CARLOS AURELIO CALDITO AUNIÓN
TEXTO BASADO EN ESCRITOS DE Javier Barraycoa, PUBLICADOS EN «POSMODERNIA»
En los Estados Unidos de Norteamérica existe un grupo de personas especialmente influyentes, al parecer organizados como grupo de presión o “lobby” que son denominados los “straussianos”, por ser, si no todos, la mayoría discípulos o exalumnos del filósofo alemán Leo Strauss (muerto en 1973), e incluso algunos llegan a afirmar que son una especie de secta.
Tal es su capacidad de influencia que son muchos los que les atribuyen la dirección de la política y la economía estadounidense durante décadas, independientemente del partido que gobernara, y por supuesto, quienes esto afirman, también dicen que son ellos los que han decidido durante muchos años las acciones militares que los EEUU han ido emprendiendo en el extranjero y que los diversos presidentes han actuado siguiendo sus directrices.. Hasta tal punto que dicen que la actual guerra de Ucrania ha sido planificada por “straussianos”.
¿Qué hay de cierto en todo ello?
Cuando en Alemania se produjo la subida de Adolf Hitler al poder, Leo Strauss decidió, como muchos más judíos, trasladarse a los EEUU. Allí acabó siendo profesor de la Universidad de Chicago donde impartió filosofía. Todos sus primeros alumnos, que se constituyeron en un grupo casi secreto, eran de origen judío. Leo Strauss presidía las reuniones y los instruía en sus ideas, tal como si un grupo iniciático e incluso esotérico se tratara. De esas lecciones privadas o tertulias no nos han llegado escritos, pues eran orales, sino sólo referencias indirectas. La idea principal de la “enseñanza secreta” de Strauss era que, para evitar otro holocausto, debían configurar una fuerte dictadura que defendiera a los judíos.
También consideraba que las democracias liberales no podían sobrevivir por sí solas y que debían organizarse las diversas naciones para contrarrestar a cualquier “enemigo” hostil, evidentemente se refería a los totalitarismos liberticidas en sus múltiples formas que, en cualquier clase de “sociedad abierta” (tal como las denominaba Karl Popper), podían acceder al poder, tal como demuestra la historia del siglo XX y lo que va del XXI.
Leo Strauss consideraba que las obras de los antiguos filósofos contenían, deliberadamente, ideas “esotéricas” sólo al alcance de personas iniciadas, y cuya verdad puede ser comprendida solo por unos pocos y que serían malinterpretados por las masas si estuvieran a disposición de todos, y de un modo u otro proponía que había que adoctrinar a la mayoría con conocimientos “exotéricos”. Es importante indicar que, según el diccionario de la Real Academia Española, esotérico significa ‘reservado’, ‘oculto o impenetrable para los no iniciados’. Sin embargo, exotérico es lo contrario: ‘público’, ‘común o accesible al vulgo’.
Leo Strauss nombraba a sus alumnos escogidos como los “hoplitas”. El maestro les había inculcado la idea de utilizar la llamada “noble mentira” de la que habla Platón (es moralmente admisible mentir por una causa noble), algo que rápidamente aprenderían sus discípulos para aplicarlos a sus actividades políticas. Según parece, Strauss los incitaba a actuar y los enviaba a boicotear a otros profesores que él consideraba “enemigos”. Strauss consideraba que la agitación en las aulas debería servir de entrenamiento para la lucha a emprender por parte de sus alumnos cuando acabaran su estancia en la universidad y que debían aplicarla a posteriori a la geopolítica.
Leo Strauss afirmaba que si los EEUU deseaban sobrevivir debían estar siempre en estado de alerta y preparados para la guerra. Pensaba, también, que era necesario implantar una “ética espartana” y que la paz siempre conduce a la decadencia.
La “guerra perpetua” frente a la “paz perpetua” que pregonaba Kant.
Por otro lado, Strauss defendía la existencia de una elite que debía ser compatible con las estructuras formales democráticas. Afirmaba sin tapujos que en la sociedad algunos están destinados a dirigir y otros a ser conducidos, evidentemente en la dirección de que deben gobernar los sabios, los más preparados; una élite aristocrática de la que también nos habla Aristóteles.
Ante esta idea se presenta el dilema de ¿quiénes deben gobernar?
Para Strauss y sus seguidores no cabe duda de clase alguna, deben gobernar los mejor preparados, los “superiores” (porque es lo “natural”).
No obstante, defendía que la ley moral, no siendo un fin en sí misma y más bien un artificio, era necesaria para mantener el orden y la cohesión internos de las sociedades. Y que una de los medios más eficaces en que estos principios morales se podían difundir, era a través de la religión. Mientras Marx consideraba la religión el “opio del pueblo”, Strauss la denominaba el “fraude santo”. La religión se convertía en uno de los instrumentos más eficaces para la acción política, vendría a ser como el “pegamento que une las sociedades”. Esto sí, la religión era sólo necesaria para las masas, pues los gobernantes no la necesitan. Todas estas ideas, acabaron siendo las “ideas-fuerza” de la política exterior americana de las últimas décadas.
Es seguro que Strauss hubiera pasado desapercibido y sería un completo desconocido si no fuera por la capacidad de influencia política que fueron adquiriendo sus discípulos. Estos se fueron infiltrando en la administración norteamericana en los niveles más altos y pertenecen actualmente a los más influyentes thinks tanks (laboratorios de ideas, institutos de investigación, gabinetes estratégicos, centros de pensamiento o centros de reflexión), de Estados Unidos. Todas las guerras promovidas -directa o indirectamente- por Estados Unidos desde la caída de la URSS y el pacto de Varsovia, guardan relación con las tesis de los “straussianos” y su capacidad de influencia en los gobiernos norteamericanos, hayan sido republicanos o demócratas.
Tras la muerte de Leo Strauss en 1973, sus discípulos se agruparon y se vincularon a la política a través del senador demócrata Henry “Scoop” Jackson. Destacaron entre ellos Elliott Abrams, Richard Perley Paul Wolfowitz. A ellos se unieron un grupo de periodistas trotskistas judíos del City College of New York que editaban la revista Commentary (conservative Jewish thought & opinión). Estos últimos eran conocidos como “los intelectuales neoyorquinos”. Debido a que ideológicamente procedían del trotskismo y que obviamente odiaban a la URSS stalinista, se vincularon a la política a través de la RAND Corporation. El acto fundacional de este grupo fue la redacción y posterior aprobación de la enmienda »Enmienda Jackson-Vanik” (1974), mediante la cual se obligó a la Unión Soviética a autorizar la emigración de su población judía hacia Israel bajo amenaza de sanciones económicas.
Un todavía muy joven Paul Wolfowitz -al que posteriormente llamarían Wolfowitz de Arabia, dada su obsesión por derrocar al régimen de Saddam Hussein-, se formó con Leo Strauss y con su colaborador Albert Wohlstetter (un hombre del Estado profundo de los Estados Unidos en la Guerra Fría). Dicen que el verdadero mentor de Wolfowitz fue Albert Wohlstetter (1913-1997), el defensor de una política nuclear firme contra la URSS, que en aquellos años enseñaba en el Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Chicago. Gracias a este contacto, Paul Wolfowitz y Richard Perle (otro de los futuros arquitectos de la futura guerra de Irak), en el verano de 1969, empezaron a colaborar con el Committee to Maintain a Prudent Defense Policy (CMPDP – Comité para el Mantenimiento de una Política Defensiva Prudente), un organismo creado por el secretario de Estado Dean Acheson durante la Guerra Fría para elaborar estrategias frente a la URSS.
Según Francis Fukuyama, también discípulo indirecto de los Straussianos, Wolfowitz hizo la síntesis entre Strauss y Wohlstetter, eran el filósofo y el estratega; ambos, Wohlstetter y Strauss maestros de los neoconservadores. Como se abordará más adelante, estos trostkistas colaboradores del partido demócrata, se fueron convirtiendo al republicanismo y se transformaron en la base ideológica de los “neocons”. Wolfowitz, durante su cargo de vicesecretario de defensa con George W. Bush fue el creador de conceptos como “guerra preventiva”, o el “eje del mal”, que tanto han prosperado.
La formación “straussiana” de los “neocons”
Ya en 1976, Wolfowitz creó el Team B (Equipo B), a las órdenes del entonces presidente republicano Gerald Ford, para analizar el peligro que suponía la URSS para el mundo occidental. La conclusión del estudio era que no bastaba con aislarla, sino acabar con ella. Después, los straussianos y los intelectuales neoyorkinos -todos de origen judío y bolcheviques, como ya hemos dicho- se pusieron paradójicamente al servicio de Ronald Reagan y los republicanos. Fue entonces cuando empezaron a denominarse “neoconservadores”. Fueron los artífices de grupos de trabajo y think tanks como el National Endowment for Democracy (NED – Fondo Nacional para la Democracia) y el US Institute of Peace (USIP). Este último involucrado en la revolución de Tianamen y las llamadas revoluciones de colores: Protestas de octubre de 2000 en Yugoslavia que condujeron al derrocamiento de Miloševich; Revolución de las Rosas que provocó la caída de Eduard Shevardnadze (pro-ruso) en Georgia en 2003 y acabó en la guerra ruso-georgiana de 2008; Revolución Naranja que provocó la huida del candidato Víktor Yúshchenko (pro-ruso) en Ucrania en 2004; Revolución de los Tulipanes que provocó salida del Gobierno de Askar Akáyev (pro-ruso) en Kirguistán en 2005; Revolución Blanca que intentó, sin conseguirlo, derrocar a Alexander Lukashenko (pro-ruso) en Bielorrusia; o las manifestaciones en Moldavia contra el gobierno del Partido Comunista (pro-ruso) en 2009.
Más inquietante es un documento que elaboró Paul Wolfowitz, en 1992, tras la caída de la URSS en el que se especificaba que Estados Unidos debía mantener la hegemonía mundial evitando la emergencia de nuevas potencias e incluso imponiéndose a Europa. Gary Schmitt, Abram Shulsky y Paul Wolfowitz, gracias al Consortium for the Study of Intelligence’s Working Group on Intelligence Reform (Grupo de Trabajo sobre la Reforma de la Inteligencia) fueron haciendo que calaran sus ideas en las agencias de inteligencia estadounidenses. Expandieron la tesis de que los demás gobiernos democráticos del mundo no tenían la visión global que tenía Norteamérica. Por eso, el imperio americano debía adoptar decisiones unilaterales para dirigir el mundo. Ese año llegaba al poder de Bill Clinton, y ello relegó a los neocons a los poderosos think tanks desde donde refinaron sus teorías.
En 1992, William Kristol (hijo del famoso neocon, judío y extrotskista, Irving Kristol) y Robert Kagan (que fue posteriormente asesor de George W. Busch y autor de un interesante libro contra Europa: Poder y debilidad. Europa y Estados Unidos) y casado con Victoria Nuland (portavoz del Departamento de estado con Obama), publicaron un significativo artículo en la revista Foreign Affairs en el que se defendía “la hegemonía benevolente de Estados Unidos” (benevolent global hegemony). Al año siguiente fundaron el Projet for a New American Century(PNAC – Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense) en las instalaciones del American Enterprise Institute, un potentísimo think tank conservador financiado principalmente por la petrolera Exxon Mobil. En el PNAC se agruparon neocons como Gary Schmitt,Abram Shulsky y Paul Wolfowitzy los admiradores de Leo Strauss no judíos, como el protestante Francis Fukuyama (otro de los influyentes neocons). También entre sus integrantes figuraron miembros del gabinete de George W. Bush: el vicepresidente Dick Cheney y el secretario (ministro) de Defensa, Donald Rumsfeld, que jugarían un papel fundamental en la Guerra contra Irak.
En 1994, Richard Perle se movía entre la política de alto nivel y el tráfico de armas. De golpe, aparece en Bosnia-Herzegovina como consejero del presidente bosnio y Alija Izetbegovic. Es precisamente Richard Perle quien trae de Afganistán a Osama ben Laden con su Legión Árabe, antecesora de Al-Qaeda. Perle será incluso miembro de la delegación bosnia que firma en París los Acuerdos de Dayton. Los “straussianos” usaron (y usan) a los islamistas para debilitar a los aliados de Rusia, como en ese momento a Serbia. Pero también cooperan con los israelíes para apoyarlos en sus planes de “completar” el Estado de Israel sin población palestina. Gobernando Israel Benyamin Netanyahu, en 1996, miembros del PNAC –como Richard Perle, Douglas Feith y David Wurmser– redactan a instancias de Netanyahu un estudio desde el Institute for Advanced Strategic and Political Studies (IASPS). Es un informe firmemente sionista, en el que se aconseja la eliminación de Yasser Arafat, la anexión de los territorios palestinos, iniciar una guerra contra Irak y deportar masivamente a los palestinos a territorio irakí. Este informe está claramente en la línea del pensamiento de Leo Strauss y su colega Zeev Jabotinsky, el que fue fundador del “sionismo revisionista”. Esta es la corriente que pretende que el Estado de Israel se componga sólo de judíos, anexionar Jordania y que la población palestina sea masivamente trasladada a países con estados fallidos como Irak.
Lo que era teoría, con la caída de las Torres Gemelas, se pudo convertir en una realidad. A Wolfowitz se le atribuye la paternidad de la famosa “Tormenta del Desierto”. Los neoconservadores, desde la Office of Special Plans (Oficina de Planes Especiales) elaboraron argumentos para la invasión, como el de las armas de destrucción masiva. No hacían nada más que aplicar la estrategia de las “mentiras nobles” que les había inculcado Leo Strauss, como lo de las “armas de destrucción masiva”. Los contactos de los “straussianos” funcionaron a la perfección. Richard Perle y Paul Wolfowitz promovieron al almirante Arthur Cebrowski que estaría a las órdenes de Donald Rumsfeld (actualmente fallecido). Esto supuso que acabara imponiéndose la llamada “Doctrina Rumsfeld-Cebrowski”.
Esencialmente esta doctrina se resume en lo siguiente:
Al final del texto pueden leer “Galeria de “Monstruos” con la relación de todos los neocons implicados en negocios petrolíferos y que han pasado por los altos cargos de la administración pública norteamericana, especialmente en materia de Defensa.
Los fracasos finales en estos conflictos, han llevado a los “neocons-straussianos” a replantearse estrategias para mantener la inestabilidad mundial. Sólo desde esta perspectiva, podremos entender la actual guerra en Ucrania.
Como vimos anteriormente, los “straussianos” surgieron victoriosos en sus proyectos en las guerras y conflictos desencadenados por Estados Unidos desde los inicios de del siglo XXI. No obstante, las guerras de Irak y las intervenciones en Afganistán y en otros puntos del globo, los fueron sacando del anonimato. Muchos periodistas, ante el fracaso de la política “straussiana” de guerras (y las corrupciones que supusieron), empezaron a señalarlos. Sin embargo, estas corruptelas y negocios oscuros han permanecido hasta la actualidad, como por ejemplo los acuerdos entre el Isis y las petroleras aprovechando los conflictos de Oriente Medio. En 2005, el Congreso norteamericano empezaba a investigar las corrupciones en Irak. Se constituyó una comisión independiente denominada “Comisión Baker-Hamilton” que acabó recomendando una retirada paulatina de Irak.
La administración Busch quedó bajo las miradas de los ciudadanos estadounidenses y de los medios de información y ello llevó a la dimisión del “straussiano” Donald Rumsfeld. Fue sustituido por Robert Gates, que había estado -cómo no- al frente de la CIA entre 1991 y 1993. En 2009 llegaba al poder Barack Obama. Los “straussianos” en un principio tenían que quedar desplazados de la administración norteamericana, pero se cobijaron baja las alas del que fue entonces vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden. Ya en aquella época encontramos personajes como Jacob “Jake” Sullivan, que diseñó las operaciones contra Libia, contra Siria. Hoy, Jacob “Jake” Sullivan es el actual consejero de seguridad nacional de Biden. También aparecen entonces personajes como Antony Blinken, hoy secretario de Estado que ha buscado la conciliación con Irán con tal de apoyar Ucrania contra Rusia y calmar al Estado de Israel.
Bajo la vicepresidencia de Biden, los neocons contactaron y se fueron fusionando con los llamados “halcones demócratas” como los citados Jacob “Jake” Sullivan y Antony Blinken. Sin embargo, fue cuando llegó Trump a la presidencia de Estados Unidos, cuando muchos de los más importantes neocons abandonan el Partido Republicano y se pasan al Partido Demócrata, entre ellos el mismísimo William Kristol. Por eso, se puede afirmar, que la actual administración de Biden está controlada en su política exterior por los “halcones demócratas” y los “neocons” que han encontrado acomodo y ascendencia en su administración. Tras los fracasos en Siria, gracias a la intervención de Rusia que paró al Isis (financiado por USA), Estados Unidos ha iniciado su siguiente movimiento con la pieza de Ucrania.
En 2014, son los “straussianos” quienes organizan el cambio de régimen en Kiev tras las protestas de la Plaza de Maidan. Por entonces Joe Biden, vicepresidente de Estados Unidos, como ya vimos anteriormente, se implicó personalmente en la cuestión ucraniana con su hijo Hunter haciendo grandes negocios gasísticos. En el orden político, la esposa del estraussiano Robert Kagan, Victoria Nuland, entonces Subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, viaja a Kiev. La intención en un principio era reunirse con el presidente de Ucrania, el pro-ruso Viktor Yanukovych, y con simpatizantes de la oposición. Ya por ese entonces, algún medio de información recogía las denuncias de Rusia de que Estados Unidos estaba entregando 20 millones de dólares semanalmente para entrenar -y armar- a agitadores ucranianos en la Plaza Maidan.
La intención oculta del viaje fue, sin embargo, respaldar a grupos de agitadores como el Pravy Sektor (Sector Derecho). Este grupo paramilitar y anti-ruso tuvo un papel muy activo en los desórdenes de la Plaza Maidan y en los enfrentamientos con la policía. Se les ha acusado de neo-nazis, pero la verdad es que, en febrero de 2014, coincidiendo con la presencia de Nuland, visitaron la embajada israelí y le expresaron al embajador Reuven Din-El su rechazo al antisemitismo. Sin embargo, el asunto más turbio en las revueltas de Maidan fue la presencia, prácticamente indetectable, del comando israelí “Delta”. El nombre Delta viene por su comandante, que se hace llamar así. Es un veterano ucraniano del ejército de Israel, especializado en combate urbano en la brigada de infantería Givati, conocida por sus contundentes acciones en la franja de Gaza.
A su regreso a Ucrania, Delta entrenó –con otros ex militares israelíes- el llamado pelotón “Cascos azules de Maidan” que aplicó en Kiev técnicas de combate urbano para hacer caer el gobierno pro-ruso. El grupo Delta, compuesto de hombres y mujeres, llevaba siempre en sus acciones la kipá bajo el casco. Paradójicamente, decían estar al servicio del partido Svoboda, acusado de antisemita. Pero el líder judío de los “Cascos azules de Maidan”, ha negado el antisemitismo de este partido. Svodoba tuvo un papel fundamental en la caída del gobierno pro-ruso, y el gobierno anti-ruso surgido de las protestas de Maidan, contó con muchos de sus miembros ocupando cargos de relevancia.
Entre los grupos que participaron en los disturbios de la plaza Maidan que hicieron caer el gobierno pro-ruso estaban los miembros de la ilegalizada “Guardia Nacional” que, a partir de su labor, fue otra vez legalizada por el nuevo gobierno. A la “Guardia nacional” pertenece el famoso batallón Azov. Los voluntarios de la Guardia Nacional habían sido entrenados por la OTAN y diferentes servicios de inteligencia norteamericanos. Entrenados especialmente en técnicas de combate urbano, fueron los encargados de ocupar edificios institucionales en la revuelta de Maidan. También consta el entrenamiento de miembros de la Asamblea Nacional de Ucrania-Autodefensa del Pueblo de Ucrania (UNA-UNOS), en Estonia y a cargo de la OTAN. Posteriormente se fusionaron en Pravy Sektor (Sector Derecho).
El ejército ruso, en la invasión ucraniana, no esperaba encontrar unidades militares tan bien preparadas. Lo cierto es que tras el cambio político suscitado tras las revueltas de Maidan, tanto la OTAN como servicios de inteligencia llevan preparando a Ucrania para resistir una posible agresión. Los ejemplos son múltiples. Canadá, desde 2015, ha destinado más de 1.000 millones de dólares a formar militarmente a unidades ucranianas. En 2020 Las Fuerzas Armadas Canadienses (CAF) entrenaron al batallón Azov (como se puede demostrar por fotos que se distribuyeron en su momento. La OTAN, llegó a organizar en el año 2000, en Kiev, una semana internacional, de preparación para la defensa nacional. En 2015, se realizaron unas maniobras de la OTAN en España, de las más grandes vistas hasta ahora, como preparación en una posible intervención en Ucrania. O bien, cabe destacar, cómo, desde 2015 el NATO Defense College ha estado formando a la jerarquía militar ucraniana en el marco de “operaciones de paz”. En julio de 2021, la prestigiosa revista Time, daba la noticia de la intención de Erik Prince, fundador de la empresa militar privada Blackwater, de realizar un inversión multimillonaria en Ucrania, para crear un Ejército Privado.
Como hemos señalado, desde que Joe Biden fue elegido presidente de Estados Unidos, los ”straussianos” controlan todas las palancas del sistema: “Jake” Sullivan es consejero de Seguridad Nacional y Antony Blinken es secretario de Estado, Victoria Nuland subsecretaria.
¿Qué hacen los neocons dirigiendo indirectamente la política exterior de Estados Unidos bajo el mandato de un miembro del Partido demócrata?
No nos debe extrañar pues Bill Clinton, en 1991, ya ordenó la expansión de la OTAN por los países de Europa oriental. O bien, Obama designó al embajador en Rusia, Michael McFaul, la misión de establecer relaciones entre las fuerzas opositoras y disidentes en el seno de Rusia.
En 2021, tras la llegada al poder de Zelenski (en 2019), en un viaje exprés de Victoria Nuland a Kiev, esta le impuso que nombrara a Dimitro Yarosh consejero especial del jefe de las fuerzas armadas. Recordemos que Yarosh fue el fundador de Pravy Sektor (Sector Derecho) y el hombre de la CIA, en los conflictos de la Segunda guerra de Chechenia contra Rusia en 2007. Eso determinó el cambio radical de la política de Zelenski. En un principio, al ser elegido, estaba dispuesto a conceder una autonomía al Dombás y desmovilizar a las milicias ucranianas que mantenían una guerra civil contra los pro-rusos. Pero después, de esa visita, Zelenski manifestó su apoyo a las milicias civiles ucranianas y retó a Moscú, pidiendo su entrada en la OTAN.
Zelenski cuenta con el respaldo de los neoconservadores americanos y de miembros del partido demócrata. Expertos norteamericanos le proporcionan coaching y le preparan sus discursos. A su alrededor de mueven miembros de la NED (National Endowment for Democracy) que también apoyaron la caída del gobierno pro-ruso en las revueltas de Maidan, especialistas en información de la CIA, consultores de medios en el Departamento de Estado, Y observadores del Consejo de Seguridad Nacional. Sin lugar a dudas, la Guerra en Ucrania, está dando alas y oxígeno a la OTAN y a la política exterior Norteamericana.
En 2019, el mismísimo Macron escandalizó a la opinión pública al afirmar que la OTAN sufría de “muerte cerebral”. Pero ahora, Estados Unidos ha conseguido que los países atlantistas se vuelquen en su revitalización y dupliquen sus gastos en defensa.
Un hecho que visualiza claramente la verdadera posición de Estados Unidos respecto a Europa (que no respecto a Rusia), es la filtración de una llamada entre Victoria Nuland y el entonces embajador de Estados Unidos en Ucrania, Geoffrey Pyatt. Se supone que fueron los miembros de inteligencia rusos los que difundieron esa conversación (ya autentificada) y colgada en Youtube. La conversación -durante las revueltas de Maidan- trata de cómo aprovechar la caída del gobierno pro-ruso y disertan sobre a quién han de poner como sucesor. Celebran que la ONU intervenga en Ucrania pues puede ayudar a “soldar” los esfuerzos norteamericanos con la “inacción” Europea. En un momento de la conversación se oye a Nuland decir: “Sería estupendo, creo, para ayudar a soldar esto y tener a la ONU ayudando a soldarlo, y ya sabes, que se joda la Unión Europea” (“Fuck the EU”). Esta expresión resume magistralmente la posición de Estados Unidos respecto a Europa.
Galeria de “Monstruos”:
Vinculaciones de los actuales dirigentes norteamericanos en la cruzada contra el “eje del mal”, con la industria petrolera y armamentista.
(JUNIO DE 2003)
FUENTE: https://centredelas.org/actualitat/galeria-de-monstruos/?lang=es
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