«Jamás nos rendiremos»: Charlie Hebdo vuelve a publicar las viñetas de Mahoma

El 1 de septiembre, víspera de la apertura del juicio contra 14 individuos acusados de estar involucrados en una serie de ataques terroristas perpetrados en Francia, incluido el registrado en su sede parisina el 7 de enero de 2015, que tuvo por víctimas a sus propios periodistas y dibujantes, la revista satírica Charlie Hebdo volvió a publicar las Viñetas de Mahoma bajo el título Tout ça pour ça («Todo por esto»). «Jamás nos rendiremos», afirmaba.

Los acusados, algunos de los cuales están siendo juzgados in absentia, «afrontan una pluralidad de cargos por ayudar a quienes perpetraron unos ataques que, en el transcurso de tres días de enero de 2015, provocaron la muerte a 17 personas«. Junto con las 12 víctimas del atentado contra la redacción de Charlie Hebdo, en ellos fallecieron un oficial de policía, asesinado en plena calle, y cuatro individuos que se encontraban en una supermercado kosher.

François Molins, por aquel entonces fiscal de París, rememora su llegada a las oficinas de Charlie HebdoRecuerda «el olor de la sangre y la pólvora. La redacción era una carnicería. Más que el escenario de un crimen parecía el de una guerra, con esa estremecedora maraña de cuerpos».

El director de Charlie Hebdo, conocido como Riss, ha hablado de las grandes medidas de seguridad que rodean al semanario desde el ataque terrorista. Charlie Hebdo asume parte de los costes e invierte en ello 1,5 millones de euros al año. «Cuando sacas tres euros del bolsillo para adquirir un ejemplar de Charlie Hebdo, 1,30 van al distribuidor y con los 1,70 restantes pagamos las nóminas, el alquiler, a los proveedores y la seguridad», dice. Con el precio exorbitante que han pagado en sangre y seguridad, habría sido comprensible que los responsables de Charlie Hebdo se privaran de utilizar su libertad de expresión para criticar al islam. Pero no es lo que han decidido hacer.

«Nos han pedido a menudo que publiquemos otras viñetas de Mahoma», escribieron.

«Siempre nos hemos negado, no porque esté prohibido –la ley lo permite–, sino porque necesitábamos una buena razón para hacerlo, una razón que tuviera sentido y aportara algo a la discusión».

La última vez que Charlie Hebdo publicó una caricatura de Mahoma fue hace cinco años, en la portada del número inmediatamente posterior a la masacre, del que se vendieron ocho millones de ejemplares. En ella aparecía el profeta del islam acompañado del titular «Todo está perdonado».

«Debemos seguir retratando a Mahoma; si no, se acabaría Charlie«, declaró el dibujante Patrick Pelloux, que ya no está en la revista. ¿Sigue Charlie siendo Charlie?, se han preguntado muchos tras la matanza. Hoy, sí. Pero Francia está viviendo un dramático declive de su libertad de expresión.

Philippe Lançon, que resultó gravemente herido en el ataque perpetrado en 2015 por los hermanos Kouachi, se encontraba aún convaleciente cuando acudió a una fiesta, en la que se encontró con el escritor Michel Houellebecq, con el que mantuvo un breve intercambio. Houellebecq concluyó citando el evangelio de Mateo: «… los violentos lo conquistan por la fuerza».

«Charlie Hebdo, libertad o muerte», tituló recientemente Le Figaro. A primera vista, sí, la batalla está perdida, explicaba el rotativo. El islam político, de la mano de la izquierda cultural, «avanza so capa de los derechos humanos y la lucha contra la discriminación». Buena parte de los medios franceses han acogido el juicio de Charlie Hebdo con un sentimiento de retirada y capitulación. «Mi desafortunado cliente será la libertad, y temo que a medio plazo esto sea una causa perdida», declaró el abogado de Charlie Hebdo, Richard Malka, al semanario Le Point.

«Los hermanos Kouachi y quienes les armaron han vencido, sí (…) ¿Quién publicaría hoy día las caricaturas de Mahoma? ¿Qué periódico? ¿En qué obra, película, libro te atreves a criticar al islam?»

En los últimos meses «se han evitado varios ataques», informa Jean-François Ricard, fiscal antiterrorista francés. Francia está sometida a una grave amenaza yihadista. Le Parisien citó al exminsitro del Interior Bernard Cazeneuve diciendo que «la violencia ha arraigado en el corazón de la sociedad», que el país se arriesga a vivir «una conflagración» y que el comunitarismo (un sistema de pequeñas comunidades autogobernadas) es «un veneno lento y letal». El periodista Etienne Gernelle ha rescrito in Le Point:

«Charlie Hebdo sigue viviendo bajo amenaza de muerte; lo que representa, la libertad, está bajo arresto domiciliario. Francia se paraliza en cuanto surge la palabra islam, y los mundos político y mediático ensalzan a Charlie para acto seguido poner distancia.»

La experiodista de Charlie Hebdo Zineb el Rhazoui, autora del libro Détruire le Fascisme Islamique («Destruir el fascismo islámico»), recibe de manera regular amenazas de muerte, de las que responsabiliza a quienes acusan a la revista de islamófoba. «Me acuerdo de todos los que contribuyeron a la marginación y descenso a los infiernos de Charlie«, dice.

«Son moralmente responsables del destino de Charlie. ¿Es normal que, cinco años después de ese horrible crimen, ese horrible revés para la libertad de expresión y la cultura francesa, siga habiendo un colectivo contra la islamofobia en Francia? ¿Es normal que, cinco años después de ese atentado, tenga que seguir llevando guardaespaldas armados en pleno París?»

El semanario Marianne pregunta: «¿Pueden cantar victoria póstuma los hermanos Kouachi?». Responde que sí y a continuación da cuenta de cinco actos de capitulación en los últimos cinco años:

Primero: los periodistas de Charlie Hebdo acababan de ser asesinados cuando la escritora Virginie Despentes escribió en Les Inrockuptibles, a propósito de los terroristas: «Los amé en su tosquedad, cuando les vi, armas en mano, sembrando el pánico y gritando ‘¡Hemos vengado al profeta!’». Ni una palabra sobre los viñetistas, periodistas y empleados de la revista asesinados por reírse del islam; o sobre los asesinados en el supermercado kosher.

Segundo: el 17 de noviembre de 2015, cuatro días después de los ataques terroristas parisinos en los que fueron asesinadas 130 personas, el periodista Antoine Leiris, cuya esposa fue asesinada en el atentado contra la Sala Bataclan, escribió: «No tendréis mi odio»; que se convertirá en un «eslogan informal en los círculos progresistas», según explicó Marianne. «La fe de Leiris no sólo previno la indignación sino que [posibilitó] un análisis lúcido de la situación».

Tercero: el director de Mediapart, Edwy Plenel, celebró una reunión con el destacado islamista Tariq Ramadan en los suburbios de París. Plenel acusó a Charlie Hebdo de librar una «guerra contra los musulmanes».

Cuarto: en 2019, una «manifestación contra la islamofobia» convocó a 13,500 personas. El eslogan, surgido en asociaciones religiosas salafistas, fue adoptado por «casi todos los líderes políticos de izquierdas», según Marianne. En el transcurso de la manifestación, los activistas clamaban «Alahu akbar«, el mismo grito utilizado por los terroristas que atacaron Charlie Hebdo.

Quinto: «¿Podemos criticar al islam sin temer por nuesrra seguridad?», planteó Marianne. El pasado mes de enero, una muchacha de 16 años, Mila, respondió a unos insultos homófobos (un musulmán la llamó «sucia lesbiana«) criticando al islam en su cuenta de Instagram. Amenazada de muerte, Mila abandonó su centro escolar y fue puesta bajo protección policial. «Silencio en los partidos de izquierdas y las organizaciones feministas y LGBT: cuando los agresores son musulmanes, la consigna es cerrar los ojos y taparse los oídos».

Las democracias occidentales han pagado muy caro el derecho a la libertad de expresión, que, si no se ejerce y protege, puede desaparecer de la noche a la mañana.

La autocensura preventiva y la retirada estratégica ante la furia islamista son una regresión formidable. Con el espíritu de Charlie en retirada en Francia y la cultura de la cancelación ganando terreno en EEUU, parece que es la libertad de expresión la que está siendo llevada ante los tribunales, en vez de quienes la están matando y sus tontos útiles. En enero, en el quinto aniversario de la matanza de Charlie Hebdo, el escritor Pascal Bruckner manifestó:

«Me da la impresión de que nuestro sistema inmunitario ha colapsado y el islamismo ha triunfado. Sus principales exigencias han sido satisfechas: ya nadie se atreve a publicar caricaturas de Mahoma.»

Valerosamente, Charlie Hebdo lo ha vuelto a hacer: ha publicado las viñetas de Mahoma. Es el último y único magacín europeo dispuesto a defender la libertad de expresión. En el documental Je suis Charlie, la filósofa francesa Elizabeth Badinter dice: «Si nuestros colegas en el debate público no se exponen, los bárbaros ganarán». ¿Se mantendrán ahora a su lado quienes proclamaron: «Je suis Charlie»?

Traducción del texto original: «We Will Never Give Up»: Charlie Hebdo Republishes Mohammed Cartoons
Traducido por El Medio

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