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¿Qué podemos y debemos hacer los integrantes de la sociedad civil para detener este camino descendente hacia el fracaso irreversible como Nación, hacia la disgregación, el deterioro moral, el adocenamiento paralizante, el empobrecimiento material y la degradación institucional a los que asistimos entre incrédulos e impotentes sin pausa y sin alivio?

Los invito a leer el extraordinario discurso pronunciado por el presidente de la Fundación Foro Libertad y Alternativa y ex vicepresidente del Parlamento Europeo, Alejo Vidal-Quadras, al recibir el Premio de Honor 2024 del Centro Diego de Covarrubias el 8 de noviembre de 2024.

Muy buenas noches a todos.

Quiero ante todo agradecer muy sinceramente el Premio de Honor del Centro Diego de Covarrubias que me habéis concedido este año, el sexto de la Era Sanchista. Antes de la última Ley de Educación, la LOMLOE de 29 de diciembre de 2020, la introductora a nivel mundial del revolucionario concepto de “matemáticas socioafectivas”, la Historia se dividía en Prehistoria, Edad Antigua, Edad Media, Alta y Baja, Edad Moderna y Edad Contemporánea. Esta clasificación del pasado ha quedado obsoleta gracias al progresismo que tantos beneficios nos proporciona y las Edades Antigua, Media y Moderna han dejado de existir. La Historia de España que se enseña a nuestros jóvenes en el bachillerato se inicia en 1812 con las Cortes de Cádiz. Todo lo anterior no es progresista. Ya dijo un rector de una de nuestras universidades públicas que no conviene enseñar a nuestros jóvenes la historia de España de los siglos VIII al XVII porque si la conocen salen de derechas. Por tanto, el anno domini 2018 merece la misma significación que la caída del imperio romano en el 476, la de Constantinopla en 1453 o la Revolución Francesa en 1789. Cuesta entender cómo podíamos vivir antes de gozar de las maravillas de un tiempo en que la Guardia Civil registra el despacho de un FGE investigado por un grave delito sin que tan ilustre togado dimita, los golpistas contra el Estado son aliados preferentes, previa amnistía, del Gobierno del Estado que han intentado liquidar, un delincuente bajo orden de busca y captura campa por Barcelona, pronuncia un discurso afortunadamente breve ante una multitud enfervorizada frente a  las narices de la policía autonómica y la nacional, permanece en esta ciudad dos días y vuelve a escapar al extranjero sin ser detenido, los asesinos de Miguel Ángel Blanco, Gregorio Ordóñez y Fernando Múgica ven sensiblemente rebajadas sus penas mediante una reforma legislativa torticera para que salgan a la calle a exhibirse ante sus víctimas así vejadas sin piedad,  el gobernador del Banco de España pasa directamente de ocupar una poltrona en el banco azul a tan alta responsabilidad de control y supervisión del sistema financiero, los magistrados del TC llevan sin excepción en sus togas siglas partidistas, el CIS adapta sistemáticamente sus encuestas a los deseos de La Moncloa, vicepresidentas de narcodictaduras criminales con entrada prohibida en territorio de la UE se pasean por la sala de autoridades del aeropuerto de Barajas acompañadas de un ministro y meten en  nuestro país veinte maletas de contenido desconocido aunque imaginado, a un coronel ejemplar de la Benemérita se le niega el ascenso a general por empeñarse en cumplir la ley y de los once vocales de RTVE propuestos por el Congreso no hay ni uno promovido por el primer grupo de la Cámara ni tampoco por el tercero. Este es el edificante cuadro en el que nos desenvolvemos.

Os expresaba hace un momento mi gratitud por la distinción que me habéis otorgado, pero me he desviado algo de este obligado propósito porque el panorama que nos rodea es realmente desolador y resulta imposible escapar a sus tóxicos efluvios. Y de verdad que os lo agradezco porque cómo sabéis el último año no ha sido fácil para mí y tampoco para mi familia que me acompaña en este acto tan grato para nosotros. Esta muestra de reconocimiento y afecto del Centro Diego de Covarrubias que me incorpora a una galería de nombres tan ilustres como Juan Velarde, Dalmacio Negro, Vicente Boceta, Francisco Contreras, Carlos Rodríguez Braun, Carlos Espinosa de los Monteros y Esperanza Aguirre, no sé si es merecida, pero sí es bienvenida porque tendrá sin duda efectos terapéuticos que contribuirán muy valiosamente a mi total recuperación. Por tanto, junto a mi familia, sin cuyo apoyo incondicional y entregado no estaría yo hoy aquí, al equipo médico multidisciplinar sin cuya extraordinaria competencia profesional tampoco podría hablaros esta noche, a tantos amigos verdaderos que me han prodigado su aliento y su calor desde el pasado 9 de noviembre, a la persona anónima que se precipitó hacia mí, se quitó su chaqueta y la oprimió contra ambos lados de mi cara para cortar la hemorragia y a la Providencia que me hizo inclinar la cabeza en el instante crucial impidiendo que el tiro fuera mortal, añado gustoso al presidente, directora y a la Junta Directiva del Centro Diego de Covarrubias que con su generoso espaldarazo al premiarme me han inyectado una dosis de satisfacción y optimismo que repercutirán muy positivamente en mi química cerebral.

Y ahora permitidme que comparta con vosotros una inquietud que me posee desde que la mayoría parlamentaria perversa que se dedica sin tregua a destrozar nuestra unidad nacional, nuestro orden constitucional y social, nuestra economía y nuestra dignidad colectiva, inició su siniestra andadura el 1 de junio de 2018. Esta desazón, que no exagero si digo que me atormenta, y que me consta es compartida por muchos de los que habéis tenido la amabilidad de acompañarme en esta cena y por millones de buenos españoles que sienten la misma perturbación, se concreta en un interrogante:¿Qué podemos y debemos hacer los integrantes de la sociedad civil para detener este camino descendente hacia el fracaso irreversible como Nación, hacia la disgregación, el deterioro moral, el adocenamiento paralizante, el empobrecimiento material y la degradación institucional a los que asistimos entre incrédulos e impotentes sin pausa y sin alivio? Y no cabe la acusación de exceso hiperbólico o de catastrofismo interesado al expresarme en estos términos porque la situación en la que nos encontramos es auténticamente alarmante y cada día tenemos pruebas de que la evolución del país va a peor y que cada tropelía del Gobierno y sus adláteres y corifeos va seguida de otra aún más lesiva para nuestro bien común, para nuestro peso en el mundo y para nuestro prestigio internacional. Pese a ello, y este es un dato dramáticamente relevante, pese a la incompetencia, ineficacia, voracidad, venalidad y absoluta ausencia de patriotismo y de decencia de un Gobierno construido sobre la mentira compulsiva, la traición repulsiva y la vileza desvergonzada, las encuestas le otorgan al partido que es su eje vertebral más de cien escaños en el Congreso cuando a estas alturas de su nefasta ejecutoria debería haber quedado reducido a la irrelevancia. La noticia no es que el Gobierno haya perdido algunos puntos porcentuales de intención de voto, que su socio principal se derrumbe ahogado por sus contradicciones y que una mayoría alternativa asome como posible, la noticia escalofriante es que un Gobierno como el que padecemos todavía se mueva en niveles de respaldo electoral próximos al 30%. En términos sociológicos, España está aquejada de una patología profunda cuyas causas, tanto estructurales como coyunturales, hemos de analizar y comprender. No nos podemos permitir el business as usual mientras la Nación está amenazada no ya en su cohesión, su riqueza y su salud institucional, sino en su misma existencia como tal.

La reciente catástrofe que ha asolado el Levante es un espejo en el que nuestra clase política no puede mirarse sin rubor, tal ha sido la incompetencia, la bajeza de comportamientos y la ineficacia mostrada por el conjunto de las administraciones. La tragedia de Valencia ilustra dolorosamente a donde nos ha conducido el lío competencial del tinglado autonómico con sus ineficacias, sus ineficiencias, sus codazos partidistas y la desidia de unos gobiernos autonómico y nacional al que ni siquiera un desastre de las proporciones del provocado por la DANA del pasado 29 de octubre han hecho comportarse con altura de miras y capacidad de reacción. La lentitud en poner en marcha los medios necesarios, la acción a remolque de los acontecimientos, el retraso en dar las alarmas, la obstrucción a aceptar ayuda del exterior, las trabas puestas a la actuación de los miles de voluntarios a los que no se ha distribuido ni organizado adecuadamente, la parsimonia en la movilización del ejército, el abandono durante días de pueblos en los que la gente moría atrapada en sótanos y garajes, han indignado con toda la razón a la ciudadanía. Esta amarga experiencia nos ha de despertar de la sedación hedonista a base de fútbol, influencers, subvenciones y dádivas que pagamos con un esfuerzo fiscal confiscatorio y un endeudamiento público suicida y prensa sobornada y sincronizada con la que los españoles somos anestesiados. Y como colofón, la negativa a suspender la parte de la sesión del Congreso, pese a la devastación que arruinaba a muchas localidades valencianas, que ha permitido a la teratomayoría que nos desgobierna apoderarse impúdicamente del consejo de administración de RTVE pisoteando cualquier asomo de decoro parlamentario y de decencia humana.

Las democracias son regímenes de opinión y para que el gobierno dependa de la opinión la opinión ha de ser independiente del gobierno. Dado que esta indispensable condición para la calidad democrática no se da en la España actual, hemos de convertirnos en activistas y agitadores de las conciencias, hemos de sacudirnos la comodidad y la indiferencia para pasar a la ofensiva cultural e ideológica y la hemos de acometer con mucha mayor dedicación, compromiso y coraje. Hemos de contrarrestar la apelación maligna a lo peor del ser humano, la pereza, la envidia, la codicia, el victimismo, el revanchismo y el fanatismo sobre la que el llamado paradójicamente progresismo construye su hegemonía con una llamada valiente y desacomplejada a lo mejor que alberga nuestro espíritu, el esfuerzo, el trabajo, la responsabilidad, el amor a la verdad, el reconocimiento del mérito, la búsqueda de la excelencia y el patriotismo. Si no lo hacemos y nos resignamos, si caemos en el seguidismo pusilánime de la izquierda, si nos dejamos imponer su lenguaje y su visión sesgada y dogmática del mundo, si confundimos el centrismo y la moderación con la rendición aunque sea parcial a las tesis de un adversario que nos atribuye la condición excluyente  de enemigo, la ruina está asegurada.

Me he cansado de repetir y afortunadamente no he sido ni soy el único, que hay tres venenos que corroen la Nación, que han ido aumentando en volumen e intensidad desde la Transición hasta hoy y que su letal efecto nos ha llevado hasta el derrumbe actual. Son un modelo territorial disfuncional, divisivo, despilfarrador e ineficiente, una partitocracia extractiva, incompetente y corrupta y la invasión del deletéreo fenómeno woke y su objetivo de acabar con la civilización occidental. También he reiterado que esta clase de grietas en un edificio constitucional, social y cultural son de pronóstico muy grave y no se arreglan con retoques cosméticos o con amagos de reformas escasos de ambición. Hay que revisar, por señalar un caso palmario entre muchos que podríamos invocar, el conjunto normativo formado por La Ley de Partidos, la Ley Electoral y los Reglamentos de las Cámaras y reconfigurarlo para que se corresponda con los requerimientos de una auténtica democracia liberal,

Hay que convencer a las cúpulas de los partidos que apuntan como componentes de una mayoría distinta a la pesadilla que nos agobia que no basta con erigirse en alternancia, que han de ofrecer una estimulante alternativa y que han de hacer un diagnóstico certero, desprovisto de inercia y de complacencia, del carácter estructural  de las deficiencias de nuestro sistema institucional y político, que no es suficiente un tratamiento medicinal o sintomático de lo que los regeneracionistas llamaron los males de la patria, que hay que llevar a España al quirófano para aplicarle cirugía a la vez correctora y reconstructiva. La mayoría absoluta entre 2000 y 2004 fue en buena medida desaprovechada y la acaecida entre 211 y 2015 lamentablemente desperdiciada. Sánchez es el resultado en no poca parte de estas dos ocasiones perdidas. Estos fallos de visión estratégica y de claridad conceptual no deben volver a producirse y es misión de la sociedad civil, es nuestra misión, en esta hora sombría de nuestro devenir alzar la voz y movilizarnos sin descanso para que la próxima ocasión de enderezar la Nación, que seguramente será la última, sea debidamente encauzada. Coincidiréis conmigo en que es realmente agotador pugnar por lo evidente y combatir intelectual y políticamente a un oponente implacable y sin escrúpulos recibiendo fuego incesante y graneado desde enfrente e intermitente fuego amigo por la espalda. Tres citas simplemente al respecto que estoy seguro recordáis: la primera del Papa Francisco: “El dinero es el estiércol del diablo”, la segunda del también argentino Monseñor Marcelo Sánchez Sorondo, que fue canciller de la Academia Pontificia de las Ciencias entre 1998 y 2022: “La dictadura comunista china es quien mejor lleva a cabo la doctrina social de la iglesia” y la tercera de Mariano Rajoy: “Si alguien se quiere ir al partido liberal o al conservador, que se vaya”.

Este tipo de disparates desnortados, que seguramente hacen remover en su tumba de la catedral de Segovia al gran teólogo, jurista y presidente del Consejo de Castilla durante el reinado de Felipe II que da nombre a vuestra entidad, demuestra la necesidad y la utilidad de vuestro trabajo en defensa de los principios y las ideas que demostradamente proporcionan seguridad, prosperidad y solidez ética a las sociedades humanas. Es un gran orgullo para mí que me hayáis honrado con vuestro Premio de Honor y un estímulo muy valioso para seguir la lucha en primera línea por la noble causa que compartimos, la que se resume en una frase de uno de los grandes poetas en lengua inglesa del siglo XX: “La libertad es más que un valor, es el fundamento de todo valor”.

Muchas gracias.


ALEJO VIDAL-QUADRAS ROCA

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RedaccionVozIberica

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