La necedad crece. «La estrecha convivencia entre gatos y vecinos» exige un mediador entre ellos, dice el Gobierno… ¿Tendrá que hablar ‘felinés’?
Virginia Gutiérrez
Las personas deberán respetar «la integridad, seguridad y calidad de vida de los gatos comunitarios», así como las instalaciones de comida y refugio. De las obligaciones de los felinos, no dice nada… porque son «seres sintientes» y libres como el viento…
Las personas deberán respetar «la integridad, seguridad y calidad de vida de los gatos comunitarios», así como las instalaciones de comida y refugio. De las obligaciones de los felinos, no dice nada… porque son «seres sintientes» y libres como el viento
Según la Guía editada por la Dirección General de Derechos de los Animales para gestionar colonias felinas, «la estrecha convivencia» de las poblaciones felinas con la población humana «hace necesario establecer figuras de mediación para la resolución de los posibles conflictos que puedan plantearse derivados de la presencia de gatos, de las acciones humanas o de las propias acciones de gestión» de las colonias felinas. Es decir, que se creará la figura de un mediador entre gatos y vecinos. ¿Podría ser la mismísima Ione Belarra?, para que supere sus vivencias: «Soy una pobre niña traumatizada, a la que no dejaban tener perro».
No hay que olvidar que la Ley de Bienestar Animal señala que las personas deberán respetar «la integridad, seguridad y calidad de vida de los gatos comunitarios», así como las instalaciones de comida y refugio. Y eso incluye a los propietarios de perros, que «deberán adoptar las medidas para evitar que la presencia de éstos pueda alterar» a los gatos. Y, en caso de conflicto, la ley prohibe reubicar a los gatos en otra zona (salvo casos de fuerza mayor).
Como es muy posible que haya vecinos hartos de maullidos, bufidos, olores y otros problemas de salud pública, el Gobierno señala en su guía que «la entidad local deberá definir a la persona o departamento que gestionará la mediación» entre gatos y vecinos, «según los recursos o perfiles disponibles».
Además, añade, los ayuntamientos deberán «establecer un procedimiento por el que cualquiera de las partes implicadas pueda contactar con este servicio de mediación -entonces, ¿el mediador dominará el lenguaje ‘felinés’?- así como unas pautas mínimas de funcionamiento para la casuística más habitual que exija la activación de este servicio».
Más allá de la necedad de la cuestión, hay que recordar lo que es el Sanchismo: 2 millones de euros para los gatos callejeros, frente a 1,2 millones para las víctimas de ETA. Con las subvenciones a los felinos se cubrirán «jaulas trampa» y otros «materiales de captura y transporte de gatos», cirugías de esterilización e implantación de microchips, desparasitación y vacunación «de los individuos de la colonia
La guía recoge tres grandes bloques de actuaciones que tendrá que afrontar el mediador local: la mediación con los ciudadanos, con los cuidadores oficiales y con los propietarios de terrenos privados en los que haya colonias felinas.
A la hora de mediar con los vecinos, este servicio (o responsable) tendrá que lidiar con «personas afectadas por la presencia de gatos comunitarios, personas que hayan podido tener conflictos con personas cuidadoras o con personal municipal en este contexto, así como con aquellas que se dirijan a la entidad local para plantear cuestiones sobre la gestión de las colonias».
También tendrán que mediar con las personas que, de forma espontánea, se dedican a dar de comer a los gatos callejeros, porque sus acciones pueden perjudicar la evolución del programa de gestión.
El servicio también tendrá que activarse cuando se detecten malas prácticas por parte de los cuidadores oficiales y para «reconducir las situaciones complicadas y para mantener un correcto sistema de gestión».
Y con respecto a las colonias felinas que estén en zonas privadas, «el servicio de mediación será fundamental para lograr los acuerdos necesarios para gestionar los gatos comunitarios y las colonias» ubicadas en terrenos particulares.
Ojo, porque más allá de la necedad de la cuestión, hay que recordar lo que es el Sanchismo: 2 millones de euros para los gatos callejeros, frente a 1,2 millones para las víctimas de ETA. Con las subvenciones a los felinos se cubrirán «jaulas trampa» y otros «materiales de captura y transporte de gatos», cirugías de esterilización e implantación de microchips, desparasitación y vacunación «de los individuos de la colonia».