CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN.
La escritora estadounidense, de origen ruso, Ayn Rand (Alisa Zinovievna Rosenbaum), publicó en 1957 su obra más famosa y exitosa: La Rebelión de Atlas. La extensísima novela, es sin duda apasionante desde la primera hasta la última de sus más de 1.200 páginas. La Rebelión de Atlas cuenta la historia ficticia de un exitoso industrial metalúrgico, creativo e innovador, que decide un día, junto con otros como él, emprender una rebelión. Sin recurrir a ninguna clase de violencia, sin usar armas de ninguna clase y menos atropellando los derechos de los demás, los emprendedores como él se fueron marchando, sin previo aviso, sin hacer grandes aspavientos y se fueron ocultando, refugiándose en una especie de Sangri-La, en un valle entre montañas, rodeado de una cúpula dotada con las más avanzadas tecnologías, para no ser detectados… Algo así como «la cúpula de hierro» israelí, un sistema móvil de defensa aérea desarrollado por la empresa Rafael Advanced Defense Systems, un sistema de misiles diseñado para interceptar y destruir cohetes de corto alcance y proyectiles artilleros lanzados desde una distancia de 4 a 70 kilómetros con intención de bombardear a la población civil. La Cúpula de Hierro también es capaz de interceptar aeronaves a una altitud máxima de 10.000 metros, por lo cual está considerado uno de los mejores escudos de misiles operativos.
Shangri-La es un lugar ficticio, descrito en la novela Horizontes perdidos, publicada en 1933 por el británico James Hilton, y adaptada al cine con el mismo nombre por Frank Capra en 1937. En Horizontes perdidos, se describe a Shangri-La como un valle místico y armonioso, guiado dulcemente desde un monasterio budista tibetano, enclavado en el extremo occidental de las Montañas Kunlun; las personas que viven en Shangri-La son casi inmortales, viven cientos de años, más que el resto de los seres humanos y envejecen muy lentamente. El vocablo se suele utilizar para describir cualquier paraíso terrenal, pero sobre todo a una utopía del Himalaya: una tierra de felicidad permanente, aislada del mundo exterior.
La novela La Rebelión de Atlas narra cómo el exitoso empresario y sus colegas deciden fundar una sociedad nueva en el exilio, integrada por personas emprendedoras, trabajadoras de todas partes, y de todas las clases sociales.
Al exiliarse, todos ellos renuncian silenciosamente, pero de forma contundente, a dejarse gobernar por el enorme, monstruoso, depredador poder burocrático, ineficiente, ideologizado, clientelista, putrefacto, corrompido y corruptor que gestiona el país, que no es otro que los EEUU.
Evidentemente, no voy a anticipar cómo termina la historia, pero sí les tengo que contar cuál es la moraleja: sólo la empresa privada crea empleo y riqueza, sólo la capacidad, el mérito, el esfuerzo, el trabajo bien hecho, la productividad y cuando los liderazgos coinciden con expertos gestores de dineros ajenos, de probados éxito y experiencia, las sociedades progresan (en el sentido de avanzar para mejorar) y convierten a las naciones en prósperas. Los diversos gobiernos sólo son capaces de crear burocracia, impuestos, tasas, gravámenes, más y más instrumentos para saquear a los ciudadanos, con el noble pretexto del «estado del bienestar».
― Ayn Rand, Atlas Shrugged, La Rebelión de Atlas.
En la actualidad, en España quienes piensan y son de la condición de Jonh Galt (el protagonista de la novela de Ayn Rand), les ocurre lo mismo y están llegando a las mismas conclusiones. Los españoles decentes, los buenos españoles son saqueados, esquilmados, robados, agobiados por gobiernos dirigidos e integrados por ineptos, mediocres, analfabetos… que amenazan, coaccionan, violentan a los ciudadanos utilizando el monopolio de la violencia (que supuestamente les ha sido delegado por los ciudadanos), utilizando la enorme legión de funcionarios que forman parte de su aparato burocrático, y todo ello acompañado de constantes discursos anacrónicos, palabrería vacía, eslóganes estúpidos, impregnados de sentimentalismo tóxico… Gobiernos como los que describe Ayn Rand atentan constantemente contra el producto de nuestro esfuerzo, contra la propiedad privada, contra el patrimonio que los españoles han sido capaces de crear durante su vida… y para recochineo, la deuda pública no para de crecer, crecer… hasta el infinito, hipotecando la vida de los actuales españoles y de sus descendientes.
No es de extrañar que algunos españoles hayan pensado en exiliarse y huir del infierno fiscal, y no sólo fiscal, en que los capos mafiosos de las diversas agrupaciones políticas han convertido España.
Inevitablemente, me viene a la memoria el asunto «Ferrovial». La empresa que preside Rafael del Pino anunció, tras la presentación de sus resultados empresariales cuando el año 2023 echaba a andar, que trasladará su sede social (y su domicilio fiscal) a Holanda, a ese lugar que ahora se ha puesto de moda denominar «Países Bajos». Rafael del Pino afirmó que esto les permitiría «poder acceder a mercados de capitales en mejores condiciones», en un país con un marco jurídico «estable», «mejorar la capacidad de competir de la compañía para su crecimiento internacional», «atraer a más inversores norteamericanos».
Es importante subrayara que la mayor parte de las ventas y los contratos de la compañía se ubican fuera de las fronteras españolas, concretamente más del 85%.
La marcha de Ferrovial se produjo para grandísimo disgusto y descontento del Gobierno presidido por Pedro Sánchez que no dudó en tildar de malvados, antipatriotas y multitud de zafiedades y vilezas a los dirigentes de la empresa.
Fue el pasado 28 de febrero cuando el consejo de administración de Ferrovial propuso la fusión entre la matriz y Ferrovial International, una sociedad anónima holandesa que ya era propietaria del 86% de los activos de la compañía. De esta manera, se producía el traslado del domicilio social de España a Holanda
La empresa presidida por Rafael del Pino, en su último ejercicio (año 2022), pagó por impuestos 1.569 millones de euros en todo el mundo. Un 13,3% menos que un año antes, cuando esa cifra fue de 1.810 millones de euros. De esos 1.569 millones de euros, en España pagó 282 millones de euros. Es decir, el equivalente al 18% del total.
No es de extrañar que Ferrovial haya trasladado su domicilio fiscal a Holanda, pues España está inmersa en un declive económico, institucional y social de tal magnitud que ha empujado a la empresa que preside Rafael del Pino a trasladarse a otro lugar en el que podrá beneficiarse de unas circunstancias financieras y unas normas legales mucho más beneficiosas.
Como indicaba más arriba, el gobierno y los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas que lo apoyan, se han empeñado en demonizar, criminalizar y un largo etc. a Ferrovial, pero su intento ha sido un completo fracaso: son varios los estudios de opinión que concluyen que son mayoría los españoles que respaldan y justifican la decisión de la empresa. En este caso ha ocurrido lo mismo que cuando algunos «youtubers», hace un par de años, tomaron la decisión de mudarse a Andorra y las diversas encuestas demostraron que había una mayoría de españoles que los apoyaban.
Pero, no está de más recordar que, a pesar de todo, la española es una de las sociedades más anticapitalistas de Europa; son demasiados los españoles contrarios al libre mercado, partidarios del intervencionismo estatal y hostiles a los empresarios exitosos. España es, por desgracia, una nación en la que la envidia social y el discurso anti-mercado cuentan con un número muy preocupante de seguidores. En España hay prácticamente tantos trabajadores privados como empleados públicos, pensionistas y receptores de ayudas. De hecho, los empresarios y autónomos suponen apenas el 6,5% de la población. La propaganda gubernamental, denigrando a las personas emprendedoras, presentándolos como unos malvados «chupasangres» hace que quienes crean riqueza y empleo acaben retrayéndose y inviertan cada vez menos, pues no encuentran ningún estímulo para seguir arriesgando sus ahorros, su patrimonio. Y, como es lógico, serán muchos los que sigan el ejemplo de Ferrovial y tomen el camino del exilio.
¿Qué ocurriría si ese 6,5% de españoles, emprendedores, baja los brazos, harto de la constante denigración, injusta e inmerecida por parte del gobierno social-comunista y sus aduladores, trovadores, opinadores y tertulianos «bien pagaos» y algo más que hartos del castigo fiscal y normativo que les perjudica?
No está de más hacerse esa pregunta, y más en estos momentos de elecciones, porque aunque la novela de Ayn Rand sea una distopia, la realidad de España es que cada día que pasa posee menos empresarios, menos autónomos y menos inversión, de modo que las medidas defensivas que ha tomado Ferrovial no son más que la respuesta lógica, visible y previsible del retraimiento, de la retirada, de la huida que están efectuando los españoles que, hasta ahora, han procurado vivir de su trabajo por cuenta propia.
Ese 6,5% de españoles emprendedores son 3,1 millones de personas que, a su vez mantiene 13,8 millones de puestos de trabajo y crea una riqueza con la que se financia el gasto público: sueldos de los empleados públicos (más de 3,5 millones), contratos de obra pública y de bienes y servicios y prestaciones de las diversas administraciones, pago de pensiones, etc.
Sería bueno que los que se dedican a criminalizar a la gente emprendedora, bajaran a la realidad cotidiana y dejaran a un lado sus rancias ideas anticapitalistas, de las que también están contagiados quienes dicen no ser de «izquierda» y pretenden aplicar acciones intervencionistas y de planificación gubernamental de la economía, para -dicen- aplicar una especie de justicia distributiva y suavizar los «males» del «capitalismo salvaje» e implantar una especie de capitalismo domesticado. Si el gobierno que todas las encuestas, estudios de opinión, dan por seguro que saldrá de las urnas el próximo 23 de julio no emprende un camino diferente y se limita a apuntalar el llamado estado del bienestar, además de la Hidra de 17 cabezas llamado «estado autonómico», el empobrecimiento del que hablando y lamentándome se agudizará e irá a más, seguirán frenándose y retirándose los inversores, acabarán desertando las personas innovadoras, creadoras de riqueza, en suma quienes están en disposición de mejorar y transformar la sociedad…
Es necesario que el gobierno que según los medios de información acabará formando el PP, en coalición, o sin coalición con VOX, con Alberto Núñez Feijóo al frente, tome conciencia de que no basta con cambiar a los actuales ministros por otros de su cuerda, sino que es imprescindible hincarle el diente a todo lo que aquí he expuesto, a menos que se pretenda ser tan o más socialdemócrata que Pedro Sánchez y sus secuaces.
Si no es así, habrá muchos «ferroviales» que emprendan el camino del exilio como en La Rebelión de Atlas.
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