Shimshon Zamir
Nada de lo que el gobierno estadounidense de Joe Biden intenta convencer e imponer al gobierno de Netanyahu puede ser aceptado por Israel.
Ni evitar la guerra con Hisballah otorgándole a esta organización terrorista la «tranquilidad» de que Israel no la atacará, a pesar de que es ese grupo terrorista el que amenaza a la población de Israel de invadir la zona norte de su territorio y hacer exactamente con los habitantes de ese lugar lo mismo que hizo HAMÁS el 7 de septiembre… después de que la Organización de Naciones Unidas ya decidiera en 2006 (Resolución 1701) que Hisballah tiene prohibido situarse más al sur del río LITANI, es decir entre 13 y 15 kilómetros de la frontera de Israel y el Líbano.
De veras hay que ser fantasioso para pensar que Israel va a desalojar 14 lugares que Hisballah exige en la mencionada frontera, alegando que no pertenecen a Israel, sino al Líbano, a pesar de que la ONU ya decidió cuál es la frontera entre ambos países en el año 2006.
Tampoco Biden logrará convencer al gobiero israelí de que suspenda su ofensiva en la Franja de Gaza para permitir que allí sigan residiendo 2,3 millones de palestinos-árabes que son padres, abuelos y familiares de los terroristas que invadieron el estado de Israle el 7 de septiembre, habiendo sido esos mismos padres, abuelos y demás familiares quienes inculcaron a sus hijos el odio a Israel, con la ayuda de las escuelas de la UNRWA en las que trabajan profesores palestinos, parientes de esas mismas familias y con la misma ideología de odio a Israel con la que adoctrinan a sus alumnos.
Tampoco Biden conseguirá convencer al gobierno de Israel de que la frontera entre Gaza y Egipto continúe existiendo sin presencia israelí que impida el contrabando de armas que permitió aprovisionamiento monstruoso de HAMÁS; estando claramente demostrada la actitud de indiferencia y permisividad de Egipto que permitió que durante años los terroristas palestinos se armaran…
En el mismo sentido, el presidente de los EEUU tampoco convencerá al gobierno de NETANYAHU de que «limite» sus acciones militares en la CISJORDANIA contra los terroristas de HAMÁS que allí viven, que son hermanos gemelos de los de GAZA y que si tuvieran capacidad harían lo mismo que hiciereon sus camaradas el 7 de septiembre.
Y para colmo de la política de Biden, no podrá convencer a Israel de «coronar», aupar al poder a la «Autoridad Palestina» en la Franja de Gaza (cuando acaben las operaciones militares de israelíes), entidad cuyos dirigentes son tan anti-israelíes como Hamás, a pesar de pertenecer sus dirigentes a otro partido político de nombre FATAH.
No se puede olvidar que, en el fondo la pretensión de Joe Biden es la de que se apruebe la creación de un «estado palestino» con dos «cabezas», una en Gaza y otra en Cisjordania, con un mando único que -ya sin permiso de Biden- pueda atacar de forma simultánea a Israel.
No existe ninguna posibilidad de que el gobierno israelí acepte tal exigencia de Biden, y si hubo algún momento, hace treinta años (Acuerdos de Oslo) quien estuviera dispuesto a ello en Israel, Arafat y posteriormente Abu Mazen y recientemente, los ataques terroristas del 7 de septiembre, demostraron la imposibilidad de una opción semejante. En la actualidad no existe ninguna posibilidad de que los ciudadnaos de Israel permitan que su Parlamento acepte y apruebe un plan de esa naturaleza.
Pero, hay dos cuestiones más que Biden no entiende, por ejemplo que al frente del gobierno israelí hay un PATRIOTA JUDÍO, de nombre NETANYAHU, que no cederá a la presión ejercida por Biden y sus colaboradores «demócratas», cuyo último objetivo es derrocarlo. Los esfuerzos de Biden ahora, en 2023, como los de Obama durante du mandato, 2009-2015, no conseguirán éxito y no lograrán desalojar NETANYAHU de la presidencia del gobierno de ISRAEL.
Otro asunto que Biden parece no entender, o ha olvidado, es que ya en febrero de 2024 comienza la campaña electoral de los EEUU y si sigue presionando a Israel como hasta ahora, no conseguirá el apoyo masivo de los votantes judíos noteamericanos (un 80% apoyan generalmente al Partido Demócrata); y, algo más importante es que pone en riesgo las enormes donaciones dinerarias que estos mismos judíos otorgan tradicionalmente a su partido y que han permitido a los demócratas enfrentarse a sus contrincantes del Partido Republicano… Sin dinero no hay campaña y sin campaña no es posible otro segundo mandato de Biden.
Los expuestos son motivos más que suficientes para que Biden y sus colaboradores, si quieren tener futuro, lleguen a la conclusión de que deben cambiar su conducta en el presente.
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