RICARDO RUIZ DE LA SERNA
Este último fin de semana han vuelto a convocarse por toda España pretendidas manifestaciones en favor de Palestina. El lector puede imaginarse las consignas: “Israel asesina, Europa patrocina”, “Alto al genocidio en Palestina”, “¡Viva la lucha del pueblo palestino!”. También los convocantes han sido las habituales plataformas agrupadas en la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (Rescop). No han faltado ni los partidos políticos de extrema izquierda ni los nacionalistas vascos y catalanes. El trasfondo es el del antisemitismo de izquierdas que la Unión Soviética impulsó y que goza de excelente salud en nuestros días. La propia Rescop resume el marco ideológico en un documento: “El Estado de Israel es la concreción de un proyecto de colonialismo de asentamiento y ocupación que ha impuesto un régimen de apartheid sobre la población nativa. Este régimen, cuyo motor es la ideología sionista, es heredero directo del colonialismo europeo, y continúa ejecutando el etnicidio empezado hace más de un siglo, incurriendo en violaciones de DDHH y crímenes contra la humanidad a diario con la complicidad de la Comunidad Internacional”.
FUENTE: https://www.elimparcial.es/noticia/268322/opinion/manifestaciones-antisemitas.html
Resulta elocuente el marco que las manifestaciones asumen: Israel como Estado radicalmente ilegítimo, cuyas acciones son intrínsecamente perversas y al que no son de aplicación los mismos raseros que al resto de Estados de la comunidad internacional. Sin embargo, son atronadoras las omisiones de su discurso. No hay ni una sola condena al terrorismo que, durante más de setenta años ha hecho imposible la resolución del conflicto. Naturalmente, se omite cualquier crítica a los atentados del 7-O. No hay exigencia alguna de que se libere a los rehenes. No hay crítica a los líderes árabes que han utilizado a los palestinos como peón en sus relaciones internacionales. Nada se dice de la instrumentalización de la causa palestina a manos de la Revolución Islámica de Irán ni del régimen del terror que Hamás ha impuesto en la Franja de Gaza. Se calla toda referencia a la intransigencia de quienes pretenden la destrucción del Estado de Israel y una Palestina “desde el río hasta el mar”.
Estas manifestaciones dicen ser propalestinas, pero, en realidad, sólo son antisemitas. No pretenden denunciar la corrupción histórica de los líderes palestinos ni la utilización del terror no sólo contra los israelíes, sino también contra los propios palestinos que se atreven a alzar la voz contra Hamás. No recuerdan las oportunidades de alcanzar la paz perdidas por los atentados terroristas. Se pretende una defensa de los palestinos que no reivindica igualdad para hombres y mujeres ni derechos humanos frente a las organizaciones terroristas ni rendición de cuentas a aquellos que, durante más de setenta años, han hecho todo lo posible por destruir a Israel en lugar de buscar la paz. La “ocupación” sirve como coartada y causa de justificación de todos los atropellos y de todos los crímenes: la corrupción, la opresión del propio pueblo, la asfixia de la sociedad civil, la imposición de un régimen de miedo por parte de las organizaciones terroristas, el empleo de los civiles como escudos humanos, la violación como arma de guerra, la toma de rehenes, las campañas antisemitas por todo el mundo…
Estas manifestaciones que tienen lugar no sólo en España, sino también en otros países europeos son la prueba de la confusión moral de nuestro continente. La propaganda soviética, de donde manan las consignas que presentan a Israel como Estado colonial y racista, sigue proyectando su sombra antisemita. La imposibilidad de condenar el terrorismo revela una voluntad de legitimarlo. La pretendida defensa de los palestinos se torna en una estrategia para perpetuar un conflicto de casi cien años. Se pretende difuminar los atentados terroristas del 7-O en la niebla del contexto que los justificaría como si algo pudiese justificar lo que hicieron los terroristas de Hamás.
Se reivindica un pretendido antifascismo que, en realidad, quiere lo mismo que los nazis: la destrucción de los judíos. Eso es lo que persigue Hamás. Eso es lo que significa la consigna “desde el río hasta el mar”. Una tierra libre de judíos, un territorio “judenrein”. Hay una convergencia, lejana y siniestra, entre los líderes palestinos de los años 30 y 40 del pasado siglo y los líderes nazis. Ahora todo aquello parece lejano, pero estas manifestaciones y estas convocatorias los traen a la memoria. Recuerdo, por ejemplo, a Mohammed Amin al-Husseini (1897-1974), el gran muftí de Jerusalén que colaboró con los nazis en el reclutamiento de musulmanes y en las emisiones propagandísticas. Sospecho que Al Husseini hubiese visto con buenos ojos a estos jóvenes que siguen pidiendo, más ochenta años después de su estancia en Berlín, una Palestina sin judíos.
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