– Oiga, y sin ánimo de ofender… ¿Sería mucho pedir que me dijera por qué dice usted que forma parte del colectivo LGTBI?
-Hombre, a estas alturas, y más cuando estamos con los preparativos de los diversos festejos del orgullo LGBTI, esa pregunta ofende… Ser miembro del “colectivo LGTBI” es… lo más-más, lo más noble que se puede ser en este mundo-mundial.
De todos modos, me alegra que me haga usted esa pregunta; pero es que esa es una cuestión difícil de explicar; a ver si es que soy capaz de conseguir que usted me entienda: ser miembro del colectivo LGTBI es… ¿Cómo le diría yo? Es un sentimiento, es algo que se lleva en los genes, es cosa de “pedigrí”.
Aunque le resulte extraño, mi abuelo era miembro del colectivo LGTBI (aunque no lo supiera, o quizá sí, pero no se atrevió a “salir del armario”…), mi padre también lo era, y yo (no podía ser de otro modo) pues también lo soy…
Ser miembro del colectivo LGTBI… Ummmm… es como los colores de un equipo de fútbol, se sienten o no se sienten… Ser miembro del colectivo LGTBI es una actitud personal, ética y política que consiste, en una apuesta radical por la libertad, la igualdad y la fraternidad… mientras haya un régimen patriarcal, machista, misógino, falócrata; mientras exista homofobia, transfobia, lgtbifobia… la igualdad de género, la libertad, la justicia y la fraternidad no son posibles, y significa que luchar por los derechos del “colectivo LGTBI” es la manera más coherente de ser progresista, y por qué no decirlo: ser de izquierdas. Ser miembro del colectivo LGTBI significa estar implicado en la lucha sistemática por abolir la explotación, el dominio y la desigualdad heteropatriarcalistas.
Ser miembro del colectivo LGTBI es participar en la lucha del ser humano por autodeterminarse, por autogobernarse y decidir su futuro. La pregunta que debemos hacernos es ¿quién dirige la vida? ¿El mercado capitalista, hegemónico, heteropatriarcal… o la sociedad democrática? Para nosotros la clave es que la sociedad debe de autodirigirse, liberarse, y para eso tiene que domar al capitalismo heteropatriarcal, hegemónico, y superar las relaciones de explotación actuales. Pues, si no lo hacemos, a no mucho tardar no habrá sociedad, porque el capitalismo salvaje, opresor, heteropatriarcal, está poniendo en peligro la vida humana en el planeta. Para luchar contra eso y hoy más que nunca, hay que ser miembro del colectivo LGTBI.
Y bla, bla, bla…
Cuando yo era pequeño, también en mis años mozos, se decía que quienes no son heterosexuales (apenas un tres por ciento de la sociedad) son una anomalía de la naturaleza, e incluso, durante mucho tiempo, las personas no heterosexuales han sido consideradas enfermas, y por lo tanto, se pensaba que debían ser curadas, reeducadas, y cosas parecidas.
Algo especialmente llamativo es que, quienes ahora dicen ser sus principales defensores, adalides de la lucha por sus derechos -la mayoría marxistas confesos- siempre consideraron a los miembros de lo que ahora denominan “colectivo LGTBI”, como viciosos pequeño-burgueses a los que había que reeducar, fuera en campos de concentración, o en psiquiátricos, y en muchos lugares hasta los encarcelaron y eliminaron físicamente. El caso más llamativo es el de Ernesto “Che” Guevara que, los persiguió con saña, los encarceló y un largo etc. Curiosamente, son muchos los miembros del colectivo LGTBI que lucen camisetas con la efigie del argentino con boina y barba, compañero de fechorías de los hermanos Castro.
Viene al caso recordar que, fue la izquierda de la segunda república española la que hizo todo lo que estuvo a su alcance, para impedir que se concediera el voto a las mujeres y que, también fue la izquierda la que promovió la ley popularmente conocida como “de vagos y maleantes”, mediante la cual se persiguió a las minorías sexuales y se las llevó a campos de trabajo, para ser “reeducadas”.
En tan “progresista” norma se inspiró más tarde el régimen del General Franco, para aprobar la “ley de peligrosidad social”.
Durante décadas los miembros del colectivo LGTBI han afirmado que, no ser heterosexual era algo natural, e incluso buscaban argumentos “científicos”, llegándose a afirmar hace no muchas décadas que, los no heterosexuales tenían un cerebro diferente al del común de los mortales.
Pues, transcurrido el tiempo, asombrosamente quienes dicen formar parte del colectivo LGBTI acabaron abrazando la ideología denominada “perspectiva de género” que, afirma sin rubor que los humanos nacemos asexuados, que la herencia no es determinante de la conducta humana, y que las inclinaciones que unos y otras tenemos a ir al encuentro del otro sexo en nada tiene que ver son la fisiología, la anatomía, la biología… y que todos –y todas- somos multisexuales, y que si no fuera por la educación recibida en el régimen heteropatriarcal, opresor, etc. todo quisqui elegiría ir al encuentro de otros humanos “libremente” y tener relaciones sexuales y afectivas con los demás, independientemente de haber nacido con pene o con vulva… Por supuesto, tal ideología niega que existan hombres y mujeres, y por supuesto, niega que existan los que en la actualidad dicen ser miembros del colectivo LGTBI.
Durante días, semanas… todos los medios de información y manipulación de masas nos darán la tabarra, hasta el hartazgo, hasta aburrir, con motivo de los festejos del “orgullo LGTBI”: Orgullosos de ser un tres por ciento.
Permítaseme hacer una digresión imprescindible: En la lengua española orgullo es sinónimo de amor propio, es el reconocimiento de que lo más valioso que uno mismo posee es “él mismo”, es sinónimo de sentirse una persona digna, decente, con autoestima y autoeficacia, es poseer sentimiento de conformidad con lo que uno es, con sus riquezas y sus limitaciones, sin resignarse, es no dudar que se tiene el derecho a existir de forma auténtica, sin renunciar.
El vocablo orgullo también es sinónimo de: soberbia, vanidad, arrogancia, fatuidad, endiosamiento, inmodestia, pedantería, petulancia, altivez, engreimiento, prepotencia…
Antes de proseguir, también conviene aclarar que no todos los dicen ser miembros del colectivo LGTBI, hombres y mujeres, participan de las tesis ni de los objetivos, ni de la forma de vida del “lobby gay”, ni de la denominada “perspectiva de género”.
“SCUM arremeterá contra las parejas mixtas (hombre-mujer), que encuentre al paso y las deshará. SCUM matará a todos los hombres que no formen parte del Cuerpo Auxiliar Masculino de SCUM.
He aquí algunos ejemplos de los integrantes del Cuerpo Auxiliar: hombres que matan a hombres; biólogos que trabajan en investigaciones constructivas, en lugar de preparar la guerra biológica; periodistas, escritores, redactores jefe, editores y productores que difunden y promocionan las ideas capaces de servir a los objetivos de SCUM; los maricas que con magnífico ejemplo, animan a otros hombres para desmachizarse y en consecuencia volverse relativamente inofensivos; hombres que prodigan generosamente dinero y todos los servicios necesarios; hombres que dicen la verdad – hasta ahora ninguno lo ha hecho nunca –, y guardan un comportamiento justo con las mujeres, que revelan la verdad sobre sí mismos, proporcionan a los descerebrados frases correctas que repetir y les dicen que el objetivo principal en la vida de una mujer es aplastar el sexo masculino.
Para ayudar a los hombres en esta tarea, SCUM organizará Sesiones Miérdicas durante las cuales cada hombre presente pronunciará un discurso con la frase: soy una mierda, una mierda miserable y abyecta, y acto seguido procederá a enumerar los distintos aspectos de su mierdicidad. Su recompensa por esta actuación, será la oportunidad de confraternizar después de la sesión y durante toda una hora con las SCUM presentes. Se invitará a las mujeres amables y educadas para clarificar las dudas y los malentendidos que puedan tener acerca del sexo masculino; a los fabricantes y promotores de libros, películas porno, que nos conducen al día en que en las pantallas sólo se verá chupar y joder (los hombres, como las ratas siguiendo el sonido de la flauta encantada, serán arrastrados hasta su perdición por los engañosos encantos del Coño, y desbordados, abrumados por ella, se anegarán en esa carne pasiva que han sido siempre) los propagadores de drogas que apresuran la decadencia masculina”
Esto que acaba de leer es un fragmento del “SCUM Manifiesto”, publicado en 1967 por Valerìe Solanas, escritora estadounidense de acentuada misandria (odio a los hombres), famosa por atentar contra la vida del artista Andy Warhol en 1968. Su obra, el Manifiesto de la Organización para el Exterminio del Hombre (Society for Cutting Up Men Manifesto), es un ensayo que sienta las bases de lo que en la actualidad se denomina “feminismo de género”, posee un profundo carácter misándrico y violento para con el sexo masculino; y suele ser considerado generalmente como la “biblia” del feminismo de género.
Cuando uno lee el texto antes mencionado, y analiza la actual situación de España y algunos países más de nuestro entorno cultural, acaba llegando a la conclusión de que ya estamos en la situación que el nauseabundo “Manifiesto Scum” vaticina que se alcanzará, como paso previo a la “dictadura de género”, al sistema de apartheid que pretende alcanzar el feminismo de “género”, también denominado “feminazismo” y “femiestalinismo”. Hemos llegado a tal extremo que son generalmente hombres, varones –supuestamente educados- quienes divulgan, hacen de trovadores de barbaridades a cual más increíble, como si de una competición se tratará, para conseguir el diploma de “feminista mayor del reino”… y por supuesto, aparte de decir lindezas tales como que han acabado encontrando “su lado femenino”, rara es la ocasión que al abrir la boca no empiezan por pedir perdón por haber nacido con pene.
Es posible que haya quienes les parezca un exageración hablar de que estamos ante un plan premeditado, una estrategia calculada, de acoso y derribo de la “cultura heterosexual”, la “cultura LGTBI” encaminado a la destrucción de la institución familiar y a desestabilizar la Sociedad. ¿Le parece excesivo, e incluso ridículo?
Aunque escasamente el 3% (¡Tres por ciento!) de la población pertenece al colectivo LGTBI, y más del 97% heterosexual, el apoyo institucional a cuestiones tales como la familia, la paternidad, la maternidad, la masculinidad, la feminidad, el noviazgo, el matrimonio, el nacimiento, la crianza; es exiguo, e incluso habría que decir “mezquino”. Tales asuntos no reciben apenas atención por el mero hecho de concernir a gente heterosexual.
Hemos llegado a tal situación que si una mujer decide dedicar su vida a la familia, a la maternidad, a ser “ama de casa” es criticada de forma cruel… No se utiliza dinero público para ayudar a las mujeres a ser madres, pese a que la mayoría de las personas sigan considerando que uno de los principales objetivos en sus vidas es ser madres y padres. Sin embargo la Administración del Estado dedica ingentes cantidades de los presupuestos a ayudar a las mujeres a “hacer carreras”, a que se incorporen a lugares en donde por tradición, e incluso por tendencia natural, han estado ausentes.
No es exagerado afirmar que a todo lo concerniente a la heterosexualidad se le ha acabado haciendo el vacío cultural, al dar trato preferente a la homosexualidad, o mejor dicho al “homosexualismo”.
Si uno busca la palabra “heterosexual” en Google, encontrará que hay alrededor de 47.400.000 entradas (cuarenta y siete millones). Si por el contrario, buscamos “homosexual” nos llevaremos la enorme sorpresa de que hay más de 63.200.000 de entradas (más de 45.900.000 la palabra “lesbiana”) impresiona sobremanera que una cuestión que afecta a poco más de 200 millones de personas, de más de 8000 que pueblan el planeta Tierra, reciba tantísima atención.
Se está produciendo desde hace ya mucho tiempo una campaña de lavado de cerebro, de manipulación de tal calibre que, los heterosexuales han llegado a considerar que lo mejor, lo políticamente y socialmente correcto es funcionar de manera invisible, no haciéndose notar, para “no ofender” a los gays, al colectivo LGTBI.
Basta echarle un vistazo a cualquier televisión para darse cuenta de que en general, la heterosexualidad se muestra como algo a evitar, como si fuera algo perverso, vicioso, degenerado, anacrónico… y que no es recomendable. Por el contrario, la televisión (y el resto de los medios de información y manipulación de masas) nos muestran el homosexualismo como lo más “más”, como lo moderno, lo “progresista”.
Generalmente la monogamia, la heterosexualidad como tendencia más o menos natural (enfocada en última instancia a la procreación y a la supervivencia de la especie) es ridiculizada; las relaciones estables, duraderas, perdurables, se presentan como algo anómalo, poco corriente. En las películas se hace apología de las familias monoparentales, en las que casi siempre el padre-varón está ausente, o se le presenta como alguien prescindible,… Esa es “otra”: el linchamiento de todo lo que huela a masculino.
Puede que haya quienes les parezca un exceso hablar de que estamos ante un plan premeditado, una estrategia calculada, de acoso y derribo de la “cultura heterosexual”, encaminada a la destrucción de la institución familiar y desestabilizar la Sociedad. ¿Les parece excesivo, e incluso ridículo?
Pues veamos algunos datos:
El feminismo hegemónico, subvencionado y políticamente correcto, ha sido diseñado para destruir a la familia (un objetivo ya previsto por Engels y Marx hace más de siglo y medio) y por ende, crear gente dócil y fácil de manipular.
El objetivo del neo-comunismo, del homosexualismo, del femi-nazi-estalinismo, y del Nuevo Orden Mundial, también llamado “globalismo”, ha sido siempre la destrucción de la familia.
Los ingenieros sociales de la élite financiera globalista nos convierten en hetero-homos confundiéndonos acerca de nuestra identidad sexual. Niegan que existan las diferencias manifiestas de sexo, y convencen a las mujeres jóvenes para que se comporten como hombres. Describen el rol femenino tradicional como un “estereotipo social artificial y opresivo”.
Los ingenieros sociales saben que la gente es perezosa, acrítica y crédula y que prefiere actuar según se les dice “dulcemente” que han de hacerlo, antes que pensar por sí mismos, usando su propia razón o incluso su “instinto”. Como consecuencia, cuando un poder subversivo toma el control secreto, la gente resulta fácilmente manipulable.
La reclamación/reivindicación de “igualdad”, de “tolerancia” y de “diversidad” es el clásico y manoseado procedimiento utilizado por determinados grupos de presión, lobbies, que tienen como objetivo subvertir la sociedad. Se sitúan en defensa de unas minorías a las que retratan como víctimas. Dividen y conquistan, colocan a sus agentes de la minoría en el poder. Ellos llaman a esto “progreso” cuando, de hecho, se trata de desintegración y tiranía.
En el contexto actual la “tolerancia” realmente significa que los heterosexuales deben abrazar con alegría el comportamiento homosexual.
Los resistentes, los insumisos son normalmente acusados de “odiar” y de ser “intolerantes”. Hay una clara distinción entre aceptar las diferencias sin rencor y el no querer adoptar para uno mismo esas diferencias o ver a la sociedad en la que uno vive, subvertida.
La alianza homosexualismo-feminismo de género; el también denominado “feminazismo” echó a andar de la mano de las fundaciones Ford y Rockefeller, es decir, el ultracapitalismo (lo que en la actualidad algunos nombran como “globalismo”) y obviamente está en perfecta sintonía con sus objetivos, el más destacable es el de suplantar/sustituir las tensiones sociales, el conflicto social por una lucha de sexos inducida. De esa manera, por ejemplo, la gente acaba poniendo más atención, en el hecho de que se haya producido la muerte de medio centenar de mujeres por disputas conyugales durante el año 2016 (todo queda en familia y se echa la culpa “a la violencia masculina/machista”, es decir, a los trabajadores varones) y así pasa desapercibido que se produzcan miles de muertos anuales en accidentes laborales o en accidentes de tráfico, en los que también mayoritariamente fallecen hombres. Por idénticos motivos, nadie habla de los cerca de un millar de hombres separados que se suicidan anualmente en España tras el divorcio.
Se desactiva el conflicto social, para evitar que las grandes empresas salgan perjudicadas; se divide a los trabajadores, creando un ambiente contencioso entre sexos; se acaba con la familia nuclear para pasar a unidades minifamiliares atomizadas en las que todos son consumidores individuales (dando entrada a consumidores adolescentes y niños). Negocio redondo.
Por otra parte, se crea una sociedad donde otras creencias, como la religión, tienen menos margen de maniobra, y donde el globalismo puro y duro (y sus burocracias) campa a sus anchas, sin cortapisas ni “peros” morales. Estamos hablando de una política consistente en buscar “un problema” –lo haya o no, eso es lo de menos-, “encontrarlo” a fin de aplicar lo que les intereses a determinados políticos, diagnosticar erróneamente, decretar soluciones duras e injustas y luego aplicarlas a medias, tal cual diría Marx, “Groucho Marx”, por supuesto.
Esta corriente de opinión de la que se viene hablando, está presente en que se permita adoptar personas del colectivo LGTBI, adopciones que en cualquier sociedad sensata son consideradas un despropósito, una insensatez absoluta. Los niños en su mayoría, abrumadoramente heterosexuales necesitan un padre y una madre, modelos heterosexuales. Llama poderosamente la atención que se suela permitir a los homosexuales adoptar a niños huérfanos, pero no se permita a los hombres heterosexuales adoptar a niñas o adolescentes.
Otra cuestión en la que está presente el asalto continuado a los heterosexuales es en la demanda del derecho al matrimonio por parte de personas del mismo sexo, que está realmente redefiniendo y destruyendo el matrimonio, aunque en realidad son muy pocos gays los que quieren casarse, prueba de ello es el escaso número de personas del mismo sexo que han recurrido a tal cosa en España desde su aprobación, pese a que el Partido Socialista nos bombardeara hasta aburrir con que era una demanda urgente de la sociedad española.
Evidentemente, las parejas homosexuales son tan dignas de respeto como cualquier otra pareja.
Nadie debería tener ningún inconveniente contra quienes decidan unirse por amor, independientemente de si son o no del mismo sexo. Sin embargo, a pesar de la omnipresencia abrumadora de la ideología homosexualista y del feminismo de género, la mayoría de los habitantes de Croacia decidieron en referendo prohibir el matrimonio homosexual. En Eslovaquia, donde están prohibidos el matrimonio homosexual y la adopción por parejas homosexuales, se acabó celebrando un referendo –aunque no fue vinculante debido a la escasa participación- que dio como resultado un 90% de votos a favor de mantener la prohibición. Lo mismo sucede en otros países, sobre todo de la Europa oriental, como Rusia, Ucrania, Polonia, Letonia o Lituania. En cuanto a Europa occidental, en Grecia e Italia el matrimonio homosexual sigue sin estar reconocido.
Al contrario de lo que ocurre en España, los homosexuales irlandeses, checos, alemanes, austriacos y suizos sólo pueden regularizar su situación como uniones civiles, y en la muy progresista y laica Francia, a pesar de haber sido autorizado el “matrimonio homosexual”, el debate aún sigue abierto.
En conclusión, muchos de nuestros líderes políticos y culturales, especialmente quienes dirigen el PP, el PSOE, Ciudadanos, Podemos… están vendidos y son un fraude que ha abrazado un deseo de muerte colectiva para nuestra sociedad. El homosexualismo ha sido diseñado para debilitarnos para que nos postremos ante el régimen dictatorial y tiránico que anticipaba Valerìe Solanas en su “Manifiesto SCUM”.
Todas ellas son las “razones” que están detrás de la falta de apoyo cultural de la heterosexualidad.
Claro que no todo es tan sombrío, reconforta, también, acabar sabiendo que no todos los homosexuales, hombres y mujeres, participan de las tesis ni de los objetivos, ni de la forma de vida del “lobby gay”, ni de la denominada “perspectiva de género”, pero, no obstante es imprescindible (y más en estos momentos en los que en España se habla insistentemente de regeneración y reconstrucción, tras la pandemia del coronavirus) mirar con lupa las consecuencias de la progresiva implantación de las políticas “de género”. Es imprescindible denunciar la política de apartheid por razón de sexo, los intentos megalómanos de imponer y crear “el hombre (mujer) nuevo”,… teorías de semejante calibre siempre han producido enormes desastres.
Claro que… aún podemos resistirnos reafirmándonos en la familia tradicional y los elementos necesarios para fortalecerla.
Pues sí, como no paro de repetir…
¡Ahora los que deben “salir del armario” son los heterosexuales!
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