«Un Mundo feliz» de Aldous Huxley y «1984» de George Orwell son, sin duda alguna, las distopías literarias más relevantes del siglo XX . No hay ninguna duda de que tanto Aldous Huxley como George Orwell fueron unos grandes visionarios pero, ¿quién de los dos acertó más a la hora de predecir el futuro?
Un Mundo feliz es un clásico de la literatura del siglo XX, una sombría metáfora sobre el futuro y la obra más famosa de Aldous Huxley. Publicada en 1932, la novela anticipa el desarrollo en tecnología reproductiva, cultivos humanos e hipnopedia que, combinadas, cambian radicalmente la sociedad. El mundo aquí descrito podría ser una utopía, aunque irónica y ambigua: la humanidad es desenfadada, saludable y avanzada tecnológicamente.
La guerra y la pobreza han sido erradicadas, y todos son permanentemente felices. Sin embargo, la ironía es que todas estas cosas se han alcanzado tras eliminar muchas otras: la familia, la diversidad cultural, el arte, el avance de la ciencia, la literatura, la religión y la filosofía.
Por su parte, 1984 es un libro publicado en 1949 y es la obra más conocida de George Orwell junto a Rebelión en la granja. 1984 es una novela política de ficción distópica que introdujo los conceptos del omnipresente y vigilante Gran Hermano, de la ubicua policía del Pensamiento, presente allí donde uno se desplace, y de la «neolengua», neologismo éste último, a través del cual se reduce y se transforma el léxico con fines represivos, basándose en el principio de que lo que no forma parte de la lengua oficial y política y socialmente correctas, no puede ser pensado.
Muchos analistas detectan paralelismos entre la sociedad actual y el mundo de 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha dado en llamar sociedad orwelliana, una sociedad donde se manipula la información y se practica la vigilancia masiva y la represión política y social. El vocablo «orwelliano» se ha convertido en sinónimo de las sociedades u organizaciones que reproducen actitudes totalitarias, liberticidas y represoras como las descritas en la novela. La novela fue un éxito de ventas y se ha convertido en uno de los más influyentes libros del siglo XX.
En 1985 el sociólogo y crítico cultural estadounidense, Neil Postman, propuso una visión algo distinta en «Divertirse hasta morir», un ensayo en el que desde el prefacio, Postman plantea la hipótesis de que fue Huxley y no Orwell quien tenía razón en su vaticinio.
En la introducción del libro, Postman afirma que el mundo actual se parece más al descrito en Un mundo feliz de Aldous Huxley que a la distopía planteada por Orwell en 1984. Frente a un futuro de gobiernos totalitarios y de estados policiales que coartan las libertades individuales, censuran la información, ocultan la verdad y amenazan con castigos, estamos en un mundo donde los ciudadanos han sacrificado voluntariamente sus derechos, han perdido el interés por la información o por la verdad y se han entregado a una cultura trivial y obsesionada con el placer. Postman llega a comparar el soma con la televisión, lo que hoy en día seguramente puede ser aplicado a otros medios.
En 2009 el dibujante Stuart McMillen hizo una adaptación del prólogo de Postman al formato cómic usando algunos de los textos originales del ensayo. Las comparaciones entre las perspectivas de ambos escritores no dejan lugar a dudas: estamos viviendo más en el mundo de Aldous Huxley que en el de George Orwell.
Orwell Vs Huxley, ¿quién crees que tenía razón? O… ¿Y si nuestro mundo fuera un híbrido entre ambas distopías ya que estamos ante dos puntos de vista complementarios?
Antes de la era de la vigilancia generalizada, las “fake news” o los bebés hechos a medida, dos novelas anticipatorias del siglo XX advertían de los excesos de las sociedades democráticas: “Un mundo feliz” de Aldous Huxley y “1984” de George Orwell, publicadas respectivamente en 1932 y 1949.
La primera describe una civilización hedonista, consumista y eugenésica en un Londres futurista; la segunda denuncia la vigilancia sistematizada de un régimen totalitario: el «Gran Hermano». Una dibuja una dictadura científica que, apoyándose en la biotecnología, esclavizaría a los individuos programados; la otra, un estado burocrático y represivo que confiscaría la libertad de pensamiento y de memoria.
https://www.arte.tv/es/videos/074580-000-A/george-orwell-vs-aldous-huxley/
Vean a continuación la carta que dirige Aldous Husley a George Orwell tras la publicación de 1984:
Estimado Orwell,
Muy amable de su parte pedirle a sus editores que me mandaran un ejemplar de su libro. Me llegó cuando estaba en medio de un trabajo que requería mucha lectura y consulta de refrencias, y dado que mi pobre vista me exige que racione mis lecturas, he tenido que esperar largo tiempo antes de embarcarme en 1984.
Al estar de acuerdo con todo lo que la crítica ha escrito sobre el libro, no necesito decirle, una vez más, qué sutil y qué profundamente importante es su libro.
¿Podría hablarle en cambio de aquello de lo que el libro trata: la revolución definitiva?
Los primeros indicios de una filosofía de la revolución definitiva -la revolución que se encuentra más allá de la política y de la economía y que supone una total subversión de la psicología y la fisiología del individuo- se encuentran en el Marqués de Sade, que se consideraba a sí mismo como el continuador, el consumador de Robespierre y de Babeuf.
La filosofía de la minoría gobernante de 1984 es un sadismo que ha sido llevado a una conclusión lógica, llegando más allá de lo sexual, y negándolo. Que en la actualidad la política de la bota-en-la-cara pueda seguir imponiéndose indefinidamente parece dudoso. Lo que yo creo es que la oligarquía privilegiada encontrará maneras menos arduas y derrochadoras de gobernar y satisfacer su codicia de poder, y tales maneras recordarán a las que se describían en Un mundo feliz.
Recientemente he tenido ocasión de investigar la historia del magnetismo animal y el hipnotismo, y me sorprendió enormemente la manera en la que, durante 150 años, el mundo rechazó tomarse en serio los descubrimientos de Mesmer, Braid, Esdaile y los demás. En parte por el materialismo imperante y en parte por la imperante respetabilidad. Los filósofos del XIX y los hombres de ciencia no estaban dispuestos a investigar los más raros hechos de la psicología de los hombres prácticos, como políticos, soldados y policías, para desempeñar labores de gobierno. Gracias a la voluntaria ignorancia de nuestros padres, la llegada de la revolución definitiva se retrasó cinco o seis generaciones. Otro golpe de suerte fue la incapacidad de Freud para hipnotizar con éxito, lo que le llevó a menospreciar la hipnosis. Esto retrasó la aplicación general de la hipnosis a la psiquiatría durante al menos cuarenta años. Pero en la actualidad el psicoanálisis se combina con la hipnosis y la hipnosis se ha extendido de manera fácil gracias al empleo de barbitúricos, que logran inducir estados hipnóticos y sugestivos, incluso en los sujetos más recalcitrantes.
En la siguiente generación, los gobernantes del mundo descubrirán que los condicionamientos de la infancia y la narcohipnosis son más eficientes como instrumentos de gobierno que las porras y las cárceles y que el ansia de poder puede ser completamente satisfecha más mediante el acto de convencer a la gente de que debe amar su propia servidumbre, que pateándola y flagelándola para que obedezcan.
En otras palabras, me parece que la pesadilla de 1984 está destinada a ajustarse a la pesadilla de un mundo que se parecerá más al que imaginé en Un mundo feliz . El cambio será resultado de la necesidad de incrementar la eficiencia. Mientras tanto, ni que decir tiene, puede que se produzca una guerra biológica y atómica a gran escala -en cuyo caso nos sobrevendrán pesadillas de otro tipo, imposibles de imaginar.
Gracias una vez más por el libro. Le saluda atentamente,
Aldous Huxley
George Orwell explica por qué acabó escribiendo su novela «198» en una carta redactada en 1944, dirigida a un tal Noel Willmett, quien le había preguntado “si el totalitarismo, el culto a los líderes, etc. están realmente en ascenso” dado “que no están aparentemente creciendo en Inglaterra y los Estados Unidos”:
Debo decir que creo, o temo, que tomando el mundo como un todo, estas cosas van en aumento. Hitler, sin duda, pronto desaparecerá, pero solo a expensas de fortalecer (a) Stalin, (b) los millonarios angloamericanos y (c) todo tipo de pequeños führers del tipo de De Gaulle. Todos los movimientos nacionales en todas partes, incluso aquellos que se originan en la resistencia a la dominación alemana, parecen tomar formas no democráticas, agruparse en torno a algún führer sobrehumano (Hitler, Stalin, Salazar, Franco, Gandhi, De Valera son todos ejemplos variados) y adoptar la teoría de que el fin justifica los medios. En todas partes, el movimiento mundial parece estar en la dirección de economías centralizadas que pueden «funcionar» en un sentido económico pero que no están organizadas democráticamente y tienden a establecer un sistema de castas. Con esto van los horrores del nacionalismo emocional y la tendencia a no creer en la existencia de la verdad objetiva porque todos los hechos tienen que encajar con las palabras y profecías de algún führer infalible. Ya la historia, en cierto sentido, ha dejado de existir, es decir. no existe tal cosa como una historia de nuestro propio tiempo que pueda ser universalmente aceptada, y las ciencias exactas están en peligro tan pronto como la necesidad militar deja de mantener a la gente a la altura. Hitler puede decir que los judíos comenzaron la guerra, y si sobrevive, eso se convertirá en historia oficial. No puede decir que dos y dos son cinco, porque a efectos de, digamos, balística tienen que ser cuatro. Pero si llega el tipo de mundo que temo, un mundo de dos o tres grandes superestados que son incapaces de conquistarse entre sí, dos y dos podrían convertirse en cinco si el führer así lo deseara.
En cuanto a la inmunidad comparativa de Gran Bretaña y Estados Unidos. Digan lo que digan los pacifistas, etc., todavía no nos hemos vuelto totalitarios y este es un síntoma muy esperanzador. Creo muy profundamente, como expliqué en mi libro El león y el unicornio , en el pueblo inglés y en su capacidad para centralizar su economía sin destruir la libertad al hacerlo. Pero hay que recordar que Gran Bretaña y EE. UU. no han sido realmente probados, no han conocido la derrota o el sufrimiento severo, y hay algunos malos síntomas para equilibrar los buenos. Para empezar, está la indiferencia general ante la decadencia de la democracia. ¿Te das cuenta, por ejemplo, de que nadie en Inglaterra menor de 26 años tiene ahora un voto y que, por lo que se puede ver, a la gran masa de gente de esa edad no le importa un carajo esto? En segundo lugar, está el hecho de que los intelectuales tienen una perspectiva más totalitaria que la gente común. En general, la intelectualidad inglesa se ha opuesto a Hitler, pero sólo al precio de aceptar a Stalin. La mayoría de ellos están perfectamente preparados para los métodos dictatoriales, la policía secreta, la falsificación sistemática de la historia, etc. siempre y cuando sientan que está de ‘nuestro’ lado. De hecho, la afirmación de que no tenemos un movimiento fascista en Inglaterra significa en gran medida que los jóvenes, en este momento, buscan a su führer en otra parte. Uno no puede estar seguro de que eso no cambiará, ni puede estar seguro de que la gente común no piense dentro de diez años como lo hacen los intelectuales ahora. yo Espero que no lo hagan, incluso confío en que no lo hagan, pero si es así será a costa de una lucha. Si uno simplemente proclama que todo es para bien y no señala los síntomas siniestros, simplemente está ayudando a acercar el totalitarismo.
También preguntas, si creo que la tendencia mundial es hacia el fascismo, ¿por qué apoyo la guerra? Es una elección de males, me imagino que casi todas las guerras son eso. Sé lo suficiente del imperialismo británico como para que no me guste, pero lo apoyaría contra el nazismo o el imperialismo japonés, como el mal menor. De manera similar, apoyaría a la URSS contra Alemania porque creo que la URSS no puede escapar por completo de su pasado y conserva suficientes ideas originales de la Revolución para convertirla en un fenómeno más esperanzador que la Alemania nazi. Pienso, y he pensado desde que comenzó la guerra, en 1936 más o menos, que nuestra causa es mejor, pero tenemos que seguir haciéndola mejor, lo que implica una crítica constante.
Atentamente,
George Orwell
Huxley le recordaba a Orwell que ninguna de las dos premociones, su «mundo feliz» ni «1984» son excluyentes:
El ansia de poder puede satisfacerse por completo tanto condicionando a la gente (mediante medios hipnóticos y fármacos), para que abrace su servidumbre como azotándolos hasta que obedezcan.
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