Sánchez y el CIS, Calviño y el INE… propaganda vs. realidad
Desde el comienzo de la legislatura el gobierno de España ha tenido una máxima que guía toda su acción: que la realidad no te estropee un buen titular.
Para lograrlo, y crear una realidad paralela que no tiene nada que ver con el día de los españoles, no ha tenido ningún escrúpulo en poner al servicio del gobierno instituciones que nos pertenecen y deben servir a los intereses de los españoles y no a los intereses personales y partidistas de Pedro Sánchez y sus ministros.
Así, ha “colonizado” instituciones tan importantes como la Fiscalía General del Estado poniendo al frente de la misma a Dolores Delgado, exministra de Justicia en un gabinete de Pedro Sánchez y ex-diputada del PSOE, y desterrando toda esperanza de neutralidad e independencia de la institución respecto del poder político.
Pero también ha situado a destacados dirigentes, militantes y simpatizantes socialistas al frente de otras notables instituciones como son el Defensor del Pueblo, Radio Televisión Española (RTVE) o el Centro de Investigación Sociológicas (CIS).
Gracias a estos nombramientos hemos asistido a burdas manipulaciones en el ente público como entrevistar a Javier Barbero, concejal de Podemos en el Ayuntamiento de Madrid, sin advertir su filiación política, para criticar la gestión de la pandemia a nivel autonómico o destacar los “garrafales deslices dialécticos” del ex-Presidente Mariano Rajoy en un programa infantil para ridiculizarlo.
Y con Tezanos al frente, el CIS se ha convertido en una institución que no analiza o investiga la opinión pública española, sino que trata de manipularla. De esta manera, según el CIS, dirigido por el ex-secretario de Estudios y Programas del PSOE, los españoles consideran que la gestión de Sánchez y sus ministros es acertada y la explosiva y continúa subida de la luz no les preocupa.
Aunque para desvíos fantasiosos los de Nadia Calviño que llegó a afirmar que la epidemia tendría impactos “poco significativos” y de carácter transitorio en la economía española.
Y el pasado 21 de septiembre afirmó que España crecería un 6,5% en 2021 y un 7% en 2022 y que nuestro país recuperaría el nivel de PIB diario previo a la pandemia antes de que acabase el año.
«No hay precedentes de una recuperación tan rápida» dijo la Ministra, que se suponía rigurosa y eficaz, mientras era conocedora de que el Instituto Nacional de Estadística (INE) iba a ajustar las previsiones de crecimiento presentadas en julio… y no se trataba de un pequeño ajuste sino de un recorte en toda regla.
Concretamente sabía que la economía española creció sólo un 1,1% en el segundo trimestre del año, lo que supone un recorte en las previsiones gubernamentales de más de la mitad convirtiendo el cuadro macroeconómico, base de los presupuestos de 2022, en papel mojado.
Lo grave no es que las predicciones del CIS provoquen carcajadas y memes o que Calviño hunda su prestigio personal y profesional, sino que Sánchez, sus ministros y el resto de altos cargos de su gobierno, degradan diariamente la imagen de España y engañan a los españoles con el único objetivo de seguir en el poder.
Mientras,hay 5 millones de parados, un millón de familias con todos sus miembros en paro; un 10% de españoles no llega a final de mes; el Ingreso Mínimo Vital sólo llega a un tercio de los hogares a los que se les prometió y las ayudas directas a empresas no llegan ni al 40% del total.
Y ni Sánchez ni Calvino ni nadie dimiten pues en su realidad paralela y a coste del sueldo que todos les pegamos viven muy bien.