Santiago Navajas
FUENTE: https://www.libertaddigital.com/opinion/2023-01-04/santiago-navajas-la-toma-de-granada-explicada-a-los-progres-6972830/
El 2 de enero se conmemora la Toma de Granada, criticada por los desubicados de izquierdas que celebran el pasado musulmán a costa de la herencia cristiana. Un ejemplo de esta cristianofobia impostada era Carlos Cano, que comentaba que tras el «renacimiento» de los musulmanes vino el «oscurantismo» cristiano. Ni idea parecía tener el cantautor sobre quién fue el granadino Francisco Suárez (1548-1617), que fue el último gran teólogo clásico y el primer filósofo moderno. También estaba cegado Federico García Lorca cuando mezclaba churras antiburguesas con merinas proislámicas:
«Fue un momento malísimo, aunque digan lo contrario en las escuelas. Se perdieron una civilización admirable, una poesía, una arquitectura y una delicadeza únicas en el mundo, para dar paso a una ciudad pobre, acobardada, a una tierra del chavico donde se agita actualmente la peor burguesía de España»
Mezclaba Lorca sus cuitas ideológicas con la Granada reaccionaria del siglo XX con la realidad de la Granada posmusulmana del XVI, donde se construyó uno de los mejores palacios renacentistas del mundo bajo el mandato de Carlos V y los planos de Pedro Machuca a partir de 1527. ¿Cómo de ciego por el odio hay que estar para que estos ilustres granadinos no viesen, admirasen y respetasen esta magnífica muestra arquitectónica del renacimiento greco-cristiano?
Respecto a la poesía, debería haber sido aún más prudente Lorca, porque en 1526 se reunieron en los jardines del Generalife el catalán Juan Boscán y el veneciano Andrea Navagero. Dejó testimonio el español del encuentro:
«Estando un día en Granada con Navagero, tratando con él en cosas de ingenio y de letras, me dijo por qué no probaba en lengua castellana sonetos y otras artes de trovas usadas por los buenos autores de Italia»
Es decir, que si a alguien debe García Lorca sus sonetos fue a la Toma de Granada. Quizás hizo novillos Lorca el día que lo explicaron en la escuela, quedándose en algunas de sus fincas de terrateniente de la Vega granadina, o le pudo la tendencia a la frivolidad epatante.
La causa real del odio contra la celebración de la Toma es que sus protagonistas son los Reyes Católicos, odiados por partida triple: monarcas, cristianos y fundadores de la España moderna. Como Suárez y sus colegas de la Escuela de Salamanca son los fundadores de la Modernidad filosófica. Isabel y Fernando como modelos para Maquiavelo. Suárez y la Escuela de Salamanca avanzando la democracia liberal. Si el concepto de «derechos humanos» surge en el ámbito cristiano, y no en el musulmán, es gracias a pensadores como Francisco Suárez, Francisco de Vitoria, Bartolomé de los Casas… Solo por ello ya habría que celebrar la Toma de Granada por cualquier demócrata liberal. Demasiado para el habitual extremista de izquierda al que los musulmanes, la cultura y Granada les dan absolutamente igual salvo para propagar su agenda de república popular antiliberal y seguir agitando el fantasma de Franco, del que no se consiguen librar ni con sesiones semanales de psicoanálisis lacaniano, identificando en sus delirios paranoicos la Toma con una celebración de corte franquista. Por cierto, en su enciclopédica ignorancia no saben que durante la Segunda República también se tremolaba el pendón de Castilla desde el Ayuntamiento, con vivas a la República, a Granada, a España y una marcha hasta la magnífica estatua de Isabel la Católica y Colón, realizada por Benlliure, para homenajearles por el Descubrimiento de América. Toma y Descubrimiento, todo en uno, celebrado por la «luminosa», Pedro Sánchez dixit, Segunda República. Si lo ven nuestros progres de pacotilla, se desmayan. Pero no vaya a ser que el himno de Riego refute sus medias verdades, panfletos y traumas.
Además, hemos sabido que seguramente fue el granadino Diego Hurtado de Mendoza, amigo tanto de Carlos V como de Santa Teresa de Jesús, el autor del Lazarillo de Tormes en el mismo siglo XVI que a nuestros afrancesados, prosoviéticos y otra fauna ultraizquierdista les parece un pozo de tinieblas, una saco de caspa y una etapa de, repitamos, «oscurantismo». A semejantes tinieblas no llegan las luces de la mayor parte de las naciones.
Seguramente no les parecerán suficiente todas estas muestras del esplendor granadino tras la Toma a nuestros progres de falsa inclusión, torticera diversidad y siniestra democracia al estilo de sus idolatradas Catar y Marruecos. Por eso quieren que el Día de la Toma deje de ser la fiesta propia de los granadinos. Y ahí tienen razón: debería ser el día de la Fiesta Nacional de todos los españoles.
Estos tomafóbicos son grupos minoritarios que hacen mucho ruido en las redes, pero no representan a la inmensa mayoría de granadinos, a izquierda y derecha, como ha sabido intepretar el actual alcalde socialista, Paco Cuenca, que no ha tenido ningún problema, al revés, en liderar los actos de este año ignorando los insultos, los gritos y las proclamas de la extrema izquierda andalucista. El cáncer ideológico de la pinza entre comunistas y nacionalistas ha sido desde la Transición la principal oposición a las libertades, y la primordial fuente de violencia política, cultural y social, también, por desgracia, en Andalucía.
Por supuesto, cabe reivindicar un mayor reconocimiento a los musulmanes y judíos que fueron expulsados con posterioridad, o los que fueron forzados a la conversión. Pero ello no es óbice para el reconocimiento a la fuente originaria de la España moderna, que tiene en la Toma su nacimiento. Hay que decir sí a la Toma de Granada por parte de cualquiera que ame el legado cultural de dicha tierra, reconozca sin odios sarracenos ni resentimientos historicistas la contribución de todas las culturas al actual esplendor democrático, patrimonial y liberal, siendo conscientes de que si hoy la UE, España, Andalucía y Granada disfrutan de un avanzado estatus socioeconómico, cultural y de derechos humanos es gracias a los Fernando e Isabel, Suárez, Boscán y Hurtado de Mendoza que, en contra de la leyenda negra y la calumnia roja, contribuyeron a hacer de este país uno de los más saludables, prósperos, libres del mundo entero.
Posdata. Cuando vengan a Granada les recomiendo empezar por la Casa de Zafra. No solo porque es el mejor ejemplo de casa mora, tampoco por una vista original de la Alhambra, sino porque ofrece una estupenda explicación visual de la historia de Granada desde los íberos, romanos, musulmanes, cristianos… Una muestra de cómo esta ciudad ha conseguido sobrevivir a los hunos ignorantes y los hotros sectarios de todos los partidos.
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