La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha aprovechado este domingo el acto institucional con motivo del 2 de mayo para llamar a «renovar la concordia» entre madrileños y españoles y reivindicar «la misma causa» que el pueblo defendió en 1808: «España y la libertad»… Isabel Díaz Ayuso ha recordado que más de doscientos años atrás «el pueblo de Madrid se echó a la calle para demostrarle al mundo que no hay bien más preciado que la libertad», y lo hizo «por la nación entera, y no sólo por Madrid»… Madrid «es España», así como «un resumen de lo mejor de cada forma de ser español»… «A pesar de las dificultades, de los desacuerdos y los conflictos, los madrileños, vengamos de donde vengamos, nos mantenemos firmes en nuestra decisión de vivir juntos, de convivir. Ojalá esto sea verdad también para toda España y que Madrid siga siendo la segunda casa de todos, en la que nos unamos a celebrar la vida en una entrañable amistad civil»… «hoy vemos con alegría cómo, especialmente aquí en Madrid, cada vez estamos de nuevo más unidos, ahora en plena igualdad, en lucha por la causa de la libertad y la prosperidad»… «Celebremos con orgullo el 2 de mayo, pero no quiero una España que mire exclusivamente a su pasado, por glorioso que sea. Quiero una España abierta al porvenir y que se apoye en su historia para proyectarse al futuro».
Sin duda, a pesar del optimismo y la euforia expresados por Isabel Díaz Ayuso, este 2 de mayo de 2021, nuestra Patria está en peligro, como nunca lo ha estado desde hace siglos, como lo estaba a principios del siglo XIX, cuando el alcalde de MÓSTOLES decidió redactar el “bando de la independencia,” el dos de mayo de 1808. Entonces -como ahora- el gobierno de España, el estado español había desaparecido, era casi inexistente.
El dos de mayo de 1808, Andrés Torrejón, por entonces alcalde Móstoles decide firmar y divulgar un manifiesto recordándoles la obligación que, según la legislación tradicional castellana —recogida en las Siete Partidas de Alfonso X de Castilla (partida II, título XIX)—, tenían los ayuntamientos para emprender la defensa del territorio en caso de invasiones extranjeras, especialmente en el caso de faltar el rey y, como era el caso, no tener libertad sus representantes inmediatos —la Junta de Gobierno, mediatizada por el mariscal Joaquín Murat, cuñado de Napoleón—.
Este planteamiento defensivo, propio de la Baja Edad Media, chocó con la disciplina de una monarquía absoluta, en la que la jerarquía militar respetaba férreamente la cadena de mando.
Sin duda alguna hoy estamos en una situación similar a la del 2 de mayo de 1.808, en la que la única diferencia es que la agresión no se ha producido desde el extranjero, sino desde dentro, por parte de oligarcas y caciques, por parásitos que dicen ser «progresistas», cuyo objetivo es romper España, destruir la Unidad de la Patria.
La calamitosa situación que sufre España, me recuerda inevitablemente la frase que mi abuelo materno tenía como máxima, para triunfar en la vida: “sé listo y hazte el torpe”, y calificaba a quienes no la seguían al pie de la letra como gente que “no sabe vivir”.
También recuerdo (aunque no sé a ciencia cierta si fue porque me lo contó mi abuelo, o porque lo he oído enésimas veces en la familia, a lo largo de mi vida) que, contaba que “así” logró sobrevivir al caos y al desgobierno de la Segunda República, a la guerra y a la posguerra.
Mi abuelo materno vivía cuando el quinquenio republicano en un pueblecito de Badajoz (Arroyo de San Serván), en el que hubo sus más y sus menos cuando las revueltas campesinas y tomas de tierra promovidas por la UGT, y según contaba supo camuflarse convenientemente, y no llamar la atención, aplicando su frase favorita: “sé listo y hazte el torpe”. También contaba que la llevó a la práctica en innumerables ocasiones, en múltiples momentos de su vida, cuando se vio obligado a enfrentarse a situaciones de mayor o menor arbitrariedad, autoritarismo, prepotencia de caciques diversos. Su intención era no hacerse notar, pasar desapercibido a toda costa, evitar que alguien con malas intenciones le pusiera la vista encima, no fuera a ser víctima de alguien que pudiera causarle daño, amargarle la existencia.
Es mucha la gente que trata de buscarse la vida, como se dice ahora, de manera similar, desentendiéndose de todo, permitiendo que los estúpidos y malvados mangoneen, e incluso adopten actitudes abusivas, vejatorias, de maltrato cruel, puro y duro… en la idea de “¡Ojalá no se fijen en mí!”, e incluso yendo más allá, uniéndose a ellos para tratar de evitar que puedan acabar siendo sospechosos de simpatizar con las víctimas de los malvados y estúpidos…
Estamos hablando de una “moral de obligación y sanción”, basada entre muchas cosas en el miedo, la desconfianza del prójimo (“personas próximas” en sentido etimológico) la falsedad, la simulación… Y fundamentalmente en una actitud casi permanente de servidumbre, más o menos voluntaria, sacrificando la libertad con el objetivo de conseguir una cierta “seguridad”, sea material, sea psíquica, o ambas.
La máxima de mi abuelo materno es un perfecto resumen de la situación de “meritocracia por lo bajo” que padece nuestro país, esa nación que siempre llevó por nombre España, y del que casi nadie desea acordarse, y menos nombrar, no sea que se le ponga el sambenito de “facha”, retrógrado, etc.
En estos momentos España es una nación gobernada por gente mediocre, analfabetos funcionales o casi, saqueadores que no paran de aprobar leyes y más leyes, dicen que por nuestro bien, para progresar, para mejorar, para que «nadie se quede atrás», rezagado,…
En realidad quienes nos malgobiernan, pese a que proclaman que persiguen el interés de la colectividad, solo buscan el provecho personal, conseguir el poder y perpetuarse en él a toda costa.
Pero el “poder” -no lo olviden- no consiste en gobernar a gente “inocente”, ¡No! Consiste en dirigir a “criminales”, y cuando no existen, pues, hay que inventárselos… El gobierno acaba declarando delictivas tantísimas actuaciones que es casi imposible no acabar delinquiendo por parte de la gente de buena voluntad y cumplidora. El actual gobierno aprueba una ley tras otra, todas casi imposibles de cumplir (por supuesto, ni ellos mismos las cumplen) y una de las claves es que casi ninguna puede ser interpretada de forma suficientemente “objetiva”, de manera que están creando una “nación de transgresores”, de insumisos… Así, acabarán teniendo “culpables” contra los que actuar y a los que perseguir y sancionar; y por tanto motivos suficientes para seguir saqueándonos, expropiándonos,…. Y, por supuesto, enriqueciéndose ellos.
Quienes nos malgobiernan saben sobradamente de las consecuencias de las sucesivas acciones que emprenden. No lo hacen de forma improvisada, tal como cabría suponer. ¡No! Su actuación forma parte de un plan minuciosamente planificado. Saben que con sus leyes conducen a los españoles a una situación de golfería, de profundo cinismo, de conseguir que cada vez sea mayor el número de personas que crea que las normas se hacen para no cumplirse.
Y mientras tanto nos dicen que legislan, que gobiernan para los más humildes, para los más desfavorecidos, los mansos, los enfermos, “los discapacitados”, que son los que más merecen atenciones y cuidados… Crean más y más normas que les aseguren poder seguir recaudando, para así poder seguir –dicen- atendiendo al bienestar público, para preservar lo que denominan “el estado del bienestar”. Evidentemente, la creación de más normas supone la creación, también, de más y más burocracia, más y más funcionarios, más y más “clientes” con los que asegurarse el voto en futuras elecciones,… una perversa, mafiosa red de favores y servidumbres.
Las diversas leyes “igualitaristas”, de “discriminación positiva” (como perversa y eufemísticamente las llaman) supuestamente encaminadas a mimar, reconfortar y compensar a los más desfavorecidos (y saldar, dicen también, supuestas “deudas históricas”); así como las normas diversas de “rediseño e ingeniería social” encaminadas a implantar un nuevo modelo de relaciones interpersonales, y en suma un “nuevo hombre” y una “nueva sociedad”, al final solamente acaban ocasionando una mayor degradación moral.
Las diversas proclamas de libertad a las que esta pandilla de golfos acostumbra a apelar, para argumentar en sus enésimas normas, se convierte de facto en una burla, pues siempre van acompañadas de peticiones de renuncia a las cosas que generalmente hacen la vida agradable a la gente, en este mundo que nos ha tocado vivir…
Hablar de la terrible situación que sufren España y los españoles decentes, es hablar de lo que los antiguos griegos y romanos llamaban, “oclocracia”, una situación de caos en la que acaban haciéndose con el poder los que más gritan, en medio de un ruido aturdidor, apabullante.
Los españoles no podemos seguir aplicando la máxima de mi abuelo, “sé listo y hazte el torpe”, debemos dejar de silbar y mirar para otro lado, como si no fuera con nosotros, tal cual ocurrió aquel 2 de mayo de 1808, y después del casi seguro triunfo de Isabel Díaz Ayuso, el próximo martes, 4 de mayo, agruparnos en una gran coalición de gente no izquierdista, para acabar desalojan del gobierno a los socialistas, comunistas, frentepopulistas, etarras y separatistas, para recuperar la sensatez, la decencia, perdidas…
Es por eso que, volver a confiar en las castas extractivas, privilegiadas y parasitarias que se hacen llamar «de izquierdas, progresistas, antifascistas»…, es de mentes cándidas e ingenuas, es pretender que quienes causan los grandes problemas sean la solución, algo así como confiar en un bombero pirómano.
La única salida para el pueblo español pasa por no volver a confiar en quienes causan su desgracia e iniciar una revolución nacional, pues cuando alguien es engañado por otro, la primera vez es culpa del otro; pero cuando a uno lo engañan por segunda vez, en tal caso ya no es culpa del engañador, sino de la persona engañada.
Por supuesto, no se me asusten, estoy hablando de una revolución que nos conduzca a una nueva situación que siente las bases de una nación de ciudadanos libres e iguales y destierre la perpetuación de privilegios y prebendas. Estoy hablando de un cambio que conduzca a una democracia liberal, con estricta separación de poderes, en la que exista una justicia independiente. Hablo de una revolución nacional que devuelva a todos los españoles el orgullo de serlo. Hablo de un nuevo régimen que priorice el bienestar de los españoles como primer objetivo de la acción política, de la gestión pública. Hablo de una intervención quirúrgica de urgencia que implante en España una verdadera democracia, y que no quede el más mínimo rastro de la actual partitocracia corrupta y criminal.
Por supuesto, que nadie se asuste, hablo de una revolución nacional no-violenta, inspirada en el patriotismo.
España, tal y como la venimos conociendo ha dejado de existir, debido al silencio cómplice de la derecha boba y a la maldad e ineptitud, sin recato del del gobierno frentepopulista de PSOE y de “podemos”.
El gobierno social-comunista, aprovechándose de la crisis de saluda pública que ha originado el coronavirus, está dinamitando la Constitución Española de 1978, nuestra forma de vida que, muchos españoles consideraban consolidada, firme, y en la que confiaban… y la única esperanza que le queda a España es que alguien como Isabel Díaz Ayuso, rodeada de un grupo de “hombres y mujeres sabios y buenos”, después de vencer en Madrid a la izquierda, encabece en el resto de España una gran coalición que, desaloje de las instituciones a la pandilla de bandidos que nos mal-gobiernan, y que conduzca a España a un periodo de ruptura con las formas caciquiles y oligárquicas como forma de gobierno, y acabemos finalmente homologándonos con los regímenes políticos más avanzados y las naciones más prósperas de nuestro entorno cultural, político, económico.
Recuerden que para que triunfe el mal es imprescindible que las buenas personas miren para otro lado, permanezcan pasivas y dejen hacer a los malvados…
Todavía no es tarde, todavía podemos parar el proceso de destrucción de la Nación Española. El primer paso lo tienen que dar los madrileños el próximo martes, 4 de mayo, apoyando con su voto a Isabel Díaz Ayuso.
Y ya para finalizar, no olviden lo que decía el dos de mayo de 1808 el Alcalde de Móstoles:
¡ESPAÑOLES, LA PATRIA ESTÁ EN PELIGRO, ACUDID A SALVARLA!
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