¡NO SEAS ESTÚPIDO, NO DIGAS «ESTEPAÍS», DI ESPAÑA!
Respetar y honrar nuestras tradiciones y nuestros símbolos nos hace más grandes como nación y nos ayuda a cohesionar nuestra sociedad.
Jesús M. Prieto Mateos
No recuerdo con exactitud el año, debía de ser en torno a 1980, cuando siendo un adolescente visité un cuartel del Ejército de Tierra en el que, colgado de las paredes de la cafetería, había un letrero que decía: No diga «el país», diga «España».
Durante aquellos primeros años de la transición, se había extendido entre políticos y periodistas, fundamentalmente, el uso de la expresión «el país» para referirse a España, quizá como fruto de ciertos complejos que hacían vincular el simple hecho de pronunciar el nombre de nuestra nación a un régimen político recién finalizado del que todos, o casi todos, querían dejar clara su desvinculación.
Pero, visto con la perspectiva de los años, aquél letrero encerraba un mensaje premonitorio fácilmente constatable cuarenta años después: el uso de conceptos abstractos conduce a un desapego que cala en la sociedad de manera inconsciente. Hoy estamos en el «qué más da decir una cosa u otra», argumentado sin mala intención por muchos, pero aprovechado por otros para banalizar el sentimiento nacional.
De hecho, con el paso de los años, el artículo determinado «el», de la expresión «el país», que le da al sustantivo la idea de unicidad, ha sido sustituido por el adjetivo demostrativo «este», seguramente para no herir sensibilidades independentistas que de forma reiterada se refieren a su comunidad autónoma como país, apuntando hacia el reconocimiento de «otros países».
«Este país» se ha convertido en la muletilla más usada, no ya por políticos y periodistas, sino también por tertulianos, blogueros, tuiteros, actores, cantantes, futbolistas,…. La influencia que todos estos profesionales tienen en las costumbres de los españoles, y muy especialmente en su forma de expresarse, hace que esta locución se haya implantado con absoluta normalidad entre la mayoría de nosotros.
Hay quien puede entender que este asunto no es más que una cuestión de forma sin más trascendencia, al igual que otros muestran indiferencia por el valor de los símbolos nacionales como la bandera o el himno. Respetar y honrar nuestras tradiciones y nuestros símbolos, y el nombre de nuestra patria es sin duda uno de ellos, nos hace más grandes como nación y nos ayuda a cohesionar nuestra sociedad.
Por eso, me gustaría invitar al lector a huir de términos imprecisos cuando se refiera a España. Estoy convencido de que muchos españoles han hecho suya la expresión «este país» sin pararse a valorar el posible efecto disgregador que, de forma velada, puede encerrar.
Como alternativa, se pueden utilizar otras expresiones que incluyan el adjetivo posesivo y que trasmiten una idea de pertenencia al hogar común de todos los españoles: «nuestro país», «nuestra patria», «nuestra nación».
Es muy importante que todo el mundo valore cómo algunos pequeños detalles pueden horadar el sentimiento nacional y que cada uno actúe en consecuencia. Así, a los más osados les animaría a colgar letreros en las cafeterías de sus empresas, o en sus salas o despachos de trabajo, similares a aquel que había en un cuartel hace más de 40 años, con el texto: No diga «este país», diga «España».
El teniente coronel Jesús M. Prieto Mateos es secretario de la asociación «Tercios Viejos españoles», una asociación profesional militar que busca la regeneración de la vida militar y la defensa de los mejores valores de los ejércitos que hicieron grande a España.