Orlando Avendaño
Algunos han pensado, erróneamente, que por apoyar la libertad de expresión el empresario es un conservador de derechas
No me tiene que agradar Elon Musk para reconocer que hoy está de mi lado. Y sí, a ti tampoco te tiene que agradar.
Musk no se volvió un héroe de la noche a la mañana y tampoco es un santo, o el diablo. Es simplemente el hombre más rico del mundo —a donde llegó gracias a su impresionante talento e ingenio— y un extraordinario empresario con la capacidad de convertir lo que toca en oro. Para mí, eso es suficiente.
Además, resulta que Musk está en contra de la cultura woke. Y esto no lo hace alguien de derecha o conservador. No. Solo lo hace alguien sensato. Musk no está en contra de ideas de izquierda, sino contra la histeria progresista que pretende convertir absolutamente todo producto cultural en una pieza de activismo.
Musk está a favor de la libertad de expresión —él mismo se ha llamado un free speech absolutist— y está dispuesto a molestar a todo el mundo con ella. A los de la izquierda, por supuesto, pero también a la derecha, como aseguró que iba a hacer.
Algunos conservadores están sorprendidos e indignados porque, luego de celebrar que Elon Musk llegó a un acuerdo para comprar Twitter, descubrieron que el empresario apoya ideas de izquierda. Creyeron, erróneamente, —y como también creyó la izquierda y el Partido Demócrata— que por apoyar la libertad de expresión entonces Elon Musk es un conservador de derechas. Nada que ver. La libertad de expresión no debería de ser un valor inherente a una tendencia ideológica.
Musk siempre se ha denominado liberal de izquierda, apoyó a Barack Obama y a Andew Yang. Pero nada de eso importa. Musk no es un candidato a nada y puede pensar como quiera. Estoy seguro de que difiero de él en mil temas, pero mientras su dinero sea producto de su talento y su voluntad sea hacer de Twitter un espacio más libre, yo estoy feliz y le apoyo. Además, le arrebatará la compañía a un grupo de empleados censuradores y woke que la tenía secuestrada.
Él ha insistido en que esa es su intención con la compra de Twitter. Que todos puedan hablar con plena libertad. También prometió que mejorará la experiencia del usuario y explotará el potencial de la plataforma. Si a Twitter le va bien, a él le va bien. Y si a él le va bien, a todos los usuarios de Twitter nos va bien. De lo contrario, seguirán naciendo alternativas a la plataforma y el mercado hará lo suyo. Por ahora, podemos seguir celebrando.
Este artículo apareció originalmente en el newsletter de El American el 9 de mayo de 2022.
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