Querían acabar con la doctrina social de la Iglesia… y el cardenal Karol Wojtyla acudió al rescate

La doctrina social de la Iglesia, tan amada por San Juan Pablo II, habría tenido en él un gran defensor aunque no hubiera sido elegido Papa. De hecho, acudió en su defensa cuando uno de los teólogos más influyentes en la época conciliar, Marie-Dominique Chenu, quiso dejarla ‘vista para sentencia’.

Es una historia no demasiado conocida que cuenta Marco Invernizzi en Tempi:

Por qué la Iglesia no debe dejar de meterse en nuestras vidas concretas

Durante el primer Festival de lo Humano celebrado en Roma el pasado mes de junio, el profesor Vittorio Possenti contó una historia muy intrigante sobre uno de los temas «relegados al sótano» en el mundo católico, el de la doctrina social de la Iglesia.

Corrían los años setenta y estaba de moda no sólo deshelenizar, es decir, rechazar la metafísica, sino también dejar de lado la doctrina social de la Iglesia.

Salió entonces [1977] un libro, La doctrina social de la Iglesia. Origen y desarrollo, 1891-1971, del padre dominico Marie-Dominique Chenu (1895-1990), en el que se sostenía que la doctrina social era una ideología, de modo que en el transcurso del Concilio Vaticano II algunos intentaron formalizar su muerte, sin conseguirlo, teorizando que había llegado el momento de prescindir de ella.

Sin embargo, no habían pasado demasiados años desde que San Juan XXIII escribiera en su encíclica Mater et Magistra (1961) que «la doctrina social cristiana es parte integrante de la concepción cristiana de la vida«.

Pero da igual. La doctrina social tenía que morir, también porque obstaculizaba el diálogo con el mundo comunista, que en ese momento en Italia se encontraba en una fase muy avanzada también políticamente, gracias al llamado ‘compromiso histórico‘ entre la Democracia Cristiana y el Partido Comunista Italiano en curso en los gobiernos de solidaridad nacional.

Un caso bibliográfico

El libro de Chenu y la perspectiva de la muerte de la doctrina social no convencieron al profesor de la Universidad de Venecia, por lo que buscó a alguien que pudiera responder a sus preguntas sobre el tema para un libro-entrevista que publicaría la editorial Vita e Pensiero de la Universidad Católica. Tras varios intentos, el candidato idóneo fue identificado en el entonces cardenal de Cracovia, Karol Wojtyla. Era el año 1978, el prelado polaco respondió por escrito a las preguntas de Possenti, pero antes de que se publicara el volumen Wojtyla fue llamado a dirigir la Iglesia universal.

Vittorio Possenti.

Vittorio Possenti, durante el congreso celebrado en junio (minuto 35:23) durante el cual explicó cómo se gestó su libro con el cardenal Wojtyla sobre la doctrina social de la Iglesia. Possenti, profesor emérito de Filosofía en la Universidad de Venecia, es miembro del Comité Nacional para la Bioética, de la Pontificia Academia de Santo Tomás de Aquino y de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales. Ha publicado varios libros en español.

Por razones obvias de conveniencia, el libro no pudo publicarse hasta muchos años después, en 1991, cuando a Possenti se le concedió leer las respuestas del arzobispo, que entretanto se había convertido en Papa y había escrito tres importantes encíclicas sociales, a saber: Laborem exercens (1981), Sollicitudo rei socialis (1987) y Centesimus annus (1991). El libro-entrevista fue publicado por la Lateran University Press en 2007 con el título La dottrina sociale della Chiesa y sigue a la venta.

Si lo leen, encontrarán la confirmación de la opinión del cardenal polaco de que es imposible que la Iglesia no tenga su propia doctrina social, precisamente porque la fe católica se funda en el misterio de la Encarnación, es decir, en la valorización de lo humano. La razón y la fe se ocupan, pues, de la vida de los hombres en todos sus aspectos, de su bienestar espiritual, pero también material, porque el hombre es una persona dotada de cuerpo y alma. Las encíclicas citadas y todo el magisterio del Pontífice demuestran esta convicción, no sólo suya, sino de toda la tradición de la Iglesia, como atestigua, por ejemplo, Gaudium et spes, la constitución pastoral del Vaticano II, a la que el propio arzobispo polaco había contribuido de manera relevante.

Fundamento casi desconocido

Pero, ¿por qué la doctrina social es una parte importante de la fe católica, por qué se inspira en la fe pero también en la razón, y por qué ha estado condenada al ostracismo durante décadas y todavía hoy -a pesar de los numerosos documentos del Magisterio y del fundamental Compendio de la doctrina social de la Iglesia de 2005, encargado por San Juan Pablo II y presente entre los textos fundamentales del Magisterio en la página web de la Santa Sede- sigue siendo desconocida para la mayoría de los fieles (y de los sacerdotes diría yo, esperando equivocarme)?

El tema es tan grande como importante y ni siquiera se puede empezar en un artículo. Pero debe plantearse. Ante todo, la doctrina social debe ser leída y estudiada, así como naturalmente debe plasmarse en la vida de los cristianos.

Traducción de Verbum Caro.

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