CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN.
En las últimas horas y días me han llegado algunas noticias que guardan relación con el título de este artículo.
Una de ellas guarda relación con las reacciones habidas en las redes sociales respecto de un profesor de Historia de eso que llaman «ESO» que se llevaba las manos a la cabeza porque ha realizado un examen a un grupo de alumnos y de 25 se ha visto obligado a suspendera 17. El profesor añadía que «salvo por dos o tres chavales, el paisaje es extremecedor»…
Acabo de corregir un examen de 1ESO (12 años). Suspenden 17 de 25. Salvo por dos o tres chavales, el paisaje es estremecedor. En cambio, durante la hora de tutoría han demostrado una maestría sin igual en la detección y expresión de sus emociones y sentimientos. Detección y expresión que, por lo que he visto, no les han servido para ser más fuertes y estar mejor preparados, sino para construirse un relato que les permita presentarse como víctimas de múltiples y casi siempre inexistentes amenazas. Mucho me temo que en primaria han dedicado más tiempo al análisis de su fracaso escolar que a practicar la simple y costosa fórmula para evitarlo.
Las reacciones de la progresía, de personas izquierdistas, víctimas de las leyes «educativas progresistas» no se han hecho esperar y no paraban de repetir que «la culpa es del profesor que no explica bien o que no sabe hacer atractiva la asignatura para sus alumnos, que no sabe motivarlos…» y un largo etc. de tópicos típicos de gente estúpida e ignorante que, por desgracia es la que más abunda en España, no sólo entre los papás y sus vástagos, sino entre una gran mayoría de profesores desde el parvulario (derivado de «parvus», niño pequeño en Latín) hasta la universidad, ambas etapas incluídas.
También me han llegado noticias de que aquel profesor de universidad que hace meses levantó una enorme polémica por afirmar sin tapujos que tanto él como sus colegas estaban engañando a sus alumnos, creándoles falsas espectativas y de paso a sus familias.
Daniel Arias Aranda, que es como se llama el profesor, ha publicado recientemente un libro con el mismo título que encabezaba la carta que dirigió a sus alumnos.
La carta que dirigió a sus alumnos, y a cuantos estuvieran cursando estudios universitarios y a sus respectivos profesores, la volvemos a reproducir, para quienes les pasara desapercibida:
«Llevo impartiendo clases en la universidad cerca de 25 años, dos de ellos en la Universidad Complutense de Madrid y el resto en la Universidad de Granada. Por mis clases han pasado directivos de grandes empresas que tenían más o menos mi edad cuando les di clase y otros que, en sus generaciones respectivas, han ido ganándose un puesto en la sociedad gracias a su formación y a su esfuerzo…
Por mis clases han pasado directivos de grandes empresas que tenían más o menos mi edad cuando les di clase y otros que, en sus generaciones respectivas, han ido ganándose un puesto en la sociedad gracias a su formación y a su esfuerzo
La primera asignatura que impartí fue en el curso 1997/98. Era Dirección Estratégica de la Empresa (sigo aún impartiéndola), entonces del plan antiguo de 5 años de Económicas y Empresariales. Tenía matriculados 524 alumnos en cada grupo. Era imposible distinguir las caras de los que se sentaban atrás en aquellas gigantescas aulas del Pabellón de Tercer Curso de la UCM. Eso sí, las aulas estaban llenas. Algunos alumnos se tenían que sentar en las escaleras porque no cabían.
En las horas de tutoría, los alumnos hacían cola en la puerta de mi despacho. Responder todas las consultas, curiosidades, dudas… era tan agotador como satisfactorio. Las constantes preguntas de los estudiantes en clase me obligaban a llevar la materia muy preparada. Yo ya tenía 25 años y no recuerdo estudiar más que entonces.
La asignatura era dura y las preguntas de desarrollo configuraban exámenes que duraban horas. Era imposible corregir todo aquello en menos de diez días. Las revisiones eran complejas (sobre todo para los que estaban entre el 4 y el 5).
Todo lo anterior es tan sólo un eco del pasado.
Hoy me dedico a engañar más que a enseñar
Por mis clases han pasado directivos de grandes empresas que tenían más o menos mi edad cuando les di clase y otros que, en sus generaciones respectivas, han ido ganándose un puesto en la sociedad gracias a su formación y a su esfuerzo.
Hoy me dedico a engañar más que a enseñar. Me explico a continuación.
Los grupos hoy son de unos 50 alumnos, de los cuales raramente viene a clase más de un 30%. Los que vienen, lo hacen en su mayoría con un portátil y/o un teléfono móvil que utilizan sin ningún resquemor durante las horas de clase. Las caras de los alumnos se esconden tras las pantallas. De hecho, me sé mejor las marcas de sus dispositivos que sus rasgos faciales. Es raro que alguien pregunte, por mucho que se les incite a hacerlo. Quince minutos antes de que acabe la clase ya están recogiendo sus cosas, deseosos de salir.
Soy consciente que para vosotros, soy sólo un estímulo más que compite con las redes sociales y el vasto imperio de internet. Evidentemente, soy más aburrido que un video de influencers de Tiktok.
Cada vez me siento más como un profesor del instituto de una serie mediocre de los 80 que como un catedrático. A menudo tengo que callarme porque el rumor generalizado se extiende por el aula y me da vergüenza mandar callar a universitarios constantemente. He separado a gente para que no hablen entre ellos, he expulsado alumnos del aula y me he llegado a marchar de clase ante el más absoluto desinterés.
Como respuesta a este panorama y, siguiendo las cambiantes normativas universitarias (siempre peores que las anteriores), los profesores hemos tomado cartas en el asunto con las siguientes medidas:
De este modo, cumplimos el contrato-programa, el departamento es feliz, la universidad es feliz, nuestros alumnos aprueban, creen que saben algo y son felices y nosotros languidecemos ante la triste realidad
Soy consciente que para vosotros, soy sólo un estímulo más que compite con las redes sociales y el vasto imperio de internet. Evidentemente, soy más aburrido que un video de influencers de Tiktok
De este modo, cumplimos el contrato-programa, el departamento es feliz, la universidad es feliz, nuestros alumnos aprueban, creen que saben algo y son felices y nosotros languidecemos ante la triste realidad.
Soy consciente que para vosotros, soy sólo un estímulo más que compite con las redes sociales y el vasto imperio de internet. Evidentemente, soy más aburrido que un video de influencers de Tiktok.
Por eso, te digo que me dedico a engañarte, querido alumno/a. Vives en una mentira que nosotros edulcoramos. Por eso, es mejor que si quieres seguir viviendo en tu burbuja, mientras puedas, no sigas leyendo, ya que voy a contar lo que hay detrás de Matrix.
Bueno, si sigues leyendo, lo haces bajo tu propia responsabilidad. No digas que no te advertí. Aquí van algunas realidades que no te van a gustar:
Te faltan habilidades básicas indispensables en estudios superiores. No tienes capacidad de expresión. Tu vocabulario es muy básico y se limita a verbos débiles (hacer, ser, estar) en lugar de específicos como desarrollar, evolucionar, ampliar, …
1.- Te faltan habilidades básicas indispensables en estudios superiores. No tienes capacidad de expresión. Tu vocabulario es muy básico y se limita a verbos débiles (hacer, ser, estar) en lugar de específicos como desarrollar, evolucionar, ampliar, …
2.- Por ello, cuando entregas un trabajo o haces una exposición de un texto que has copiado de Wuolah, El rincón del vago u otros, donde plantas frases como «considerando la posibilidad de articular el concepto de selección adversa con las bases teóricas de la economía de las organizaciones…», sé de sobra que no lo has escrito tú porque, para más INRI, cuando te pregunto en clase sobre el significado de esa frase, no sabes qué contestar.
3.- Por supuesto, al exponer en clase, la frase del punto anterior la has leído literalmente de tu móvil, del que no despegas los ojos aún enfrente de tus compañeros, y la has colocado en una transparencia de Powerpoint cuyo diseño en 1995 ya estaba obsoleto. El resto de tu presentación se limita al «efecto karaoke», leer los interminables párrafos que has cortado y pegado.
No sabes estar. Sí, estar. Balbuceas, te encorvas, no fijas la mirada, llevas una o las dos manos en los bolsillos, vienes a una exposición en chándal o con leggins… No te dignas a respetar la institución milenaria que te acoge y que se llama universidad. No entiendes lo que eso significa y tampoco tienes ningún interés en saberlo
4.- No sabes estar. Sí, estar. Balbuceas, te encorvas, no fijas la mirada, llevas una o las dos manos en los bolsillos, vienes a una exposición en chándal o con leggins… No te dignas a respetar la institución milenaria que te acoge y que se llama universidad. No entiendes lo que eso significa y tampoco tienes ningún interés en saberlo.
5.- Si tu expresión es limitada, tu escritura lo es más. Se nota que ya no se hacen dictados en educación secundaria. Caso aparte merecen los alumnos que no hablan español y no comprendo que hacen ocupando un asiento, especialmente aquellos provenientes del país creador de Tiktok.
6.- Jamás hubieras superado esta asignatura hace 10 o 20 años. De hecho, de tu clase, no más de 10 personas seguirían admitidas en estos estudios. Te lo dice un licenciado que acabó dos titulaciones en la Universidad Carlos III de Madrid donde tras 4 convocatorias suspensas de una asignatura, ibas a la calle.
Tu nivel de lenguas extranjeras es nulo. Doy clases en un Máster íntegramente en inglés donde apenas hay españoles y el nivel de los estudiantes extranjeros es infinitamente superior. De hecho, el máster es lo único que alimenta mi motivación a enseñar
7.- Tu nivel de lenguas extranjeras es nulo. Doy clases en un Máster íntegramente en inglés donde apenas hay españoles y el nivel de los estudiantes extranjeros es infinitamente superior. De hecho, el máster es lo único que alimenta mi motivación a enseñar.
8.- Las habilidades blandas brillan por su ausencia. ¿Liderazgo, resiliencia, trabajo en grupo? Son básicas para cualquier empleo. Cuando me escribes un email para decirme que te has peleado con tus compañeros de grupo o envías a tu madre a una revisión de exámenes, mi perplejidad no cabe en mi persona. Hace años que no recomiendo a ningún alumno para ninguna empresa.
9.- Vives anestesiado por las redes sociales. ¿Te crees que no me entero? Mientras doy clase veo tu cara de soslayo tras la pantalla con risitas y yo sé que explicar la cadena de valor de la empresa es de todo menos gracioso. No estás en clase, estás en Instagram. Pero yo me hago el tonto y miro para otro lado.
Pero sí puedo hacerte creer que vales, aunque sepa que es mentira. Me he convertido en un experto en hacerlo porque el sistema me lo exige y cumplo
Estos puntos son sólo la cima del Iceberg. Los profesores estamos hartos de formarnos en técnicas docentes multidiversas y de pelajes exóticos para motivar al alumnado. Lo que está claro es que si tú, estudiante, no tienes interés, yo no puedo plantarlo en ti. Pero sí puedo hacerte creer que vales, aunque sepa que es mentira. Me he convertido en un experto en hacerlo porque el sistema me lo exige y cumplo. Y rezo por que esto sólo me ocurra a mí, y como mucho en mi facultad, pero no ocurra en Medicina o Ingeniería de caminos, sobre todo cuando cruce un puente o, Dios no lo quiera, esté en la camilla de un quirófano.
Quizás, el pago de una matrícula de cuatro ceros aumente la motivación en lugar de las irrisorias tasas académicas públicas
Podemos echarle la culpa a la universidad pública y tiene bastante, pero no toda. «Si quieren calidad, que se vayan a la privada», he escuchado por ahí. Y los números van apuntando en esa dirección. Quizás, el pago de una matrícula de cuatro ceros aumente la motivación en lugar de las irrisorias tasas académicas públicas. Puede que la universidad pública reaccione cuando la privada le coma la tostada, cosa que está haciendo muy bien.
Lo que está claro es que si tú, estudiante, no tienes interés, yo no puedo plantarlo en ti. Pero sí puedo hacerte creer que vales, aunque sepa que es mentira.
Lo que está claro es que si tú, estudiante, no tienes interés, yo no puedo plantarlo en ti. Pero sí puedo hacerte creer que vales, aunque sepa que es mentira
No obstante, mis evaluaciones docentes son muy buenas y las he publicado. Pero no soy una excepción. Cuando hablo con compañeros coinciden con mi visión. Escribir esto es arriesgado y es más cómodo callar y obrar. Lo entiendo perfectamente, patada y al área es la actitud mayoritaria.
No quiero terminar exponiendo un problema sin dar soluciones. Las hay. Pero para ello, hay que romper el paradigma en que estamos sumergidos y ser muy valientes. He aquí algunas propuestas incómodas:
1.- No somos todos iguales. Hay estudiantes con vocación e interés eclipsados por la mediocridad imperante. Centrémonos en ellos. La universidad es para formar a las élites intelectuales. Antes de que me llaméis facha, esa frase es del insigne Gregorio Peces-Barba, mi rector cuando estudiaba en la Universidad Carlos III, padre de la Constitución y socialista de los de verdad (cómo han cambiado las cosas). La Formación Profesional forma grandes profesionales que no han de ser universitarios.
2.- Devolvamos al profesorado universitario las competencias perdidas como autoridad intelectual a la hora de diseñar planes de estudio, modelos de enseñanza y currículum. No podemos esperar dos años a que la ANECA dé el visto bueno a una modificación de los planes de estudio. El mundo cambia demasiado rápido para seguir impartiendo contenidos obsoletos.
3.- Reforcemos las capacidades básicas en enseñanzas no universitarias: Enseñar a pensar, a enfrentarse a obstáculos, a expresarse, a tener modales, a leer y escribir bien en español e inglés, a tener tolerancia a la frustración y, sobre todo, a buscar la superación constante.
4.- Eliminemos cualquier rastro de gadgets tecnológicos en la enseñanza (lo que incluye ordenadores portátiles). Darle un Chromebook a un niño de 10 años es como darle una cuchilla de afeitar a un bebé. SEÑORES TECNO-PROGRES LEAN ESTO POR FAVOR: Cruzar un puente no te hace ingeniero de caminos, de la misma manera que tener un ordenador no te hace nativo digital. Mis alumnos no saben, en su mayoría, elaborar un Excel o dar formato a un texto en Word. Las TICs a edades tempranas sólo sirven para distraer. La plasticidad neuronal se desarrolla con lápiz y papel, no con la dictadura de los teclados.
En todo caso, no busques la solución en el Estado, ni en los sindicatos, ni en los cantos de sirena de los -ismos, ni en las redes sociales. La solución está en ti. Si tú cambias, el mundo cambia
5.- Hacer sentir a los chavales orgullosos de quienes son y donde están, con admiración hacia lo que les rodea y hacia otras culturas. Fomentar la curiosidad innata y el respeto. Crear descubridores y jamás plantar la semilla del odio o la desolación. Huir de los nacionalismos, siempre manipuladores y huir de los populismos, de cualquier cosa negativa que acabe en ismo. La mente de un niño es sagrada.
6.- Fomentar la cultura de la competición y la colaboración en todo tipo de enseñanzas. El esfuerzo conlleva recompensa, a veces a largo plazo. Los mejores serán premiados y los peores se quedarán fuera de juego y, si quieren volver a entrar tendrán que esforzarse más, o bien, centrarse en otro juego, esto se llama flexibilidad académica. Si tu hijo es malísimo en matemáticas, pero le encanta tocar la guitarra, quizás tengas que ponerle un profesor particular en guitarra y no en mates. Y el sistema ha de aceptar esto. Saquemos lo mejor de cada individuo.
7.- Con 18 años no sabes, salvo que tengas una vocación innata, que es lo que quieres estudiar (yo no lo sabía, pero tuve suerte al elegir). Flexibilicemos los primeros años universitarios y de FP. Las titulaciones no han de ser bloques de cemento. ¿Empiezas Informática y no te gusta? Hagamos pasarelas. Implantemos el ‘major’ y el ‘minor’ como en EE. UU. Que una mala decisión no frustre una vida.
En fin, querido estudiante, esto es lo que hay. Quizás seas la excepción a todo lo escrito, ojalá sea así, pero los números me dicen que las probabilidades son inferiores al 10%. En todo caso, no busques la solución en el Estado, ni en los sindicatos, ni en los cantos de sirena de los -ismos, ni en las redes sociales. La solución está en ti. Si tú cambias, el mundo cambia.
Y si no quieres cambiar, no te preocupes, te seguiremos engañando, haciéndote creer que lo estás haciendo muy bien«.
Pues sí, como afirmo en mi libro «ESPAÑA SAQUEADA: POR QUÉ Y CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ,… Y FORMA DE REMEDIARLO», La educación y la enseñanza de nuestros hijos son demasiado importantes para dejarlas en manos de los «psico-pedagogos» y demás charlatanes progresistas.
La situación de la enseñanza en España, de la instrucción pública, es equiparable a un sistema sanitario en que la dirección del mismo hubiera caído en manos de homeópatas, sanadores, echadores de cartas, quirománticos, astrólogos y demás charlatanes de feria. Desde la implantación de la nefasta LOGSE (o incluso antes) y demás «leyes educativas progresistas», la planificación y la gestión de la enseñanza en España ha sido confiada a una tribu de “expertos” y psico-pedagogos, miembros del sistema, trovadores y bufones que han entrado como un elefante en una ferretería, con un desprecio absoluto hacia la Ciencia, hacia las Humanidades, hacia las Ciencias Naturales y, por supuesto, hacia lo que siempre ha sido considerado de sentido común y nadie cuestionaba, por la sencilla razón de que había probados sobradamente su eficacia…
Algún día habrá que pedir cuentas a quienes confiaron el sistema de instrucción pública a semejantes estúpidos, pues, los objetivos están demasiado claros: destruir nuestra forma de convivencia, rediseñar la cotidianidad, para crear hombres y mujeres «nuevos» y destruir la civilización judeocristiana, grecorromana, las raíces de nuestra nación.
Minorías ruidosas, ideologizadas y con un enorme poder e influencia, imponen sus dogmas en los planes de estudio (lo que ahora han dado en llamar «currícula»), como si vivieran en una realidad paralela, totalmente distantes de la realidad.
En los centros que hasta ahora eran llamados, con razón, «de estudio» se procura fundamentalmente adoctrinar, infantilizar y embrutecer, todo ello de forma festiva… No importa que lo que se enseñe a los alumnos carezca de base científica, no importa que los profesores se contradigan unos a otros (¡Viva la «libertad de cátedra»!).
En los colegios, institutos y universidad se enseña todo, o casi todo, desde la «perspectiva de género», negando lo evidente: que los humanos nacemos hombres y mujeres, machos y hembras, y que las diferencias anatómicas, biológicas y la herencia, determinan nuestro comportamiento y especialmente al ir al encuentro del otros sexo (que no «género», pues el género es un accidente gramatical que en nada guarda relación con el sexo).
El colmo de los colmos es decirles a los niños (y niñas) que hay niños con vulva y niñas con pene…
Todo lo que se enseña en las escuelas, institutos y universidades está en la dirección de «combatir el sexismo», «combatir la xenofobia», promover la «educación afectivo-emocional», el respeto a la «diversidad»… el «igualitarismo». A pesar de que, la igualdad no existe y es un imposible, y si se acaba imponiendo es mediante la coacción, de forma totalitaria y liberticida…
Es importante señalar que, en cada una de las 17 taifas hispánicas se manipula al alumnado, se le adoctrina con una forma u otra de nacionalismo, y se les inculca odio a España, hispanofobia y, por supuesto, se les enseña la «leyenda negra antiespañola»…
Evidentemente, si se le da prioridad a toda esta ristra de estupideces, poco o nada de tiempo les queda a los profesores para enseñar la Lengua y Literatura Españolas, la Historia de España, Filosofía, Matemáticas, y un largo etc. A la ristra elaborada por los psico-pedagogos del régimen, también hay que añadir la enorme cantidad de tiempo que se pasa cualquier profesor tratando de imponer silencio, e intentar hacerse escuchar…
Lo importante, según los psico-pedagogos del régimen es que, los niños sean felices, no sufran traumas que los marquen para el resto de sus vidas y aprendan que lo mejor es acostarse y tener sexo con cualquiera, independientemente de su sexo, e independientemente de que la nación española corra un serio riesgo de desaparecer, debido a que es casi imposible que haya recambio generacional… y bueno, si los alumnos al terminar su estancia en los centros de estudio son analfabetos funcionales, es lo de menos (quizá lo de más), pues ellos acabarán eligiendo al presidente del gobierno.
Gestionando emociones
La gestión de las emociones y la inteligencia emocional son dos de las columnas básicas sobre las que se levanta el dudoso edificio de la enseñanza progresista.
Más de uno habrá que, haya ya notado que, cuando hablo de los centros de estudio, hablo de «enseñanza» y no de «educación»… Pues, no es casualidadd; vuelvo a retomar lo que ya he subrayado en múltiples ocasiones: No es lo mismo educar que enseñar.
Educar es formar en ideas y creencias, inculcar valores; y como consecuencia, la educación es algo que compete a la familia, y que por supuesto nunca ha de ser considerado exclusivo de la escuela, en todo caso en los centros de estudio se debe reforzar lo “sembrado” en la familia. Pero, debe ser en la familia donde se inculquen esos valores para que perduren para siempre.
Por el contrario, enseñar es sinónimo de instruir (siempre se llamó Ministerio de Instrucción Pública, no “de Educación”), y por supuesto, solo puede instruir quien sabe, y sobre todo aquella persona a la que se le reconocen saberes, autoridad y ante quienes los alumnos están dispuestos a dejarse enseñar.
Los que dicen ser partidarios de la nueva «psico-pedagogía» dicen que hay que fomentar la alegría en la escuela, crear un buen ambiente; por supuesto, nadie en sus cabales cuestiona que una buena relación alumno-profesor y un entorno agradable facilitan el aprendizaje, pero en cualquier caso ese “buen-rollo”, aunque pueda considerarse deseable, no es conditio sine qua non.
Para los ideólogos de la nueva psico-pedagogía, el profesor ha de ser fundamentalmente un showman, un animador que, motive, seduzca… pero, nunca ha de imponer disciplina, ni orden y mucho menos castigar, pues, esas son cosas rancias, anacrónicas, reaccionarias que, lo único que causarían es frustración, traumas, etc. y sobre todo, reproducirían la forma de vida que nos legaron nuestros ancestros, de los que nada o casi nada debemos aprender, forma de convivencia que hay que erradicar (nunca mejor dicho, «desde la raíz») para diseñar una nueva sociedad, un hombre y una mujer nuevos.
Por supuesto, -a más de uno que haya llegado hasta aquí ya lo habrá pensado-, quienes hacen apología y defienden semejantes sandeces nunca han pisado un aula, salvo cuando eran alumnos (generalmente malos o medicres alumnos), y es el pefecto pretexto para medrar y conseguir pingües beneficios dinerarios o de toda clase… A río revuelto.
La caterba de psico-pedagogos del régimen reniegan del «pienso, luego existo» y tratan de imponer «siento, luego existo». Claro que, no se trata de negar la faceta emocional, afectiva, del ser humano, sin duda alguna; pero, de ahí ha darle prioridad absoluta a lo emocional hay un profundo abismo.
Al parecer, los psico-pedagogos del régimen no han leído a un tal Aristóteles (aquel que vivió en Grecia hace dos milenios y medio), o se han olvidado de él, o padecen alzheimer selectivo.
La faceta emocional de los alumnos pueden ser un medio para acercarse a los alumnos, para ganarse su confianza, y poder lograr una mejor enseñanza; pero no puede ser un fin, un objetivo del aprendizaje.
Claro que, muchos partidarios de la «ideología educativa progresista» consideran que, para ser profesor vale cualquiera, siempre que sea divertido, frívolo, fiestero… Da igual si posee preparación, conocimientos que impartir, o habilidades para enseñar… Lo importante, según estos chalatanes de feria, es «la inteligencia emocional», ser comprensivos, tolerantes, colegas de los alumnos… Claro que, los colegas no enseñan (tampoco educan), no reprenden, no castigan, ni ejercen autoridad de clase alguna, pues, pertenecen al mismo grupo, a un «grupo de iguales»…
¿Les extraña ahora que, haya profesores que digan aquello de que son los mejores amigos de sus alumnos y que, tienen mucho que aprender de ellos?
De veras es increíble que haya psico-pedagogos que afirmen que los castigos son contraproducentes y que, no hay que poner frenos a los alumnos, menos contradecirlos, decirles ¡No!, o cuestiones por el estilo, pues, todo ello llevaría a los profesores a «enemistarse» con sus alumnos. Sin duda alguna, ese «pensamiento Alicia», como diría el tristemente fallecido, filósofo, Gustavo Bueno, está en la dirección quienes piensan que desear una cosa es suficiente para que se convierta en realidad.
Sin duda alguna, decir tales cosas implica estar absolutamente alejados de la realidad, o vivir en una realidad paralela, pues, la realidad es otra. Es verdad que no todos los castigos son justos, ni proporcionados, ni la solución correcta; y que, incluso a veces es mejor no recurrir al castigo, y que, no siempre funcionan ni hacen cambiar el comportamiento de los alumnos, o incluso los empujan a aquello de la «profecía autocumplida»… Pero, en este mundo que nos ha tocado vivir, en el que lo que impera es una moral de obligación y sanción, evidentemente, los centros de estudio deben ser lo más parecido a la sociedad, en la que, teóricamente, quien la hace la paga.
Otro de los grandes dogmas que, se repiten hasta aburrir, hasta el hartazgo, por parte de los psico-pedagogos del régimen es lo de las «TIC.»
Evidentemente, es innegable que vivimos en pleno siglo XXI y que, las nuevas tecnologías nos rodean allá donde vayamos. La informática, las redes sociales, internet, son realidades innegable; igual que en un determinado momento los humanos (unos más pronto, otros más tarde) inventaron la escritura, y más tarde la imprenta… Las diversa revoluciones científicas, tecnícas, han acabado inevitablemente influyendo en la enseñanza institucionalizada, pero eso no implica que haya que desterrar de las aulas todo aquello que ha probado sobradamente su eficacia a la hora de enseñar, todo aquello que se sabe que facilita el aprendizaje. No deja de ser asombroso que, los partidarios de la nueva psico-pedagogía se hayan olvidado de que, la inteligencia guarda una íntima relación con la memoria.
De veras, hay que estar alejado de la realidad para pensar que sustituir los libros por ordenadoras, por computadoras, o las clásicas pizarras por «pizarras digitales», es la panacea que lo arregla todo.
Tras de el discurso infantil de las nuevas tecnologías está, también la idea de que, las nuevas generaciones están, poco más o menos, que hechos de otra pasta, que nacen con ciencia infusa, por eso, los psico-pedagogos del régimen, afirman, sin ponerse colorados, que los alumnos «saben más que los profesores» de las nuevas tecnologías de la información, y que hay que aprender de ellos (y no viceversa). Es por ello que los psico-pedagogos recomiendan que los profesores se adapten al lenguaje de los alumnos, para que logren hacerse entender y escuchar y tópicos estúpidos por el estilo.
Por supuesto, los partidarios de esta ideología pedagógica, no tienen en cuenta que las nuevas tecnologías (como cualquiera) no son neutras, nunca se plantean que puedan ser perjudiciales y menos que haya que poner límites.
En resumidas cuentas: los alumnos no se sienten motivados para aprenden porque los profesores, las lecciones y los libros no son alegres y divertidos; introduzcamos el ordenador en el aula y la enseñanza dejará de ser aburrida y tediosa, los profesores lograrán motivar a sus alumnos, y todo irá de maravilla.
Decía mi filósofa preferida, Ayn Rand, que cuando la mayoría ha dejado de tener presentes las cuestiones más elementales, éstas acaban siendo las más difíciles de explicar y de hacer entender. Según parece, aunque sea de Pero Grullo, es necesario recordarles a algunos (especialmente a los psico-pedagogos del régimen y a algunos profesores a los que ya han logrado adoctrinar-manipular) que el estudio, el aprendizaje, no es algo “divertido”. Todo aprendizaje requiere esfuerzo, método, perseverancia, tenacidad… Cualquier proceso de aprendizaje podrá ser más o menos interesante, atractivo e incluso apasionante, pero nunca “divertido”. Y la presencia de los ordenadores en la escuela, podrá ser más o menos placentero para los alumnos, divertido, lúdico, festivo… pero no garantiza el aprendizaje.
Aparte de todo ello, habría que tener en cuenta determinadas situaciones que provoca la presencia de ordenadores en el aula que, al parecer los psico-pedagogos del régimen no pensaban que pudieran suceder: ¿Cómo evitar que los alumnos abran una ventana de Facebook o de Instagram, u otra «red social» en lugar de realizar la tarea propuesta por el profesor? ¿Qué hacer si el ordenador se estropea? ¿Qué hacer si la conexión «se cae»? ¿Cómo debe controlar el profesor, la activida de los alumnos para evitar que éstos no entren en páginas que no deben? ¿Deben situarse delante de los alumnos o detrás, o al lado, para vigilarlos?
Hay otro factor que, al parecer los psico-pedagogos del régimen no fueron capaces de prever: Actualmente toda la sociedad, los niños, los adolescentes, los adultos, los ancianos… están siendo constantemente, sistemáticamente bombardeados con información que, la mayoría de las veces no es más que un ruido atronador, adormecedor, cantidad de información casi imposible de «procesar»… ruido, ruido, mucho ruido… Hemos llegado a tal grado de dependencia respecto de ese ruido que, si le confiscamos el teléfono a un alumno, le provocaremos, como poco ansiedad y estrés, y la persona más aparentemente pacífica, acabará tornándose agresiva, violenta. La inmediatez, la impaciencia, fomentan la dispersión, fomentan la incapacidad de concentración en el estudio, y evidentemente, dificultan el aprendizaje.
Una condición indispensable para crear un ambiente propicio para el aprendizaje es la tranquilidad, la ausencia de ruido… sin ellos, la concentración en el estudio es tarea imposible. Saltar de un asunto a otro constantemente, imitando a los contertulios de los medios de información y manipulación de masas, puede ser muy divertido, lúdico, festivo, espectacular, en una tertulia de televisión, pero no es lo mejor en un centro de estudio. Claro que, cualquier malpensado, que haberlos haylos, dirá que, así se consigue una enseñanza muy divertida, festiva y sobre todo, analfabetos funcionales que, insisto: serán los que acaben eligiendo al presidente del gobierno…
El primer impedimento para llevar a cabo tal ocurrencia es que, la mayoría de los profesores no está capacitada para impartir clases en inglés.
El segundo impedimento es que, lo último que se debe hacer es que los alumnos reciban enseñanza en inglés. Si en algunos casos su nivel de comprensión de la lengua española (o de las lenguas regionales, allí donde las hay), es altamente deficiente, imaginemos lo que pasaría si la clase se impartiera en Inglés. Quizá algunos alumnos mejorarían su conocimiento de la lengua inglesa -está por ver- pero, lo que sí es seguro es que el aprendizaje de la asignatura de la que se trate, sería paupérrimo.
Pero aparte de estos impedimentos que, condicionan la práctica y que los “expertos” no fueron capaces de prever, ya que nunca han pisado un aula, salvo cuando eran alumnos, hay otros factores todavía más importantes: El español cuenta con el honor de ser el cuarto idioma más hablado del mundo, con aproximadamente 550 millones de hablantes, de los cuales más de 450 millones lo tienen como lengua materna. No hay ninguna razón para ceder a esa actitud estúpida, «snob» que se deja arrastrar por todo lo que huele a anglosajón. La defensa del inglés como lengua vehicular va pareja a la estúpida costumbre de introducir continuamente anglicismos, generalmente innecesarios y sin venir a cuento, en nuestra habla habitual, que únicamente revelan complejo de inferioridad y actitud servil frente al inglés, que es, no lo olvidemos, la lengua del globalismo.
Ahora lo que hay que producir no es gente culta y formada –el conocimiento ya está en internet-, sino emprendedores. Bien, pero ¿Eso cómo se transmite?
Y, por otro lado, «educar-enseñar a los jóvenes para el futuro» no resulta una buena idea. Es tarea casi imposible, pues, es difícil saber cómo será el trabajo del futuro. Cuando algunos hablan de educar «para el futuro», hablan de educar para el mundo laboral (siempre al servicio de las empresas, por supuesto), e insisto: ¿Alguien sabe cómo será el mundo laboral dentro de cinco, de diez, o de veinte años? Lo que es seguro es que, los psico-pedagogos, los políticos a los que asesoran y los medios de información y manipulación de masas no lo saben.
Tanto en la red estatal de centros de enseñanza, como en los centros privados, el objetivo principal debería ser preparar a la juventud para que acabe asumiendo cargos de responsabilidad, ya sea en la empresa privada como en la administración de la cosa pública; tanto en un ámbito como en el otro, deberían estar presentes la honestidad, la decencia, la laboriosidad y la lealtad.
El sistema de instrucción pública debe tener como meta formar personas de orden, metódicos y enérgicos; lograr una élite activa, emprendedora y bien educada.
Aparte de conseguir personas alfabetas que, conozcan y dominen, al finalizar sus estudios, su propio idioma, la historia de su país, posean un conocimiento suficiente de matemáticas, etc. la enseñanza institucionalizada debe tener como referente el ideal de “ciudadanos hechos a sí mismos”, para lo cual, para progresar, tanto académicamente como profesionalmente, o en la gestión de lo público, han de ser tenidos en cuenta la capacidad y el mérito, sin olvidar el compromiso ético de servicio a sus conciudadanos.
Los españoles tienen que empezar por ser educados en casa, en la responsabilidad, en la justicia y en el sentido del deber… para que, luego, cuando se incorporen a la enseñanza reglada, todo lo sembrado en casa pueda ser reforzado. Todo lo contrario de lo que actualmente se practica en España.
Retomando lo de que, la enseñanza debe estar orientada a insertar a los alumnos en el mundo laboral, cuando lleguen a adultos, si damos prioridad al aprendizaje de conocimientos “útiles” corremos el peligro de que cuando el más tarde «ex-alumno» busque trabajo, los conocimientos adquiridos se hayan quedado ya algo más que anticuados. Es por ello que, el aprendizaje de contenidos aparentemente “inútiles”, según el entender de los psico-pedagogos del régimen, puede contribuir a sentar las bases que más tarde faciliten enormemente la adquisición de nuevos conocimientos. De todas maneras, sea cual sea el conocimiento adquirido, siempre su adquisición necesitará de esfuerzo, de concentración y de método.
La actual instrucción pública, la enseñanza institucionalizada en España no produce, ni personas con la cabeza bien amueblada ni trabajadores competentes. Ni siquiera la formación profesional es de la calidad que sería deseable, salvo en determinados centros de enseñanza privada.
Este discurso de fomentar “espíritu empresarial” es una burla cruel, puro sarcasmo, cuando tiene lugar en centros públicos situados en zonas marginales. Dirigirse a gente cuyo futuro laboral (para la mayoría) es el, con suerte, el empleo precario, no cualificado y con bajos salarios, o el paro para hablarles de emprendimiento y espíritu empresarial, aparte de una tomadura de pelo, es inculcarles que ellos son los únicos responsables de su futuro “fracaso” laboral y que su circunstancia personal no es susceptible de ser cambiada…
La escuela, como las familias, siempre han transmitido valores (o contravalores) y, por tanto hablar de la educación “en valores” es una absoluta estupidez. Pero, en los tiempos que corren, los psico-pedagogos del régimen, cuando hablan de «educar en valores» están enmascarando el adoctrinamiento que pretenden con los nuevos planes de estudio que ellos han elaborado; valores que, evidentemente no son coincidentes con lo que se siembra en casa, en familia, y menos con los valores comúnmente admitidos para la mayoría de la sociedad.
El mejor ejemplo es el adoctrinamiento que se realiza en los centros de estudio «desde la perspectiva de género». La ideología totalitaria y liberticida de nombre «perspectiva de género» procede del movimiento “gay», del homosexualismo (no todos los homosexuales son gais u homosexualistas) y del denominado feminismo de género, también llamado «femiestalinismo» y «feminazismo», para disgusto de las y los feministas. Quienes saben de qué va la «perspectiva de género», de la cual ya hemos hablado en otras ocasiones, generalmente no comparte sus dogmas, y menos sus objetivos, pues es una ideología contraria a la vida, proabortista, antifamilia, contraria a la civilización occidental judeocristiana (a la que no oculta que pretende destruir), etc. pero nadie se atreve a decirlo por miedo a ser tachado de “homófobo” o “machista” o lindezas por el estilo.
Ni que decir tiene que, lo que proclama la «perspectiva de género» es contrario a todo lo que se enseña en la totalidad de las Ciencias, como por ejemplo la Biología, o la Historia, o la Sociología, y un largo etc. Pero, existe un miedo terrible a cuestionarla…
Según la «perspectiva de género” el comportamiento sexual es una construcción, resultado de la educación y de la cultura. «Constructo social» lo llaman. Evidentemente, sus seguidores niegan la influencia de la herencia y las características biológicas y anatómicas en el comportamiento, y cualquier clase de inclinación natural de ir al encuentro del otro sexo, y menos por razón de la procreación y la perpetuación de la especie.
Hay una realidad que la “perspectiva de género” se empeña en negar: los seres humanos venimos al mundo con un sexo biológico masculino o femenino, y ello viene determinado genéticamente por los cromosomas sexuales (XX en las mujeres, XY en los hombres) y aquí no hay “construcción social” que valga.
Pero ahora viene la gran contradicción: si uno es hombre (biología aparte) porque la sociedad lo ha tratado como hombre y le ha asignado roles sociales como hombre ¿Cómo puede afirmar un hombre que se “siente” mujer y decir que es “una mujer atrapada en un cuerpo de hombre”, o viceversa? ¿si su cuerpo es de hombre, cual es la “entidad” que “se siente” mujer, o al revés? Para rizar el rizo, acaban hablando de identidades «autopercibidas».
Todo ello lleva a auténticas aberraciones: adultos (e incluso niños) que son intervenidos quirúrgicamente para alterar sus órganos sexuales externos y sometidos a tratamiento hormonal de por vida para que su sexo biológico (su apariencia física) coincida con su autopercepción, con lo que él o ella «se siente que es”.
Esta ideología, que no resiste el más mínimo análisis, y que presenta graves problemas empíricos y conceptuales se enseña en la mayoría de los centros de estudio, tanto públicos como privados, como si de una nueva religión se tratara, por mucho que ésta sea «laica». De veras que es una broma de mal gusto enseñarles a los alumnos que «hay niños con vulva y niñas con pene” y sin ruborizarse.
Además de la «perspectiva de género», también hay otros adoctrinamientos como la «memoria histórica» (da igual el nombre que se le dé), o la “Educación para la ciudadanía” que, también ha sido rebautizada en varias ocasiones. El adoctrinamiento avanza en detrimento de la enseñanza de la Lengua y la Literatura Española, la Historia de España, las Matemáticas, etc… Todo sea por conseguir un mayor embrutecimiento y una mayor infantilización de los españoles, aparte de hacer que aumente el número de analfabetos funcionales, que, no me hartaré de repetir: acaban siendo quienes deciden quién es el presidente del gobierno de España.
Corolario
La única educación y la úica enseñanza que fomenta ciudadanos libres, que tengan la valentía y se atrevan a pensar por sí mismos, es aquella que se basa en el conocimiento y el buen criterio. Un conocimiento analítico y racional del mundo. Un criterio formado en la prudencia y en el reconocimiento de la propia ignorancia, pues ese debe ser el punto de partida de quien considera que tiene mucho que aprender y otros que enseñarle. Evidentemente, estoy hablando de una educación y una enseñanza que pongan a la gente en camino de ser capaces de discernir cuál es la realidad que, tal como afirmaba Aristóteles hace dos milenios y medio, es única, así como que, lo verdadero, lo cierto, lo correcto (en todas las facetas de la vida) no puede ser contradictorio…
Sí, es imprescindible que las futuras generaciones, los actuales niños y adolescentes comprendan el mundo en que viven, para lo cual es imprescindible que conozcan la Historia de España, la Lengua y Literatura Españolas (para aprender, también la historia sentimental-afectiva de nuestra nación)… y tantas cosas más que los psico-pedagogos del régimen pretenden que no se impartan en los centros de estudio, ya que si fuera al revés, los ciudadanos no se dejarían arrastrar por las muchedumbres ruidosas, tumultuosas, que acaban aupando al poder a los charlatanes de feria, a los demagogos, oligarcas y caciques de los diversos cárteles mafiosos que nos malgobiernan.
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