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«La coartada de los populismos de Hispanoamérica es culpar a España». Marcelo Gullo

El historiador argentino Marcelo Gullo Omoedo ha publicado hace meses Lo que América le debe a España. El legado español en el Nuevo Mundo (Espasa) un ensayo coincidiendo con el bicentenario de la caída del último virreinato español en Hispanoamérica, que se conmemora en este 2024. En el libro, Gullo denuncia los prejuicios culturales antihispanos. Con este trabajo, da continuidad a sus libros Madre patria y Nada por lo que pedir perdón.

—«Lo que América le debe a España» y usted afirma que le debe su ser y la liberación espiritual. ¿Cuál es ese legado básico?

—Cuando los sacerdotes y monjes, entre ellos fundamentalmente franciscanos, llegan a América lo que oculta la leyenda negra es que se encuentran con un infierno. Lo que primaba en América eran unos dioses de la muerte, dioses que reclamaban a sus pueblos tributos en sangre. Por eso había 20.000 personas sacrificadas por año en México. Eran dioses de la muerte que habían engendrado una cultura del terror. Vivir en América era vivir en un infierno, estar en América era estar en un infierno, eso es la verdad que se oculta y eso vale tanto para México, donde estaba el imperialismo antropófago, los aztecas; como en Colombia, donde estaba el canibalismo de los pijaos; o el brutal imperialismo de los incas en el Perú. No era un paraíso, era un infierno. Llega un grupo de sacerdotes, como estos doce franciscanos, que le llamaron los doce apóstoles de México, y empiezan a predicar un dios distinto, un dios del amor, y por eso las masas indígenas se convierten en masa porque termina su pesadilla. Si en Europa el cristianismo había liberado al hombre de la angustia del ser, en América lo va a liberar de la angustia del estado. Por eso hay una liberación espiritual de América. Esto se ve en el arte. Si uno ve el arte precolombino, ese que exponen orgullosamente los mexicanos en su museo, es un arte del terror; lo que ves son rostros que expresan terror y muerte. Por contra, cuando uno ve arte del período hispánico, lo que va a observar es otra cosa: es el barroco americano, es alegría, es la fiesta.

—Y cuando dice que le debe su ser, ¿en qué se basa?

—El ser de los pueblos está dado por sus valores y por su lengua. Hispanoamérica no existiría como tal si no fuese por la unificación lingüística y por la unificación en valores, sino habría 800 o 1.000 naciones distintas. Si Hispanoamérica existe es porque tiene un conjunto de valores y tiene la misma lengua. Es decir, Hispanoamérica le debe su ser a España.

—El relato no lo inicia en 1492, sino que remonta a Atenas, a Roma…

—España trae a América lo mejor de Atenas, lo mejor de Roma, purificado por la fe, purificado por Jerusalén. Es decir, las tres grandes colinas que crean el Occidente. ¿Qué es el Occidente? Es la unión del pensamiento griego, del pensamiento romano y del pensamiento judío. Las tres colinas: Atenas, Roma y Jerusalén, es lo que llega a América. Es decir, América se hace depositaria de esta cultura grecorromana, católica, gracias a España. Yo demuestro en el libro que aquellos gauchos en el norte de la Argentina, que eran analfabetos muchos de ellos y que estaban cuidando su ganado, recitaban y conocían de memoria la historia de Carlomagno o la historia del Cid. Entonces toda esa cultura llega a América. Entonces, yo empiezo por dónde venimos. En realidad, venimos de Atenas porque Atenas la ciudad que enseña a pensar; es la ciencia, es el pensamiento lógico, es la filosofía, es Sócrates, es Platón, Aristóteles… Roma, por su parte, es el derecho; y el derecho es muy importante porque cuando no hay derecho uno vive en la arbitrariedad del político. Roma dice: el pensamiento griego es lógico, pero hay que agregarle el derecho porque de no ser así uno queda al arbitrio del político de turno, que cambia las leyes y el derecho todos los días. Sin embargo, ambos eran esclavistas y entonces viene el cristianismo y dice todos los hombres son iguales porque son hijos de un mismo padre y hermanos en Cristo. Entonces, paulatinamente se va extinguiendo la esclavitud. Entonces, es lo mejor de Atenas, lo mejor de Roma, purificado por el cristianismo es lo que España trae a América. La conciencia de la dignidad del hombre y la conciencia de la libertad del hombre y, por lo tanto, también la conciencia de la justicia, que todos los hombres merecen ser tratados justamente.

—En el libro alude a la historia manipulada y falseada que se ha transmitido durante las últimas décadas, poniendo el foco en que detrás de ello están Inglaterra y Estados Unidos. ¿A qué atribuye que haya calado ese discurso falseado?

—Ese discurso, que es la leyenda negra, que es la falsa historia de la presencia de España en América contada por los enemigos de España, va a triunfar porque después de la mal llamada Guerra la Independencia se hacen dueños de las repúblicas las oligarquías locales. ¿Cómo había nacido estas oligarquías? No eran el patriciado, esta oligarquía eran antiguos contrabandistas de la ciudad de Buenos Aires, de la ciudad de Caracas, de Guayaquil, de Valparaíso…; antiguos contrabandistas que tenía relación con los ingleses, entonces, tenían que justificar su traición a España y, para justificar su traición a España, tenían que decir que España solo había venido a robar, matar y asesinar, porque sino cómo justificaba que se habían aliado al enemigo inglés y traicionado a España. Solo podían justificarse si decían que España era el diablo. Entonces, ellos toman la leyenda negra y la leyenda negra se va a inculcar en los colegios. Como la mentira tiene patas cortas, se fue diluyendo con el tiempo. Después, cuando la leyenda negra se estaba diluyendo, esta leyenda negra que nace por derecha, resucita por izquierda. Es bien curioso porque en el año 1930 Stalin ordena que los partidos comunistas del América del Sur se reúnan en Buenos Aires y ahí estos partidos comunistas adoptan la leyenda negra para fomentar el fundamentalismo indigenista y crear repúblicas indígenas, partiendo a Bolivia 18 pedazos; al Perú, en cuatro… Así lo escriben en esa conferencia de los partidos comunistas para desestabilizar el patio trasero de los Estados Unidos. Entonces, la leyenda negra que había nacido por derecha resucita por izquierda, pero también la mentira tiene patas cortas y esto es criticado en Argentina por las fuerzas políticas mayoritarias, como el peronismo; pero claro vuelve a resucitar de nuevo esta leyenda negra en nuestros días. Vuelve a resucitar de mano de los populismos, que hoy son triunfantes en eh Hispanoamérica, en Venezuela, en Colombia, en Chile, en México…, porque es la coartada que tiene por ejemplo, el señor Maduro para ocultar su inutilidad, ya que dicen que la culpa de su subdesarrollo la tiene España. Pero, ¿cómo la va a tener España si hace 200 años que se fueron? No, la culpa la tiene usted, que es un inútil y un ladrón, que con el país más rico del mundo lo ha llevado al desastre. La coartada del populismo hispanoamericano es echarle la culpa a España. Lo mismo Obrador, Petro… Entonces, resucita la leyenda negra como coartada de estos populismos inútiles.

—¿Hay vuelta atrás en esos prejuicios, en esa leyenda negra?

—Hay vuelta atrás porque la leyenda negra es mentira y con debatir se cae como un castillo de naipes cuando uno lo sopla. Lo que ellos no quieren es que haya debate, por eso han instaurado la dictadura de lo políticamente correcto. Cuando uno quiere discutir la leyenda negra, es decir, la falsa historia de España; discutir que en realidad no hubo genocidio, porque es mentira; discutir que en realidad no hubo colonia, porque España jamás trató a Hispanoamérica como una colonia; entonces lo que hacen es que expulsan a uno de la universidad porque ellos son falsamente democráticos. No quieren que se discutan porque saben que en la discusión pierden ya que los alumnos van a escuchar y van a entender que ellos están mintiendo. Ellos triunfan solamente a partir de la dictadura de lo políticamente correcto y el nudo de la dictadura o lo políticamente correcto es la leyenda negra. Por eso son antidemocráticos y excluyen la discusión, no quieren que se discuta, son profundamente dictatoriales disfrazados de demócratas.

—¿Cuánto habrá que esperar para ver ese fin?

—Yo esto siempre lo explico así. Yo no soy profeta, yo soy profesor y soy argentino. Tenemos la manía de hablar siempre futbolísticamente. Entonces yo creo que hay un partido y hay que jugarlo. Aunque estamos perdiendo 2 a 0, creo que vamos a terminar ganándolo 4-2. En cuánto tiempo no lo sé, pero estoy convencido de que podremos poner luz y que los jóvenes verán verdad cuál es la realidad y comprenderán que la leyenda negra es la falsa historia de España contada por los enemigos de España y hoy utilizada por los populismos y hispanoamericanos para encubrir su inutilidad y su delincuencia.

—En el libro recoge que entre Granada y Berlín hay más distancia psicológica que entre los Pirineos y Acapulco. ¿Se está perdiendo esa relación?

—No se perderá nunca porque yo he llegado recorriendo 12.000 kilómetros y estoy hablando con usted como si nos hubiésemos conocido de toda la vida. Sin embargo, si viene acá un alemán, que tiene que aprender español, no es lo mismo, se entiende que una persona que su lengua materna. Entonces la realidad es que hay más distancia psicológica entre Santiago de Compostela y Berlín que entre Buenos Aires y Santiago de Compostela. Un gallego puede ir a Buenos Aires y se siente como en su casa y un argentino está puede venir a Santiago de Compostela, a Galicia, y se siente como en su casa porque en realidad la casa es la misma. Hay una casa común y esa casa común es la Hispanidad. Tenemos una casa común y esa casa común la Hispanidad, que tiene muchas habitaciones, una casa gigantesca. Una habitación es Galicia, otra Buenos Aires, otra México, otra Venezuela… Una casa con muchos cuartos, pero somos una misma casa. Tenemos una casa común, esa casa común es Hispanidad.

—Al principio dice: «Esta es una historia mil veces contada y que los viejos españoles e hispanoamericanos medianamente formados conocían de memoria. Hoy, sin embargo, los más jóvenes la han olvidado. Conviene recordarla, porque el olvido de la historia lleva a la incomprensión del presente, y la incomprensión del presente a la imposibilidad de construir el futuro». ¿Se nos está olvidando mirar al pasado?

—Nos olvidamos del pasado y no entendemos que el origen de la mala política siempre es la falsa historia. Si sufrimos mala política es porque han falsificado la historia. Se ha perdido el estudio de la historia serio y objetivo porque, en realidad, sufrimos a un conjunto de militantes políticos disfrazado de profesores en la universidad y disfrazado de investigadores, pero no son ni profesores ni investigadores. Son militantes políticos disfrazados de profesores investigadores que en realidad odian a España y odian todo lo que España representó, por eso son absolutamente negro-legendarios.

—¿Nota que ese odio está en aumento?

—Ese odio va en aumento porque el pensamiento negro-legendario ha conseguido una hegemonía cultural en la mayoría de las universidades, con excepciones. Instalan una dictadura de lo políticamente correcto porque no quieren que se discuta esa hegemonía.

—Este libro, y sus dos anteriores, «Madre Patria» y «Nada por lo que pedir perdón» tiene un montón de ventas. Cuando esto mismo lo dice en Argentina o Hispanoamérica, ¿se encuentra con problemas?

—Lo primero que quiero aclarar es que los libros no han querido publicarlos en Hispanoamérica. Los libros no se han publicado ni para América. Hay realmente una censura, no oficial, sobre mis libros porque no puede ser que pasados tres años de Madre Patria no se haya publicado en Buenos Aires, ni en Bogotá ni en México. Hay una censura sobre mi pensamiento. Y después hay una dictadura en Hispanoamérica de lo políticamente correcto que cuando uno dice: «discutamos si hubo genocidio o no», por solo decirlo que hay que discutirlo, lo echan a uno de la universidad.

—¿A usted lo echaron?

—No es que me echaran, pero cada vez me fueron poniendo más en un costado, como un florero. Me tienen de florero.

—Después de estos tres libros: «Madre Patria», «Nada por lo que pedir perdón» y «Lo que América le debe a España», ¿seguirá en esta línea?

—Seguirá una historia de la Hispanidad para que los más jóvenes tengan en un solo libro una especie de resumen. Repito hay una casa común, nuestra casa común la Hispanidad y nos hemos olvidado de nuestra casa común. Ya no nos reconocemos hermanos unos con otros y no conocemos nuestra propia historia. Solo conocemos fragmentos, cada uno conoce la historia de su cuarto y no de la casa común. Hace falta contar la historia de la casa común, no de cada cuarto, porque no se entiende la historia de cada cuarto, si no se explica la historia de la casa.

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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