La lengua catalana y las Universidades de Cataluña
CÉSAR ALCALÁ
Se presentan ante la sociedad como progresistas y, en realidad son rancios, pasados de moda y sus ideas están ancladas en un pasado que quedó superado al finalizar la II Guerra Mundial. Esto no impide que estos personajeS continúen con su idea desfigurada de la realidad. Podíamos haber dicho carca, pero no. Porque carca es la abreviatura de carlista y católico. Y nada de esto tienen estos personajes desfigurados y patéticos. ¿A quien y a qué me refiero? Veamos.
El Departamento de Investigación y Universidad y el sistema universitario catalán han pactado un seguimiento, semestral, para que todas las asignaturas se impartan en catalán. Ellos lo embellecen diciendo “la lengua de docencia prevista en los planes de estudio”. Por su parte la consellera Gemma Geis, de ERC, Esquerra Republicana de Cataluña, ha asegurado que el Govern y las universidades garantizarán “los derechos lingüísticos de los estudiantes y del profesorado, así como también asegurarán el mantenimiento de la lengua de docencia de las asignaturas durante todo el curso”.
No acaba aquí la cosa.:
Representantes de estudiantes acordaron que en esos informes se recojan “todas las incidencias que se produzcan en los diferentes planes docentes”. El resumen es claro. En las universidades de Cataluña sólo se puede dar clases en catalán. Porque la “lengua de docencia” es el catalán. desaparece la libertad de cátedra. No importa si el profesor o catedrático tiene reconocimiento nacional o internacional. Lo importante es que su asignatura la imparta en catalán. El resto no les importa.
Esta es la pobreza rancia del pensamiento independentista. Nada está por encima de la lengua catalana. Y lo peor de todo esto es que, los rectores asumen estas imposiciones bajándose los pantalones. Callan porque tienen miedo de los alumnos y del Govern. Para ellos lo importante es conservar sus puestos de trabajo, aunque para ello tengan que destruir la Universidad o mirar para otro lado, mientras otros la destruyen. En esto son tan ruines y mezquinos como los políticos que intentan destruir la enseñanza en Cataluña, tanto primaria, como secundaria o universitaria.
Y como que estas cosas «hacen gracia», porque este es el problema, ahora parece que Baleares y Valencia se suben, también, al carro. Francina Armengol, que se apunta a un bombardeo, como su jefe de partido, con tal de conservar el poder, y es capaz de vender su alma al di blo; también impondrá esta especie de racismo a las universidades baleares. Y lo mismo ocurrirá en Valencia. Al parecer, no son capaces de darse cuenta que esta fijación, esta obcecación empobrece el conocimiento.
Decía anteriormente que este pensamiento estaba anclado en el pasado. Y es cierto. Lo triste de todo esto es que, no es nuevo. No han tenido el menor recato de copiar de la época de la II República. En Cataluña ya se ha vivido la expulsión de catedráticos y profesores de las universidades. En época de Companys esto ocurría y, claro, ya que están anclados en la vida y obra de ese miserable presidente, no avanzan hacia el futuro. Mientras los jóvenes hacen un «erasmus» y van por el mundo para aprender en otros idiomas, aquí se veta el castellano.
Es imposible que se sancione de alguna manera a algún profesor por dar su clase en italiano, francés, inglés, alemán… sólo si lo hace en castellano. Son así de zafios y de cortitos.
Como decía, durante la II República la universidad catalana vio como importantes docentes perdían su cargo o por hablar en castellano o por ser de derechas. Esto era, y sigue siendo, inaceptable. No se puede ser catedrático y de derechas. Mientras más de izquierdas e independentista, mejor, aunque sea un inepto intelectual o un analfabeto funcional.
Entre los que fueron expulsados de la universidad tenemos a Josep Banqué Feliu, catedrático de lengua y literatura griega. Miquel Barrera Alsina, profesor de química y propietario del Laboratorio Químico Industrial. Mariano Bassols de Climent, catedrático de Filología Clásica. Luis María Callís Farriols, catedrático de Medicina, forense y anatomopatólogo. Carlos Cardenal de Salas, profesor ayudante de Farmacología. Tomás Carreras Artau, catedrático de Ética. Luis Carulla Minguell, profesor de Medicina. Vicente Carulla Riera, profesor ayudante de la cátedra de Terapéutica. Fernando Casadesús Castells, catedrático de Otorrinolaringología. Ramón Casamada Mauri, catedrático de Técnica Física y Análisis Química. Manuel Corachan García, profesor de Patología quirúrgica. Ángel Antonio Ferrer Cajigal, catedrático de Histología y anatomía Patológica. Josep Fuset Tubiá, catedrático de Zoología General. Luis García de Valdeavellano, catedrático de Historia del Derecho. Antonio de la Torre y del Cerro, catedrático de Historia de España. Gonzalo del Castillo Alonso, catedrático de Derecho Político. Martiniano Martínez Ramírez, catedrático de Historia Universal. Emilio Jimeno Gil, catedrático de Química inorgánica… Y podríamos seguir.
Como decían los clásicos, y «El Eclesiastes», no hay nada nuevo bajo el Sol ni encima de la tierra. Y esto es una prueba de ello. No ven más allá de sus narices y, así nos va… y cada día más los que lo sufrimos.