Gordon G. Chang
FUENTE: https://es.gatestoneinstitute.org/17993/juegos-invierno-china
La desaparición de la estrella del tenis Peng Shuai, este mismo mes, ha llevado a muchos a cuestionar que los próximos Juegos Olímpicos de Invierno, cuyo arranque está previsto para el próximo 4 de febrero, se deban celebrar en Pekín.
Ahora, sólo los inmorales pueden pensar que es una buena idea permitir al régimen chino, que toma rehenes, protege a violadores y comete genocidios, albergar dicha competición.
Ha llegado el momento de que el mundo afronte lo que es el Partido Comunista de China y el horrible sistema que ha creado. Sólo hay una opción correcta: trasladar los Juegos.
Durante decenios se han ignorado los enormes crímenes del comunismo chino en la esperanza de que, con el tiempo, evolucionara y se tornara más benigno. Cuando el reformista Deng Xiaoping desplazó a Hua Guofeng, el sucesor elegido por Mao Zedong, y, a finales de 78, pergeñó el histórico Tercer Pleno, los observadores externos creyeron estar viendo una nueva, y muy superior, China.
De hecho, mientras el Partido Comunista se embarcaba en una política de «reforma y apertura» (gaige kaifang), el régimen moderó su política exterior y relajó o eliminó elementos totalitarios de control social.
En aquel momento reinó el optimismo. Pero no ahora. El actual gobernante ha revertido tendencias que fueron saludadas por numerosos observadores foráneos y por el propio pueblo chino. La nunca benevolente casta gobernante se ha hecho aún más monstruosa bajo la férula de Xi Jinping.
Volvamos con Peng Shuai, heroína deportiva muy querida por el pueblo chino. El pasado día 2 publicó en Weibo, a menudo llamado el Twitter chino, un texto en el que acusaba a Zhang Gaoli –y a su mujer– de haberla presionado para mantener relaciones sexuales.
No hay precedentes de una acusación así en la historia de la República Popular China. Zhang fue en tiempos un pez gordo, un viceprimer ministro que asimismo formó parte del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista, la más importante instancia de poder en el país.
El comentario de Peng fue eliminado en media hora, y la dos veces ganadora de un Grand Slam –Wimbledon 2013 y Roland Garros 2014, ambas en la modalidad de dobles– desapareció.
El pasado día 17, la CGTN (China Global Television Network), canal internacional de la estatal China Central Television, divulgó un email en inglés supuestamente escrito por Peng. En el texto –correctamente descrito por muchos como «espeluznante»–, Peng decía estar «bien» y que las «informaciones» divulgadas por la Asociación Femenina de Tenis, «incluidas las acusaciones sobre abusos sexuales», «no» eran «ciertas». Casi nadie cree que el mensaje sea auténtico y no fruto de la coerción.
El día 19, un comentarista de la CGTN publicó en Twitter tres imágenes de Peng supuestamente publicadas en un primer momento por el amigo de la tenista en la popular app china WeChat. En ella se ve a Peng feliz con un gato y con varios peluches, entre ellos uno de un oso panda. Ese mismo día Hu Xijin, director del Global Times, tabloide del Partido Comunista, dijo en Twitter que Peng aparecería pronto en público y participaría en «algunas actividades».
Lo de Hu fue clarividencia. Al día siguiente publicó dos vídeos que supuestamente mostraban a Peng en un restaurante este mismo mes. Por la conversación que se desarrolla en ellos, los vídeos fueron grabados el mismo día 20. Pero es que la propia charla resulta forzada, obviamente guionizada para dejar clara la fecha en la que se produjo.
Finalmente, Hu publicó un vídeo de una sonriente Peng en un acontecimiento tenístico celebrado en Pekín supuestamente grabado en la mañana del pasado domingo.
Peng no es la única personalidad de primer nivel detenida en los últimos meses. El empresario Jack Ma, los periodistas ciudadanos Zhang Zhan y Chen Qiushi y el famoso Zhao Wei también desaparecieron. Considérelo un patrón.
La China de Xi Jinping es mucho más coercitiva y secretista que la de las tres décadas precedentes, lo que sugiere que el régimen está volviendo por sus viejos fueros. Mao y Xi, admirador de Mao, reflejan la verdadera naturaleza del comunismo chino.
Este régimen, actualmente dominado por Xi Jinping, es una amenaza para los atletas que acuden a China a competir, como demuestra el caso Peng. «Los atletas son útiles para el Partido Comunista mientras sean herramientas del Estado», declaró a Gatestone la analista Cleo Paskal, de la Fundación para la Defensa de las Democracias. «Si tratan de ser individuos, se convierten en una carga. El Estado destruirá al individuo si supone el menor riesgo para el Partido». Como advierte Paskal –también vinculada a Chatham House–, en estos momentos Peng representa una amenaza para el régimen. Por eso la harán retractarse públicamente de sus acusaciones o la destruirán.
El individuo no vale nada en el sistema vigente en China. En demasiadas ocasiones la televisión estatal ha emitido abominables confesiones de individuos claramente machacados.
El pasado día 18 el presidente de EEUU, Joe Biden, en respuesta a una pregunta formulada por un reportero en el Despacho Oval, dijo que estaba planteándose declarar un boicot diplomático a los Juegos de Pekín. Por su parte, el senador republicano Tom Cotton, de Arkansas, abogó por un boicot «total y completo».
Son numerosas las razones para boicotear los Juegos o trasladarlos a otro país. Hasta la fecha, los partidarios de ello se han centrado en las políticas genocidas del Partido Comunista contra los uigures y otras minorías túrquicas, así como en otros crímenes contra la Humanidad perpetrados por el régimen de Pekín. Desde luego, a ninguna entidad que viole, esclavice, practique detenciones masivas, torture, mate y trafique con órganos humanos se le debería permitir albergar certámenes deportivos internacionales, entre otras cosas.
El Comité Olímpico Internacional mantiene que esas atrocidades no son de su incumbencia. Pero sí lo es la protección de los atletas. La detención de Peng nos dice que no estarán seguros en China. Al fin y al cabo, los Juegos ponen a los atletas por encima de todo, y su seguridad personal ha de ser objeto de atención preferente.
Paskal subraya que la celebración de los Juegos en China va contra la propia concepción del olimpismo. «Los Juegos Olímpicos los protagonizan individuos que tratan de dar lo mejor de sí mismos», dice. «Esto es antitético con el Partido Comunista, que somete el individuo a los intereses del Estado».
Aunque sea tarde, es hora de boicotear o trasladar los Juegos fuera de China
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