Francisco Rubiales
Es difícil imaginar un tipo de corrupción que no haya sido practicada por Pedro Sánchez y sus socios de gobierno, que han inundado el país de lodo sucio e inmundicias, desde impuestos abusivos a destrucción de las clases medias, despilfarro, ostentación, arrogancia y apuñalamiento de la democracia y de los valores principales que hacen fuerte a una nación. Ha permitido la entrada de inmigrantes sin control alguno, ha llenado las calles de España de inseguridad, ha alimentado la pobreza, ha castigado a los que producen y trabajan, ha protegido a delincuentes como los okupas, ha indultado a golpistas que nunca se han arrepentido, ha beneficiado a criminales etarras encarcelados, ha despreciado a las víctimas del terrorismo y ha mentido tanto que ha convertido la nación en una pocilga donde la verdad es sacrificada a diario.
Todo eso es corrupción en estado puro, mucho más grave que el robo y mucho más dañina porque el robo se soluciona devolviendo el dinero sustraído, pero el envilecimiento de una nación y el asesinato de la esperanza y las ilusiones no tienen remedio.
Sus fechorías han convertido a España en un país arruinado, problemático y poco fiable para sus aliados, que han dejado de invitar a su gobierno a los grandes foros y reuniones donde se decide el destino del mundo. Los servicios de inteligencia españoles no reciben ya la información sensible que necesitan porque sus aliados no se fían de España, el único país de la OTAN que tiene a comunistas sentados en el Consejo de gobierno.
El gran pecado del sanchismo es que ha alimentado, engordado y acelerado la degradación y la decadencia de nuestra nación, convirtiéndola en uno de los grandes problemas de Europa. Ese empujón dado por Sánchez hacia el abismo es corrupto y es especialmente grave porque no hace mucho España era un modelo de crecimiento y de fe en la democracia para todo el mundo occidental.
Gracias al terrible sanchismo corrompido, España es hoy el país donde los políticos y los ciudadanos están más divorciados y en el que el foso que separa a administradores y administrados es más ancho y profundo. El divorcio se ha hecho tan profundo y denso que el viejo rechazo a los políticos se ha transformado en odio.
Sánchez es más un gran corrupto que cualquier otra cosa, más incluso que un psicópata, un totalitario oculto o un enemigo de la democracia y de España, La corrupción sanchista, de la que apenas se conoce el 10 por ciento de su volumen total, nos llenará de vergüenza a muchas generaciones de españoles el día en que sea desvelada por entero.
1948, Villamartín (Cádiz). Doctor en Periodismo, ha sido corresponsal de guerra (Ramadam 1973, Nicaragua 1979 y El Salvador 1980), director de las delegaciones de la Agencia EFE en Cuba, Centroamérica e Italia, así como director de Comunicación de Expo’92. Autor de los libros ‘China, nueva cultura’, ‘El debate andaluz’, ‘Democracia secuestrada’, ‘Políticos, los nuevos amos’, ‘Periodistas sometidos’, ‘Las revelaciones de Onakra, el escriba de Dios’ y ‘Hienas y buitres, periodismo y relaciones…
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