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¡Ojalá te caiga un cáncer!

Como ya he contado en más de una ocasión, soy profesor, mejor dicho “maestro” -ya jubilosamente jubilado- y en mis últimos años de ejercicio de la profesión, fui a parar a un colegio que, por entonces, el Ministerio de Educación denominaba de “difícil desempeño” (era el eufemismo que le endilgaban a los colegios a los que casi ningún profesor deseaba ir…), en él pasé mis dos últimos años como maestro. De ello hace ya nada menos que un cuarto de siglo…

El colegio, para recochineo, tenía por nombre el sarcástico y cruel eufemismo de “El Progreso” (claro que, más sarcástico y burla cruel es que quienes nos están llevando hacia el caos se hagan llamar progresistas, si tenemos en cuenta que en Lengua Española «progreso» es sinónimo da avanzar a mejor…); pues sí, digo “tenía” porque a los pocos años de estar yo en él, las autoridades “educativas” acabaron abandonándolo, pasando a convertirse en lugar de encuentro de drogadictos, mendigos… fue desvalijado al completo, habiendo sido durante mucho tiempo uno de los mejores colegios de Badajoz respecto de equipamientos e instalaciones. Finalmente acabó siendo derruido.

En el colegio “El Progreso” estaban matriculados alrededor de 200 alumnos, de los que diariamente apenas asistían a clase la mitad. La mayoría de los alumnos eran de raza gitana; apenas había “payos”, y una pequeña minoría eran gitanos de origen portugués. Esto último era lo peor que podía ocurrirle a un niño o a una niña del Colegio Público El Progreso, pues eran considerados los parias por parte de los niños gitanos españoles…

La mayoría de los alumnos eran hijos de gente dedicada a la venta ambulante en mercadillos y cosas por el estilo; también había hijos de prostitutas, y de traficantes de sustancias estimulantes prohibidas… el que más y el que menos vivía en casas baratas, de promoción pública, o en chabolas. Salvo excepciones, todos ellos hijos de familias numerosas, a la vez que “niños de la calle”. Para muchos de ellos el único aliciente que poseía su estancia en el colegio era la posibilidad de comer – ¡Sí, he dicho comer! – Se notaba que eran bastantes los que la única comida decente que hacían al día era la que les facilitaba el colegio.

Las relaciones entre los alumnos (que ellos consideraban “normales”) estaban impregnadas de crispación, de violencia verbal, cuando no de violencia física… El acoso, la burla cruel, las situaciones más o menos vejatorias estaban a la orden del día; y cuando saltaban chispas entre ellos (he de destacar que lo que describo era conducta habitual tanto entre niños como niñas) lo más suave que se decían era:

 ¡Ojalá te caiga un cáncer!

Viene esto a cuento de la trifulca que han montado los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas acerca de ingeniosa ide de Pedro Sánchez de dejarse caer por Paiporta, el lugar más afectado por la terrible riada acaecida en Valencia la semana pasada. Como bien saben, el sátrapa ególatra se hizo acompañar por el Rey de España y su esposa, Doña Leticia, además del presidente de la taifa. Según parece el presidente del Gobierno de España esperaba ser recibido con aplausos y todo tipo de muestras de afecto y agradecimiento por haber honrado a los españoles allí residentes con su presencia, y acabó ocurriendo todo lo contrario. Los allí presentes le dijeron de todo, menos bonito y tuvo que salir huyendo, no sin antes ver cómo zarandeaban el vehículo con el que salió despavorido…

Si quienes lo hubieran recibido fueran mis antiguos alumnos, estoy plenamente seguro de que además de manifestarle desafecto, odio y estar algo más que enfurecido, lo habrían linchado y para remate de la faena le hubieran deseado todo tipo de males y como poco le habrán dicho ¡OJALÁ TE CAIGA UN CÁNCER!

Como también sabrán, cuando el enemigo público número uno de los españoles se dio a la fuga, los presentes la pagaron con Don Felipe VI, al que habían sacado en procesión como cuando se hacen rogativas en los pueblos para pedir que llueva o que acabe alguna calamidad y lo utilizaron como muñeco de «pimpampum» …

Lo sorprendente es que aquel «motín», aquella muestra de ira de quienes se sienten abandonados, maltratados, desamparados después de haber sufrido una enorme tragedia que, si no era posible evitar plenamente sí se podía haber minimizado si los diversos gobiernos, municipales, provinciales, regionales y nacional cumplieran con su obligación de limpiar las márgenes de los ríos, de sus afluentes, de arroyos, de barrancos y torrenteras, etc. no acabara yendo a más. Es de suponer que, a pesar de los improperios que recibieron el Rey y la Reina, los presentes en el «motín» aún se sienten frenados a agredir a tan egregias personas, al Jefe del Estado y a la Reina consorte y los consideran intocables, inviolables o los perciben con una especie de aureola que los hizo desistir de descargar su furia contra ellos.

De veras que es asombroso que el asunto no fuera a más.

Algunos hablan ya, aparte de quienes insultan a la inteligencia de los españoles repitiendo mantras tales como que «el motín» fue obra de la extrema derecha y que las terribles riadas y la mortandad posterior fue obra del cambio climático y el calentamiento global; sí algunos hablan ya del principio del fin de Pedro Sánchez, de lo que sí parece que debemos estar seguros es de que la intención del presidente del gobierno de sacar provecho político haciéndose la víctima y mintiendo (la Guardia Civil contradice la versión de que fue apaleado) ha resultado fallida; de lo que no estoy seguro es de que su enésima mentira se acabe volviendo contra él. El tiempo dirá si su inacción, su negligencia criminal antes, durante y tras la tragedia sufrida por los españoles que viven en Valencia y provincias vecinas acabará volviéndose contra él y su partido, el PSOE.

Sin duda, en estos momentos no sólo sienten hartazgo de Sánchez y sus cómplices los valencianos sino todos los españoles, o al menos los que no son hooligans del social comunismo…  Si el presidente del Gobierno esperaba salir ileso de esta crisis delegando toda gestión en la comunidad (con los efectos ya conocidos), puede dar por fracasado el intento. Lo que sí está por ver es cuánto le perjudicará electoralmente si, sea cuando sea, acaba convocando elecciones generales pues, después de haber asaltado Televisión Española y controlando casi la totalidad de los medios de información, aparte de los tres poderes del Estado de todo puede pasar y más si tenemos en cuenta que los españoles tienen una memoria muy flaca y suelen hacer actos de desmemoria de manera selectiva o aplicar aquello de «mejor evitar que gobierne la extrema derecha» y ocurrencias por el estilo.

Lo que no se puede negar es que lo ocurrido en Paiporta fue un motín, un estallido de la muchedumbre contra la autoridad, porque la gente se siente, abandonada, desamparada, maltratada… Y, no sería de extrañar que situaciones así vuelvan a repetirse ante cualquiera de quienes hacen profesión de la política y aspira exclusivamente a parasitar, a vivir de nuestros impuestos y manifiesta abiertamente y sin sonrojarse que lo que les ocurra a los valencianos y el resto de españoles le importa un bledo.

El desastre ocurrido en Valencia y alrededores es equiparable a los resultados de un conflicto bélico, y los gobernantes actuaron con negligencia criminal y frivolidad. Y, el problema es que siguen actuando igual después de haber transcurrido una semana. Poco más se puede esperar de la panda de incompetentes, analfabetos, mediocres, ineptos y un largo etc. que nos malgobiernan, da igual si es en los ayuntamientos, en las diputaciones provinciales, en los cabildos, en las taifas diversas, o el gobierno central… Las inundaciones han dejado numerosos cadáveres (y está por ver cuál será la cifra final de muertos, teniendo en cuenta que se ha decretado la ley del silencio y ya no se informa de ello). Pero eso no le importa a nuestro cobarde presidente y tampoco demasiado al «jefe de la oposición».

En fin, ya digo, mis antiguos alumnos no se hubieran limitado a mentarle a su madre, e increparle diciéndole

¡OJALÁ TE CAIGA UN CÁNCER!

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Carlos Aurelio Caldito Aunión

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