Pablo Casado es el principal enemigo del Partido Popular, y el principal aliado del gobierno social-comunista…. al PP no le hacen falta enemigos, pues, lo tiene dentro…
ARMANDO ROBLES, DIRECTOR DE ALERTA DIGITAL.
Pablo Casado no puede ser tan torpe ni estar proporcionando tantos balones de oxígeno a sus rivales de derecha e izquierda sin que medie un fin avieso. Los errores se acumulan. Casado se ha propuesto prolongar el sueño monclovita de Sánchez y va camino de conseguirlo.
La tendencia de Casado a la autodestrucción del PP exigiría la reacción inmediata de los barones regionales. No puede entenderse, bajo ninguna circunstancia, que Casado esté puenteando a Isabel Díaz Ayuso, a la que tanto debe. No puede entenderse que con todo a su favor, impulsado como un cohete hacia la Moncloa gracias al revulsivo que ha sido Ayuso, con Vox en fase de desaceleración, Casado se obstine en poner fin a los días de vino y rosas con tanta contumacia. ¿Qué sentido tiene este frente abierto contra Ayuso y Almeida, fuera de toda duda, el tándem electoral más potente que tiene el PP de cara a las generales? Casado empieza a ser experto en crear problemas donde no los había, todo lo cual respalda a quienes le describen como un fracasado. O lo que es peor aún, como un tonto resuelto a pegarse un tiro en el pie del PP.
Tras las elecciones catalanas, en las que al PP se le hundió aún más su suelo electoral, el futuro político de Casado pasó de gris marengo a negro zahíno. Con Vox acariciándole el cogote y en medio de una situación de profunda crisis interna, Casado abrió la caja de los truenos al anunciar al comité ejecutivo del PP de que el partido cambiaba de sede para romper con el pasado ante los juicios por corrupción que marcarán el calendario del partido. Los teléfonos de los dirigentes del PP echaron chispas, y según hablaban unos con otros se iban calentando y la indignación crecía. Casado había perdido cualquier contacto con la realidad. En las fracasadas elecciones catalanas, mientras los dirigentes de Vox sufrían el acoso de los separatistas en sus actos de campaña en plena calle, el equipo de campaña del PP eligió el refugio seguro de los hoteles para que unos dirigentes insulsos y desconectados de la calle hablasen de europeísmo y del mercado único europeo. Se lo dije a Alejandro Fernández, con quien mantengo una relación de cordialidad y afecto: “Tienes al enemigo en tu equipo. Empiezo a creer que tu gente está haciéndole el trabajo sucio a los de Vox”, le espeté una noche.
La situación tras las elecciones catalanas era insoportable para el PP. Aquí mismo dijimos que el relevo de Casado era imperativo salvo que se quisiera colaborar en la voladura del partido por control remoto, con el de Palencia como principal dinamitero.
Así estaban las cosas hasta que la suerte vino a visitar a Casado el 12 de marzo de este año. La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, disolvió la Asamblea y convocó elecciones en la Comunidad de Madrid, adelantándose a una moción de censura que iban a presentar ese mismo día Ciudadanos, PSOE, Más Madrid y Podemos.
Comenzó ese mismo día una corriente de simpatía en toda España hacia la presidenta madrileña. Millones de españoles asumimos como propia la suerte electoral de Ayuso. “Comunismo o libertad”, fue el grito de guerra que incluso traspasó barreras partidarias y que llegó a calar hondo en españoles de todas las edades y de todas las ideologías.
El “fenómeno Ayuso” sirvió de potente lubricante a la flácida musculatura del PP hasta convertirla en macilenta. Pocos alcanzaron a explicarnos las razones de esa comunión extraordinaria del pueblo con Ayuso, pero se produjo y se conserva. Gracias a ella y solo a ella, Casado cabalga velozmente rumbo a la Moncloa. Cualquier otro aspirante a la Presidencia del Gobierno aprovecharía el viento favorable de cola que hoy tiene Casado, pero él se obstina en sustituir al purasangre y cabalgar por caminos más angostos y bacheados a lomos de un podenco. Pongamos que hablo de Cuca Gamarra. O del “cagapoquito” Pablo Montesinos. Rodearse de mediocres y no de los mejores define al mal líder.
La torpeza de Casado no la entiende nadie. No se puede luchar contra aquella que la calle adora. Ha calculado muy mal sus fuerzas y lo que hace es darle aire a Vox cuando más exhaustos estaban los de Abascal. Casado se pone en cuestión a sí mismo. No es explicable esta guerra larvada contra la única persona que le puede hacer ganar o perder las próximas elecciones generales.
Pierdo toda esperanza de comprender las intrincadas razones de Casado para vivir en feliz consorcio con el fracaso. Tal vez no se haya enterado que todo su futuro político dependerá de lo que consiga en las elecciones generales de 2023. Un nuevo fracaso le obligaría a dimitir la misma noche electoral. Esa noche puede salir al balcón de Génova convertido en presidente del Gobierno, o como el mayor tonto que haya tenido la derecha española. Y los ha habido por pares. Es urgente que alguien con autoridad dentro del partido llame a capítulo a Casado y detenga esta locura. Si Pablo Casado se propone seguir siendo el Don Julián de la derecha conservadora española, entonces es imperio que Ayuso dé un paso al frente y se ponga fin a este contubernio de inútiles.
FUENTE: https://www.alertadigital.com/2021/09/17/el-partido-popular-tiene-al-enemigo-dentro-y-se-llama-pablo-casado/