La encrucijada de Gaza: entre el retorno imposible de la Autoridad Palestina y el dominio de Hamás

La Franja de Gaza, epicentro de tensiones geopolíticas y humanitarias, vuelve a estar en el centro del debate internacional tras el reciente alto el fuego entre Israel y Hamás. La propuesta de reinstaurar el control de la Autoridad Palestina (AP) sobre este territorio, impulsada por Qatar y Egipto, que podría contar con el apoyo de Estados Unidos, se enfrenta a serios obstáculos que hacen de esta idea una quimera más que una solución viable.

El desafío insuperable de la Autoridad Palestina

Desde 2007, cuando Hamás tomó por la fuerza el control de Gaza, Mahmoud Abbas, líder de la AP, no ha puesto un pie en el enclave. Este hecho no es fruto de falta de voluntad política, sino del riesgo casi seguro que implicaría para su vida y la de sus fuerzas. Hamás considera a Abbas un traidor por su cooperación con Israel en Cisjordania, lo que ha llevado a una ruptura total entre ambas facciones palestinas.

La reciente ejecución pública en Gaza de varios palestinos acusados de colaborar con Israel envió un mensaje inequívoco: Hamás no cederá su poder sin recurrir a la violencia. A esto se suma la incapacidad demostrada por la AP para controlar incluso territorios bajo su teórica jurisdicción, como Cisjordania. En Yenín, por ejemplo, Abbas intentó sin éxito desmantelar grupos armados apoyados por Irán. El resultado fue un acuerdo tan débil que dejó intacto el poder de las milicias locales.

“Si Abbas no puede controlar Yenín o Naplusa, mucho menos podrá hacerlo en Gaza”, señalan fuentes israelíes. Esta evaluación subraya la fragilidad estructural de la AP y su limitada capacidad para ejercer autoridad en un entorno tan hostil como Gaza.

Hamás: un poder consolidado

El alto el fuego no ha debilitado a Hamás; al contrario, ha permitido su reaparición pública con miles de combatientes desfilando en las calles. Este grupo terrorista musulmán mantiene intacta su capacidad operativa y estratégica, como lo demuestran sus recientes ataques y las declaraciones de sus líderes sobre futuros atentados de hace varios días.

La masacre del 7 de octubre de 2023, donde más de 1.200 israelíes fueron asesinados y 250 secuestrados, sigue siendo un recordatorio del alcance letal de Hamás. Además, muchos responsables directos de estos actos han sido liberados recientemente en intercambios de rehenes, lo que aumenta el riesgo de nuevas agresiones.

Qatar: ¿mediador o cómplice?

Qatar juega un papel ambiguo en este conflicto. Por un lado, lidera los supuestos esfuerzos diplomáticos para estabilizar Gaza; por otro, es señalado como uno de los principales financiadores de Hamás desde 2007, aportando más de mil millones de dólares anuales. Aunque estos fondos se presentan como ayuda humanitaria, múltiples informes indican que una grandísima parte termina fortaleciendo las capacidades militares del grupo islamista.

Además, Qatar ha invertido millones en influir políticamente en Estados Unidos y otros países occidentales. Según Adam Kredo del Free Beacon, entre 2020 y 2022 Qatar destinó 130 millones de dólares al lobby político y académico en Estados Unidos. Este doble juego ha llevado a analistas a cuestionar su papel como mediador “honesto” en las negociaciones.

“Confiar en Qatar es como encargar a un pirómano que supervise la extinción de un incendio”, afirman críticos desde Washington. Esta percepción pone en duda la efectividad y neutralidad del país del Golfo como intermediario.

Israel: estrategia militar y tensiones internacionales

Mientras tanto, Israel ha intensificado sus operaciones militares con el objetivo declarado de desmantelar a Hamás y reconfigurar el equilibrio geopolítico regional. Sin embargo, esta estrategia ha generado críticas internacionales debido al alto número de víctimas civiles y la destrucción masiva en Gaza.

Netanyahu-Trump

En paralelo, Cisjordania experimenta lo que algunos analistas denominan “gazaficación”: tácticas militares similares a las empleadas en Gaza están desplazando a miles de personas y exacerbando la crisis humanitaria. Este fenómeno refleja cómo las tensiones se extienden más allá del enclave costero.

Por otro lado, las relaciones entre Israel y Estados Unidos se enfrentan a nuevos desafíos comerciales tras la imposición por parte del presidente Trump de un arancel del 17% a las exportaciones israelíes. Benjamin Netanyahu está en este momento de viaje a Washington para abordar este tema junto con otros asuntos críticos como los rehenes retenidos por Hamás y las amenazas provenientes de Irán.

¿Una solución posible?

Ante este panorama complejo, expertos sugieren medidas drásticas para estabilizar Gaza:

  • Romper los lazos diplomáticos con Qatar como mediador.
  • Designar a los Hermanos Musulmanes —ideólogos de Hamás— como organización terrorista extranjera.
  • Desarmar completamente a Hamás y la Yihad Islámica Palestina.
  • Establecer una administración civil internacional temporal supervisada por actores árabes y occidentales.

Sin embargo, poner en marcha estas acciones requeriría una coordinación internacional sin precedentes y enfrentaría resistencias significativas tanto dentro como fuera del terreno.

Conclusión

La posibilidad de que la Autoridad Palestina recupere el control sobre Gaza parece cada vez más remota. La consolidación militar e ideológica de Hamás, sumada al papel ambiguo pero influyente de Qatar y las limitaciones internas de Abbas (Autoridad Palestina), dibujan un escenario en el que cualquier solución será extremadamente compleja.

El conflicto palestino-israelí sigue siendo una herida abierta con múltiples capas: desde intereses geopolíticos hasta rivalidades internas palestinas e intervenciones internacionales contradictorias. Solo una estrategia global coordinada podría ofrecer alguna esperanza para una paz duradera; mientras tanto, Gaza permanece atrapada en un ciclo interminable de violencia e inestabilidad.

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