Rui Costa Moreno
Hija de Su Alteza Real Don Carlos de Sajonia Coburgo y Saboia, de la casa de Bragança de Portugal y de Doña Maria Amélia de Loredó y Murça, SAR Doña María Pía de Sajonia-Coburgo y Bragança nació en Lisboa, en la parroquia del Sagrado Coração de Jesús, el 13 de marzo de 1907.
Por voluntad de su padre, el rey Don Carlos I, fue bautizada en la parroquia de Madrid-Alcalá en España, después de que él la reconociera, al día siguiente de su nacimiento, como su amada hija. En pleno uso de sus derechos constitucionales, le otorgó el título de Infanta de Portugal, la nombró en honor a su madre, María y Pía, y le otorgó el derecho a llamarse a sí misma por su nombre. En la misma carta, firmada en el Palácio das Necessidades, le concedió expresamente los honores, prerrogativas, prominencias, obligaciones y ventajas de los Infantes de la Casa de Bragança en Portugal.
La carta original firmada por el rey Don Carlos I, con el gran sello de sus armas, fue transcrita al libro de bautismo de la misma parroquia de Madrid-Alcalá, con el testimonio de Antonio Goicoechea, ministro del rey Alfonso XIII de España y gobernador del Banco de España, que asistió al bautizo de la pequeña Infanta de Portugal.
Hasta el brutal asesinato de su padre y medio hermano Don Luís Filipe, Doña Maria Pia vivía entre Portugal y España. El 5 de octubre de 1910 se instauró la República y poco después se promulgó la “Ley de Proscripción”, dirigida a la depuesta dinastía de Bragança, hasta el 4º grado. Teniendo prohibido poner un pie en su tierra natal, la Infanta vivió bajo la protección de la Casa Real de España hasta que se casó.
En 1925, a los 18 años, contrae matrimonio con Francesco Javier Bilbao y Batista en París. Procedente de una rica familia cubana, Francesco murió en noviembre de 1935, dejándola viuda con una hija de 3 años. Nacida en 1932, su hija Fátima Francisca Xaviera Iris Bilbao de Sajonia-Coburgo y Bragança, finalmente moriría soltera en 1982.
Debido al flagelo de la Guerra Civil española, doña Maria Pia se trasladó a Roma, donde en 1939 se casó con el general Giuseppe Manilo Blais. De esta feliz unión, en 1946 nació su segunda hija. Maria da Glória Cristina Amélia Valéria Antónia Blais de Saxe-Coburgo y Bragança que, contrajo matrimonio con el escultor español Miguel Ortiz y Berrocal, con quien tuvo dos hijos: Carlos Miguel Berrocal de Saxe-Coburgo y Bragança (1976) y Beltrão José Berrocal de Saxe- Coburg y Bragança (1978).
Dos años después de la muerte del general Blais, en 1985, habiendo cumplido 78 años, doña Maria Pia se casó con António João da Costa Amado-Noivo. Pasó los últimos años de su vida en Verona, donde murió el 6 de mayo de 1995.
María Pía de Sajonia-Coburgo Braganza nació y murió como hija del rey Carlos I, dando fe de los certificados de bautismo y defunción. Tanto el gobierno español como el italiano, países donde residió, aceptaron y reconocieron su afiliación y Portugal lo habría tenido que hacer hace mucho tiempo. A pesar de haber nacido de una relación extramarital, el reconocimiento del Rey Don Carlos como Infanta de Portugal la colocó en el tercer lugar en la línea de sucesión al trono, solo precedida por sus dos hermanos, Don Luís Filipe y Don Manuel de Saxe. -Coburg-Gotha y Bragança.
Después del sangriento asesinato del Rey y el Príncipe Heredero, una brutalidad que solo fue reemplazada por la ejecución del Zar Nicolás II de Rusia y su familia, el Trono fue ocupado brevemente por Su Alteza Real el Rey Dom Manuel II. Depuesto por la revolución republicana de 1910, se vio obligado a exiliarse en Londres, donde murió en circunstancias poco claras, sin dejar descendientes. A partir de entonces su hermana, Doña Maria Pia, pasó a ser la legítima duquesa de Bragança.
Doña Maria Pia de Sajonia-Coburgo y Bragança nunca renunció a su condición de miembro soberano de la realeza. El propio rey Alfonso XIII de España le aconseja, en un tono cariñoso que ilustra el afecto y la familiaridad entre ellos, que no olvide sus derechos como infanta de Bragança, en una carta fechada el 8 de agosto de 1939. Su hijo, Don Jaime de Borbón, tío del actual Rey de España, confirma que la conoce desde que era una niña, en una declaración firmada refiriéndose a ella como la hija natural del Rey Don Carlos, por quien su padre alimentaba una profunda amistad y estima. La confianza sería recíproca, ya que fue a Don Alfonso a quien Don Carlos encargó la protección de la Infanta. Además, Don Jaime se refiere a ella como SAR, lo que bastaría para despejar cualquier duda.
Salazar revocó la prohibición en 1950, solo para permitir que Duarte Nuno de Bragança (pretendiente al trono de Portugal por aquellas fechas) regresara al país. Salvaguardaba de esa manera el entonces valioso apoyo de los monárquicos absolutistas, garantizando que la figura morena, procedente de una rama desterrada por traición, sería la más incapaz de liderar cualquier movimiento para restaurar la monarquía. Además de no tener ningún derecho a encabezar la Casa Real, por una inequívoca pérdida de derechos dinásticos, tendría que ser subvencionado por el régimen, en una dependencia que no permitiría ninguna pretensión. Al mismo tiempo, se hizo todo lo posible para mantener alejada a doña María Pía, a pesar de la derogación de la ley, que hasta entonces le había impedido entrar en Portugal.
Mário Soares confirma esta estrategia, en su libro “Portugal Amordaçado”: Repudiado por Salazar, duramente combatido por los monárquicos del régimen…
Más que simpatía política, la amistad entre doña María Pía y el general Humberto Delgado la llevó a apoyarlo a él, así como a su secretario, durante el difícil exilio que culminó en 1965, con la trágica muerte de ambos. Un duro golpe para la duquesa de Bragança, tanto en el plano personal, como en el desdibujamiento del sueño de un sistema más justo y libre para Portugal. La miseria, el hambre y la tuberculosis que había encontrado cuando logró regresar al país, despertaron en ella la conciencia de su misión, en una edad en la que podía entenderla con madurez y responsabilidad. No dudó, por tanto, en apoyar la candidatura del general Humberto Delgado, que le acabó costando otro impedimento para entrar en Portugal.
Conoció a Mário Soares en 1963, a quien le presentó en París la escritora María Lamas, que se encontraba en el exilio. Más tarde la visitó en Cannes y finalmente se convirtió en su abogado. Luego tuvo acceso a documentos que, según sus propias palabras, no le dejaron ninguna duda sobre su afiliación. Demuestra que Doña Maria Pia es la media hermana de Don Manuel y que fue reconocida por el Vaticano como la hija del Rey Don Carlos. Más tarde, terminaron peleándose. Doña María Pia tenía una personalidad impetuosa y un sentido práctico que le hacía perder la paciencia.
Todavía protegido por el régimen, Duarte Nuno recurrió, en 1972, a la estratagema que le permitiría quedarse con un título que no le pertenecía. Se interpuso una causa en el Tribunal de Rota Roma para eliminar el nombre del padre, el rey Dom Carlos I, del certificado de bautismo de doña Maria Pia y para que se la declarara hija de padre desconocido. La Corte dictó una primera sentencia, en la que declaró que Nuno Duarte no tenía derecho a interponer tal acción, por falta de fundamento jurídico, aun cuando se admitiera un vínculo de consanguinidad muy remoto. La sentencia se dictó en 1982 y Duarte Pio acabó reemplazando a su padre, fallecido en 1976, ejerciéndo el derecho de apelación. Éste acabó desistiendo, y al no apelar, el mismo tribunal, dictó en 1992 una segunda sentencia, en la que declaró la validez del certificado de bautismo de Doña María Pia.
La Monarquía de Portugal es Católica, Apostólica y Romana, de ahí la apelación de Nuno Duarte a un tribunal eclesiástico por su infame afirmación. Su hijo, por tanto, habría tenido que aceptar la decisión del mismísimo tribunal, a lo que su padre reconoció la legitimidad de la decisión. No fue solo él quien no lo hizo, ya que el gobierno de la República también optó por mantener una farsa, que servía a sus intereses y propósitos.
Doña María Pía esperó ochenta y cinco años para ver reconocida inequívocamente la primogenitura de su padre. Nunca se rindió. Su hija, testigo de la dolorosa lucha que su madre tuvo que librar toda su vida, optó por no ser sometida a la misma suerte y doña María Pía decide asegurar la existencia de una jefatura legítima para la Casa Real de Bragança. En 1987, abdicó por cooptación a SAR Don Rosário Poidimani, el amigo en quien confiaba y reconoció las cualidades necesarias para cumplir con las demandas de toda su vida. En él, vio la fuerza suficiente para hacer frente a los usurpadores apoyados por el régimen de Salazar, quienes atravesaron ilesos una revolución y lograron maniobrar para permanecer aún más cómodos en el sistema que siguió. Un vínculo de continuidad, sin duda, de esos que te permiten mantener todo igual en la sombra,
Doña María Pía, la verdadera duquesa de Bragança, fue una mujer muy adelantada a su tiempo. Activa, apasionada, impulsiva, muy decidida y con un bagaje cultural por encima de la media, habla varios idiomas, publica artículos en periódicos y escribió algunos libros. Tenía una personalidad vibrante y encantadora, a diferencia de la figura gris y descolorida que los portugueses estaban acostumbrados a asociar con la imagen de la Casa Real. Al menos habrían merecido conocerla mejor.
¡Pasado el tiempo, finalmente los portugueses tienen derecho a conocer la verdad a la que siempre tuvieron derecho!
Biografía Don Rosario
Su Alteza Real Don Rosário Poidimani, Príncipe de Sajonia Coburgo de Bragança, Duque de Bragança y jefe de la Casa Real de Portugal, nació en Siracusa, el 25 de agosto de 1941. El renombrado genealogista Luciano di Poli, confirmó que el apellido Poidimani resulta de la contracción de dos nombres: Poggio (o Podio), descendiente casi en línea directa de Bosão de Provence, rey de Borgoña; y Manni, la italianización del apodo alemán Mann .
Cursó estudios de Humanidades, logrando la licenciatura, luego fue uno de los primeros fundadores de la televisión en Italia y se convirtió en miembro de la “Comunidad Europea de Periodistas”.
Emprendedor con intereses en diversos campos, estableció prestigiosas escuelas superiores y universidades privadas en el noreste de Italia. Realizó actividades en el sector de la mecánica de alta precisión, en el sector inmobiliario y acabó optando por dedicarse exclusivamente a la actividad de consultoría financiera internacional.
En 1977 fundó el Instituto Internacional de Relaciones Diplomáticas, http://www.iird.org/index_eng.html , integrado por 39 Estados, entre socios fundadores y adherentes, con el objetivo de contribuir a una mayor aproximación entre los diferentes paises. Las iniciativas desarrolladas están todas orientadas a compartir pensamientos diferentes, buscando generar reciprocidad, para lograr un mayor grado de conocimiento común. El Instituto ha realizado algunas publicaciones respecto de las relaciones diplomáticas, y parte de los fondos resultantes de los aportes voluntarios de los miembros se destinaron al otorgamiento de becas, a favor de estudiantes universitarios en las áreas jurídicas.
También fue el fundador de la asociación humanitaria “Os Cavaleiros da Cruz Azul”, www.oscavaleirosazuis.org , cuyo único propósito es ayudar a los más pobres y necesitados.
Su capacidad para entablar relaciones e implementar iniciativas le otorgó prestigio internacional. Entre otros premios, presidió la entrega del Premio Internacional “Día de la Raza”, el Premio Mercantil Internacional “Óscar dell’Export” y el Premio Internacional “Marco Aurélio”.
Don Rosário Poidimani se casó dos veces, primero con doña Isabel Baradel Poidimani (1957-1995) y luego, tras enviudar, con doña Kristina Stranakova (1980). Tiene tres hijos, Soraya Lucía Sayda Tecla Poidimani (Sicilia, 16 de junio de 1965), Simone Joska Poidimani (Vicenza, 25 de enero de 1982) y Krystal Isabel Poidimani (Vicenza, 7 de septiembre de 2003).
Durante la larga lucha de doña María Pía, por el reconocimiento de su derecho a la jefatura de la Casa de Bragança, usurpada por un miembro lejano de otra rama de la familia, desterrado por traición, Don Rosário fue un apoyo y una amistad constante e invaluable. Este hecho, junto con el desinterés y la falta de apoyo de sus descendientes, la llevó a ceder sus derechos dinásticos a Don Rosário, el 3 de abril de 1987. En esa fecha se firmó el Acta Soberana nº5 , poco tiempo después confirmada por ambos. en una rueda de prensa, que tuvo lugar en Lisboa y fue retransmitida por la televisión portuguesa.
Temiendo que su vida se agotara pronto y que estuviera casi ciega, doña María Pía se negó a dejar la Casa Real portuguesa sin un jefe adecuado. Conscientes de que la Casa Real de Bragança es la reserva moral, patrimonial y política de una nación con ocho siglos de historia, que tuvo la capacidad de recuperar su independencia de cada tiempo que perdió, de expandirse por el mundo y de ser un imperio, aseguró que, la preservó, incluso en el exilio, del control de los monárquicos que subvirtieron la voluntad de su padre, que la combatió duramente y de la apatía de los gobiernos republicanos, de António Salazar que siempre la ahuyentó, a Mário Soares que prefirió ignorarla, después de haberla apoyado. Además de ser un empresario dinámico, Don Rosário alimentaba el amor sincero y la devoción por Portugal, a la que visitaba con regularidad.
El proceso de cooptación que se utilizó, permite evitar la desaparición de una dinastía y sus tradiciones, tanto en el caso de inexistencia de descendientes, como en el caso de que estos no puedan garantizar la continuidad. Es una modalidad de adopción que se restringe al ámbito de la dinastía y puede tener lugar bien bajo la jurisdicción de su titular, bien mediante un acto del consistorio, si el titular sufre un impedimento físico o psíquico, desaparición o muerte, sin que habiendo designado previamente a su sucesor. El elegido se convertirá en el protector y responsable de la colección histórica, sobre la que recibirá la debida orientación. Como no es un proceso inédito, fue utilizado por otras dinastías a lo largo del tiempo, como ejemplo de lo que sucedió con la Familia Real de Suecia. En el caso de cooptación a favor de Don Rosário,
Don Rosário Poidimani se convierte en el XXII duque de Bragança, en una historia extraordinaria que aún está lejos de terminar. Existe el argumento de haber nacido italiano, aunque se sabe que la República Portuguesa ha acunado en su regazo a otro extranjero, que cayó a favor del fraude a favor de quienes nunca pudieron haberlo legitimado o reconocido, en un flagrante abuso de lo que jamás trascendió su ejercicio de poder. Nunca pudo haber nacido un heredero en Portugal, estando doña María Pía en el exilio y teniendo prohibida la entrada al país por la ley de proscripción, ahuyentada por la república y por los monárquicos miguelistas que la apoyaban. Tras el regicidio, esta fue la única estratagema que les permitió influir en Portugal, después de haber sido proscritos por traición.
Una dinastía es el resultado de mantener una determinada identidad a lo largo del tiempo, en una tradición de comportamientos transmitidos de generación en generación, arraigados en una continuidad de concepciones, responsabilidades y valores, que la vinculan a la historia de un pueblo. La Casa Real de Bragança, a pesar de haber sido antiguamente reinante y haber dejado de ejercer su poder territorial y temporal ( jus imperii y jus gladii ), conserva su “pretensión” al trono vacante de su país y sus prerrogativas dinásticas para reconocer, otorgar y crear títulos a su discreción ( jus magestatis y jus honorum). Mantiene el mando y gestión de las Órdenes e instituciones dinásticas y su jefe es reconocido por la tradición internacional como el Jefe de Nombre y Armas de su país y mantiene intacto su derecho soberano, sujeto al Derecho Internacional Público. En 1987, Doña María Pía nombró a Don Rosário el legítimo guardián y representante de la última dinastía reinante. Solo le corresponderá al pueblo de Portugal el poder un día decidir a favor del regreso a la monarquía, así como la posible elección de otro pretendiente.
Don Rosário desarrolló una intensa actividad social, entre Portugal e Italia, como representante de la Casa Real, desde el acto de abdicación de Doña María Pía. La posibilidad de que Duarte Pio se declarara pretendiente al trono de Portugal era inconcebible, impensable, hasta que una sucesión de hechos se unieron para cambiar nuevamente el curso de la historia. La primera fue una riña entre doña Maria Pia y Mário Soares, su abogado durante muchos años. Este último comenzó dando un apoyo tácito a Duarte Pio, que luego se transformó en algo más sustancioso, cuando se utilizaron las estructuras estatales para promover y llevar a cabo su matrimonio. En 1995, Don Rosário estaba en posesión de tres sentencias legales que lo legitimaban, válidas en Portugal, ya que estaban cubiertas por el Acuerdo de Nueva York de 1958, respecto de la Casa de Bragança, utilizar cualquier otro título o distinción honorífica y abusar de la simbología de la Casa Real, así como de la propiedad de las Órdenes Dinásticas, aunque sea en forma de asociaciones. Algo que simplemente ignoró.
Lamentablemente, la vida personal de Dom Rosário pasó por un período de profundo dolor durante estos años, que no le permitió la acción que los hechos requerían. De repente se debatió entre apoyar a doña María Pía, que estaba tan débil que murió a los 88 años; y el cuidado de su amada esposa, quien enfermó de cáncer cerebral y no pudo sobrevivir. Ambas se marcharon al cabo de un año, dejando a Don Rosário sumido en el dolor y sufriendo por su hijo, que perdió a su madre cuando aún era niño. Con tan solo 12 años, Don Simone pasó a ser el objetivo prioritario de Don Rosario.
Aquello, inesperadamente se convirtió en una oportunidad de oro para Duarte Pio, quien la aprovechó al máximo para reclamar derechos que no eran suyos, con la ayuda de los partidarios miguelistas (herederos de los partidarios de Miguel I de Portugal en las disputas sucesorias en el siglo XIX en Portugal), quienes lograron manejar la imagen y estrategias del ya viejo “hacer creer” con el que siempre intentaron engañar al pueblo portugués.
Tan pronto como D. Simone alcanzó una edad que le permitió autonomía y madurez, Don Rosário pudo reanudar su búsqueda de la restauración de la verdad histórica y jurídica. Siempre utilizando sus propios recursos, con los que también patrocinó las diversas iniciativas humanitarias que implementó, desarrollando también eventos de recaudación de fondos para asegurar la continuidad. Todo ello acompañado de una intensa actividad cultural y diplomática, repleta de eventos capaces de estimular la cooperación a nivel internacional.
Se volvió a notar la popularidad de Don Rosário, por lo que Duarte Pio y sus seguidores volvieron a la tarea de intentar silenciarlo,…
Primero vinieron las calumnias, los insultos y las difamaciones, utilizando sobre todo Internet y, como no lograron el efecto deseado, tuvieron que recurrir a dispositivos más asertivos. A través de los amigos y simpatizantes de Duarte Pio, las estructuras del aparato estatal de la República Portuguesa se activaron para asestar un golpe traicionero, que pretendía ser mortal. Ha habido ataques desde 1990, desde el Ministerio de Relaciones Exteriores, a través de la embajada en Londres (1990), el consulado en Milán (1992, 2005 y nuevamente en 2006) y la embajada en Roma en 2005. En mayo de 2006 se solicitó dictamen al Departamento Jurídico para reconocer a Duarte Pio, en nombre de la República Portuguesa, como reclamante al trono, una aberración flagrante, ya que es algo que no existe para la República y aunque existiera, no tendría la competencia para poder hacerlo. El documento, falso por violar el artículo 228 de la Constitución y con un fundamento histórico y jurídico desastroso, fue elaborado por orden y, a pesar de tener que ser guardado en secreto bajo el secreto de Estado, fue divulgado sin vergüenza por la prensa nacional y en el sitios web de Duarte Pio. Sin embargo, abrió el camino para acusar a Don Rosário de cometer delitos económicos y falsificación de documentos y presionó fuertemente a las autoridades italianas, que terminaron deteniéndolo en marzo de 2007. Ni Salazar ni Mussolini se atrevieron jamás a hacerlo con doña María Pía. La conspiración mafiosa logró esta vez mantener detenido a Don Rosário durante seis meses, despojado de cualquier derecho durante ese tiempo, incluida la posibilidad incluso de presentar una defensa.
Nunca hubo pronunciamiento de ninguna clase por parte de los tribunales, sobre los cargos de delito económico, que «cayeron» de inmediato en la audiencia preliminar. En cuanto a la acusación de falsificación de documentos, los “pasaportes” a los que se refirieron fueron cartas de presentación de colaboradores de la Casa Real en el exilio, con entidades con las que mantiene relaciones regulares, como Sujeto de Derecho Internacional. Muy lejos de copias de documentos de la República Portuguesa, ya que quieren hacerte creer y difundirlo sin decoro en Internet.
Juzgado en dos condados italianos, ambos bajo las mismas acusaciones, en uno se archivó el caso y se declaró la inexistencia de delito; en el otro, fue absuelto de los cargos, pero condenado por hechos que no estaban incluidos en la acusación y que no constituyen un delito: la recepción de donaciones voluntarias por parte de la Associação Casa Real Portuguesa, aplicadas a obras de caridad y el uso de Placas de identificación de la Casa Real en su vehículo, cuyo uso fue autorizado legal y administrativamente, como atestiguan los documentos presentados y que el tribunal no advirtió. Si fue un error del tribunal o un favor de la justicia italiana a altas figuras de las autoridades portuguesas, esa es otra cuestión. Implicaba la acción directa del entonces ministro Diogo Freitas do Amaral, los esfuerzos del gobierno de José Sócrates y el silencio cómplice del presidente Cavaco e Silva, quien había sido notificado a su debido tiempo de lo que se estaba haciendo. Negó a Don Rosario el derecho más elemental a la justicia. ¡En ninguna apelación fue totalmente absuelto!
A lo largo del tiempo en el que se han ido sucediendo todos estos procesos, Don Rosário ha contado casi exclusivamente, en Portugal, en el apoyo de su representante en el país, José Travassos Valdez, Duque de Moimenta da Beira y Bonfim. Ambos han demostrado la plena disponibilidad de la Casa Real de Braganza para tomar las medidas necesarias de responsabilidad personal, patrimonial y penal para quienes llevaron al país al estado vergonzoso en el que se encuentra, así como para iniciar la gigantesca obra de reconstrucción nacional.
Cuentan con las Real Órdenes Dinásticas de las que Don Rosário es Gran Maestre, entre otros recursos diversos, para colaborar en la concepción e implementación de un nuevo rumbo que permita al pueblo portugués rescatar sus más legítimos deseos y derechos. Siempre que esa sea tu voluntad.
Este fue siempre el norte de la brújula que doña María Pía siguió a lo largo de su vida y que convirtió a Don Rosário en su guardián más fiel: el respeto absoluto a la voluntad de los portugueses. No se consideró antes del asesinato del rey Carlos, ni la República nunca fue validada por ningún tipo de referéndum o consulta popular. Más de un siglo después, no hay duda de que aquellos que una vez traicionaron a Portugal y que obligaron a Don Pedro a regresar de Brasil, expresamente para protegerlos y desterrarlos nunca más, terminaron logrando tejer y consumar un doble asesinato (posiblemente un tercero, como dice). Nunca se investigó la fuerte sospecha de Don Manuel II de haber sido envenenado en Londres y la imposición de un régimen que pronto se convirtió en dictatorial. La imagen de la monarquía fue deliberadamente empañada por la figura de un títere tras otro, hasta el punto de que la mera mención de esta alternativa fue inmediatamente recibida con desdén y rechazo por la abrumadora mayoría de los portugueses. Con toda razón, ya que no se ha construido nada beneficioso para el país, y no es nada plausible que se las arreglen tan bien en un régimen tras otro, con una revolución de por medio. A menos que algo esté muy mal.
Por ironía del destino o quizás no, el rey Don Carlos tuvo la inspiración suprema para reconocer a doña María Pía y otorgarle todas las prerrogativas y derechos de la infanta de Portugal. La protección de la Familia Real de España le aseguraba la formación necesaria y la posibilidad de permanecer intacta e impoluta, fuera del alcance de quienes también podían eliminarla, hasta que pasara el testigo, a alguien digno de una tarea que excedía su tiempo de vida.
Ese es Don Rosário y ahí está, a disposición de Portugal, intacto e impoluto, esperando que la Historia sea finalmente conocida por los portugueses, como es y siempre ha sido su derecho.
En cuanto a la Casa Real, permanece en el exilio. Espera que la familia que dice ser lo que no es, finalmente se vea obligada a devolver lo que no le pertenece y que se restablezca la legalidad y la verdad histórica. Nunca bajó las armas y en ningún momento aceptará renunciar a sus responsabilidades o renunciar a su herencia, ni dudará en seguir poniendo a disposición del pueblo portugués todos los beneficios que pueda brindarle. Entrelazados por la Historia, puede ser que tanto el pueblo portugués como la verdadera Casa Real se encuentren en un punto en la línea de tiempo, que invierte su destino para siempre.
Rui Costa Moreno
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