Orlando Avendaño
En el actual Twitter un grupo de desconocidos decide caprichosamente cuáles son las voces que deben ser escuchadas y cuáles no
Empecemos por el principio:
Elon Musk se convirtió en el accionista mayoritario de Twitter con la compra del 9,2% de la compañía. El board de Twitter le ofreció un asiento a Musk, pero el multimillonario lo rechazó, con el propósito de aplanar su segunda movida: la «toma hostil» de todo Twitter, con una oferta muy por encima del valor actual de la compañía.
Es claro que Elon Musk no quiere ser el dueño de Twitter para hacerse rico, sino por razones ideológicas. En principio, Musk ha sido uno de las personalidades más grandes en denunciar la censura de la compañía, la falta de libertades y la intolerancia. Por ello, su objetivo es exprimir al máximo el potencial de Twitter, convirtiéndolo en un espacio en el que impere plenamente la libertad de expresión. No hay duda de que, desde ese punto de vista, todos queremos que Twitter pase a manos de Musk.
Bueno, no todos…
Grandes medios de comunicación como el New York Times, Bloomberg o el Washington Post reaccionaron en contra de Musk. Decenas de influencers de izquierda atacaron al empresario sudafricano. Incluso, una presentadora de MSNBC tuvo un momento de honestidad y dijo que hay que oponerse a Musk porque “él quiere controlar cómo piensa la gente… Y ese es nuestro trabajo”. Esa última frase deja claro por qué ha habido una reacción virulenta de la izquierda totalitaria, censuradora, en contra de las intenciones de Elon Musk.
Sin embargo, no solo usuarios han reaccionado en contra de Musk. Uno de los principales accionistas de la compañía también: resulta que al príncipe saudí Al Waleed Bin Talal, quien posee un gran número de acciones de Twitter, no le gusta la oferta de Musk. Sí, el príncipe de una monarquía totalitaria, que suprime libertades y asesina periodistas, es actualmente uno de los principales accionistas de Twitter. El hombre, por cierto, también ha sido acusado de financiar al grupo terrorista islámico Al Qaeda.
Entonces los que reaccionan en contra de Musk por pretender comprar TWITTER, lo hacen porque les parece un despropósito que un hombre como él controle la principal plataforma de debate e interacción del momento. Sí, odian que un hombre con los valores de Musk sea el dueño de Twitter; prefieren que la compañía esté en manos de gente como Morgan Stanley o la familia real de Arabia Saudita —acusada, por cierto, de utilizar a empleados de Twitter para espiar a disidentes de la monarquía.
Detrás de todo este escándalo lo que hay es un terror profundo a la libertad de expresión. Que gente en Twitter con la que la izquierda progresista disiente, pueda decir lo que a ellos no les gusta.
Pero, al final, como el mismo Musk dijo, de eso se trata la libertad de expresión: que “gente que no te gusta pueda decir cosas que no te gustan”.
Orlando Avendaño es el co-editor Jefe de El American. Es periodista venezolano y cuenta con estudios en Historia de Venezuela. Es autor del libro Días de sumisión.
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