Jeff Thomas
Todos hemos escuchado y leído tonterías acerca de que las vacas representan un peligro para la continuidad de la vida en la tierra: que el gas metano de la flatulencia de las vacas provocará el cambio climático más rápido que el avión de John Kerry.
Cualquier persona pensante (una subespecie de Homo sapiens que está en declive pero que aún no está en peligro) estaría de acuerdo en que la noción de que un animal que ha existido en armonía con la naturaleza durante más de dos millones de años podría destruir la tierra dentro de catorce años si no las exterminamos es verdaderamente absurdo.
Y, sin embargo, aquellos cuya capacidad de razonar está en declive se inclinan a creer tal afirmación. Presumiblemente, estos individuos son los mismos que comienzan a creer que los hombres -varones- pueden tener bebés y que un individuo puede convertirse en algo que no es simplemente «identificándose» como tal, por el simple hecho de afirmar que se «auto-percibe» de tal o cual manera y que la Naturaleza le asignó un cuerpo equivocado.
Pero aquellos de nosotros que vemos el absurdo en creencias tan claramente sin sentido no estamos dispuestos a reírnos cuando observamos que estos conceptos están siendo difundidos por gobiernos globalistas a través de medios de información, creadores de opinión y manipulación dóciles, al servicio de los gobiernos… y, peor aún, están siendo aceptados por muchas más personas de las que podemos imaginar.
Como ejemplo, recientemente, una publicación, Natural News, publicó un artículo titulado «13 naciones acuerdan generar HAMBRE global al destruir la agricultura, diciendo que producir alimentos es MALO para el planeta».
En ese artículo, describen una conferencia dirigida por el Zar del Clima de EE. UU., John Kerry, en la que se afirma que representantes de trece países se han comprometido a reducir la población de vacas en todo el mundo para combatir el cambio climático.
Bueno, esa conferencia tuvo lugar, y un tema de discusión fue el metano producido por las vacas, y trece asistentes acordaron que se necesitaban medidas de algún tipo.
Pero lo importante no es que trece países hayan promulgado leyes para eliminar las vacas.
Examinemos con más atención lo que realmente ocurrió. Al hacerlo, es posible que no solo sepamos si la carne roja se eliminará pronto o no a nivel mundial; también podríamos obtener una idea más clara de cómo los gobiernos globalistas buscan lograr sus fines.
En la mayoría de los países, el cargo de Ministro de Medio Ambiente es un cargo ministerial humilde, otorgado a un miembro leal del partido y sin demasiada trascendencia. La mayoría de los Ministros de Medio Ambiente pontifican bastante pero rara vez ponen en marcha cambios importantes. Entonces, sigamos el hilo de lo ocurrido.
Ese es esencialmente el proceso que ahora utilizan constantemente los globalistas.
Wikipedia ahora divide todas las publicaciones, las de los expertos y «otros» narradores de la verdad o defensores de la conspiración de extrema derecha. El problema real aquí no es que las vacas se tiren pedos o que si los hombres pueden tener bebés. Estos son meros ejercicios de globo sonda.
La pregunta obligada es ¿por qué esto es tan frecuente y por qué el proceso se utiliza de manera tan constante? La conclusión es la siguiente:
Los problemas son absurdamente extremos por una razón. El objetivo no es buscar solución a los problemas en sí mismos. Es la alteración de la psique del «populacho».
Una vez que el público haya pasado varios años con la cabeza dividida entre el «extremismo de extrema derecha» y lo que aprueba el Ministerio de la Verdad, habrá suficiente gente convertida en analfabetos, ignorantes, embrutecidos y sin capacidad de pensamiento crítico para que se pueda presentar un proyecto de ley con la clara intención de prohibir el extremismo de extrema derecha y perseguir a los disidentes y discrepantes de la verdad oficial en todas sus formas.
Para asegurar la aprobación del proyecto de ley es imprescindible que una mayoría importante de personas hayan llegado a esa etapa en su nuevo proceso de pensamiento en el que sienten que la ley no solo está justificada sino que es imprescindible.
El objetivo no es la eliminación de las vacas; es la eliminación del pensamiento y el disenso. Si tenemos en cuenta lo anterior como un proceso en lugar de un resultado programado, premeditado, tenemos una mayor capacidad para centrarnos en asunto realmente importante, fundamental.
Sin duda, existen organizaciones e individuos a las que les gustaría eliminar la carne roja y alimentar a las personas con insectos. Pero ese no es el tema central aquí.
El objetivo central es nada menos que la eliminación del pensamiento crítico y la disidencia individual. Es esencial en la creación de un estado totalmente colectivista, ese es el el objetivo principal del globalismo en general, de quienes pretenden imponernos un «nuevo orden mundial» mediante un procedimiento de ingeniería social absolutamente totalitario y liberticida.
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