CAROLUS AURELIUS CALIDUS UNIONIS
Empecemos por reconocer que la expresión es un tanto grosera, pero pese a su procacidad, su osadía, su impertinencia… no deja de ser especialmente precisa, justificada, útil, rigurosa e incluso obligatoria ante las frecuentes situaciones en las que nos sentimos abusados, vejados, tratados de forma irrespetuosa e indigna, en suma, maltratados. Y más en estos momentos en los que los diversos gobiernos nos privan de los más elementales derechos, con el pretexto de que lo hacen por nuestro bien…
La penúltima ocurrencia del Ministro del Interior del Gobierno de España, Fernando Grande Marlasca, es una de esas acciones «tocahuevos».
Supongo que, a estas alturas sabrán de la norma aprobada por el Gobierno, que ha entrado en vigor este mes de diciembre, que obliga a todo aquel que se aloje en un hotel (u hostal, o pensión, casa de huéspedes, o establecimiento de turismo rural o análogos, campings y zonas de estacionamiento de autocaravanas), a facilitar determinada información en el momento de registrarse en la recepción e impone multas de 30.000 euros para los que desobedezcan. Por supuesto, el pretexto es el de siempre, «por nuestro bien», para «garantizar nuestra seguridad».
La obligación también afecta a quienes alquilen algún vehículo a motor.
Los datos que han de facilitar quienes se hospeden en algún lugar o alquilen un vehículo son los siguientes:
— Datos de la empresa arrendadora: Nombre o razón social del titular, CIF o NIF, municipio, provincia, teléfono fijo y/o móvil, dirección de correo electrónico, web de la empresa y url para identificar el anuncio.
— Datos del establecimiento: Tipo de establecimiento, denominación, dirección completa, código postal, localidad y provincia.
— Datos de los viajeros: Nombre completo, sexo, número de documento de identidad, tipo de documento (DNI, pasaporte, TIE), nacionalidad, fecha de nacimiento, lugar de residencia habitual (dirección completa, localidad y país), teléfono fijo y móvil, correo electrónico, número de viajeros y relación de parentesco entre los viajeros (en el caso de que alguno sea menor de edad).
— Datos de la transacción: Contrato (número de referencia, fecha y firmas), datos de ejecución del contrato (fecha de y hora de entrada y fecha y hora de salida) y datos del pago (tipo, identificación del medio de pago como tipo de tarjeta y número, titular del medio de pago, fecha de caducidad de la tarjeta y fecha de pago).
Para alojamiento no profesional varían algunos datos, incluyendo nombre completo, sexo y DNI del titular del inmueble, así como número de habitaciones o conexión a internet del establecimiento.
En el caso del alquiler de vehículos, los datos a aportar son parecidos a los de hospedaje, aunque añadiendo la información correspondiente del conductor principal y del segundo conductor (si procede).
Pues sí, Fernando Grande Marlasca pretende tocarnos los güevos y a los extranjeros que tengan la idea de visitarnos.
¡No me toques los güevos!
Así se expresó el ciudadano norteamericano John Tyner cuando fue cacheado en el aeropuerto de San Diego, Estados Unidos en 2010, momento en el que se negó a que lo manosearan, lo cachearan, le tocaran la entrepierna… diciendo: “Si me tocas los güevos [“junk” en la jerga anglonorteamericana] haré que te arresten”.
John Tyner se negó a pasar por el escáner de un aeropuerto, grabó el altercado con una cámara oculta y lo acabó colgando en Youtube.
Tyner es un programador informático que se acabó convirtiendo en un héroe para todos aquellos ciudadanos que consideran que la injerencia del gobierno en sus vidas ha alcanzado un nivel excesivo.
Todo empezó cuando Tyner se negó a pasar por el escáner láser que “desnuda” a los pasajeros antes de subir a los aviones y que en los EEUU suscitó una campaña nacional de boicot. El informático solicitó la alternativa, un cacheo manual, pero tampoco le pareció un mecanismo aceptable cuando le dijeron que le palparían la entrepierna.
“Si me tocas el paquete, te hago arrestar”, le dijo al policía, que inmediatamente hizo llamar a un supervisor al considerarlo una falta de respeto.
A partir de ese momento, la conversación se tornó acalorada y fue subiendo de tono. Después de explicarle la supervisora en qué consistía el cacheo, Tyner continuaba sin aceptar el cacheo: “No entiendo como un acoso sexual puede ser una condición para que yo pueda volar en avión”.
“Esto no es acoso sexual”, respondió la supervisora.
“Lo sería si usted no fuera un agente del gobierno. Sólo me gustaría que mi mujer, y quizás mi doctor me tocaran ahí”, replicó Tyner, que acabó abandonando el aeropuerto sin subirse al avión que debía llevarle a Dakota del Sur…
En las mismas fechas que se produjo el altercado de Tyner en el aeropuerto de San Diego, California, estaba en plena ebullición el movimiento ciudadano (que se acabó denominando “derecha alternativa”) que recibió en los EEUU el nombre de Tea Party, contra la actitud cada día más intervencionista del gobierno, que tanto en los EEUU como en muchos más lugares del mundo han llegado a tal extremo que se puede afirmar sin exagerar que “están fuera de control”. Aunque la prensa mundial atribuyó el enfrentamiento verbal de Tyner con la policía del aeropuerto de San Diego al descontento más que justificado de los pasajeros por inspecciones de seguridad que cada vez son más invasivas, hay algo mucho más profundo en juego: el conflicto entre el ciudadano y el Estado. Con la situación explosiva que estaba atravesando por entonces Estados Unidos, manifestada en la revolución del Tea Party, que acabó desembocado en el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales, y la consiguiente derrota de los demócratas en las urnas, una frase como aquella vuelve a tomar fuerza, a ser rescatada de las hemerotecas y no puede pasar desapercibida. No es porque los cacheos en los aeropuertos solo sirvan para crear una falsa sensación de seguridad o porque el gobierno esté dejando de realizar la tarea que le corresponde -dejación de responsabilidades que acaba permitiendo que terroristas de verdad se cuelen en los aviones, e incluso, para recochineo, dejando escapar a los que ya han sido apresados-, lo que ha provocado que la frase haya hecho fortuna y conseguido fama es lo bien que sintetiza el conflicto entre individualismo y colectivismo.
Mientras que a los terroristas no se les somete a un “interrogatorio intenso”, el ciudadano medio americano o europeo, que respeta la ley, sí es sometido a un “chequeo intenso”. O, como el supervisor de la TSA [Transportation Security Administration] le explicó a Tyner: “Al comprar su billete, usted ha renunciado a un montón de derechos”.
Sin duda, Marlasca-Gran Hermano esta vez se ha pasado varios pueblos… Es deseable y casi seguro que el gigante que está actualmente dormido acabe despertando… La gente es muy posible que siga permitiendo que cuando pretende tomar un avión le hagan quitarse los zapatos y el cinturón, e incluso que le hagan perder un poco de su tiempo… pero, si ponen a prueba su paciencia es más que posible que acabe gritando ¡No me toques los cojones!.
Con lo rica, gráfica, metafórica y escatológica que es la lengua española, tuvo que ser un “anglohablante” el que pusiera de moda hace tres lustros la expresión perfecta, las palabras precisas para nombrar lo que nuestros gobiernos deberían haber escuchado de nuestros labios hace mucho tiempo.
A lo largo de nuestra historia nos hemos dejado avasallar por todo tipo de gobiernos colectivistas, aceptando como borregos que el individuo puede ser sacrificado por el interés general, por el “bien común”. Nunca hemos tenido lo que hace falta tener para plantar cara a nuestros gobiernos. John Tyner nos dio una lección con su actitud rebelde y nos recordó de paso que cada uno de nosotros es responsable de su situación de postración ante quienes nos mal-gobiernan, y que hasta que entendamos lo que la ya famosa frase significa, no conseguiremos salir de nuestra situación de crisis política, económica y personal.
Pero, todavía hay una moraleja aún más profunda en la actitud de John Tyner: la idea de que ya apenas poseemos derechos, de que hemos renunciado a ellos para de ese modo tener el “privilegio” de poder realizar nuestras actividades cotidianas normales. Tyner hace de “Pepito Grillo” y nos recuerda que la servidumbre voluntaria es solamente responsabilidad nuestra y que la rebelión del Tea Party y de quienes han acabado aupando a Donald Trump al poder es cada día más necesaria.
¿Debemos permitir que el Gobierno de Pedro Sánchez nos aumente los impuestos, a pesar de haber prometido lo contrario en la campaña electoral de hace pocos meses, a la vez que nos sigue endeudando e hipotecando, y poniendo en riesgo nuestro futuro y el de nuestros descendientes?
¿Debemos permitir que violen nuestra intimidad, obligándonos a facilitar determinada información a la ahora de alojarnos en un hotel o alquilar un vehículo…? ¿Debemos permitir que se nos obligue a facilitar datos de nuestras tarjetas bancarias o nuestras direcciones de correo electónico, etcétera?
Marlasca ¡No, no me toques los “güevos”!
¿Debemos permitir que el Gobierno de Pedro Sánchez y los gobiernos de las 17 “comunidades autónomas” promulguen nuevas normas contra “el cambio climático” y sobre las emisiones de gases de efecto invernadero que provienen de tu coche, de tu cortador de césped o de tu casa? ¡No, no me toques los “güevos”!
¿Debemos permitir más injerencias, más intromisiones en nuestras vidas cotidianas, hasta el extremo de que los gobiernos nos digan lo que podemos comer y lo que no; lo que debemos beber y lo que no, cómo debemos amarnos y cómo tener sexo; o cómo debe la gente educar a sus hijos…? ¡No, no me toques los “güevos”!
Y así un largo etc.
E insisto: Todo esto sólo depende de nuestra docilidad, de nuestra cobardía y de nuestra sumisión. Depende de que nos dejemos intimidar por la autoridad del gobierno. El triunfo electoral de Donald Trump demuestra claramente que el americano medio es capaz de defenderse cuando se le acosa demasiado.
¿Seremos capaces los europeos y los españoles de “echarle güevos” y sacudirnos el yugo del intervencionismo estatal y de los partidos del consenso socialdemócrata?
¿Seremos los españoles capaces de alzarnos contra Pedro Sánchez y demás enemigos de España y desalojarlos del poder?
Para ello, como vengo repitiendo día tras día, en mis últimos artículos, es imprescindible que se cree ya, sin dilación, un BLOQUE DE DERECHAS y que la derecha se presente unida, en una sóla candidatura en las próximas elecciones generales… y si Santiago Abascal y Alberto Núñez Feijo son el principal problema. Pues, habrá que pasar por encima de ellos.
¡No me toques los “güevos”!
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