Francisco Coll Morales
Tras lo ocurrido en Afganistán, muchos son los que se preguntan qué ha pasado en Afganistán, así como cuáles son las consecuencias de esta situación. En Economipedia te contestamos a esta, así como a otras preguntas.
Esta semana, tras más de 20 años gestándose una revuelta en la periferia afgana, la capital de Afganistán, Kabul, ha sido asaltada y conquistada por los talibanes, una facción política política-fundamentalista islámica sunní del país. La derrota del ejército afgano, de la cual siguen sin conocerse los motivos, dado que hablamos de un ejercito que ha estado entrenado por Estados Unidos y que contaba con todos los recursos por la dotación de armamento americano, pone fin a casi 20 años desde que, en 2001, George W. Bush declarara la guerra a los talibanes por lo ocurrido con las Torres Gemelas.
El régimen talibán, de esta forma, regresa a territorio afgano después de 20 años. El avance de sus miembros fue cogiendo impulso en tanto en cuanto se retiraban las tropas antitalibanas de la Alianza del Norte, encabezada por los Estados Unidos. Así, tras el asalto a Kabul y al Palacio Presidencial, los talibanes regresan al país para imponer un nuevo, pero muy viejo, régimen, que devuelve a Afganistán a una era de terror, donde la religión más extrema impera, incluso, sobre los derechos humanos, y dónde las personas, siendo esto lo peor de todo, son juzgadas y ejecutadas por su género, o su raza.
Nadie esperaba que ocurriera esto, pues la atención estaba centrada en una pandemia que sigue poniendo zancadillas a una recuperación económica vital para las distintas economías. Sin embargo, como en su día ocurrió con el Coronavirus, se produjo el asalto y la guerra se saldó con la victoria de los talibanes y la conquista del país. En estos momentos, sus líderes se reúnen para acordar el tipo de Gobierno que implantarán, así como las leyes y las normativas que impondrán, incluso, para los miembros del antiguo Gobierno; a quien, excluyendo a su presidente fugado, les ha ofrecido una amnistía.
«Es conveniente saber que los talibanes no gobiernan por primera vez en Afganistán.»
Para que nos hagamos una idea y conozcamos un poco mejor la historia de los talibanes, debemos saber que estos fueron una de las facciones que lucharon en la guerra civil de Afganistán durante la década de 1990, después de la retirada de la Unión Soviética (URSS). El grupo surgió en 1994, al sur de Afganistán. El líder que funda este movimiento fue el mulá Mohammad Omar, un imán local de la ciudad, que dirigió a los militantes hasta su muerte en 2013.
Así, es conveniente saber que los talibanes no gobiernan por primera vez en Afganistán.
Tras retirarse la Unión Soviética de Afganistán, en el año1989, el posterior colapso del Gobierno afgano provocó una guerra civil en el país que se saldaría con la victoria de los talibanes. Además, obtuvieron apoyo por parte de muchos civiles con promesas de restaurar el orden y la justicia en el país, basando sus leyes en los textos sagrados. Todo esto se salda en 1994, cuando los talibanes toman el control de la ciudad de Kandahar con poca resistencia, entrando en 1996 en la capital, Kabul. Capital que, al igual que ha ocurrido hoy, asaltan y conquistan en dicho año.
Pasado menos de un mes de los ataques del 11 de septiembre, cuando el atentado de las Torres Gemelas en Estados Unidos, el país norteamericano, encabezado por George W. Bush, y junto a todos sus aliados, invadieron Afganistán. A principios del mes diciembre, el Gobierno talibán había caído. Por lo que la Alianza del Norte, que es como se denominaba a la coalición de países occidentales encabezada por Estados Unidos, comenzó a trabajar con los afganos para establecer un Gobierno democrático y, de paso, combatir a los talibanes en el país ofreciendo entrenamiento, armamento y recursos a las fuerzas afganas y la policía.
Tras su derrota, los talibanes huyeron al sur y al este, a la vez que otros cruzaron las fronteras y marcharon hacia Pakistán.
«Occidente puso fin a un Gobierno talibán que, además de vulnerar los derechos humanos y condenar a su población a una vida de servidumbre plena, amparaba a los terroristas y protegía a grupos extremistas que ponían en peligro la paz mundial.»
Lo que ocurre en Afganistán no es un problema nuevo, como hemos visto en el punto anterior. Es la reconquista, por parte de este grupo de extremistas religiosos, del país. Lo que implica que, al tratarse del nuevo Gobierno de Afganistán, serán estos quien impongan las leyes y, en general, las obligaciones que deberán cumplir y que juzgarán a los ciudadanos en el país, así como los derechos que ampararán a estos mismos ciudadanos. Precisamente la consecuencia más importante de este conflicto: la vulneración de todos los derechos humanos por parte de este Gobierno regido por la religión y los textos sagrados.
Antes de que George W. Bush y sus amigos de la Alianza del Norte acabaran con el grupo talibán, no solo Afganistán era el campo de entrenamiento de uno de los enemigos públicos más conocidos, el fallecido Osama bin Laden y el grupo terrorista que encabezaba, Al Qaeda –la segunda consecuencia más importante de este conflicto–, sino que, también, el país era un territorio gobernado por el Corán en su faceta más extrema y conservadora. Las penas se pagaban con la muerte, y una mujer, solo por el hecho de ser mujer, debía salir de casa tapada y acompañada de su esposo. Y ello, sin tener en cuenta que tampoco se les dejaba estudiar, así como otros derechos reconocidos para cualquier ser humano libre.
El régimen talibán se financiaba con la producción de Opio, y la economía era la propia de un Estado fallido, de un territorio gobernado por señores de la guerra y guerrillas armadas que únicamente sembraban el caos en la zona. La seguridad y la supremacía de los talibanes frente a los civiles se mantenía mediante la imposición de castigos extremos, como la muerte para el que roba, la lapidación por no cubrirse el pelo las mujeres, o la muerte al ciudadano que cometa el “error” de ser infiel.
Unas prácticas extremistas e inhumanas con las que la Alianza del Norte acabó en 2001, tras un atentado en Estados Unidos que marcó al mundo, y que se había gestado en tierras afganas; donde también se refugiaba el líder y autor de los hechos, el ya fallecido y líder del grupo terrorista Al Qaeda, Osama bin Laden. Un líder al que le costó la vida el atentado de las Torres Gemelas de Nueva York, a la vez que el asalto norteamericano, en alianza con británicos, españoles, así como otras naciones, acababa con un país gobernado por talibanes, el cual protegía y servía de refugio a las organizaciones terroristas.
En resumen, occidente puso fin a un Gobierno talibán que, además de vulnerar los derechos humanos y condenar a su población a una servidumbre plena, amparaba a los terroristas y protegía, permitiendo que se organizaran atentados tan drásticos como el de Nueva York, a grupos extremistas que ponían en peligro la paz mundial.
«Las consecuencias se vivirán de lleno en tierras afganas, pues la comunidad internacional sigue pendiente de una recuperación que no se distrae por un suceso como el que aquí nos ocupa.»
De facto, el intento de hacer de Afganistán un Estado democrático deja un costo hundido para Estados Unidos cercano al billón de dólares.
En lo relativo a la economía mundial, hemos de decir que lo ocurrido presenta un impacto muy limitado, y las intenciones del Gobierno talibán de parecer un Gobierno moderado y respetuoso con la comunidad internacional tranquilizan aun más. Por ello, ni el oro, ni el dólar, así como los indicadores que suelen reaccionar ante este tipo de sucesos, ha sufrido un shock repentino por lo ocurrido en tierras afganas.
Los mercados se comportan con bastante normalidad tras el suceso, y los inversores centran su atención en otros sucesos más destacables y relevantes para los mercados y la economía, en general. En otras palabras, las consecuencias se vivirán de lleno en tierras afganas, pues la comunidad internacional sigue pendiente de una recuperación que no se distrae por un suceso como el que aquí nos ocupa.
«Dado que el Gobierno talibán es un Gobierno ilegítimo para la comunidad internacional, este no puede contar con las ayudas con las que contaba previamente, por lo que sus recursos escasearán notablemente.»
En primer lugar, debemos saber que cerca del 50% del presupuesto del “Estado” se financia con la ayuda que procede del exterior, pese a que el volumen del que hablamos ha menguado ligeramente en los últimos años. Las últimas noticias en lo relativo a la financiación afgana muestran que en noviembre se llegó a un acuerdo para que el país recibiera 12.000 millones de dólares durante el periodo entre 2021-2025 por parte de la comunidad internacional y los organismos multilaterales. Sin embargo, y dado que tampoco es un Gobierno reconocido por la ONU, la mayoría de estos fondos estaban condicionados a que existiese paz en el territorio.
Antes de que Estados Unidos entrase en Afganistán con sus aliados, tratando de imponer un régimen democrático, la economía de Afganistán era un sistema centralizado. Es decir, su economía era una economía planificada por el Gobierno talibán. Desde la caída de este Gobierno, y en solo 20 años, el producto interior bruto en el país (PIB) se ha quintuplicado, pasando de 4.000 millones a 20.000 millones de dólares. Entre los años 2003 y 2020, años en los que el país ha estado bajo el Gobierno de un presidente y señor de la guerra, el crecimiento promedio registrado ha sido del 6,2%.
PIB Afganistán, PPA ($ a precios internacionales constantes de 2011)
Asimismo, ajustado a población, debemos saber que el PIB per capita, siendo este un indicador más objetivo a la hora de contrastar países, se ha incrementado un 166%, situándose este en los 509 dólares. Un escenario que ha permitido que la población crezca considerablemente, pasando de 22 a 39 millones, tal y como muestran los datos ofrecidos por el Banco Mundial.
PIB per cápita Afganistán, PPA ($ a precios internacionales constantes de 2011)
Sin embargo, ahora, dado que el Gobierno talibán es un Gobierno ilegítimo para la comunidad internacional, este no puede contar con las ayudas con las que contaba previamente, por lo que sus recursos escasearán notablemente. Es decir, no contarán, tampoco, con esos 12.000 millones del acuerdo previamente alcanzado, por lo que deberán sustraer a los ciudadanos una mayor parte de su renta para sustentar las obligaciones; provocando esto que el diminuto desarrollo y la poca calidad de vida con la que contaban los ciudadanos afganos previamente, con este nuevo Gobierno, se esfumará.
Ello, junto a todos esos derechos que garantizaba la Organización de Naciones Unidas en el país bajo el Gobierno antecesor.
Además, las restricciones, la caída de la inversión extranjera directa, las sanciones impuestas por la comunidad internacional, así como los conflictos que se suceden en el territorio, incluyendo aquí las acciones llevabas a cabo porque así lo ordenan los textos sagrados, limitan la capacidad, aún más, de un Gobierno que no cuenta más que con el sector agrícola para sustentar a la gran parte de su población (40% del PIB), y una economía en la que el 72% de su población se encuentra viviendo por debajo del umbral de la pobreza.
En resumen, si la situación ya era complicada, lo ocurrido sacude de lleno los cimientos de un intento de Estado que ha vuelto a sus orígenes. Una derrota de occidente, que parece que contenta a los de oriente y a los “amigos” rusos, que se salda con un Gobierno talibán que alimenta la incertidumbre, que pretende volver a un régimen donde el extremismo religioso dicta las leyes que deben cumplirse, y donde la ciencia económica no tiene cabida alguna. Pues el caos y la informalidad, junto a la corrupción y el escaso desarrollo, primarán sobre cualquier aire capitalista en la región.
Fuente: https://economipedia.com/actual/que-ha-pasado-en-afganistan.html?utm_source=Web&utm_medium=Sidebar&utm_campaign=Sugeridos&utm_term=Mas_Leidos
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