VANESSA VALLEJO
Cada vez se extiende más en hispanoamérica la leyenda negra de la conquista española. Cada año, el 12 de octubre -día en el que Cristóbal Colón descubrió América-, la ignorancia sube la voz y los militantes izquierdistas aprovechan para hacer propaganda a su indigenismo. “Vinieron a robarnos y a matarnos”, es la idea básica detrás de las consignas anti españolas.
Quien insulta a los españoles no solo desconoce que los conquistadores fueron verdaderos libertadores que nos salvaron de prácticas aterradoras como la antropofagia, sino que insulta a sus ancestros. Tenemos herencia española e indígena, mucho más lo primero que lo segundo. Quienes emiten alaridos en contra de la madre patria en realidad se insultan a sí mismos, todo lo que somos los hispanoamericanos es herencia española.
El 12 de octubre es un día maravilloso para recordar lo que era América antes de la llegada de Colón y lo que lograron los españoles en las nuevas Españas. Porque no éramos de España, éramos España.
Por ejemplo, el canibalismo ritual -el que se hace creyendo que es un mandato de los dioses- no era algo extraño en América antes de la llegada de los españoles. En general en toda América Central, donde tenía presencia la civilización Azteca se realizaban rituales espantosos. A Huitzilopochtli, el dios Azteca del sol y la guerra, le ofrecían sacrificios humanos que terminaban en banquetes caníbales. Estas horrendas carnicerías se repetían con los diferentes dioses. Los conquistadores españoles quedaron aterrorizados con los rituales y la antropofagia de los aztecas.
“Estos palos hacían muchas aspas por las vigas, y cada tercio de aspa o palo tenía cinco cabezas ensartadas por las sienes. Andrés de Tapia, que me lo dijo, y Gonzalo de Umbría las contaron un día, y hallaron ciento treinta y seis mil calaveras en las vigas y gradas”. Escribió Francisco López de Gómara sobre lo que encontraron los hombres de Hernán Cortés en Tenochtitlán.
Los españoles vinieron a humanizar a nuestros ancestros indígenas que vivían como bestias.
Pero también recibían “ofrendas” similares los dioses de los Maya y los Chibchas. En general la antropofagia era común en los pueblos indígenas de América. Pablo Victoria cuenta en su libro “El tercer conquistador” cómo Gonzalo Jiménez de Quesada, conquistador del Nuevo Reino de Granada, liberó a muchos pueblos de la opresión y el canibalismo ejercido por tribus más fuertes. Según los registros de la época, el conquistador quedó horrorizado al encontrarse con sacrificios de niños, antropofagia y tributos de sangre que debían pagar los indígenas a los superiores.
“Cortaban el cuello a niñas recién nacidas para echar su sangre en los cimientos de ciertas casas para dar suerte. Una tribu suministraba niños a los caciques al ser entronizados, les abrían el pecho cuando todavía estaban vivos y si el corazón palpitaba era que iba a tener suerte en su reinado y en la guerra y si no, mal augurio. Jiménez de Quesada prohibió esto totalmente”, señala Victoria.
“Vinieron violentos, a matarnos y torturarnos”, dicen hoy muchos hispanoamericanos envenenados con la leyenda negra de la conquista. Todo lo contrario. Los españoles vinieron a humanizar a nuestros ancestros indígenas que vivían como bestias.
Pero no solo los libraron de las masacres y la antropofagia, sino de vivir como cavernícolas, en medio de la desnutrición, en unas condiciones absolutamente miserables. En América no había vacas, no había ganado ovino, no había cerdo, no había caballos, no había burros y tampoco mulas. Además, la mayoría de las frutas que conocemos llegaron de Europa.
Los indígenas tenían una dieta basada en papa, maíz y yuca. Por eso se ha encontrado que tenían serios problemas de desnutrición. Algunos historiadores también atribuyen la práctica del canibalismo a la falta de alimentos. Tampoco contaban con medios de transporte porque animales como el caballo no existían en estas tierras, y los indígenas no habían inventado la rueda. Hay registros de que los aztecas usaban ruedas para los juguetes de los niños, pero curiosamente no se les ocurrió nunca hacerlo en mayor escala y utilizar la rueda para medios de transporte. Tampoco tenían herramientas, su manejo de los metales era demasiado pobre.
En resumen, la forma de vivir de los indios era tan paupérrima en todos los sentidos, material, cultural y espiritual, que sin duda lo que hicieron fue beneficiarse infinitamente de la llegada de los españoles.
Sumado a todas estas razones para agradecer la llegada de los españoles, se equivocan sobremanera quienes aseguran que los indios eran maltratados, en América ni siquiera había colonias en el sentido de las colonias que tenían los franceses o los ingleses, por eso se hablaba de “provincias de indias” o de “las Españas”. Éramos españoles todos.
Incluso cuando se convocó la Asamblea para la Constitución de 1812, todas las provincias de América enviaron representantes con voz y voto para firmar y redactar la Constitución española. Los españoles hacen en 1524 las primeras escuelas para indios, en 1536 se crean imprentas de libros, en 1541 aparece el primer periódico, para 1543 las primeras escuelas industriales para indios, en 1538 se crea la primera universidad en América Latina ubicada en Santo Domingo. Esos son los datos. Esos son los españoles que “solo vinieron a robar y matar indígenas”…
Es una pena enorme que hoy ya no se enseñe historia, que lo que aprendan niños y jóvenes sean los cuentos inventados por comunistas y anti hispanistas.
La leyenda negra de la conquista surge de los ingleses que propagaron información falsa cuando la verdad es que los españoles eran queridos por los indígenas.
En el Codicilo, que fue añadido al testamento de Isabel la Católica se lee:
“Suplico al rey mi señor muy afectuosamente, y encargo y mando a la princesa, mi hija, y al príncipe, su marido, no consientan ni den lugar a que los indios, vecinos y moradores de las dichas indias(…) reciban agravio alguno en sus personas ni bienes, sino que manden que sean bien y justamente tratados”.
Aquellos que salen el 12 de octubre a vociferar en contra de la madre patria asegurando que teníamos en América un paraíso, están absolutamente equivocados. Es una pena enorme que hoy ya no se enseñe historia, que lo que aprendan niños y jóvenes sean los cuentos inventados por comunistas y anti hispanistas. Si en América conociéramos nuestra historia no escucharíamos decir que los indígenas eran pacíficos y los españoles violentos. La gente no creería tonterías como que el ajiaco en una comida “autóctona” y que hace parte de nuestro “rico” legado indígena. Las sopas, así como el pollo, fueron traídos por los españoles.
Si conociéramos la historia estaríamos infinitamente orgullosos de nuestros ancestros españoles que vinieron a acabar con la miseria y la barbarie.
Nuestro idioma, nuestro derecho, nuestra ciencia, la filosofía, la religión y sobre todo la ética sobre la que crecimos es herencia española. Tenemos genes indígenas y españoles, pero somos mucho más españoles que indígenas.
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