Bassam Tawil
La masacre del 7 de Octubre fue orquestada por Hamás con la única intención de masacrar al mayor número posible de judíos, como parte de su yihad para destruir Israel. Y punto.
A principios de año, el grupo terrorista Hamás, respaldado por Irán, publicó un documento titulado Nuestra narrativa – Operación Inundación de Al Aqsa en el que pretendía explicar por qué llevó a cabo el ataque del 7 de Octubre, durante el cual miles de israelíes fueron violados, torturados, quemados vivos, asesinados y secuestrados.
El documento, repleto de afirmaciones falsas e invenciones, trata de justificar las atrocidades perpetradas por los terroristas y palestinos corrientes que invadieron ese día las comunidades israelíes cercanas a la frontera de la Franja de Gaza. El texto enumera una serie de argumentos, todos ellos fácilmente refutables, que intentan justificar el ataque.
Hamás afirma que lanzó el ataque en respuesta a los «planes israelíes de judaización de la bendita mezquita de Al Aqsa, sus intentos de división temporal y espacial, así como la intensificación de las incursiones de los colonos israelíes en la sagrada mezquita».
Esta afirmación es totalmente falsa: no existen «planes» israelíes para dividir la mezquita de Al Aqsa en una zona judía y otra musulmana ni para convertirla en un sitio judío. Los supuestos «planes» sólo existen en la imaginación de Hamás y otros palestinos. Simplemente forman parte de una campaña palestina de difamación contra Israel para intentar justificar el asesinato de judíos.
Desde 1967, Israel se ha comprometido a preservar el statu quo en el complejo de la mezquita de Al Aqsa permitiendo que el Waqf islámico gestione el lugar sagrado, también conocido como el Monte del Templo, sagrado tanto para musulmanes como para judíos.
Según el statu quo, formulado por el ministro de Defensa israelí Moshe Dayan en 1967, los judíos no pueden rezar en el Monte del Templo, pero sí visitarlo. Aunque Israel ha respetado este estado de las cosas, los musulmanes lo han violado sistemáticamente en un aparente intento de profundizar su dominio sobre el lugar sagrado.
Los musulmanes han inaugurado cuatro nuevas mezquitas en el Monte del Templo desde 1967: la Cúpula de la Roca; la Mezquita El Marwani, situada bajo tierra en los Establos de Salomón; la «Antigua Mezquita Al Aqsa», establecida en 1988 bajo la mezquita superior; y la zona de oración de la Puerta de la Misericordia (Puerta Dorada), establecida y convertida en mezquita en 2019.
Es igualmente falso que Hamás afirme que «las incursiones de colonos israelíes en las mezquitas sagradas» son la razón de la masacre del 7 de octubre. Esta afirmación se refiere a que los judíos visitan las zonas exteriores del Monte del Templo en paz y de conformidad con el statu quo. Estas visitas nunca han estado prohibidas; se han realizado regularmente desde 1967. Los recorridos no son «incursiones»: se coordinan con la Policía israelí y las autoridades del Waqf islámico. También es importante señalar que los visitantes judíos no entran en ninguna mezquita, sino que sólo recorren los terrenos al aire libre.
También es importante señalar que Hamás y muchos palestinos consideran «colonos» a todos los judíos, independientemente de si viven en Tel Aviv o en un asentamiento en Cisjordania. O en Nueva York.
Hamás afirma en el documento que lanzó su ataque porque Israel está «dando pasos hacia la anexión de toda Cisjordania y Jerusalén». En 2020, sin embargo, el Gobierno israelí, para facilitar los Acuerdos de Abraham entre Israel, Estados Unidos, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Bahréin, suspendió los planes para extender su soberanía a las comunidades judías de Cisjordania.
De hecho, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, se enfrentó a mordaces críticas de sus rivales políticos por haber acordado suspender los planes para aplicar la ley israelí sobre las comunidades judías de Cisjordania.
Al final, fue el Gobierno israelí el que archivó los planes de «anexión» en favor de la normalización con EAU y Bahrein. Este acuerdo tuvo lugar cuatro años antes de las atrocidades del 7 de octubre. De más está decir que, en vísperas del ataque de Hamás, en Israel nadie hablaba de una «anexión».
Hamás además afirma que lanzó su ataque por «los miles de detenidos palestinos en las cárceles israelíes que sufren la privación de sus derechos básicos».
La mayoría de los «detenidos» a los que se refiere son terroristas convictos que fueron encarcelados por asesinato o intento de asesinato (normalmente a judíos). Durante muchos años, estos terroristas han disfrutado de condiciones confortables, especialmente en lo que se refiere a entretenimiento y ocio. Disponen de diversos aparatos para hacer ejercicio, como mesas de ping-pong, bicicletas estáticas y barras de dominadas (además de tableros de ajedrez). Cada celda está equipada con un televisor y los presos tienen acceso al menos a 10 canales. Tienen, además, derecho a visitas familiares y acceso ilimitado a abogados.
En cambio, tanto la Autoridad Palestina (AP) en Cisjordania como los gobernantes de Hamás en la Franja de Gaza han sido acusados por organizaciones de derechos humanos de «torturar sistemáticamente a los críticos» detenidos. Un informe publicado por Human Rights Watch en 2022 decía:
«Las fuerzas de seguridad de la AP y Hamás se burlan de los detenidos y los amenazan, utilizan el confinamiento en solitario y las palizas, incluso azotándoles los pies, y obligan a los detenidos a adoptar posturas dolorosas de tensión durante períodos prolongados, incluso izándoles los brazos a la espalda con cables o cuerdas, para castigar e intimidar a críticos y opositores y obtener confesiones».
El texto de Hamás afirma que el ataque del 7 de Octubre se produjo en respuesta al «injusto bloqueo aéreo, marítimo y terrestre impuesto a la Franja». En 2007, Hamás dio un golpe de Estado y arrebató violentamente el control de Gaza a la Autoridad Palestina. Para prevenir el contrabando y la infiltración de terroristas, Israel y Egipto reforzaron sus pasos fronterizos e impusieron restricciones a la navegación. No promulgaron un «bloqueo» porque sí.
Después de que Israel, sin pedir nada a cambio, cediera el control total de la Franja a la Autoridad Palestina en 2005, los terroristas se hicieron de su gobierno y procedieron a bombardear con miles de cohetes, morteros y otros ataques terroristas.
En los últimos años, Israel, a pesar de los continuos ataques de Hamás y sus aliados, tomó una serie de medidas para aliviar las restricciones sobre Gaza. Estas medidas incluían la concesión de permisos para que miles de palestinos trabajaran en Israel. El 7 de octubre de 2023, entre 18.000 y 18.500 residentes de la Franja tenían permisos de trabajo expedidos por las autoridades israelíes para poder trabajar en Israel, donde su salario es cinco veces mayor que en Gaza. Como observamos el mes pasado:
«Al parecer, muchos de esos trabajadores a los que Israel abrió sus puertas trabajaban de día en Israel y de noche regresaban a Gaza y proporcionaban a Hamás mapas y dibujos muy detallados de todas las casas de las comunidades israelíes en la frontera, así como informes sobre todas las personas que vivían en ellas, incluidos los perros de compañía».
Israel sólo puede concluir que «ninguna buena acción queda impune».
La organización yihadista palestina también afirma que lanzó su ataque contra Israel por los «siete millones de palestinos que viven en condiciones extremas en campos de refugiados y desean regresar a sus tierras». Si los «refugiados» viven en condiciones extremas es porque sus dirigentes no han permitido la construcción de nuevas viviendas para ellos ni han mejorado sus condiciones de vida. No hay ninguna razón para que sigan existiendo «campos de refugiados» bajo la Autoridad Palestina en Cisjordania, bajo Hamás en la Franja de Gaza o en cualquier otro sitio. Nada impide que aquellos dos construyan nuevos hogares para los «refugiados».
Lamentablemente, tanto la AP como Hamás siempre han querido mantener a su pueblo viviendo en «campos de refugiados» para intensificar su «victimismo» y hacerlos «mejores mendigos» para los equipos de televisión de la CNN. Así, piensan sus dirigentes, sirven para culpar a Israel. (Los funcionarios palestinos también parecen seguir esperando el día en que puedan inundar el Estado judío con millones de palestinos, como plan para convertir a los judíos en una minoría dentro de su propio país).
Lo mismo se le puede reprochar a los países árabes que acogen «refugiados» palestinos: Líbano, Siria y Jordania. ¿Qué han hecho desde 1948 para integrar a sus hermanos palestinos? Nada. No existe motivo válido para que palestinos que se encuentran viviendo hace casi 80 años en naciones árabes sigan siendo tratados como «refugiados» o ciudadanos de segunda clase.
Esto es lo que Human Rights Watch tiene que decir sobre las condiciones de los «refugiados» palestinos en el Líbano:
«En el Líbano, muchos palestinos viven preocupados simplemente por sobrevivir, sobreviven abrumados por las malas condiciones físicas en los campos de refugiados, la pobreza generalizada, el alto desempleo y el subempleo, y los servicios médicos inadecuados. Los sucesivos gobiernos libaneses se han opuesto sistemáticamente al reasentamiento permanente de los refugiados palestinos en Líbano, y las políticas estatales reflejan esta postura, negando prácticamente todos los derechos sociales y económicos. Además, el Estado ha prohibido la ampliación de los campos de refugiados existentes, lo que contribuye al hacinamiento y a la construcción ilegal e insegura de pisos adicionales en las estructuras existentes.
«Una de las quejas más frecuentes de los palestinos en Líbano se refiere a las restricciones del derecho al trabajo. Los palestinos, al igual que otros extranjeros, deben obtener permisos anuales del Ministerio de Trabajo para poder trabajar legalmente. La posesión de un permiso otorga a los trabajadores extranjeros protección en virtud de la legislación laboral libanesa con respecto a los derechos y prestaciones de empleo. Sin embargo, estos permisos son extremadamente difíciles de obtener para los palestinos: se les expiden anualmente por cientos, mientras que para otros trabajadores extranjeros se expiden por miles. (Cientos de miles de trabajadores sirios, por el contrario, no necesitan permisos de trabajo). La dificultad para obtener permisos de trabajo obliga a muchos palestinos a recurrir a la economía sumergida y deja a otros expuestos a la explotación por parte de empleadores privados. Por ejemplo, un profesor palestino con catorce años de experiencia y un título universitario de Egipto dijo a Human Rights Watch que los palestinos pueden obtener puestos de enseñanza en las escuelas privadas en el Líbano sin un permiso de trabajo, pero que ganan salarios significativamente más bajos que sus homólogos libaneses y que no tienen seguridad en el empleo o beneficios para los trabajadores. La situación de las trabajadoras es especialmente difícil. Las palestinas que trabajan en la industria de la confección en Beirut y Sidón, por ejemplo, cobran por debajo del salario mínimo y ganan la mitad que las libanesas. Como las palestinas no tienen permiso de trabajo, no reciben las prestaciones que se ofrecen a las libanesas, incluido el seguro médico.
«Además, diversas barreras legales prohíben a los palestinos ejercer en el Líbano como médicos, farmacéuticos, ingenieros, abogados o periodistas. Las leyes, decretos y reglamentos de las asociaciones profesionales especifican que los miembros deben poseer la nacionalidad libanesa durante al menos diez años o que debe existir reciprocidad de trato para los profesionales libaneses en el país de ciudadanía del profesional extranjero que solicita ejercer en el Líbano. Por ejemplo, el sindicato de periodistas, al igual que el colegio de abogados, restringe la colegiación a quienes hayan sido ciudadanos libaneses durante al menos diez años. Las asociaciones de médicos, farmacéuticos e ingenieros del Líbano tienen reglamentos que exigen el trato recíproco como condición para ser miembro, lo que por definición excluye a los palestinos apátridas. Estas normas abren la puerta a la explotación de algunos profesionales palestinos, como los ingenieros».
Hamás, en su documento, está afirmando en realidad que envió a sus hombres a asesinar, violar y secuestrar judíos porque Israel se negó a abrir sus fronteras a millones de «refugiados» palestinos a los que se les enseña a asesinar judíos y destruir al único Estado judío.
Por último, Hamás argumenta que lanzó su ataque debido a que la comunidad internacional y las potencias mundiales pretenden «impedir el establecimiento de un Estado palestino». Esta afirmación, por supuesto, es completamente falsa. De hecho, la mayor parte de los países, incluidos Estados Unidos, la UE, Rusia y China, llevan mucho tiempo presionando con fuerza para que se establezca un Estado palestino.
Si alguien tiene la culpa del fracaso de la solución de dos Estados, son Hamás y la Autoridad Palestina. A los dirigentes de la AP se les presentaron múltiples oportunidades para crear un Estado propio, pero cada vez rechazaron la oferta de paz de Israel sin siquiera una contraoferta.
En lugar de trabajar para establecer un Estado para su pueblo, los dirigentes palestinos Yasser Arafat y Mahmud Abás estaban más preocupados por mantener sus posiciones de autoridad y beneficiarse a sí mismos y a sus secuaces. Hamás, por su parte, se ha opuesto a la ‘solución’ de dos Estados porque busca establecer un Estado terrorista islamista en lugar de Israel.
Por esta razón, es irrisorio oír a Hamás lamentar el fracaso de la ‘solución’ de dos Estados. Se trata de una organización cuya carta fundacional llama abiertamente a librar la yihad (guerra santa) para destruir Israel. Una organización que se ha opuesto incesantemente a la ‘solución’ de dos Estados o a cualquier proceso de paz con Israel. Hamás ha prometido en repetidas ocasiones llevar a cabo la yihad contra Israel:
«La resistencia y la yihad por la liberación de Palestina seguirán siendo un derecho legítimo, un deber y un honor para todos los hijos e hijas de nuestro pueblo y de nuestra umma.» – Artículo 23 de la «nueva y mejorada» carta fundacional de Hamás en 2017.
El intento de Hamás de justificar sus crímenes contra los israelíes debe verse como parte de sus esfuerzos para engañar y embaucar a la comunidad internacional. Hamás quiere que el mundo crea que su ataque fue un acto de autodefensa. Quiere que todo el mundo piense que Israel es responsable del ataque por sus supuestos «planes» contra una mezquita en Jerusalén.
La masacre del 7 de Octubre fue orquestada por Hamás con la única intención de masacrar al mayor número posible de judíos, como parte de su yihad para destruir Israel. Y punto.
CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS No está de más recordar que ya, hace más de 2.500…
SHIMSHON ZAMIR Quien observa los distintos videos que son publicados en YouTube relacionados con la…
David Gómez FUENTE: https://elordenmundial.com/blitz-trump-nombramientos-politica-exterior-estados-unidos/ Los últimos nombramientos en su gabinete reflejan el camino que seguirá…
Fernando del Pino Calvo-Sotelo La estrategia de los promotores del fraude climático es siempre la…
ALEJO VIDAL QUADRAS Los invito a leer el extraordinario discurso pronunciado por el presidente de la…
José María Rotellar El INE publicó hace unos días los datos de avance de la…