SÁNCHEZ, UNA FATALIDAD PARA LA DEMOCRACIA

Desde su aparición en la arena política, criado a los pechos de su mentor Zapatero -el joker de la ceja-, Pedro Sánchez -Pedro El Epistolar- ha resultado ser un curioso tipo que no ha dejado -ni deja- indiferente a nadie y si no fuera porque para el país sus políticas son mas nefastas que otra cosa (fomento de la inmigración masiva, intentos de acabar con la separación de poderes, control de la información crítica, empobrecimiento económico, instalación de un régimen de impunidad…), podría considerarse hasta un personaje cómico de sainete o de ópera bufa con partitura de la Internacional. Como personaje que se regocija en su egolatría narcisista, necesita tanto ser adulado por sus hooligans como odiado por sus adversarios, cosa esta última que alimenta su orgullo y su convicción de que es necesario como gran mesías progre que salvará a los “desfavorecidos” frente a la malvada “ultraderecha”.

Como buen conocedor de las tablas escénicas, sabe captar la atención del público dándolo todo con magistrales -y a la vez cutres- golpes de efecto convirtiendo el engaño a sus embelesados votantes en una respuesta de apoyo incondicional de estos a su amado líder. ¡Impresionante!

Cuando creEmos que con él lo hemos visto todo, y que no puede superarse, Pedro siempre nos sorprenderá deleitándonos con algún ardid para conseguir sus propósitos a costa de la nación, mostrando que en lo de ser un tahúr, un marrullero, y un individuo de poco fiar cuya palabra vale menos que un billete de 30 euros, es un maestro consumado, para regocijo de sus huestes. Está claro que en su visión de lo que debe ser eso que llama “calidad democrática”, conceptos como ética y honor -conceptos para él sin duda “fascistas”- no caben, prefiriendo como lema aquella máxima histórica tan querida por los marxistas de todo pelaje: el fin justifica los medios. ¡Todo por estar en el poder!

Nuestro avispado Pedro nos llegó al poder por una moción de censura tras acusar al PP de corrupción, una corrupción que -mire usted por donde- salpica hoy a su entorno familiar y político. Cosas del karma, que diría un hindú… Por fortuna para él, en aquellos momentos, al clan de Génova que dirige el PP no se les ocurrió -lo cual es normal en ellos…- el genial recurso de la máquina del fango para hacer frente a las acusaciones socialistas de entonces. Hoy, Pedro, viéndose en la misma tesitura, tiene que negar más veces que su homónimo bíblico, para no caer en el ridículo. Su PSOE es un partido ejemplar, honrado… y los corruptos siempre son los de la ultraderecha fascista, faltaría mas! Así convence a sus votantes y su directo entorno político y familiar puede tranquilamente seguir haciendo sus “negocios” con total impunidad.

El deseo interno de nuestro Pedro es convertirse en una especie de Maduro celtibérico, eso sí, mas atractivo y elegante que el cutre dictador de Venezuela, enfundado en su chandal bolivariano. Maduro también dice defender a su pueblo mientras engorda su bolsillo… Pero en sustancia tiene sus mismas pretensiones: identificar democracia con políticas “progresistas” y calificar como antidemocráticas las críticas a esas políticas. No obstante, el recurso no es nuevo; Stalin en su discursos también hablaba de “democracia”…

Hoy más que nunca vivimos la política del engaño; hacer creer a la gente una cosa cuando el objetivo real es otro. Hacer creer que se defiende a los “débiles” para que te dejen vivir como un potentado, con un estilo de vida y un futuro que nunca tendrán sus votantes. Es la paradoja de los autodenominados “progresistas”… Por sus bases doctrinales, lo que se llama la izquierda, no gobierna para un país y sus gentes, gobierna desde el país para hacer políticas que generalmente son dañinas a los intereses nacionales. En España, desde la época de Felipe González en la que se desindustrializó nuestra economía, se nos metió en la OTAN después de decir que no a su entrada -otro cambio de opinión…- se ha venido haciendo una ingeniería social caracterizada por ir depauperando poco a poco el país, destruir su futuro con la implantación de políticas de planificación familiar para que la gente no tenga más hijos, que las chicas aborten -porque el embarazo es una imposición machista-, confundir a los niños y niñas para que se “cambien” de sexo y se hormonen para hacerle el negocio a las farmacéuticas, y perjudicar a los trabajadores nacionales con una inmigración masiva que hunde los salarios para beneficio de las grandes empresas. Mientras, se implementan políticas “sociales” para que la gente no proteste demasiado y que sirven sobre todo para mantener una industria de la subvención.

Y es que si se observa detalladamente lo que propugnan determinadas agendas globalistas de conocidos especuladores y financieros internacionales, no es de extrañar que la izquierda resulte hoy el mejor aliado e instrumento que tienen las corporaciones financieras mundialistas. Nuestro querido Pedro se ha reunido por ejemplo con la familia Soros en mas de diez ocasiones ya. ¿Qué fomenta la familia Soros con su Open Society? Inmigración masiva, aborto libre, ideología woke, acabar con la soberanía de los países…ni más ni menos lo que encarna nuestro personaje. ¡Y no nos olvidemos, con la complicidad de la “derecha”!

Pero sobre todo Pedro Sánchez es el resultado final de algo más profundo que trastoca la vida política española desde hace tiempo Cuando se ha llegado a un punto en el que la izquierda ha llegado a representar en sí misma un referente moral, estamos en presencia de una especie de democracia asimétrica, donde el que no participa de ese referente moral es automáticamente despojado de su razón de ser y arrojado al ostracismo.

Esa supuesta legitimidad moral no deja de ser el resultado de una inacción, de una renuncia querida por parte de una derecha tanto política como sociológica de presentar eso que se llama la batalla de las ideas. Lo vimos ya con Zapatero y Sánchez no deja de ser su resultado más radical.

No creo que sea una exageración decir que Sánchez -precedido por la experiencia de Zapatero- significa un antes y un después en la historia de la democracia y que estamos viviendo su etapa más negra. La conversión de la democracia en un régimen de impunidad y arbitrariedad para el PSOE sanchista en el gobierno; su conversión en una dictocracia.

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