Nos hallamos ante un «manual de guerrilla cultural» que plantea un decidido combate a los estereotipos ideológicos dominantes
El lector no va a encontrar en estas páginas un libro más «anti negrolegendario», que describa la propaganda antiespañola, sembrada durante siglos, para a continuación señalar los errores históricos de esa leyenda. Ya se han publicado muchos libros (unos buenos, y otros no tanto) sobre ese tema, atendiendo a la demanda que las editoriales descubrieron en el éxito de ventas que fue Imperiofobia, de Elvira Roca. Para hacerse una idea real del contenido del libro, es necesario fijarse en el subtítulo: «Manual de guerrilla cultural». Estamos ante un libro de estrategia, casi más cerca de un texto de marketing que de uno de historia.
A modo de introducción, el primer capítulo se dedica a describir los elementos que han ido constituyendo una Leyenda negra contra España, por parte de múltiples enemigos de esta nación. Desde los ingleses y holandeses que querían combatir el Imperio utilizando la propaganda, hasta los actuales remedos de aquellos ataques, que hoy buscan cuestionar nuestra historia desde diferentes ópticas: indigenismo, laicismo, y tantos otros «ismos» que hasta ahora parecen haber ganado su batalla propagandística contra nuestro país.
A partir de esa contextualización, el autor se dedica a detallar una propuesta de combate. Quizá todavía se mueve en los parámetros de estar a la defensiva, de formar un dique que frene esos ataques contra España. Sin embargo, Fernández Valdés da un paso más. Hay que pasar de la acción defensiva a una actuación propositiva, constructiva, «de ataque». La idea que subyace es interesante: no dejemos que nadie nos marque la agenda, seamos creativos al dar la batalla cultural.Partiendo de esta premisa, elabora un análisis DAFO de cómo se está abordando en la actualidad este tema, y señala cómo considera que ha de plantearse tal batalla. Menciona cinco espacios de combate (educación, medios de comunicación, arte y cultura, entretenimiento, instituciones públicas, y sociedad civil), y propone una serie de actuaciones en cada uno de estos ámbitos.
Las propuestas son interesantes, aunque hay una clara apuesta por el medio y largo plazo, que en ocasiones parece caer en un planteamiento utópico, como es la creación de una red de escuelas hispánicas, o la puesta en marcha de actividades de promoción de la enseñanza del español, por parte del Estado. En este mismo sentido podemos señalar su invitación a abrir un portal en internet donde los cibernautas puedan relacionarse, organizarse y compartir todo tipo de contenidos (audios, imágenes, textos, datos, documentos, etc.) vinculados con la Leyenda negra y la acción de España en el mundo.
No cabe duda de que estas acciones, y otras similares que aparecen a lo largo de las páginas del libro, serían muy efectivas. La cuestión que nos suscita es: ¿quién pondría en marcha todas estas iniciativas? Se habla de actuaciones del Estado, las instituciones políticas y legislativas… Y esto puede plantear al lector una reflexión: ¿en qué mundo utópico nos estamos moviendo? ¿Se darán alguna vez las condiciones para que todo esto se pueda poner en práctica? De hecho, si contáramos con unos gobernantes capaces –y convencidos– de que esto se puede llevar a cabo… posiblemente ya no estaríamos ante el constructo de una leyenda negra; no haría falta defenderse o atacar nada, porque una sociedad que elija a estos representantes estaría más que convencida de la realidad de nuestra historia, habría obtenido ya la victoria definitiva ante la Leyenda negra. Y no parece que esta circunstancia se vaya a dar, al menos en un plazo medio.
Por tanto, nos encontramos una serie de propuestas interesantes, una llamada a no rendirse ante las falsedades atribuidas a la historia de España, y un libro que estimula al combate aportando infinitud de medidas concretas. Ciertamente es un libro propositivo, aunque no logra evitar esa sensación de estar a la defensiva frente a los llamados «negro-legendarios». Es decir, al final nos marcan la agenda, deciden los temas sobre los que debemos construir argumentarios, actuaciones en política, entretenimiento, educación…
Pese a todo ello, es una lectura clara, sencilla –aunque fruto de una seria reflexión–, en la que el lector podrá hacerse con algunas «armas» para participar en esa guerrilla cultural de la que nos habla el título.
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