La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), la principal organización profesional de informadores de España, se ha pronunciado a favor del llamado Plan de regeneración democrática aprobado la semana pasada por el Gobierno para amordazar a los medios críticos.
PERO GRULLO DE ABSURDISTÁN
Los ‘kapos’ mafiosos del periodismo izquierdista y la razón por la que traicionan a sus compañeros de profesión…
La Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), la principal organización profesional de informadores de España, se ha pronunciado a favor del llamado Plan de regeneración democrática aprobado la semana pasada por el Gobierno, que pretende amordazar a los medios críticos con el Gobierno. Se trata del conocido como Plan Begoña, ideado por Pedro Sánchez tras los cinco días de vacaciones que se tomó cuando un juez comenzó a investigar los presuntos delitos de su mujer.
Su presidente, Miguel Ángel Noceda, respalda que el Ejecutivo atribuya a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) la recopilación y supervisión de un registro de medios de comunicación, para determinar las empresas que cumplen con dicha condición. Es decir, que a Noceda le parece fenomenal que el Gobierno decida quién puede informar y quién no.
«El registro de medios, que debe estar controlado por un organismo independiente, nos parece perfecto, y sus responsables, tanto la presidenta [Cani Fernández], como los directores y técnicos, a la FAPE merecen total respeto y confianza. Estamos seguros de que van a garantizar la independencia. De todos modos, estaremos vigilantes», aseguró ayer en un desayuno organizado por el Foro de la Nueva Comunicación. Noceda no se ha molestado en aclarar que la CNMC depende de Moncloa y no tiene competencias para censurar medios. De hecho, en democracia, nadie las ha tenido hasta que algunos medios empezaron a informar sobre la corrupción de Sánchez y su entorno familiar.
Sin ningún tipo de escrúpulos, Noceda ha afirmado que la protección de los medios de comunicación «debe ser una prioridad para el Gobierno». «Al ser una profesión no regulada por ley», precisó, «cualquier persona puede ejercerla y dar de alta una empresa como medio de comunicación en el Registro Mercantil», dijo manifestándose claramente a favor de la intervención gubernamental en la libertad de expresión…
La FAPE también aplaude la medida contemplada en el reglamento europeo -en su artículo 6- de publicar el nombre de los propietarios de los medios de comunicación y la publicidad institucional recibida. «Nos parece una medida eficaz para desincentivar y limitar el riesgo de injerencia con independencia editorial», dijo sin sonrojo, pese a que esa información ya es pública a través, precisamente, del registro mercantil.
Además, apoya la revisión de los sistemas de medición de audiencias, actualmente a cargo de GfK DAMM, como parámetro de reparto de publicidad institucional. No obstante, sobre los criterios de reparto, la federación propone que las administraciones públicas rechacen ayudas a «empresas periodística condenadas por sentencia judicial, o alguno de sus trabajadores, por difusión de mentiras, bulos o noticias falsas»; y que, del mismo modo que el Gobierno brindará mayores ventajas a medios con lenguas cooficiales, también se den prioridades a «medios de información local y regional en comunidades donde no hay dos lenguas», favoreciendo de este modo a los medios que difunden bulos si lo hacen en catalán.
Para asegurar el cumplimiento del plan para los medios, el Ejecutivo anunció la creación de un comité interministerial, compuesto por siete ministerios y el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallés. En ese sentido, la FAPE ha solicitado al Gobierno crear una comisión asesora, integrada por expertos en distintas materias, a disposición de dicho comité. En resumen, la FAPE aplaude que sea el Gobierno el el que decida qué es un medio de comunicación bajo la condición de que no se critique a Sánchez y su entorno familiar.
Preguntado por la situación de inestabilidad que sufre el consejo de Radiotelevisión Española (RTVE), el presidente de la FAPE respondió que cree que «no se va a arreglar nunca». «Todos los gobiernos han tenido a RTVE a su servicio, esto no lo podemos negar. Y la petición de la FAPE es que lleguen a un acuerdo», indicó, justificando así la contratación de personajes como Broncano a precio de oro para que se pongan al servicio del Gobierno con el dinero de todos los españoles.
Noceda concluyó su intervención defendiendo que si el nuevo plan del Gobierno «es manipulador y va contra los principios del reglamento, lo denunciaremos. Pero si su actuación es correcta, no tendremos nada que decir. Estaremos vigilantes», se atrevió a decir tras este respaldo explícito a la censura del Gobierno.
Traicionando a sus compañeros al atacar la libertad de expresión
Evidentemente, me refiero a aquellos periodistas y medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas que apoyan abiertamente los ataques a nuestras libertades y particularmente a la libertad de expresión, generalmente miembros de la izquierda mediática, que considera que todo vale para mantener su hegemonía en el debate público, incluso la censura contra los que opinan diferente. No es algo nuevo que haya periodistas dispuestos a traicionar a sus compañeros, apoyando la censura contra ellos. Lamentablemente, esto sucede en todas las dictaduras.
La novedad del fenómeno es que esto está ocurriendo en países supuestamente democráticos, y quienes apoyan esa censura se consideran grandes demócratas e incluso tienen la osadía de aleccionarnos a los demás sobre cómo debe ser un buen defensor de la democracia. No parece importarles el hecho de que las herramientas de censura que ahora apoyan puedan volver mañana contra ellos. Viven en el cortoplacismo, tal vez instalados en la creencia de que esas medidas impedirán de forma definitiva que la derecha pueda volver a ganar unas elecciones.
El precedente de los ‘kapos’ de los campos de concentración nazis y estalinistas
Hay un fenómeno muy parecido a ése en los libros de historia: los «kapos» de los campos de concentración alemanes en la Segunda Guerra Mundial y en la Rusia estalinista y la China maoista y en las actuales dictaduras comunistas como Cuba, Venezuela y Nicaragua… Esos «kapos» eran generalmente presos comunes elegidos para controlar, dirigir y reprimir al resto de los presos y con frecuencia maltrataban, a veces de forma enormemente cruel, al resto de los presos.
Anoche encontré un interesante artículo sobre los «kapos» escrito por Jennifer L. Goss, consultora del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos. Hay un párrafo de ese artículo que explica bien el motivo por el que esos «kapos» traicionaban al resto de los presos:
«En muchos casos, los kapos eran incluso más crueles que las propias SS. Como su precaria posición dependía de la satisfacción de las SS, muchos kapos tomaban medidas extremas contra sus compañeros de prisión para mantener sus posiciones privilegiadas«.
Los privilegios de los que disfrutan los ‘kapos’ del periodismo
La lectura del anterior párrafo me ha recordado mucho a la actitud especialmente fanática de muchos periodistas de izquierda a la hora de apoyar la censura. Cuando se trata imaginar sus privilegios, muchos piensan en los más directos, como las subvenciones públicas, la publicidad institucional o las suscripciones pagadas por instituciones estatales.
Sin embargo, hay otras ayudas que generan muchos ingresos, como la difusión que gobernantes y políticos de izquierda ofrece a esos medios a través de sus canales de redes sociales (una difusión que se traduce en ingresos por publicidad para los medios digitales), y también el trato privilegiado que reciben en la concesión de entrevistas, informaciones y preguntas en ruedas de prensa gubernamentales, en las que a menudo sólo se admiten preguntas formuladas por esos medios afines al poder. Esto es algo muy frecuente en España.
El carácter adictivo del poder para los periodistas que lo comparten
Ese apoyo gubernamental otorga un entorno de seguridad a esos «kapos» del periodismo, frente a la situación de los periodistas independientes, que se tienen que buscar la vida sin el apoyo de nadie o con apoyos mucho más pequeños. Esa red de seguridad que tienen los «kapos» es casi más importante que las subvenciones, porque además de otorgarles una posición más cómoda, también es su forma de compartir en cierta medida el poder de los políticos a los que apoyan, y el poder es mucho más adictivo que el dinero.
La polarización del periodismo desde el poder
Por otra parte, gobiernos socialcomunistas como el de Pedro Sánchez generan un entorno polarizado que afecta al mundo del periodismo, diviendo la profesión entre medios de verdad (los afines al poder) y «pseudomedios» (los que son críticos con el poder). A menudo no le damos mucha importancia a esto, pero esa polarización promovida desde el poder sirve para amedrentar a aquellos «kapos» que tengan dudas y se planteen si están haciendo lo correcto.
El temor a ser señalados como malos periodistas por sus compañeros o por sus mecenas políticos, a los que ellos mismos han otorgado la autoridad para decidir quién es buen o mal periodista, les lleva a apoyar sin dudarlo cualquier abuso que haga el gobierno, metiéndoles en un círculo vicioso del que es muy difícil salir.
Un problema que no se resolverá callándose frente a esos ‘kapos’
¿Cómo resolver este problema? Como otros muchos problemas de nuestra sociedad, no tiene una solución fácil. En todo caso, si los propios periodistas no critican activamente la actitud de esos «kapos», no hay nada que hacer, porque si esos periodistas al servicio del poder se sienten legitimados a hacer lo que hacen es porque, con mucha frecuencia, los demás periodistas callan y miran hacia otro lado, legitimándoles con su silencio.
«Para que el mal triunfe, solo se necesita que los hombres buenos no hagan nada» (Edmund Burke)