Israel, habrá memoria, ley, libertad… y un pueblo dispuesto a no desaparecer.


Referencias bibliográficas

  • Avineri, S. (2017). The Making of Modern Zionism: The Intellectual Origins of the Jewish State. Basic Books.
  • Berlin, I. (1969). Two Concepts of Liberty. Oxford University Press.
  • Hamás (1988). Carta Fundacional del Movimiento de Resistencia Islámica. Gaza.
  • Kepel, G. (2000). Jihad: Expansion et déclin de l’islamisme. Gallimard.
  • Küntzel, M. (2007). Jihad and Jew-Hatred: Islamism, Nazism and the Roots of 9/11. Telos Press.
  • Morris, B. (2009). One State, Two States: Resolving the Israel/Palestine Conflict. Yale University Press.
  • Porat, D. (2011). The Fall of a Sparrow: The Life and Times of Abba Kovner. Stanford University Press.
  • Shohat, E. & Stam, R. (2014). Unthinking Eurocentrism: Multiculturalism and the Media. Routledge.
  • Hagadá de Pésaj. Tradición litúrgica sefardí y askenazí.
Guerra

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