¿Por qué los principales partidos políticos españoles promueven el feminismo “de género”? Perversión y abuso de menores, aborto, destrucción de la institución familiar y otras terribles consecuencias de la «perspectiva de género»
CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN
Si buscamos antecedentes de lo que algunos tuvieron la feliz ocurrencia de llamar “perspectiva de género,” posiblemente los encontremos ya en la antropóloga Margaret Mead cuando terminaba el primer tercio del siglo XX, pero no será hasta 1963 cuando Robert Stoller hable de “identidad de género” e “identidad sexual” y añada que lo que él denomina “género” (que bien traducido al español habría que denominarlo “sexo psicosocial” o algo parecido) es una “construcción”, resultado de la educación y del entorno, y que apenas en nada o casi nada está determinado por la herencia, por los rasgos anatómicos, biológicos con los que el común de los mortales aparece por este mundo.
Entre otras muchas cuestiones, la “perspectiva de género” niega que los humanos seamos parte de la Naturaleza, e inspirándose, también, en el libro de Federico Engels, “El origen de la familia, la propiedad y el estado” afirma que la familia tradicional es el lugar en el que se maleduca a las personas y se les inculca lo que sus partidarios llaman “el patriarcalismo” y la idea de que los hombres son superiores a las mujeres y merecedores de trato de favor y más y mejores derechos que las mujeres, o que el tres por ciento de la población que es más o menos el número de personas homosexuales.
Por otro lado añaden, contradiciéndose a sí mismos y sus peculiares teorías, que los varones tienden por naturaleza “y cultura” a establecer relaciones de dominación, vejatorias, desiguales, intrínsecamente o explícitamente violentas con las mujeres… y rematan la faena afirmando sin ruborizarse que las únicas relaciones “igualitarias” posibles son las que se dan entre personas del mismo sexo.
Por supuesto, todas estas ideas disparatadas, y algunas más son la base, los principios, los argumentos en los que se apoyan quienes abogan por una nueva sociedad, “un nuevo ser humano”, una nueva moral colectiva que en lo político se traduciría en una especie de dictadura, un régimen de apartheid por razón de sexo, en el que estaríamos gobernados por un grupo de sabias lesbianas y homosexuales; un régimen de apartheid en el que, tal cual ya se viene ensayando en lugares como España, los varones son ciudadanos de segunda categoría, privados de los más elementales derechos constitucionales, tales como la presunción de inocencia…
Lo que en principio fue considerado estúpido, extravagante en aquellos años, acabó destruyendo el feminismo hasta entonces existente (muy desconocido y apenas influyente), aquel que surgió a partir de las sufragistas de finales del siglo XIX, que simplemente pretendía un trato justo y ausencia de discriminación para las mujeres.
Sirvan como muestra las palabras que siguen, de la feminista Shulamith Firestone: «… asegurar la eliminación de las clases sexuales requiere que la clase subyugada (las mujeres) se alce en revolución y se apodere del control de la reproducción; se restaure a la mujer la propiedad sobre sus propios cuerpos, como también el control femenino de la fertilidad humana, incluyendo tanto las nuevas tecnologías como todas las instituciones sociales de nacimiento y cuidado de niños. Y así como la meta final de la revolución socialista era no sólo acabar con el privilegio de la clase económica, sino con la distinción misma entre clases económicas, la meta definitiva de la revolución feminista debe ser igualmente -a diferencia del primer movimiento feminista- no simplemente acabar con el privilegio masculino sino con la distinción de sexos misma: las diferencias genitales entre los seres humanos ya no importarían culturalmente».
Pero ¿Por qué acabo sucediendo esto, cuál es la razón de que el primitivo, o genuino feminismo haya desaparecido o apenas quede nada de él?
El feminismo de género echó a andar de la mano de las fundaciones Ford y Rockefeller, es decir, lo que algunos llaman “ultra capitalismo”.
En 1995, la ONU celebró la primera Conferencia de Pekín (Cumbre de Beijing 95) para abordar la situación de las mujeres en el mundo, su problemática, todo lo concerniente a las mujeres y, “casualmente” ambas fundaciones se hicieron notar especialmente.
En España el Gobierno del Partido Popular, presidido por José María Aznar, siguiendo los pasos del gobierno “socialista” de Felipe González (que pasará a la Historia por haber importado el engendro, y ser el principal promotor de la ideología de género en España, creando el Instituto de la Mujer…) y plagiando al Partido Republicano estadounidense, actuó siguiendo las directrices de la ya mencionada conferencia de la ONU, y profundizó en el camino emprendido por el socialista Felipe González y su partido.
Todo ello pese a las voces en contra que fueron surgiendo en el mundo occidental judeocristiano que alertaban de las terribles consecuencias que la divulgación de la perversa ideología neomarxista podría acarrear. Todo ello pese a que fueron muchos los que se acercaron con atención a la doctrina totalitaria y liberticida de la que vengo hablando, e inevitablemente acabaron vaticinando los peligrosos alcances que podrían llegar con su aplicación.
El “popular” Aznar amplió el camino iniciado por el gobierno de Felipe González y lo convirtió en una autopista, que por supuesto publicitó luego con bombo y platillo. Fue su gobierno el que creó y consolidó los diversos Institutos de la Mujer en las diversas regiones (léase “comunidades autónomas”). También fue el gobierno del PP, presidido por Aznar el que sentó las bases para la futura “ley integral contra la violencia de género” y demás leyes de apartheid y de discriminación “positiva” contra los varones.
Por entonces comenzó a ponerse en marcha un enorme tinglado, mafioso y fraudulento –a costa de nuestros impuestos, y con subvenciones de la Unión Europea- una gran ubre, de mega subvenciones para grupos “de mujeres” que fueron surgiendo “ad hoc” por doquier, como setas, y cuyo último objetivo es la financiación fraudulenta de los partidos, sindicatos, y ONG-lobbies que están detrás de los mencionados grupos de mujeres.
El feminismo de género considera a un 50% de la población –las mujeres- “minoría discriminada”, y por tanto merecedora de cuantiosas subvenciones y ayudas; “deudas históricas” y cosas similares, lo denominan los neo-marxistas e izquierdistas políticamente correctos.
Desde el año 2000 se vienen poniendo en funcionamiento en España de manera acelerada las Políticas de Género basadas en la agenda de la ONU y de la Unión Europea. Desde entonces tres de los cuatro principales cargos en el Banco Mundial y Fondo Monetario Internacional fueron ocupados por tres españoles, con la aprobación y complacencia de quienes controlan y financian tan importantes instituciones promotoras de las Políticas de Género.
España se ha convertido en el líder mundial de referencia en la aplicación de Políticas de Género, con la aprobación el 28 de diciembre de 2004 –día de los Santos Inocentes en el santoral católico- de la denominada “Ley Integral contra la Violencia de Género”.
Dicha Ley, que viene aplicándose desde casi hace dos décadas y cuyo resultado ha sido el procesamiento de más de DOS MILLONES de hombres, consagra el Derecho Penal de Autor, es decir discrimina entre hombre y mujer estableciendo diferentes tipos de sanciones para un mismo delito, en función del sexo del autor y de la víctima. No existe precedente mundial de una ley similar.
Mientras se condena a hombres por haber expelido un pedo, o por decirles a las madres de sus hijos que son unas “malas madres”… ellos y ellas –quienes viven de los suculentos beneficios del tinglado mafioso, de la industria del maltrato- dicen que las denuncias falsas no existen, y que hay que endurecer -¿más?- las leyes.
La actual legislación considera que es suficiente una simple denuncia, como documento acreditativo de la condición de “Mujer Maltratada”, o el certificado de una asociación «de mujeres», o de los servicios sociales de cualquier ayuntamiento, etc., para abrir la puerta a la recepción de ayudas sociales y recibir trato de favor en multitud de ámbitos, y es ya una realidad legal consolidada en los distintos Boletines Oficiales de España.
Si uno de los aparentes objetivos de las Políticas de Género es el combatir la Violencia Doméstica, (o al menos la denominada Violencia de Género) los resultados de la aplicación de esta clase de políticas en otros países no dejan lugar a dudas. Países “Feministas de Género” como Suecia –siempre citados como ejemplo a seguir por los feministas de género españoles- son un pésimo modelo social a imitar, pues presentan las tasas de Violencia Doméstica más altas de la Unión Europea, en oposición a Irlanda, Grecia o Italia (países supuestamente de tradición machista. Desgraciadamente Suecia tampoco es modelo socialmente de casi nada esencial – a pesar de la deformada buena imagen de éste país- pues sus tasas de suicidio y de maltrato a la infancia lo sitúan por desgracia en los primeros lugares de la lista de lo que podríamos denominar lugares donde “falta felicidad social”.
Algo especialmente destacable es que Suecia presenta una tasa de Maltrato a la Infancia que sólo es superada por Rumania de entre los países de la OCDE.
Suecia por otra parte presenta una cultura de divorcio muchísimo más desarrollada que España, sistemas de Mediación Familiar, y una aplicación extensa de la Guarda y Custodia Compartidas.
Estamos hablando de una política consistente en buscar “un problema” –lo haya o no, eso es lo de menos-, “encontrarlo” con el fin de aplicar lo que les interese a determinados políticos, hacer un diagnóstico falso o erróneo, decretar soluciones duras e injustas y luego aplicarlas a medias.
La ideología de género nació para llenar un vacío en la izquierda marxista, al desaparecer el trabajador como «clase revolucionaria», y especialmente tras el derrumbe de los países socialistas, después de la caída del muro de Berlín en 1989. Entonces, quienes se hacen llamar progresistas, de izquierda, o vocablos similares, pasaron de la lucha de clases a una lucha por la cultura, y es ahí donde las y los feministas de género libran su guerra…
El pensamiento de las ideólogas género se resume en aquella frase de la feminista marxista, Simone de Beauvoir, que en su libro ‘El Segundo Sexo’ dijo: “no se nace mujer: se llega a serlo”, es decir, que la sexualidad deja de ser “un elemento de la naturaleza” y se convierte es una “construcción de la sociedad”, lo que en la actualidad algunos llaman “género”.
Pero, en el fondo y en la forma el feminismo de hoy se caracteriza por ser “misándrico y hembrista», es decir, un machismo a la inversa. Es un feminismo que posee el discurso de igualdad real, sino un discurso de odio hacia el hombre y de reivindicación de más y más privilegios para la mujer… Andrea Dworkin afirma que toda relación sexual heterosexual, entre hombre y mujer, aunque sea consentida, constituye una violación contra la mujer.
Valerie Solanas, en su «Manifiesto SCUM» afirma entre otras lindezas que llamar al hombre ‘animal’ es un halago”. Valerie Jean Solanas fue una escritora feminista estadounidense conocida por escribir el Manifiesto SCUM, obra que publicó en 1967, y por intentar matar al artista Andy Warhol en 1968.
Feminismo y pedofilia
Hay múltiples pruebas de que existe una íntima relación entre feminismo de género y pederastia (como también con la promoción del aborto y la gestión de clínicas abortistas), por ejemplo, en Alemania hay organizaciones de mujeres que apoyan públicamente a grupos explícitamente pedófilos.
Entre estos grupos están la NAMBLA (North American Man/Boy Love Association) y el IPCE (International Pedophile and Child Emancipation).
Desde las feministas Simone de Beauvoir, pasando por Shulamith Firestone, Kate Millet, pasando por la española Lola Pérez, que se manifiesta abiertamente en Twitter a favor de la pedofilia, argumentan a favor del ‘sexo intergeneracional’… todo parte de un mismo tronco teórico que es la ideología de género que, como ya hemos dicho en reiteradas ocasiones, afirma que la sexualidad no tiene que ver con la naturaleza, sino que es una construcción cultural.
Viene a cuento mencionar que el ala joven del Partido Popular Liberal Sueco pretende promover una ley para que se legalicen el incesto y la necrofilia. En Canadá no hace mucho que se legalizó la zoofilia, es decir, el sexo con las bestias.
Y en el asunto de la pedofilia tenemos a Holanda, país en el que en 2006 se creó un partido (The Party for Neighbourly Love, Freedom, and Diversity) cuyo único fin era la legalización de la pedofilia y la justifican con el mismo discurso de los ideólogos de género.
No puedo terminar sin decir que es urgente, imprescindible mirar con lupa las consecuencias de la progresiva implantación de las políticas “de género” en el mundo, es imprescindible denunciar la política de apartheid por razón de sexo, los intentos megalómanos de imponer y crear “el hombre (y la mujer) nuevo”,… la aplicación teorías de semejante calibre siempre han producido enormes desastres, basta con leer un buen libro de historia del siglo XX y detenerse en los totalitarismos marxista-leninistas y nazi-fascistas.