Mariano Orta ha sido liberado… y María Salmerón ha ingresado en prisión.

A principio del verano hubo dos noticias que, estando como estamos en medio de una constante vorágine, inmersos en una campaña electoral perpetua, pasaron desapercibidas, o casi, pues los medios de información y manipulación de masas no se hicieron eco de ellas:

Me estoy refiriendo a la liberación -Por fín!- de Mariano Orta y el ingreso en prisión de María Salmerón.

Sí, Mariano Orta ha salido de la cárcel, un abogado onubense, abandonado por todos, que llevaba ocho años en prisión sin un solo permiso, por “injuriar” a un juez jerezano, al que atribuyó una relación con su esposa, previa a ser condenado por él en esa violencia a la que llaman de género.

Dicen que la prisión es un lugar presidido por el pavor, pero creo que en su caso habita fuera. Como decían los budistas, el terror surge como una alarma y en la justa medida que estás aferrado, justo la dimensión de tu miedo. Y es que a Mariano, sólo le queda como hogar la cárcel, pese a la sal cegadora de esos mares, que ya ni siquiera huelen a yodo…

La segunda novedad, la entrada en prisión de María Salmerón. Algo que no puede alegrar a ningún ser humano, pero que pone colofón a la lucha de Antonio, -el padre de esa hija común-, tan solo por poder verla, él que la que ama con toda la intensidad de su alma. Nos quedamos aferrados a cuando eran pequeños, como si el tiempo no hubiera transcurrido. Pero me temo, querido Antonio, que ya no son los mismos. Nos los han robado e idos por siempre…

Gocemos, al menos, del momento álgido, que fue cuando el Tribunal Supremo anuló el indulto que le fuera concedido a Salmerón por Rajoy. Justo la decisión que arrancamos con Inma y que ha impedido ahora cualquier otra medida de gracia a quien de tanto te ha despojado.

Con estos dos capítulos, voy cerrando puertas, mientras bebo el licor caro de la melancolía, reserva exclusiva de los picapleitos, frente a los opíparos bufetes de claúsula cero o preferentes.

Ahora es el turno de los «pinchazos» con pretensiones de «sumisión química» (dicen), del virus del mono, de los incendios, de la sentencia de los ERES, del cambio climático… de los apagones y el racionamiento… de seguir amedrentando a los españoles y mientras tanto, el gobierno social-comunista poder seguir cometiendo canalladas, despifarrando, hipotecándonos, conduciéndonos al mayor de los caos.

Pues sí, el tiempo pasa, nos vamos haciendo viejos… y España sigue encanallada, y seguimos siendo muchos (aunque tengamos la sensación de clamar en el desierto) los que continuamos denunciando las injusticias, somos muchos, aunque no lo parezca, los que no podemos permanecer impasibles y no sentirnos concernidos por el dolor ajeno, y especialmente por el sufrimiento de quienes son perseguidos por el régimen mafioso que padecemos. El tiempo pasa y a pesar de los pesares, a algunos no nos quitarán las ganas… por mucho que se empeñen.

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