NO OLVIDEN LOS DESMEMORIADOS QUE, FUE «MANOS LIMPIAS» QUIEN PUSO EN MARCHA EL PROCESO JUDICIAL CONTRA LOS DIRIGENTES SOCIALISTAS ANDALUCES, QUE MALVERSARON MÁS DE 680 MILLONES DE EUROS A TRAVÉS DE UN ENTRAMADO CRIMINAL…

MANOS LIMPIAS, Miguel Bernad Remón

Manos Limpias, cabe recordar a los desmemoriados que, fue la que inició ese proceso por malversación de más de 680 Millones de euros a través de un entramado criminal (aunque este delito de libro, el de «organización criminal», no se les imputó) y cuyos máximos responsables fueron los ex presidentes de la Junta de Andalucía  Griñán y Chaves.

La Juez instructora aceptó la personación de Manos Limpias condicionad al depósito de una fianza de 300€. Posteriormente se personó, también, el Partido Popular y el sindicato socialista UGT. El Partido Popular para intentar sacar rentabilidad política y UGT para tratar de minimizar el fraude y actuar de parapeto, al pertenecer los imputados a UGT y haberse lucrado económicamente, como se acabó demostrando posteriormente.

La sentencia ha sido condenatoria, con el voto favorable de tres magistrados y con los votos en contra de otros dos magistrados (casualmente «progresistas»).

La sentencia pone de relieve dos hechos graves para la credibilidad de nuestro sistema judicial.

  1. Que la norma jurídica admite todo tipo de interpretaciones, motivo por el cual no se garantiza el principio de seguridad jurídica.
  2. Que en el caso que nos ocupa, los votos discrepantes, de dos magistrados progresistas, demuestran claramente la politización del Tribunal Supremo, y de su Sala de lo Penal en particular.

Habiendo sido emitidos los votos discrepantes, en el caso que nos ocupa, por magistrados de la misma cuerda de los condenados, demuestra que la sentencia se ha dirimido en términos políticos, poniéndose en cuestión el principio de seguridad jurídica.

Las sentencias deben basarse en hechos probados, y si de los hechos probados, se deduce delito, este debe ser sancionado por todos los componentes del Tribunal; evidentemente, si no se hace así, alguien está incurriendo prevaricación que, para los que no lo sepan, o no quieran saberlo, significa dictar una sentencia injusta, a sabiendas, por ignorancia inexcusable o negligencia, también inexcusable…

En definitiva, se ha dictado una sentencia que ha confirmado una Sala Segunda del Tribunal Supremo politizada y de otra parte si la seguridad jurídica del ordenamiento jurídico, supone un resultado  de tres-dos, no hay justicia justa.

Fdo.: Miguel Bernad Remón

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