Otro 8 de septiembre más, día de Extremadura, que sigue siendo la región más pobre de España, pese a que desde hace más de un año gobiernan PP y VOX… La Extremadura subsidiada sigue vivita y coleando…

Para los que aún no se hayan enterado, en el suroeste peninsular, junto a la Raya, existe una región de nombre Extremadura con una superficie de 41.634 Km2, especialmente grande comparada con el resto de las Taifas Hispánicas, denominadas «comunidades autónomas». Extremadura posee una población de 1.051.901 habitantes, es decir es la 13ª región de España en cuanto a población se refiere. Con 25 habitantes por Km2 mantiene una muy baja densidad si la comparamos con la densidad de población de España, 96 habitantes por Km2, y la del resto de las regiones españolas.

Si acudimos a la EPA para comprobar las cifras de desempleo en Extremadura, vemos que tiene un porcentaje de paro del 16,3% de la población activa, una tasa superior a la nacional, y que es una de las Comunidades Autónomas con mayor porcentaje de desempleados.

Su PIB es de 22.531 M€ euros, lo que la sitúa como la 15ª economía de España por volumen de PIB. En cuanto al PIB per cápita, que es un buen indicador de la calidad de vida, en Extremadura en 2022, fue de 21.343 € euros, frente a los 30.320 € euros de PIB per cápita en España; lo que indica que sus habitantes tienen un bajo nivel de vida en comparación con la media de España.

En 2023 su deuda pública fue de 5.322 millones de euros, un 21,8% de su PIB y su deuda per cápita de 5.051 € euros por habitante. Si ordenamos las Comunidades Autónomas, de menor a mayor deuda, vemos que Extremadura se encuentra en la 17ª posición de la tabla de Comunidades Autónomas y en la 8ª posición en cuanto a deuda por habitante se refiere.

La tasa de variación anual del IPC de Extremadura en julio de 2024 ha sido del 2,6% 9 décimas inferior a la del mes anterior. Estos datos debemos compararlos con los del IPC de España, donde la tasa de variación anual del IPC de agosto de 2024 fue del 2,2%.

Si hablamos de «índice de desarrollo humano», Extremadura ocupa el tercer lugar por la cola, sólo por delante de Ceuta y Melilla, y con un índice equiparable a Portugal… El IDH es un indicador que compara el grado de desarrollo de diferentes sociedades, la calidad de vida de sus ciudadanos, tomando en cuenta tres aspectos fundamentales: la salud, la educación y la renta. El IDH se calcula atendiendo a las recomendaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2013). Para medir el IDH se tienen en cuenta factores como la esperanza de vida de los habitantes del lugar, el número de analfabetos, el número de personas que cursan estudios hasta los 30 años, el número de personas censadas, el PIB (producto interior bruto), la atención sanitaria, etc.

Según datos publicados por el INE, dados a conocer a mediados de 2023, Extremadura, como hace 50 años, sigue siendo la región más pobre de España, y una de las más deprimidas de Europa, según la Tasa «Arope» que mide el porcentaje de población en riesgo de pobreza o exclusión social, y se refiere a aquella población que está al menos en alguna de estas tres situaciones: Riesgo de pobreza, Carencia material o social severa, Baja intensidad en el empleo. Según la Tasa Arope, en 2022 en Extremadura el 36,9% de la población estaba en riesgo de pobreza y exclusión social, siendo la media nacional el 26%. O sea que, de cada 100 extremeños, 37 estaban en situación de pobreza, por lo que, de las 1.050.000 personas que residen en Extremadura en 2022, 388.500 eran calificables de pobres.

Por supuesto, eso no implica que el resto de los extremeños viva holgadamente y sean calificables de «ricos, Extremadura es una región española donde predominan la precariedad y la temporalidad laboral y en la que los salarios son los más bajos de España. Los ingresos medios por persona son de alrededor de 10.000 euros y casi el 45% de los extremeños no puede permitirse tomarse vacaciones, también el mismo porcentaje carece de capacidad para afrontar gastos imprevistos; casi el 15% se retrasa en los pagos que tiene que afrontar cada mes, y más del 11% tiene muchísimas dificultades para llegar a fin de mes.

Al mismo tiempo que casi el 40% de los extremeños está en riesgo de exclusión social y de pobreza, Extremadura es la región española en la que existe una mayor proporción de personas en cuyos hogares los ingresos están por debajo del denominado «umbral de pobreza» (30,0 %) y donde la renta media por persona es más baja.

Para que en Extremadura se produjera una disminución del número de personas en riesgo de pobreza y de exclusión social, tal como dicen pretender algunas agencias gubernamentales tendría que haber disminuido en 2022 como poco en 90.000 personas.

Si en 2022 no se hubieran transferido a Extremadura las cantidades de dinero que llegaron procedentes del Gobierno Central, la situación de pobreza se habría duplicado hasta alcanzar a un 59,0% de la población. Por otra parte, si sólamente se atendiera a las pensiones de jubilación y supervivencia y no se efectuara ninguna otra transferencia, la tasa de pobreza se incrementaría en 13 puntos porcentuales, hasta un 43,0 %.

Igualmente, el número de extremeños en situación de pobreza se cuadriplicaría sin ninguna transferencia y se doblaría si sólo se atendiera a las pensiones de jubilación y supervivencia.

Es enorme la importancia de las transferencias para que muchos extremeños puedan llevar una vida medianamente digna, al mismo tiempo que se produce una disminución de la pobreza y las desigualdades, tal como demuestran los diversos estudios estadísticos de las últimas décadas.

Una de las peores consecuencias de la situación de subdesarrollo, que sufre la región desde hace décadas, es el vaciamiento que sufre Extremadura, y especialmente la emigración de los habitantes más jóvenes. El número de extremeños menores de 4 años ha disminuido un 19,8% durante el periodo 2015-2020, al mismo tiempo que la población mayor de 65 años crecía, hasta superar a los menores de 16 años.

Durante el primer trimestre de 2023, en15 regiones españolas aumentó el número de habitantes mientras en EXTREMADURA descendió un 0,07%, junto con Galicia.

Extremadura cerró junio de 2024 con una población de 1.051.901 personas, lo que supone un descenso de 1.725 personas, 817 mujeres y 908 hombres, respecto a junio de 2023, en el que la población fue de 1.053.626 personas.

Desde mediados de los años 90 del siglo pasado en Extremadura no se ha producido crecimiento poblacional de ninguna clase, la población cada vez está más envejecida y el número de nacimientos es ridículo, impidiendo que se pueda producir «recambio generacional» … Visto así los extremeños somos una especie a extinguir.

Por otro lado, la emigración, especialmente de las personas más cualificadas, (generalmente las más jóvenes, las que están en edad de procrear) es sistemática y no tiene visos de parar. La válvula de escape hasta hace poco, de recurrir al empleo público por parte de los caciques y oligarcas que gobiernan en Extremadura desde hace medio siglo ya se ha quedado obsoleta, inservible pues, la región con apenas 1.050.000 personas ya posee más de CIEN MIL FUNCIONARIOS, más del 25% de la población activa, uno de cada cuatro extremeños adultos ocupados es asalariado de alguna de las administraciones públicas (local, provincial, regional o del gobierno central). Es importante señalar que en el resto de España el número de empleados públicos respecto del total de la población ocupada no supera el 12%…

Ni que decir tiene que la inmigración en Extremadura es casi anecdótica y suele ser mano de obra no cualificada, por lo general.

El PIB (Producto Interior Bruto) regional por habitante, el tercero más bajo de la nación es engañoso ya que su cifra es más debida a la disminución del «denominador» población, número de extremeños), que al aumento del numerador: la producción regional.

La producción total de Extremadura apenas representa el 1,4% del PIB nacional, pese a que el 1.050.000 de extremeños, el millón cincuenta mil de personas que habitan Extremadura sean el 2,1% de los españoles, 48.196.693habitantes.

Durante siglos se ha hablado de que la marginación de Extremadura, su subdesarrollo estructural, su baja calidad de vida, etc. era resultado del «centralismo» que impedía que la región prosperara por dedicarle mayor atención a otros lugares de España a los que dedicaba más obra pública, servicios, equipamientos e instalaciones de toda clase en perjuicio de Extremadura. Ese ha sido el discurso durante años, décadas, e incluso siglos… Y, por supuesto, es innegable que Extremadura ha estado olvidada mientras otras regiones eran cubiertas de atenciones de forma generosa, espléndida, regadas de forma entusiasta con recursos públicos, lo cual implicaba que una inmensa cantidad de extremeños acabaran desplazándose a esas otras regiones buscando empleo y mejorar su calidad de vida.

Al principio de los años 80 del siglo XX nos contaron que, si Extremadura se constituía en «comunidad autónoma», lo cual se produjo en 1983, se acabarían por arte de birlibirloque, de forma mágica, todos los problemas. Y los incautos de los extremeños se lo creyeron…

Sin embargo, pese a que los furcios y furcias de los medios de manipulación de masas -todos ellos «bienpagaos» afirmen lo contrario, nada o casi nada ha cambiado, por el contrario, todo ha ido a peor en estos casi cincuenta años de «autonomía» y de «estado de las autonomías». La conversión de Extremadura en «comunidad autónoma» ha supuesto el nacimiento y consolidación de un nuevo caciquismo promovido por el PSOE cuyo éxito se basó fundamentalmente en crear una enorme red de clientes, de paniaguados, apesebrados, subvencionados, etc. que ha acabado abortando cualquier clase de posibilidad de desarrollo en Extremadura. Los capos, oligarcas y caciques extremeños actúan como las oligarquías de los países del tercer mundo receptores de ayudas de los países supuestamente desarrollados que, retienen y se apropian del dinero que les llega, en lugar de invertirlo para mejorar la terrible situación que sufren sus conciudadanos… Claro que, también invierten en cosas innecesarias, eventos lúdicos, festivos, para tener distraído al personal, para mayor gloria de los gobernantes, mientras despilfarran, saquean a los ciudadanos y procuran que los diversos contratos de obras, servicios, etc. acaben con el mayor sobrecoste posible, para beneficio de los capos y de los «empresarios patriotas».

Bien, retrocedamos hasta 1983:

Aquel año el socialista Juan Carlos Rodríguez Ibarra se aúpa a la Presidencia de la Junta de Extremadura tras ganar las primeras elecciones regionales. Y las gana siendo ya presidente de la «Junta Preautonómica» desde el año anterior, habiendo accedido al cargo a través de una moción de censura, contra el entonces presidente, Manuel Bermejo Hernández, a la que se adhirieron dos tránsfugas de la extinta UCD (el partido de Adolfo Suárez), o sea que fue candidato en unas elecciones en las que contaba con la ventaja de disponer de todos los recursos públicos a su alcance, como hizo durante sus 25 años de mandato utilizándolos siempre en provecho propio y de sus caciques y oligarcas, tal como haría una organización mafiosa.

Rodríguez Ibarra, apadrinado por su «amigo» Alfonso Guerra, de profesión político desde 1976, pasó de maestro de primaria a «PNN» en la Escuela de Magisterio de Badajoz y de allí dio el salto a la política, tras defenestrar a la vieja guardia socialista tanto en Cáceres como en Badajoz. Enseguida reformó el PSOE extremeño para que fuera una simple sucursal del partido a escala nacional, que en realidad no es un partido, sino una agrupación sectaria que compra voluntades y lealtades, y crea un mercado de votos cautivos, a través de subvenciones, amiguismo, enchufismo, nepotismo y demás factores que definen al régimen clientelar creado por el PSOE, lo más alejado del progreso, en el sentido de avanzar a mejor, crear bienestar, riqueza, empleo y sacar a Extremadura de los primeros lugares de todas las listas, de todos los rankings de lo que nadie desea.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra se mantuvo en el poder hasta 2007, año en que José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno y secretario general del PSOE a escala nacional, le ordenó que no continuara, aunque le permitió que nombrara a su sucesor… Antes de marcharse se concedió a sí mismo una pensión vitalicia de 6.000 euros, además de otros privilegios: vehículos oficiales, gasto de personal, alquiler de inmueble, dietas para asistencia de actos, seguros de vida, entre otros. De esos privilegios, aunque no sea ningún consuelo, también participa José Antonio Monago por corto mandato como presidente de la Junta de Extremadura… Ley 3/2007, de 19 de abril, por la que se regula el estatuto de quienes han ostentado la Presidencia de la Junta de Extremadura, apoyada, también por el Partido Popular de Extremadura.

Otros privilegios recogidos en el estatuto de expresidentes son el derecho a percibir una pensión permanente mensual igual al 60% de la retribución mensual que corresponda al ejercicio del cargo de responsable de la Junta al superar los sesenta y cinco años, mejorar la pensión de viudedad y la posibilidad de incorporarse al Consejo Consultivo de Extremadura.

Guillermo Fernández Vara al finalizar su primer mandato, el 7 de julio de 2011, pasó a ostentar la condición de expresidente. Él mismo confirmó a medios de información regionales que cuando finalizó su estancia en la Presidencia, la Asamblea de Extremadura le ofreció disponer de un despacho en la zona noble de la Cámara y de personal que le asistiera en su condición de ex presidente. Vara rechazó el ofrecimiento del despacho, pero sí aceptó que dos personas trabajasen en el grupo socialista como secretaria y conductor.

Lo mismo ocurre, en el caso del expresidente Juan Antonio Monago, que tras haber presidido la Junta de Extremadura desde el 7 de julio de 2011 al 4 de julio de 2015, a partir de su cese ha pasado también a disponer de dos eventuales asignados en su condición de expresidente.

La ley 3/2007, de 19 de abril, por la que se regula el estatuto de quienes han ostentado la Presidencia de la Junta de Extremadura, fue modificada en 2014 parcialmente, eliminándose parte de los privilegios económicos de los expresidentes, pero poniendo al servicio de los ex dirigentes una relación de medios humanos y materiales con cargo al presupuesto de la Asamblea. Por lo tanto, se siguieron manteniendo privilegios, además de financiar también con cargo a las cuentas regionales dietas e indemnizaciones por gastos de viajes, estancias y traslados que le correspondan por la asistencia a actos en los que ejerzan funciones de representación. Hemos de suponer que Guillermo Fernández Vara, hasta hace muy poco presidente -por segunda vez- de la Junta de Extremadura, al que ha relevado María Guardiola, disfruta también de los mismos privilegios

Rodríguez Ibarra, como su apadrinado, Fernández Vara (y José Antonio Monago que a pesar de su pertenencia al PP pretendió ser más socialista y feminista que el PSOE) en la mayoría de las acciones que emprendió tuvo como objetivo perpetuarse en el poder, para lo cual se dedicó a comprar votos, nada de promover o facilitar un modelo productivo que propiciara el desarrollo regional. Para conseguir sus objetivos creó una administración partidista gigantesca a la vez que improductiva, que consume más del 50% de los ingresos regionales dándole prioridad a poseer carnet del PSOE frente al mérito y la capacidad a la hora de seleccionar empleados públicos.

El enchufismo y el nepotismo fueron la seña de identidad del partido.

Juan Carlos Rodríguez Ibarra fue sin duda una persona autoritaria, un sátrapa con actuaciones tiránicas, fuerte con los débiles, débil con los fuertes, emprendió obras públicas para lograr las simpatías de sus súbditos, construyo carreteras y pistas rápidas de escasísimo tránsito de vehículos (mientras la vía que une las dos capitales de provincia está en pésimo estado), construyó polideportivos, jardines, etc., Por supuesto, se olvidó de que Extremadura poseyera trenes de corto, medio y largo recorrido, mientras prometía enésimas veces la llegada del AVE, tren de alta velocidad a la región… en todo ello se despilfarró el dinero que fue llegando durante lustros, décadas procedentes del gobierno central o de la Unión Europea desde la adhesión de España a la UE, en 1986. 25 años calificables de absolutamente nefastos para Extremadura.

En 2007, sucedió a Ibarra, en la presidencia de la Junta de Extremadura, el nuevo Secretario General del PSOE, Guillermo Fernández Vara, militante de la AP de Fraga Iribarne, de familia reconocidamente conservadora, su padre fue nombrado juez por Franco, en el año 1945, y forense de profesión, nacido en 1958, cuyo único mérito al respecto, consistía en haber conseguido hacerse amigo íntimo de Ibarra, dándole coba sin parar,… intentando ocultar su verdadera catadura, el personaje autoritario, rastrero, adulador por interés, y sin escrúpulos, que siempre ha sido.

Willy Fernández Vara carecía como su padrino, de un proyecto acorde con las necesidades de la región, y como su mentor todo lo emprendido tenía como objetivo seguir conservando el poder.

Si consideramos el tiempo de presencia “socialista” en la presidencia de la Junta de Extremadura suman 37 años, en los que se ha practicado aquello del Gatopardo de Lampedusa, de aparentar que todo cambia para que todo siga igual, y así seguir conservando su capacidad de influencia y su poder… Es por ello que desde que se creó el Estatuto de Autonomía de Extremadura, en 1983, los extremeños seguimos en la cola de todo lo concerniente a bienestar social y prosperidad, y los primeros, en paro, analfabetismo, pobreza, marginación y población envejecida.

Acaba de echar a andar el gobierno de María Guardiola, la nueva presidente de la Junta de Extremadura (gobierno de coalición de PP y VOX), ¿Podremos empezar a celebrar algo en Extremadura? ¿Podremos dar por muerto el régimen socialdemócrata, podremos algún día cercano dejar de ser una región subsidiada? ¿Dejará de ser la administración regional la mayor empresa de toda Extremadura?

 Las empresas extremeñas apenas son el 2% de las empresas españolas, aproximadamente 70.000. De estas empresas, casi la mitad pertenecen al sector servicios, unas 20.000 al Comercio, no más de 10.000 a la construcción y, menos de 6.000 a la Industria. Más del 50% de esas empresas son trabajadores autónomos, y con menos de seis trabajadores (incluyendo al trabajador autónomo-empresario), existen registradas en Extremadura más de 50.000, casi el 90%, lo cual demuestra el minifundismo empresarial extremeño. 

Extremadura en el último medio siglo ha sufrido las consecuencias económicas, sociales, culturales y políticas, del poder hipnótico y anestésico del régimen caciquil ibarrista-varista -con el intermedio del gobierno de un tal José Antonio Monago, del Partido Popular, que pretendió ser más socialdemócrata que los socialdemócratas, y claro, la gente prefiere a los “auténticos” antes que a las malas copias-, un régimen que dice ser “amigo de los pobres”, gente que cada vez que alcanzan el poder aumenta el número de pobres. 

Que se sepa, nunca ha habido ningún régimen progresista que haya conseguido, o que de veras lo pretendiera, poner remedio a la injusticia, mejorar la vida de los más favorecidos, acabar con la pobreza (miseria tanto económica como cultural). Ningún sistema político populista-progresista como el de Juan Carlos Rodríguez Ibarra, o el de su heredero, Guillermo Fernández Vara, ha promovido una verdadera educación, orientada a fomentar el pensamiento crítico, a erradicar las formas de pensar acientíficas, supersticiosas, las diversas formas de fanatismo. 

Los gobiernos como los que hemos tenido en Extremadura desde la muerte del General Franco hasta la actualidad, nunca han tenido como objetivo lograr un desarrollo sólido y perdurable (sostenible lo llaman ahora). 

Con semejante clima como el descrito (que participa evidentemente de muchas más maldades, una enorme ristra que para contarla habría que escribir un libro) no se pueden esperar inversiones propiamente dichas, ni ningún tipo de acción emprendedora, ni creación de riqueza, ni creación de empleo… ni nada que se le parezca. 

¿Hará algo el gobierno de Extremadura, que preside María Guardiola, para que Extremadura salga del vagón de cola, los extremeños dejemos de ser los últimos de la fila, para que dejemos de estar en el “trasero de Europa”, pese a las enormes potencialidades que seguimos manteniendo inactivas por responsabilidad del modelo populista-socialdemócrata que hipnotiza, esclaviza y embrutece?

¿Y qué hacer para acabar con la situación de postración de Extremadura?

Pues, para dejar atrás tan oscuro panorama, para romper este círculo vicioso, perverso, para que los extremeños vivan mejor y sus recursos se utilicen más eficazmente, sólo cabe una solución: recuperar el estado unitario y desmantelar el denominado “estado de las autonomías” y la recentralización de todas las competencias que nunca debieron ser transferidas a ningún gobierno regional, empezando por la enseñanza, la sanidad y la justicia, y prosiguiendo por recuperar la unidad de mercado, de manera que todos los españoles, independientemente de donde nazcan o vivan, posean los mismos derechos y obligaciones.

Pero, como esto es en estos momentos un imposible, pues a la Presidente de la Junta de Extremadura, María Guardiola, y a su equipo de gobierno les toca empezar a hincarle el diente a todo lo que les describo; claro que, empiecen por priorizar, marcarse objetivos realistas, temporalizando,… para empezar pónganse a ahorrar, no despilfarrar, eliminando gastos superfluos, innecesarios, desmantelando empresas públicas creadas para mayor gloria de los socialistas y comunistas de Extremadura… bajen impuestos, eliminen los abusivos (como el de patrimonio, herencias y donaciones), simplifique la burocracia, faciliten la creación de empresas, procurando evitar la enorme carrera de obstáculos a la que se tiene que enfrentar cualquier inversor. Y, nunca olviden que los gobiernos no crean empleo, de eso se encarga la empresa privada, lo suyo debe ser dejar de poner zancadillas… y, sobre todo, no vuelvan a engañar nuevamente a los extremeños.

Y ya para terminar, sean ustedes decentes y den un paso adelante, los extremeños se lo agradecerán infinito.

¿Acabará dando el equipo de María Guardiola un paso adelante para acabar con la situación de postración de Extremadura? De momento, transcurrido un año desde que cogió las riendas, en poco o nada se ha notado…

¡Tiempo al tiempo!

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