Paz a cambio de territorios, o la guerra de Ucrania no se acabará en mucho tiempo… Donald Trump tiene razón.

Antes de comenzar, es importante subrayar que «Maquiavelo no era maquiavélico», no era una persona amoral, egoísta e irracional, un malvado, o cosas por el estilo; era un escritor, estudioso, que, en su obra más conocida, «El Príncipe» expone los medios con los que los príncipes pueden lograr el poder, mantener y ampliar su territorio de la forma más eficaz. También, entre otras muchas cuestiones, Maquiavelo afirma que “la humanidad en general es voluble, hipócrita y ávida de ganancias”, y prosigue: “es mucho más seguro ser temido que ser amado porque… el amor se preserva por el vínculo de la obligación que, debido a la bajeza de los hombres, se rompe en cada oportunidad para su ventaja; pero el miedo te preserva por un temor al castigo que nunca falla”. Pues, insisto, Maquiavelo nos cuenta todo esto y mucho más, pero, nunca afirmó que todo lo que cuenta le parezca correcto, lo mejor, éticamente admisible, ni nada que se le parezca. Es por ello que repite una y otra vez que, los gobernantes deben hacer el bien siempre que sea posible, y no debe temer cometer actos de maldad para mantenerse en el poder. Pese a que Maquiavelo fuera considerado amoral, cínico, e incluso sus libros fueran prohibidos, sus intenciones fueron malinterpretadas, y, sobre todo, lo más destacable es que su libro, «El Príncipe», tal como ocurre con el Quijote de Migue de Cervantes, la gente sabe o ha oído de él, pero no lo ha leído…

Pues bien, después de esta introducción, a mi modo de ver necesaria, lo mismo podemos comentar acerca de lo que está ocurriendo en el mundo desde que Donald Trump accedió a la presidencia de los EEUU y las acciones que prometió llevar a cabo y ha emprendido. Narrar qué está haciendo Trump y afirmar que lo que está haciendo es lo único posible (o casi), no significa ser partidario de que Donald Trump actúe así, de esa manera, o aplaudir sus acciones, o las consecuencias de las mismas. Pero, ¿qué cabe, aparte de aceptar la realidad, tal cual es?

El problema al que nos enfrentamos, a la hora de comprender las iniciativas que ha anunciado Donald Trump para acabar con la guerra de Ucrania (y posiblemente algunas más durante lo que le queda de la presidencia de los EEUU que, acaba de comenzar), es que la opinión pública española, y europea en general no sabe por qué se inició la guerra de Ucrania y, sobre todo, qué posible solución se puede allí adoptar.

Los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas hablan de traición a Ucrania por parte de Trump, hablan de rendición, de que pretende imponer una «paz vergonzosa», inaceptable, y un largo etc. de improperios hacia el presidente estadounidense… Curiosamente, quienes afirman tales cosas no desean que se sepa que, desde que se inició la invasión de Ucrania por parte del ejército ruso, ha habido intentos de pactar el fin de la guerra en múltiples ocasiones y los países europeos más influyentes y el gobierno «demócrata» de Joe Biden los han abortado.

Evidentemente, quienes denostan a Donald Trump están mintiendo con absoluto descaro y tergiversando todo para desprestigiarlo… Al parecer, los detractores de Donald Trump ponen en duda que éste tenga intenciones de lograr un acuerdo que beneficie a Ucrania y proteja al país ante futuros intentos de agresión militar por parte de Rusia y añaden que, Trump ha traicionado a Ucrania y se ha convertido en el principal aliado de Vladimir Putin… Los enemigos de Trump también ocultan, a propósito, que es el presidente más pacifista de la historia reciente de Estados Unidos, dado que durante su primer mandato entre 2017 y 2021 no inició ningún conflicto bélico, y su Administración impulsó los denominados “Acuerdos de Abraham”, que supusieron el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Emiratos Árabes Unidos y Bahréin con el Estado de Israel.

¿Alguna vez ha terminado alguna guerra sin rendición o concesiones por parte de alguna de los bandos en conflicto, sin renuncias, sin trazar nuevas fronteras, sin que alguna de las partes haya acabado anexionándose alguna parte del territorio del otro bando, etc.?

Quien sepa, quien tenga suficiente información acerca de lo ocurrido en el mundo en los últimos siglos, sabe sobradamente que los conflictos aún latentes, las guerras existentes en el mundo en la actualidad, de baja, media o alta intensidad son, en la mayoría de los casos, resultado del colonialismo e imperialismo europeos. Europa se repartió el mundo a su gusto, de manera caprichosa, arbitraria, trazando fronteras con una regla y un compás, Las principales potencias europeas no tuvieron en cuenta ni la cultura, ni la lengua, ni la religión, ni la tradición y muchas cuestiones más de los lugares que se apropiaron. Y, como resultado, tras la concesión de la independencia a sus antiguas colonias, protectorados y demás, los conflictos estaban inevitablemente asegurados, pues el abandono de multitud de territorios por parte de las antiguas metrópolis, dio lugar a la creación de países artificiales que nunca habían existido, da igual si hablamos de Oriente Medio, o de África, de Asia o América… Todas las guerras guardan relación con ello.

Por supuesto, la desaparición de la antigua Unión Soviética, en 1991, dio lugar a conflictos similares, muchos de ellos «solucionados» de forma destructiva, de manera cruel, mediante un tratado de paz «injusto», … Pero, es imprescindible subrayar que ninguna «transición» ha sido pacífica; todo lo contrario. Uno de los factores que han influido enormemente en los cambios habidos en Europa del este, tras la caída del muro de Berlín y del Pacto de Varsovia, ha sido la enorme cantidad de rusos dispersos por las antiguas repúblicas soviéticas y los países satélites de la antigua UURRSS… Ese es principalmente el motivo de la guerra entre Ucrania y Rusia.

En realidad, la guerra de Ucrania comenzó en 2014, cuando se produjo el denominado golpe de Estado de Maidán, en Ucrania, diseñado por los Estados Unidos; mediante el mismo se destituyó al presidente elegido democráticamente y se dejó a los ultranacionalistas tomar el control de gran parte del país. Antes de ello se produjeron manifestaciones y disturbios desde el 21 de noviembre de 2013 y grandes protestas en la Plaza de la Independencia en Kiev (capital de Ucrania).

Las protestas, de índole europeísta y nacionalista, se desencadenaron a raíz de la repentina decisión del presidente Viktor Yanukovich de suspender el Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Ucrania y fortalecer sus lazos con Rusia. 

El resultado inmediato fue que Ucrania comenzó a dividirse. Crimea había sido un Estado independiente y autónomo desde 1991 y hasta 1995. Ese año, el gobierno ucraniano anuló la Constitución de Crimea y la anexó en contra de su voluntad. Los habitantes de Crimea, mayoritariamente de habla rusa, no se consideraban parte de Ucrania, y tenían profundas conexiones culturales con Rusia. Cuando ocurrió el golpe, con los ultranacionalistas ucranianos en el poder (algunos de ellos neonazis), la población de Crimea buscó una salida. Rusia les dio la oportunidad de quedarse en Ucrania o unirse a Rusia mediante un referéndum. Los habitantes de Crimea eligieron unirse a Rusia. Al mismo tiempo que esto sucedía, en la parte oriental de Ucrania la población principalmente rusa fue víctima de represión por parte de las fuerzas ultranacionalistas y neonazis de Kiev. Llevados por su rusofobia emprendieron una represión extrema contra las poblaciones de habla rusa en el este, … Entre otras muchas crueldades, los neonazis integrantes del Batallón Azov hicieron estallar un edificio público con 40 personas dentro…

Los nuevos gobernantes ucranianos, entre otras muchas acciones prohibieron el uso de la lengua rusa, las personas podían ser multadas por hablar ruso en público, por ejemplo, cuando iban al mercado… Fue un ataque a la cultura rusa, a la que siguió una represión violenta de las poblaciones orientales de Ucrania.

Al principio, se perdieron alrededor de 14 000 vidas en la guerra civil. Estas bajas se produjeron en el este del país, mientras alrededor de 2.5 millones de refugiados llegaron a Rusia. Los Acuerdos de Minsk de 2014 y 2015 consiguieron un alto el fuego, con la mediación de Francia y Alemania, y el apoyo del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En estos acuerdos las repúblicas de Lugansk y Donetsk obtuvieron autonomía dentro de Ucrania. Pero Kiev rompió los acuerdos de Minsk una y otra vez, y siguió atacando las repúblicas disidentes en Donbass, aunque a menor escala, a la vez que los Estados Unidos continuaron con la provisión de armas y el entrenamiento militar.

Pese a que, han transcurrido tres años de guerra, la campaña emprendida por Putin no se está desarrollando de forma tan favorable como Rusia había previsto, debido tanto a la incompetencia de sus fuerzas armadas como al apoyo militar, económico, armamentístico, etc. que están prestando a Ucrania muchos países occidentales. En estos momentos es impensable considerar que el conflicto vaya a terminar con la retirada unilateral de los agresores rusos. Por otro lado, las posibilidades de una rendición incondicional de Rusia son en estos momentos inimaginable…

¿Cuál es, entonces, el horizonte al que se enfrenta Ucrania?

La cuestión de cuánto tiempo se debe continuar la lucha, o en qué momento sería preferible explorar la posibilidad de un alto el fuego negociado, durante mucho tiempo ha correspondido al pueblo de Ucrania, o más concretamente a sus gobernantes, pero, lo que demuestra la actual situación es que los ucranianos deberían dar ya por perdida la guerra, por muy injusto que esto pueda ser considerado.

Si, tal como parece, Donald Trump logra que Putin consienta firmar un acuerdo de PAZ; a corto, medio y largo plazo, el papel más importante de Europa y los EEUU debería ser mantener el apoyo a las personas refugiadas y ayudar en la reconstrucción económica y material, una vez hayan terminado los combates.

La reconciliación entre ambas naciones será una tarea mucho más difícil, que sólo será posible, transcurrido el tiempo, cuando se haya producido un cambio de dirigentes en Moscú y en Kiev.

Los países occidentales esperaban que una avalancha de sanciones contra Rusia provocaría una casi total desconexión de su economía, al mismo tiempo que un bloqueo desde el punto de vista político y diplomático, debido a que Estados Unidos y sus aliados poseen, supuestamente, una mayor capacidad de influencia a escala mundial; pero es evidente que no lo han conseguidoMuy al contrario, la economía rusa se ha mantenido firme, no ha habido protestas internas, la posición de Putin no sólo no se ha tambaleado, sino que se ha reforzado.

El gobierno estadounidense que, hasta hace poco presidía Joe Biden, no ha sido capaz de coaccionar a Rusia para que detenga sus acciones militares o impedir que se apropie de más territorio ucraniano. Tampoco se ha producido ninguna revuelta de los oligarcas rusos, como algunos deseaban y daban por segura, cuyos bienes han sido confiscados en Occidente.

 Rusia ha sobrevivido, a pesar de que Biden, la OTAN y la Unión Europea estaban convencidos de que acabaría cayendo.

Tanto en los EEUU, como en Europa, es mucha la gente comienza a ver lo que sucede en Ucrania como una guerra emprendida por los ‎Estados Unidos, o, mejor dicho, por el gobierno anterior al de Donald Trump, contra Rusia, a través de los ucranianos. Y llegados hasta aquí, ¿de veras alguien puede creer que 40 millones ‎de ucranianos van a derrotar a 140 millones de rusos, sabiendo además que estos últimos cuentan ‎ahora con un adelanto de casi 2 décadas sobre Occidente en cuestiones de armamento?‎

Después de tres años de guerra en Ucrania, está bastante claro que Rusia no va a ser el bando perdedor.

Para los rusos, con Vladimir Putin a la cabeza,se trata de un «desafío existencial»: ¿ser o no ser un país, una nación, un Estado, un pueblo? No se trata de adquirir territorios en disputa o de equilibrar la seguridad. Así era años atrás. Ahora las cosas son muy diferentes, hay detrás razones más profundas. Rusia no puede perder, o, mejor dicho, no se va permitir salir derrotada, y cruzar esta línea roja nos lleva un asunto innombrable: el apocalipsis nuclear. Y en este tema todo el mundo debería tenerlo claro: no se trata sólo de la decisión de Putin, sino de la lógica de toda la trayectoria histórica de Rusia… Rusia será libre o no será nada.

Para Rusia sólo es admisible poner bajo su control definitivamente todos los territorios de las cuatro nuevas entidades constituyentes de la Federación Rusa:  República Popular de Donetsk (RPD), la República Popular de Lugansk (RPL), Jersón y Zaporiyia. Paralelamente, esto debería ir acompañado del desarme de Ucrania y la garantía plena de un nuevo estatus neutral en el futuro. Para ello, Kiev debería reconocer y aceptar la situación de facto.

Las negociaciones sobre el futuro de Ucrania están condicionadas por la definición de nuevas fronteras, lo cual no es fácilmente aceptable por parte del actual gobierno ucraniano; pero esto no es lo principal: lo importante es, cómo ser vecinos, de vivir unos al lado de los otros y evitar amenazar la seguridad de los demás y reconocerlos como «iguales». Y, eso es no depende sólo de los gobiernos ruso y ucraniano.

Pues, sí, como decía al principio, la realidad es la que es, podrá gustar más o menos, pero sólo cabe la paz a cambio de territorios que es al fin y al cabo lo que está detrás de las palabras de Donald Trump… Da igual lo que ustedes «sientan» o lo que opine gente como Macrón o Sánchez que, lo único que se les ocurre -según parece- es crear un ejército arcoíris, feminista, sostenible, woke, para hacer frente a lo que ellos llaman extrema derecha, que a su entender está en estos momentos al otro lado del río Dniéper…

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