Este domingo, 20 de septiembre, se cumplen cien años del nacimiento de La Legión española. En ella han servido a España más de cien mil españoles y extranjeros que han vertido su sangre en seis conflictos bélicos y, últimamente, en numerosas misiones internacionales.
Desde su nacimiento, los legionarios han estado rodeados de una imagen romántica de soldados de oscuro pasado que, por motivos de amores imposibles, delitos inconfesables o simple espíritu de aventura, rompían con su vida anterior para, en muchos casos, adoptar un nuevo nombre, una nueva vida, convirtiéndose en caballeros legionarios.
Este aspecto novelesco, de soldados de fortuna sin fortuna, fue alentado desde el mismo nacimiento del Tercio de Extranjeros, primer nombre que tuvo la Legión hace cien años, por su fundador el teniente coronel Millán Astray.
A sus filas llegaron españoles de todo la geografía española. El primer grupo que se alistó fueron doscientos catalanes de los que dijo Millán Astray que eran «La flor y nata de los aventureros». Desde Cuba, Nueva York, Londres, Turquía o Japón llegaron voluntarios atraídos por la promesas de gloria, redención y una más que posible muerte en el duro campo de batalla de Marruecos y por la promesa de una buena paga, pudiendo llegar a ser «Capitanes del Tercio».
La Legión saltó a la fama el 24 de julio de 1921 como consecuencia de su marcha forzada hasta Melilla para salvar la ciudad de las harkas de Abd del Krim después del Desastre de Annual. Pero, sin lugar a dudas, lo que más ha proyectado en la sociedad civil la imagen que muchos españoles y extranjeros tiene de los legionarios es el cuplé El novio de la muerte. Fue cantado por primera vez por Lola Monte en el tórrido verano del 21´ en el teatro Vital de Málaga para ser interpretado en el Kursaal, en la recién salvada Melilla, seis días después de la llegada de los legionarios a la ciudad. La letra se basa en un suceso real que tuvo lugar el 7 de enero de 1921 en los combates de Beni Hassán, en los que, a consecuencia de sus heridas, murió el cabo caballero legionario Baltasar Queija de la Vega de la 1ª Bandera de Franco. En su bolsillo se encontraron, cuenta la leyenda, unos versos que acababa de escribir al conocer la noticias de la muerte de su novia. Había dicho a sus camaradas que iba a buscar la muerte en combate para reunirse con ella en la otra vida.
A fuerza de sangre y valor los legionarios fueron ganado fama. Fama inteligentemente alentada desde un primer momento por su Fundador, un destacado soldado, capitán de hombres, forjador de voluntades y un genio de la publicidad y el marketing. Millán Astray que, adelantado a su tiempo, en el capítulo de su libro La Legión titulado La propaganda escribía: «Tirana moderna, impone sus leyes y hasta sus caprichos a los que tienen que servirse de ella. La Legión se forma solamente con hombres que han de acudir voluntarios; es, por lo tanto, preciso que antes la conozcan, que y tengan noticias de su existencia: pero la noticia ha de ir a buscarlos y no hay más solución que la propaganda. Esta tiene que ser extensa, intensa, sugestiva, tocando los resortes que mueven el ánimo de aquellos a quienes se invita a engancharse. (…) Pero la propaganda oficial por sí sola no basta; es fría; su voz no resuena ni tiene eco; necesita calor y resonancia y estos elementos sólo los da la literatura de propaganda. Ella será la que haga la leyenda merced a una lírica altamente patriótica; con cantos épicos de gloriosas hazañas; buscando el lado romántico de las aventuras guerreras y pintando con vivos alegres colores la vida de campaña. Son las plumas patricias las encargadas de escribirla… Y los escritores encontraron en el Tercio de Extranjeros un filón que lanzó, desde su mismo nacimiento, a los legionarios y su vida romántica, de peligros, guerras y sinsabores al imaginario popular».
La imagen, el mito, de La Legión fue una realidad intencionadamente elaborada desde un principio. “Sólo La Legión ha tenido en esta guerra del norte de Marruecos atmósfera literaria. Bien está, por justa y por conveniente. Los bravos legionarios necesitan esa aureola romántica, acaso más que la comida. Son poetas que viven bellos poemas en lucha constante con la muerte, y para ellos el uniforme representa un manantial de motivos lírico. Ser legionario es ser, además de bravo, novelesco, y aun cuando tal prestigio haya de pagarse en onzas de sangre y horas de dolor, todo parece barato ante la satisfacción, mezcla de estímulos bélicos y literarios, de pertenecer al Tercio».
No es casualidad que más tarde Millán Astray acabara siendo el fundador de Radio Nacional de España.
Desde la guerra de Marruecos la fama de La Legión ha ido creciendo. El chapiri ladeado con su madroño flotando al viento, barbas hirsutas, grandes patillas, tatuajes, las camisas abiertas… hace que los legionarios se hayan convertido en un mito del valor guerrero.
La literatura y el cine, dentro y fuera de nuestras fronteras, desde muy pronto vio en La Legión un tema de enorme interés. Junto a los libros de historia militar se han publicado novelas de tema legionario de tanta calidad literaria como Los caballeros de La Legión de Carlos Micó, Legionario en España de Peter Kemp, La Bandera de P. Mac Orlan o Tras el águila del César de Luys Santa Marina.
En 1935 llega a los cines La Bandera en la que se ven auténticos legionarios haciendo de extras de cine. En los años cuarenta, una vez terminada la Guerra Civil Española, La Legión protagonizará dos películas ¡A mí La Legión! (1942) y Póker de ases (1947), a las que siguieron poco después Truhanes de honor (1950) y Balarrasa (1951). El tirón que tenían entre españoles, en los años 40 y 50 del siglo pasado, los legionarios resulta incuestionable. Los legionarios eran realidad viva, a los ojos del público, el espíritu que tan bien describe «La canción del Legionario», «(…) pesa en alma doliente calvario, que el fuego busca redención… Somos héroes incógnitos todos, nadie aspire a saber quién soy yo; mil tragedias, de diversos modos, el correr de la vida formó cada uno será lo que quiera, nada importan su vida anterior…». Con la llegada del cine en color llegó el estreno en 1975 del film Novios de la Muerte de Rafael Gil, con Fernando Sancho, Julián Mateos y Juan Luis Galiardo y Helga Liné; la historia de un ganster recién salido de la cárcel que busca al culpable de su encarcelamiento para vengarse y que para huir se alista a La Legión. El film utiliza imágenes de La Legión en el Sahara y en Villa Cisneros. A ésta le siguieron dos películas de menor interés, A la Legión le gustan las mujeres, de 1976, seguida de A la Legión le gustan la mujeres … y a las mujeres les gusta la Legión, ambas éxitos de taquilla. El tirón cinematográfico del viejo Tercio de Extranjeros sigue vivo como se comprueba en el film En zona hostil de 2017, una historia de legionarios actuales en Afganistán.
Los artistas, los pintores, tampoco han acudido a la llamada de La Legión. Ayer Mariano Bertuchi inmortalizó a La Legión y hoy Ferrer Dalmau lo hace con auténtica maestría captando con sus pinceles el espíritu de los legionarios.
Sobre los fotógrafos escribía Millán Astray: «La información gráfica atrayendo la atención desde sus populares y culta revista o en la hoja diaria volandera, es gran medio de difusión y propaganda. También es deuda de La Legión con los informadores gráficos españoles, que tuvieron sus cámaras siempre propicias a registrar cuanto grato o interesante ocurriese en La Legión».
En relación a los informadores gráficos, los fotógrafos de guerra, resulta obligado comenzar citando que al que ha fotografiado a los legionarios desde su nacimiento, Bartolomé Ros. A él debemos la primera jura de bandera de los legionarios en el lejano año de 1920. Durante la Guerra Civil fotógrafos como Pepe Kampua nos han dejado testimonio de los legionarios en combate, Badajoz, Ciudad Universitaria y el Ebro. Más recientemente, reporteros de guerra, como Arturo Pérez Reverte (hoy escritor de enorme éxito) nos han dejado testimonio escrito y fotográfico de las andanzas de La Legión en el Sahara y en los Balcanes.
En la actualidad existen miles de fotos de legionarios. Muchas, las más, en colecciones privadas, casi desconocidas. Especialmente, en los últimos años, los propios legionarios, gracias a la tecnología, nos han dejando testimonios fotográficos de su vida cotidiana en la paz y en la guerra. El libro Cien años de la Legión española, las fotografías de su historia, de reciente aparición, recoge casi un millar de fotos de los legionarios de todos los tiempos. Fotos que son documentos vivos de la historia de España a través de sus legionarios.
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