Ayer, 7 de octubre de 2020, Pedro Sánchez anunció su Plan de Recuperación Económica y de «Resiliencia», aunque lo que pretendía ser una fiesta se acabó aguando, pues el mismo día y a la misma hora se acabó sabiendo que su vicepresidente, el estalinista Pablo Iglesias, va a ser enjuiciado por el Tribunal Supremo… Aunque entre quienes fueron convocados para hacer bulto y aplaudir (aparte de trovadores, bufones y demás aduladores) estuvieron varios «empresarios patriotas»; el chaparrón fue demasiado intenso y su acto propagandístico no fue todo lo eficaz que su Pepito Grillo (Iván Redondo) hubiera deseado…
El mendaz presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, afirmó, a bombo y platillo (sin ruborizarse) que va a movilizar 72.000 millones en los próximos tres años, para crear 800.000 puestos de trabajo. De veras que sorprende la fijación que tienen los diversos presidentes socialistas españoles con la matraca de los «800.000 empleos»; como recordarán los lectores de VOZ IBÉRICA que tengan memoria o estén bien informados, Felipe González hizo idéntica promesa en 1982… Al final, se quedó en aquello de «ochocientos o mil»…
Todos los medios afines al gobierno social-comunista, frentepopulista, generosamente regados con dinero de los contribuyentes, han publicitado el acto propagandístico y han evitado hablar de que, lo anunciado por el mendaz Pedro Sánchez, es que su «Plan de Recuperación…» ha sido enviado a Bruselas, y que para ser puesto en práctica debe ser autorizado por la Unión Europea que, es la que pone el dinero…
Con la palabrería vacía, con la retórica huera a la que el mendaz Pedro Sánchez nos tiene acostumbrados, ha relatado la estrategia que Iván Redondo-Pepito Grillo y quienes le escriben el discurso, han diseñado, para afrontar la crisis del coronavirus y los retos de la próxima década… El mendaz Pedro Sánchez ha hablado de que su gobierno va a emprender una «segunda modernización» de la economía española (Se le olvidó contarnos cuál fue la «primera modernización», cuándo y quiénes la realizaron y cuándo finalizó). E, insisto, sin recato alguno, sin ruborizarse, habló de que las medidas que emprenderá el gobierno socialcomunista, aportarán 2,5 puntos de PIB en los tres próximos ejercicios y crearán 800.000 puestos de trabajo. 27.000 millones irán a los próximos Presupuestos Generales del Estado.
El mendaz presidente afirmó, también, que su «Plan de Recuperación..» se basará en cuatro ejes transversales (transición ecológica, cohesión social y territorial, digitalización e igualdad de género), y que para su puesta en práctica se dedicarán al plan 25.000 millones de euros de los fondos europeos el próximo año, aportando 2,5 puntos de crecimiento al PIB en 2021 y un aumento del 2% del crecimiento potencial en una década cuyo propósito es iniciar «la segunda gran modernización de la economía española».
Por supuesto, el mendaz Pedro Sánchez, se está comiendo ya el conejo, sin todavía haberlo cazado ni desollado, y mucho menos asado… Pedro Sánchez promete maravillas, como si ya tuviera en sus manos, para derrochar a su gusto y el de quienes apoyan a su gobierno, los 140.000 millones de euros que la UE le ha prometido.
Utilizando la jerga estúpida a la que nos tiene acostumbrado, ha afirmado (insisto, sin avergonzarse ni sonrojarse) que, los fondos europeos se van a centrar en estas diez «políticas palanca»:
1- Lucha contra la despoblación, mejorar la habitabilidad de los entornos urbanos y rurales.
2- Protección de la biodiversidad, a la que se destinarán el 12% de los recursos. «Somos la Costa Rica de Europa y necesitamos proteger la biodiversidad y el cuidado de los hábitats naturales», ha enfatizado Sánchez.
3- Transición energética justa e inclusiva. «Debemos aprovechar el enorme potencial de nuestro país».
4- Modernización de las Administraciones Públicas.
5- Modernización de nuestro tejido productivo.
6- El 17% de los recursos irá para ciencia e innovación.
7- Educación va a concentrar el 18% de los recursos. Incluirá un plan nacional de capacitaciones digitales, refuerzo de la FP y la educación de 0 a 3 años.
8- Economía de los cuidados.
9- Deporte y cultura tendrán el 1,1% de los recursos.
10- La modernización de nuestro sistema fiscal para un crecimiento inclusivo. «Tenemos que retomar la senda de los desequilibrios fiscales y no olvidemos que tenemos una fiscalidad de las más bajas de la Unión Europea; y tenemos que ser más eficientes en el gasto», ha defendido Sánchez.
Después de leer semejantes tontadas (que de algún modo es obligatorio, para, por lo menos estar medianamente, o bien informados) pasemos a explicar qué es la «falacia de la ventana rota»:
La historia comienza cuando un gamberro decide tirar un ladrillo contra la ventana de un panadero. La comunidad se reúne en la panadería para hablar de lo que ha pasado.
– Me siento mal por ese pobre panadero. Le han roto una ventana.
– Es verdad, pero si te paras a pensar, tal vez no sea algo tan malo. A fin de cuentas, el panadero tiene que reparar su ventana, y eso significa que el cristalero tendrá trabajo que hacer. Después de recibir el pago, el cristalero probablemente gastará el dinero que consiga en algo de lo que tú cultivas. Entonces tú tendrás más dinero para gastar en más bienes y servicios, y así sucesivamente…
– ¡Tienes razón! De hecho, el gamberro ha estimulado la economía. Imagínate cuántos más trabajos habrían sido creados, cuántas más tareas serían necesarias si el gamberro hubiera hecho más destrozos.
– ¿Os habéis vuelto locos todos?
¿No habéis leído a Frédéric Bastiat o a Henry Hazlitt?
Sólo os estáis fijándoos, sólo estáis centrando vuestra atención en lo que se ve: el dinero que me voy a gastar reparando la ventana rota, mientras ignoráis lo que no se ve: el dinero que me habría gastado en un traje nuevo. Si le hubiera comprado un traje nuevo al sastre, él también habría gastado parte de sus nuevos ingresos en al fruto de tus cosechas, así que igualmente habrías tenido más ingresos que gastar en más bienes y servicios. La única diferencia es que yo habría tenido tanto mi ventana como un traje nuevo, mientras que ahora tendré sólo la ventana. Este gamberro me ha costado a mí, y por lo tanto a nuestra comunidad, un traje nuevo.
La historia del gamberro nos muestra que el daño físico destruye la riqueza. Al fin y al cabo, si el acto del gamberro de hecho hubiera estimulado la economía, habría sido mejor para la sociedad si él hubiera destruido el letrero, el edificio, y el resto del pueblo.
Pero la falacia de la ventana rota está mucho más extendida de lo que pueda parecer a primera vista. Es más, sigue estando en el núcleo de las políticas actuales [impuestos, aranceles, subsidios]. Por ejemplo, cuando el gobierno alega estar creando trabajo al iniciar programas de obras públicas, y lleva a cabo alguna construcción, lo hace a costa de sus ciudadanos en forma de mayores impuestos o de inflación.
Los ciudadanos gastarían su dinero, en vez de en impuestos, en otros bienes y servicios, como frigoríficos o tablas de surf o entradas para el cine, lo que habría aumentado el crecimiento de puestos de trabajo en esas industrias.
Pero, como esos bienes y servicios nunca serán producidos, esos trabajos potenciales siguen sin verse, pero no son ni menos reales ni menos importantes que los puestos de trabajo que sí “vemos”.
Esta «Falacia de la ventana rota», bajo innumerables disfraces ha sido una de las más usadas y que más ha estado presente en la historia de la economía.
Es solemnemente reafirmada cada día por grandes representantes de la industria, cámaras de comercio, líderes sindicales, editorialistas y periodistas, aduladores y trovadores del “estado del bienestar”, expertos en estadísticas y profesores de economía de las mejores universidades. Y, por supuesto, en el discurso del mendaz presidente del gobierno de España, de ayer, 7 de octubre, estuvo sobrevolando, constantemente, la falacia de la ventana rota…
Los políticos afirman sin ruborizarse que crean puestos de trabajo, pero realmente no es verdad. Mejor dicho: raramente crean puestos de trabajo productivos.
Los gobiernos no poseen dinero propio, lo expropian, lo “toman prestado de unos contribuyentes”, supuestamente para redistribuirlo y dárselo a otros. De paso que hacen esto, crean más y más burocracia, más y más funcionarios, lo que les “obliga” a aumentar los impuestos ya existentes y a crear otros nuevos; que -¡cómo no!- saldrán de los bolsillos de los contribuyentes.
Los faraones podrían haber alegado que crearon trabajo cuando ordenaron construir las pirámides, pero piensa cuánto más ricos, prósperos (y libres) habrían sido los egipcios si se les hubiese permitido perseguir sus propios intereses y emprender otras actividades libremente.
Son los individuos particulares en una economía de libre mercado los que, crean verdaderos puestos de trabajo, siempre que sus vidas y sus propiedades estén suficientemente protegidas por la ley.
La clave, la llave que abre la puerta, es la libertad económica. La historia humana lo demuestra claramente y a estas alturas no debería ser necesario retomar una evidencia tan rotunda y aplastante.
Basta mirar todos los índices que relacionan la libertad económica con el crecimiento económico. Las economías más sanas son las que disfrutan de mayor libertad económica. El desempleo es bajo en esos lugares: alrededor del 3% en Hong Kong, 2% en Singapur, 5% en Australia; antes de la crisis de salud pública y económica, originadas por el coronavirus, el cobid19.
Es por ello que los países con menor libertad económica tienen pocos puestos de trabajo reales, y no avanzan en prosperidad.
Ese es el caso de España donde generalmente, alrededor del 25 por ciento de quienes tienen edad de trabajar suelen estar desempleados; ahora debido a la desastrosa acción del gobierno del mendaz Pedro Sánchez, por supuesto, son muchos más los españoles desempleados, y más todavía que serán, cuando llegue el invierno y empiecen a notarse con crudeza los efectos del malgobierno del mendaz Pedro Sánchez.
Desafortunadamente, la mayoría de los políticos todavía siguen sin entenderlo o no tienen ninguna intención de ello (¡Ni falta que les hace! Dirá más de uno) No quieren comprender que la libertad económica, y por lo tanto menos gobierno, es lo que crea prosperidad.
El gobierno no crea empleos, solo es capaz de crear más burocracia y crear y subir impuestos.
La verdadera realidad es que si en España no se crea apenas empleo y tenemos un índice de paro tan grande es sencillamente porque el gobierno es un obstáculo, un grandísimo problema.
Pongamos por caso que yo soy un empresario, un empleador, ¿por qué y para qué iría yo a contratar a alguien, cuando el gobierno central, los gobiernos regionales (“comunidades autónomas”), ayuntamientos y demás administraciones han creado tantas normas que me impiden despedir a un trabajador si esa persona es incapaz de hacer bien el trabajo? ¿Por qué voy yo a arriesgarme haciendo una inversión si las leyes que aún están por aprobar, o se han ido aprobando en los últimos tiempos, sobre sobre seguridad social, salario mínimo interprofesional, asistencia médico-hospitalaria, sobre la regulación financiera y sobre el medio ambiente, o cuestiones semejantes podrían a corto o medio plazo convertir mi idea en un proyecto perdedor?
Hay que ser un ignorante respecto de historia y de economía para expresar la ridícula idea de que, quitarles dinero por la fuerza (en forma de impuestos) a los que están trabajando y darles ese dinero a los que no están trabajando, acabará de alguna manera generando actividad económica. Lo único que se consigue con ello es empobrecer, destruir a los que están trabajando y produciendo.
Así que cuando oigas hablar de los efectos estimulantes que producen los aranceles, las medidas proteccionistas, las “ayudas” a los emprendedores, la subida de impuestos, o la «renta básica», o «el ingreso mínimo vital»… o aquello de “vamos a hacer que paguen más quienes más tienen”, o las leyes que “estimulan” la economía, o incluso a alguien dar por “bueno” que haya guerras, pues después la reconstrucción de lo destruido genera empleo… recuerda que es simplemente nuestra vieja amiga: “La Falacia de la Ventana Rota”, disfrazada con nuevas ropas y engordada para intentar hacerla irreconocible
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