Melchor Miralles
El pasado 22 de marzo se celebró en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) un curso de formación reservado a jueces en el que intervino la ministra de Defensa, Margarita Robles. Lo hizo en una mesa dedicada a “La evolución del papel de las mujeres en la Justicia española”. Ya saben que Robles fue la primera mujer en ser número 1 de una promoción a Judicatura. La de 1981, la primera magistrada en presidir una Audiencia Provincial, la de Barcelona en los 90. Y la tercera mujer en llegar al Tribunal Supremo, en 2004.
Fue secretaria de Estado del biministro de Interior y Justicia Juan Alberto Belloch de 1994 a 1996. Además fue vocal del CGPJ entre 2008 y 2013. Y no se habla de otra cosa en el mundo judicial madrileño que de la bomba que lanzó Robles en esa mesa de magistradas. También de las discrepancias que mantuvo con la vocal del CGPJ Clara Martínez de Careaga, esposa de Cándido Conde Pumpido, presidente hoy del Tribunal Constitucional.
Robles, en su intervención, dijo que “hay decisiones de política judicial sobre a quien se nombra. De manera que a mí hay muchas mujeres de la Judicatura que me han dicho es que yo no tengo padrino, ¿para que voy a pedir una plaza discrecional, para que voy a pasar el escarnio de presentarme diciendo quiero ser presidenta de una Audiencia, un TSJ o magistrada del Supremo si sé que nadie del Consejo me conoce o ha leído mis sentencias?. Además sé que a otra que ha trabajado mucho menos y ha puesto menos sentencias se la conoce porque pertenece a una Asociación. Y es que el candidato que está más recomendado es el que va a salir. Eso es así”.
“Yo hablo de mi CGPJ pero es absolutamente igual en todos. A la hora de decidir un nombramiento es más el reparto de cromos entre los unos y los otros. Y quién diga lo contrario no dice la verdad. Hay personas que consideran, con cierta razón, que cuando se pide un cargo eso de tener que ir por los despachos de los vocales del Consejo a pedir el voto no deja de ser humillante cuando uno lleva veinte o veinticinco años trabajando. Y esto es, desgraciadamente, así”.
Antes de terminar su intervención, la actual vocal Clara Martínez de Careaga, esposa de Cándido Conde Pumpido, presidenta de la Comisión de Igualdad del Consejo que se encontraba entre los asistentes, intervino para discrepar de Robles respecto a la necesidad de apoyo asociativo para acceder a un cargo discrecional. Y aseguró que su Asociación, Jueces para la Democracia, no le apoyó cuando el CGPJ del que formaba parte Robles le nombró magistrada del Supremo.
Careaga aseguró que el actual Consejo, del que forma parte, está formado por una mayoría aplastante de vocales propuestos por el PP, “hemos tenido que aprobar todo por mayoría simple y el grupo conservador tiene mayoría absoluta. O sea que imagínate lo que podíamos hacer, no hemos podido realmente cambiar cromos… Y nos hemos desgañitado en los plenos, yo sobre todo, y Concha Sáez también, las que llevamos en el pleno una voz de oposición, defendiendo a las personas que considerábamos valiosas, que los nombramientos se hicieran por méritos. Vuestro Consejo tenía una dinámica diferente. Estas perversiones en el nuestro no las ha habido. En este Consejo votamos todos a cara descubierta. Hemos votado de modo transversal, y apoyado a jueces que no estaban asociados. No ha habido ningún cambio de cromos”.
Después de Careaga intervinieron varias magistradas asistentes al acto formativo y ninguna de ellas respaldó sus palabras, y sí las de Margarita Robles. Tres de las asistentes me han dicho que “lo que dijo Robles es tal cual y lo sabemos todas. Y todos. Y Clara Martínez de Careaga, que tiene mucha mano en Jueces para la Democracia, lo sabe mejor que nadie. Si ella dice que cuando a ella le nombraron para el Supremo su Asociación no le apoyó, pues será verdad, pero en ese Consejo estaba Robles, de su Asociación, que es la que nos ha contado como se hacen las cosas. Y a esa Asociación pertenece también su marido.
Pero es muy duro escuchar a una ministra y ex vocal del CGPJ describir un comportamiento en los nombramientos que incluso podría ser constitutivo de un delito de prevaricación. Y tras este curso de formación, que ha visto en video ya toda la carrera judicial, lo triste es que no va a pasar nada, todo va a seguir igual, es un asco y los ciudadanos no se merecen esto”.
Y sí, no se habla de otra cosa en el mundillo judicial madrileño y en el CGPJ. Se le reprocha a la ministra Margarita Robles que ahora, en un curso formativo para jueces, suelte la bomba. Podía haberlo denunciado cuando formaba parte de ese reparto infame. O antes de que la nombraran ministra. O cuando le bailaba el agua a Juan Alberto Belloch en el Ministerio de Interior, donde por cierto fue una de las que negoció con el siniestro Francisco Paesa la entrega de Luis Roldán a cambio de 400 millones de pesetas pagados con dinero público de los Fondos Reservados.
No está la señora Robles para dar lecciones, pero lo cierto es que es la primera que denuncia lo que todos sabíamos. Y lo triste es que todo seguirá igual. A ella este sistema corrupto le ha ido muy bien. Lleva muchos años cobrando sueldazos en cargos de designación judiciales o en cargos políticos. Arrimarse al PSOE le ha sido muy rentable. Esperemos que en el Ministerio de Defensa los nombramientos los haga con otros criterios.
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