PERO GRULLO DE ABSURDISTÁN
Dicen que quienes no conocen su propia historia, la de su nación, están obligados a repetirla. Es por eso que es necesario que retrocedamos hasta finales del siglo XIX para explicar que fueron las «PARTIDAS DE LA PORRA»:
En el último cuarto del siglo XIX se creó en España un grupo violento, de agitadores y represores con el nombre de “La Partida de la Porra”, según cuentan las crónicas, la partida de la porra estaba al servicio del Partido Progresista español (“LIBERALES”) y empezó a actuar hacia 1870, supuestamente para defender al monarca Amadeo I de Saboya.
La Partida de la Porra estaba dirigida por el periodista y empresario teatral Felipe Ducazcal Las Heras (1849-1891). Formaban parte del grupo violento unos treinta individuos y su actividad consistía en destrozar las redacciones de los periódicos de la prensa opositora (alfonsinos, moderados, carlistas), boicotear y disolver por la fuerza las reuniones de los partidos políticos Moderado y Carlista cantando el Trágala (Canción con que los liberales españoles se burlaban de los absolutistas en el siglo XIX), dar palizas a los líderes destacados de los mismos y amedrentar a los electores contrarios al Partido Progresista, para lo cual no dudaban en apedrear los cristales de sus casas o las farolas cercanas a ellas, entre otros procedimientos, a veces con la cooperación e incluso con la complicidad de las autoridades civiles… A semejanza de la Partida de la Porra madrileña surgieron otras en las ciudades más populosas de España, con idéntico propósito censor y represivo.
Siglo y medio después, el gobierno socialcomunista, apoyado por etarras y separatistas, está adoptando los mismos modos de aquellas partidas de la porra, una actitud matonil, incitando continuamente a la violencia contra quien osa rechistarles y manifestar su disenso, aplaudiendo a rabiar, de manera entusiasta a quienes inician el uso de la fuerza o manteniendo una actitud cómplice con su silencio (y dando órdenes a los medios afines para que no hablen de ello o lo justifiquen criminalizando a quienes osan disentir).
Desgraciadamente, en España hemos llegado a tal extremo que son muchos los gobernantes, y políticos en general, que conciben el gobierno no como un ente protector de los derechos de los ciudadanos, y por el contrario, se han acabado convirtiendo su más peligroso violador; en lugar de defender el derecho a la libertad individual y a la propiedad privada…
Son muchos, demasiados los gobernantes que aplican la coerción de cualquier manera y en cualquier cuestión que se les antoje; están fomentando incertidumbre y miedo mediante leyes cuya interpretación está supeditada a la decisión arbitraria de burócratas circunstanciales; en lugar de proteger a los ciudadanos de los daños que puedan sufrir, debido a conductas caprichosas.
En estos momentos se puede afirmar con rotundidad que en España el gobierno es el que se arroga el poder de dar rienda suelta a sus caprichos sin límites, de manera que nos estamos acercando rápidamente a la etapa donde el gobierno se halla en libertad de hacer lo que le plazca, mientras que los ciudadanos sólo pueden actuar si los gobernantes –y los políticos que apoyan al gobierno- les dan permiso. Estamos retrocediendo e igualándonos a los períodos más oscuros de la historia humana, en los que reinaba la fuerza bruta, la ley del más fuerte; aquellas épocas en las que los gobernantes eran fuertes, crueles con los débiles, y condescendientes con los fuertes…
Y para eso de hacer uso del uso de la fuerza de forma arbitraria, para violentar a los ciudadanos el gobierno cuenta con la Guardia Civil y la Policía Nacional; instituciones que supuestamente están para mantener el orden público e impedir que las personas delincan y que en estos momentos están siendo utilizadas como partidas de la porra para aporrear a campesinos y ganaderos y demás personas que viven y trabajan en el campo. Agricultores y ganaderos que han tenido la osadía de salir a las calles y carretera de toda España para manifestar su descontento con la Política Agraria Común de la Unión Europea, su descontento con la Agenda 2030, su descontento con uno de sus principales enemigos: el ecologísmo.
Las protestas de nuestros campesinos y ganaderos están siendo absolutamente moderadas, pacíficas, frente a lo que vemos por las televisiones que está ocurriendo en el resto de Europa; nada tienen que ver con las imágenes violentas que, por ejemplo, nos llegan de Francia… Sin embargo, el gobierno socialcomunista de Pedro Sánchez ha decidido enviar a las fuerzas de orden público, convertidas en partidas de la porra, a apalizar a quienes están participando en las trastoradas y efectuando bloqueos y cortes de carretera e intentando llegar al centro de las ciudades. El gobierno canalla socialcomunista está haciendo lo que no se atrevería a hacer con los separatistas y filoterroristas del País Vasco y Cataluña, a los cuales pretende amnistiar, argumentando que hay terrorismo bueno y terrorismo malo…
Debe ser que Sánchez y sus secuaces consideran que los campesinos y ganaderos son terroristas y de los malos…
Pues sí, Pedro Sánchez envía a las partidas de la porra de la Policía y la Guardia Civil contra la gente del campo, del mismo modo que lo viene haciendo desde hace meses (aunque al parecer ya ha dejado de ser noticia) contra españoles decentes, de todas las edades, incluidos ancianos, que se concentran día tras día en la calle Ferraz de Madrid, frente a la sede del PSOE para protestar contra la intención de Pedro Sánchez de amnistiar a los separatistas y terroristas de Cataluña.
Podemos afirmar, sin pecar de exagerados, que tanto la policía como la guardia civil han dejado de ser «Nacionales», han dejado de protegernos para pasar a se perros de presa del gobierno socialcomunista.
Sin duda, los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (FCS), alrededor de 200.000 en activo en España, no son un grupo homogéneo de personas, y evidentemente pueden tender ideológicamente tanto a la derecha como a la izquierda pero, por ser su profesión la que es, pese a que carezca de legitimidad y apoyo legal, sus miembros tienden a una actitud corporativista y lo que es mucho más grave y preocupante: a aplicar la «obediencia debida». Aquello de no hacerse responsables de sus actos escudándose en que ellos son unos «mandados» y tienen la obligación de actuar al dictado del gobierno aunque lo que les ordene sea claramente arbitrario e ilegal.
Ellos saben que, salvo algunas ocasiones en que los dejan con el culo al aire, como está sucediendo con los policías que están enjuiciando por actuar como se les ordenó cuando el intento de golpe de estado en Cataluña; en la mayoría de las ocasiones en que incurren en ilegalidad, siguiendo órdenes del gobierno, suelen ser protegidos y como mucho sancionados de forma leve, con suma condescendencia.
No es de extrañar que cada día que pasa aumente el número de españoles decentes que pasan de elogiar y tener estima por la policía y la guardia civil a aborrecerlas. Claro que, se cosecha lo que se siembra.
Y mientras todo esto sucede, los sindicatos del régimen, subvencionados y políticamente correctos, y los medios de información, creadores de opinión y manipulación de masas, generosamente regados con nuestros impuestos han dado ya el paso de actuar sin recato, sin disimulo, al dictado del gobierno conviritiéndose en “la partida de la porra del gobierno social-comunista”, en terroristas, en “guerrilleros totalitarios y liberticidas” y campan por sus fueros, y actúan con absoluta impunidad contra quienes tienen la ocurrencia de disentir de Pedro Sánchez y demás enemigos de España, como es el caso de quienes viven del campo y en el campo… ; los furcios y furcias mediáticas están linchando a nuestros ganaderos y campesinos, criminalizándolos, negándoles cualquier clase de derecho, por haber tenido la valentía de salir a las calles y carreteras de toda España para manifestar su descontento…
¿Hasta dónde llegarán las partidas de la porra de la policía y la guardia civil actuando siguiendo directrices del gobierno?
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