CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN.
«Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis». Michel de Montaigne»
Debe ser que yo soy un tipo raro, un «perro verde» o algo parecido, pero de lo que sí estoy seguro es de que soy de los pocos que (y conste que soy sordo) ponen atención, escuchan (que no es simplemente oír), leen y toman nota de los vocablos más al uso, y especialmente los que salen de las bocas de los locutores de televisión y radio, los escribidores de los diversos medios (sea con o sin intención de manipular, que de todo hay), los opinadores-todólogos, los tertulianos diversos, e incluso hasta los periodistas deportivos y las mujeres del tiempo (hombres del tiempo apenas quedan)… y día tras día descubro el uso de palabras que no vienen a cuento, o son pura palabrería propia de charlatanes de feria y mercadillo, hablar, hablar, hablar para no decir nada. Son muchas las ocasiones que me pregunto si es que los que abusan de la palabrería vacua no dan para más, por ignorancia y analfabetismo, o como poco desconocimiento del idioma español, o lo hacen a propósito, para así seguir embruteciendo a los españoles que, generalmente, no realizan ningún acto reflexivo acerca de los vocablos que van incorporando progresivamenta a su repertorio y acaban repitiendo palabras de forma estúpida, tal como haría un loro.
Una de las expresiones que me resulta más chocante y que se repite por doquier es la palabra «caballero». En España los hombres, al parecer, han desaparecido, ya no queda ningún ciudadano de a pie, nadie es de infantería, todo quisqui se ha acabado haciendo de un caballo… De veras que es cansino. Ahora, para cualquier agente de la autoridad los varones somos «caballeros». Y, a este paso, a las mujeres se las acabará llamando «amazonas». Tiempo al tiempo. La modernidad ha acabado con palabras como «señor», «señora», «señorita»,…
Otro vocablo del que se abusa en demasía es «chico» y su femenino «chica». En la lengua española, chico es sinónimo de pequeño. ¿Qué carajos es eso de nombrar como chico o chica a una persona de más de cincuenta o incluso sesenta años? Claro que, será porque estamos en una época en la que, entre otras, circula la consigna de que hay que parecer joven a toda costa, vestir como haría un muchacho o una muchacha (vocablos también desterrados del lenguaje) y llevar una vida de joven o adolescente, aunque se peinen canas, muchas coloreadas… Es asombroso el grado de estupidez que se va imponiendo.
Aparte de palabras que como algunos dicen «han llegado para quedarse» (otra ristra de palabras requeterrepetidas hasta el hartazgo), que la gente repite sin pensar, está también el lenguaje casi telegráfico, las frases incompletas que empobrecen sin duda la comunicación y demuestran una grandísima pereza y una enorme indigencia intelectuales. Cada vez es más frecuente leer u oír a gente que usa oraciones sin sujeto, o sin verbo, o sin complementos, y se conforma con apenas un par de palabras para intentar expresar un mensaje… No les extrañará si les digo que a las personas sordas -como es mi caso- nos resulta imposible saber qué están intentando comunicar.
Luego, también están palabras y expresiones tales como «dicho lo cual», «de inicio», «todos y cada uno». También pretendidos latinajos como «de motu propio» (lo correcto es «motu proprio»), «a groso modo» (lo correcto es «grosso modo»), «condición sinecuanon» (lo correcto es «conditio sine qua non») que muchos utilizan para dárselas de cultos y acaban demostrando que son analfabetos funcionales… Todas esas frases y palabras se repiten hasta aburrir y la gente acaba incorporándolas a su vocabulario, de forma acrítica, y como anunciaba en el título de mi artículo acaban corrompiendo el idioma y el pensamiento.
Mención aparte merecen los desdobladores del idioma en «os», «as»… y últimamente en «es».
La lista de palabras y frases innecesarias, vacías, sin contenido, repetidas según parece con el objetivo de hacer ruido, sería interminable, o casi. No obstante, voy a citar algunas por si algunos de ustedes aún no se han percatado:
«Analítica» en lugar de «análisis» (al parecer, los médicos y demás personal sanitario no hacían análisis sintácticos y morfológicos cuando iban al colegio, hacían «analíticas morfolígicas y sintácticas»). La jerga médica es muy particular, hasta he oído y visto por escrito expresiones como «el pacienta ha sufrido una mejoría»… ¡Huelgan comentarios! Hablando de «sufrir», otra manía muy extendida es usar sufrir como sinónimo de acontecer, suceder, experimentar, realizar, etc. ¿Debemos entender que cuando alguien afirma o escribe que se ha producido un cambio, sea cual sea la circunstancia, ha sido con dolor y sufrimiento?
¿Y qué me dicen de la manía estúpida de usar «climatología» como sinónimo de «tiempo atmosférico»? Las mujeres y hombres del tiempo también incurren en el uso de manera abusiva de la palabra «precipitación» para evitar el uso de «lluvia», que deben pensar que está anticuado… En la España de la modernidad ya no llueve, siempre precipita. Por cierto, los hombres y mujeres del tiempo (que supongo que la mayoría no son meteorólogos) evitan por todos los medios nombrar a España, al que llaman «estepaís» o «elpaís», no sea que se enfaden los socios del gobierno de Pedro Sánchez. Siguiendo con las mujeres y los hombres del tiempo, otros pecads son el abuso de la expresión «de cara a…» o de «nubes de evolución» ¿Que carajos es tal cosa? ¡Sorprendente y peculiar, también, la jerga de quienes nos informan del tiempo meteorológico!
Otro vocablo del que abusan los tertulianos, trovadores, bufones y demás manipuladores de masas y creadores de opinión es «comparativa», en lugar de «estudio comparado», o «análisis comparado» o simplemente «comparación», debemos suponer que la intención es evitar el verbo comparar en estos tiempos de bondad extrema, de buenismo y empatía; lo han proscrito y aplican al pie de la letra aquello de que las comparaciones son odiosas, o simplemente lo de que no está bien comparar… pese a que comparar sea humano hasta tal extremo que es una de las actividades que más repetimos desde que nos levantamos hasta que nos vamos a la cama, desde que nacemos hasta que nos morimos.
A los periodistas y comentaristas deportivos (los narradores de lo obvio que diría el autor de «El dardo en la palabra», Fernando Lázaro Carreter) también son para echarles de comer aparte. La frase que más me gusta es aquella de «los jugadores están saltando al campo de fútbol»… Tengo 65 años y por más que observo, todavía no he logrado ver a ningún futbolista entrar al campo saltando… Luego está aquello de «ganar de» o «defender a», o la pelota ha salido fuera, o directamente fuera, o hacer falta sobre fulano… Ya digo, «maravillosa la forma como corrompen el idioma español»… ¿Y lo de los «clásicos»…? Ufffff…..
¿Y qué me dicen del leismo de quienes aparecen por los medios de información y manipulación de masas, especialmente los que se dejan caer por las emisoras de radio y televisión? Olvidaba señalar que los oyentes en España ya han desaparecido, ahora son «escuchantes»… «están ustedes escuchando… para estar bien informados…»
Bueno, la verdad es que, me alegra que me haga usted esa pregunta, verá… a ver como se lo explico para que se me entienda… es que más que nada es un sentimiento que no se puede explicar… de inicio, a groso modo, ¿Cómo le diría yo…?… es un tema que sólo cabe literalmente un «sí o sí», pues,… «para nada», porque nosotres al contrario que ustedes no somos punitivos, creemos en la bondad natural de los humanos y pretendemos hacerlos felices y la única forma es que el estado, dirigido por los nuestros por supuesto, convierta en derechos ciudadanos todo lo deseable, no como usted que seguro que es un intolerante y estoy, también, seguro de que se opone a todo lo que signifique igualdad… y, además, no me negará usted que mi opinión es importante… bueno pues, como le decía, dicho lo cual, de motu propio… lo que le puedo decir es que, en el fondo está presente el patriarcalismo neoliberal, es un royo super, super guay, alucinante… jo, parece mentira que gente facha, como usted que vive instalada en una zona de superconfort no se dé cuenta… es que carece usted de empatía, no admite la diversidad… lo que ocurre es que, usted es un rancio, anacrónico, sólo a usted se le ocurren semejantes cuestionamientos, la ciudadanía está por una sociedad eco-pacifista-feminista-sostenible y no como usted que no se entera… porque seguro que usted es de los que niega el calentamiento global, el cambio climático, y además estoy seguro de que fue un negacionista, de los egoístas insolidarios que no se vacunaron, poniendo en riesgo la salud y la vida de la ciudadanía… y, bueno, ¿qué era lo que usted me preguntó, qué es lo que deseaba saber…?
En fin… mención aparte merece el uso abusivo, verdadero sacrilegio contra el idioma español, de extranjerismos y neologismos absolutamente innecesarios que daría también para otro artículo, e incluso un libro.
«Dicho lo cual», que diría un todólogo-tertuliano, sólo me queda recordarles que el acto de pensar consiste en hablar uno consigo mismo. Y, he ahí el quid de la cuestión: para hablar es necesario dominar el idioma, poseer un conocimiento suficiente de la morfología, de la sintaxis, de la gramática; también es imprescindible poseer un amplio vocabulario y tener conocimiento de sinónimos y antónimos. Todo ello es imprescindible para ser capaces de expresar matices, de darle concreción a las ideas, de definir, poner límites a aquello de lo que hablamos y pensamos, de discriminar, etc. además de llamar a los objetos, a las circunstancias, por su nombre… Todo eso y mucho más hacemos cuando pensamos, y claro, si no se posee nada o casi nada de lo que nombro, difícilmente puede una persona aspirar a tener un esquema de pensamiento medinamente aceptable.
¿Alguien a estas alturas se cree que es posible pensar utilizando un vocabulario tal como el que usan los usuarios de WhatsApp o aplicaciones similares?
¿Alguien piensa que con el nivel que poseen nuestros niños, jovénes y no tan jóvenes en el dominio y conocimiento de la lengua española, puede aspirar a hablar y escribir otro idioma con cierta solvencia?
No olviden que los capos de las organizaciones mafiosas que se hacen llamar partidos políticos nos quieren mediocres, ignorantes, analfabetos. Es por ello que nunca emprenderán una verdadera reforma del sistema de enseñanza que vaya en la dirección de la calidad, de la capacidad, del mérito, del esfuerzo o cuestiones semejantes.
Mejor, para ellos, es que en los centros escolares (incluyendo las universidades) se le dé prioridad a la fiesta, al ruido, ruido, ruido… mucho ruido, no sea que nuestros compatriotas cuando lleguen a cierta edad, lleguen «traumados» (otro palabro muy de moda).
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