No seas iluso, a partir del 24 de julio, España seguirá igual, da igual quien gane…
CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN
Cualquier español que esté suficientemente informado, ocupado, inquieto, preocupado por lo que pueda suceder pasado mañana si se cumplen todos los vaticinios y acaba siendo desalojado el gobierno de socialistas, comunistas, etarras y separatistas que encabeza Pedro Sánchez, lo último que debe pensar es que España, a partir del 24 de julio va a cambiar de tal modo que no la reconocerán los seguidores de Pedro Sánchez y sus secuaces…
Es posible que haya quienes confundiendo el deseo con la realidad haya creado esperanzas e ilusiones y piense que Feijóo, con o sin el apoyo de Abascal, va a enderezar la catastrófica situación que sufren España y los españoles, pero el que albergue esa idea está pecando de iluso. Sí es cierto que, si Sánchez y sus aliados se marchan a su casa, ya es bastante. Pero, tal cosa es conformarse con muy poquito.
Basta con tener en cuenta lo expresado por Feijóo durante la campaña electoral para saber con exactitud que el futuro gobierno del PP aplicará acciones en todos los ámbitos de carácter socialdemócrata, feminista y en la línea de la agenda 2030. E insisto, no se ha ocultado, no ha adornado ni camuflado cuáles son sus objetivos, así que nadie se llame a engaño pues, el que se siente defraudado es porque se ha creado falsas expectativas.
Pero, tampoco se olvide de que, desde la Convención Nacional del PP de 2011 realizada en Sevilla, el partido que hoy preside Alberto Núñez Feijóo, hizo un acto de apostasía, renunció al humanismo cristiano, a la doctrina social de la Iglesia Católica, abrazó la perversa, liberticida y totalitaria «perspectiva de género», al mismo tiempo que asumía la socialdemocracia como modelo a seguir. Evidentemente, Mariano Rajoy emprendió el camino anunciado en aquel congreso nacional del partido, postulados que fueron refrendados por sus afiliados y seguidores en los diversos congresos regionales que se fueron sucediendo. Y digo todo esto porque, así se entiende que el gobierno del PP que consiguió un apoyo tal como nunca había sucedido en España desde la muerte del General Franco, logrando una inmensa mayoría en todas las instituciones, acabara traicionando la totalidad de las promesas que su entonces presidente, Mariano Rajoy, hizo en la campaña electoral de noviembre de 2011.
Así que, por aquello de «el que avisa no es traidor» hay que ir preparándose pues se avecina un crudo otoño y un desapacible invierno; invierno que se puede prolongar indefinidamente durante cuatro años…
Pues, «eso», que el PP tiene la misma, idéntica visión económica del PSOE en lo que respecta al mundo empresarial, a los trabajadores por cuenta propia y ajena, respecto de los sindicatos a los que, salvo que alguien se lo impida seguirá regando generosamente con nuestros impuestos, de la fiscalidad, las subvenciones en general, respecto de la deuda pública, las leyes de igual-da y género, el dogma climático, los recursos energéticos, etc. En resumen, su Gobierno será, como siempre ha sido en el último medio siglo, un nuevo capítulo de la eterna e intocable socialdemocracia española.
No olviden, por ejemplo, los que todavía esperan grandes cambios para después del 24 de julio que, hace pocos meses Feijóo mostró un gran entusiasmo y sólo le faltó aplaudir porque el Tribunal Constitucional desestimó el recurso presentado por su partido, hace ya más de una década, contra la ley del aborto zapateril, también llamada «lay Aído» que eliminó las pocas trabas que quedaban para consagrar el asesinato de niños como un derecho de sus madres.
Y, por si aún hay muchos despistados, Feijóo no ha parado de repetir día tras día, semana tras semana que preferiría pactar con el PSOE antes que con VOX, en caso de no conseguir la mayoría suficiente para formar gobierno…
Luego, para por si todavía alguien conserva alguna esperanza de que en la España post-Sánchez habrá algún cambio, Feijóo ha evitado hablar de los males que realmente aquejan a España y a los españoles:
- España posee una de las tasas de natalidad más baja de Europa y de las más bajas del mundo. Sólo nacen 1,19 hijos por mujer y las españolas son las madres que paren a una edad más tardía (31,2 años). Lo cual significa que no existe relevo generacional, que la supervivencia de la nación corre un grave peligro, aparte del grave riesgo de que las próximas generaciones no puedan cobrar pensiones, debido al actual sistema de repartos al que ningún partido político pretende poner remedio.
- España posee una deuda pública absolutamente descontrolada, debido a que los socialistas, comunistas, etarras y separatistas han gastado a placer y sin supervisión de clase alguna. Sólo en el primer trimestre de este año España aumentó su deuda en 32.700 millones. En la actualidad la deuda pública es equivalente al 113% del PIB, y si finalmente Sánchez es desalojado del Palacio de la Moncloa y se levantan las alfombras es seguro que Feijóo nos dará un grandísimo disgusto. Estamos tan endeudados que cada minuto España tiene que pagar 83.713 euros por su deuda, o sea, cinco millones cada hora.
Mientras todo esto y mucho más sucede en España, Feijóo, como los demás candidatos se han dedicado a hablar de cuestiones como la homosexualidad, los «trans», acerca de si las mujeres existen, sobre qué es una mujer… y un largo etc. de sandeces para evitar hablar de lo que realmente preocupa a los españoles, al mismo tiempo que prometían cosas imposibles de cumplir… y, por supuesto, de reducir el gasto en estupideces, o hacer disminuir la enorme magnitud de la administración, para lo cual es imprescindible redefinir la organización territorial de España y desmantelar el «estado de las autonomías», nada de nada; y de racionalizar y rediseñar el llamado «estado del bienestar», idem de idem; y de emprender acciones para mejorar la calidad del sistema de enseñanza pública o el sistema sanitario, lo mismo; y de mejorar la administración de justicia, otro tanto… y… pues, eso que no esperen nada nuevo a partir del día 24 de julio y vayan preparándose para un otoño en el que Feijóo nos dará sorpresas especialmente desagradables.