Javier Avellaneda denuncia que el menor continúa secuestrado por el entorno de la madre «con la connivencia de jueces y fiscales».
Un año después de que su exmujer entrase en prisión para cumplir condena por sustracción de menores, Javier Avellaneda sigue sin poder abrazar a su hijo, secuestrado hace ya casi ocho años por su madre. A pesar de contar con una sentencia firme que le obliga a entregarle el menor, el 27 de noviembre de 2022, Laura Molinilla Marcos entró en la cárcel de Villanubla (Valladolid) sin hacerlo. 12 meses después, la Justicia tampoco ha hecho nada por cumplir con una ejecución que, como los abogados de Javier acaban de reiterar al juzgado número 3 de Palencia, es «forzosa y definitiva».
«Hoy mi hijo sigue secuestrado por su abuela y por el entorno materno filial -entre ellos, su nueva pareja- de manera ilícita y con la connivencia de jueces y fiscales«, asegura Avellaneda, que recuerda que el propio decano de Palencia ya ordenó tramitar una denuncia contra los magistrados que bloqueaban la entrega del menor. Él, por su parte, ya anunció hace tiempo su intención de querellarse contra todos aquellos que, de una u otra forma, se han terminado convirtiendo en «cómplices necesarios», incluido también el inspector jefe de la Brigada Provincial de la Policía Judicial, cuya denuncia interpuso, pero de cuya tramitación no sabe nada.
«Su único objetivo es alargar el proceso hasta que el año que viene mi hijo cumpla 16 años«, señala convencido el padre. De esta forma, será el menor el que decida con quién quiere vivir. El problema es que esa decisión estará marcada, según Avellaneda, por la «imagen negativa y perniciosa» que el entorno de la madre le estaría inoculando y que ya habría hecho que el ya adolescente manifestase que no quería verle en una carta hecha pública por su progenitora justo antes de entrar en prisión.
A tenor de estas declaraciones, días antes de que el auto que le obligaba a entregar al menor adquiriese firmeza, un juzgado de Palencia accedió a concederle su custodia de manera cautelar a la abuela, apelando al «evidente distanciamiento afectivo» que había entre padre e hijo después de casi siete años -hoy ya casi ocho- sin verse. Sin embargo, Avellaneda recurrió esta decisión.
«Un auto firme no se puede quedar en suspenso o sin ejecutar porque haya otro auto que sea provisional, porque los autos firmes son de obligado cumplimiento, tal y como indica el artículo 207 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal», explica este padre que lleva años estudiándose todas las leyes para tratar de recuperar a su hijo. «Y lo único que hay firme es la entrega inmediata de un menor a su padre. No hay más», insiste. Su caso es tan flagrante, que Avellaneda incluso ha elevado su caso al comisario europeo de Justicia, Didier Reynders.
Mientras tanto, su exmujer sigue encarcelada en el centro penintenciario de Villanubla, donde tendrá que cumplir dos condenas por sustracción de menores a razón de dos años cada una y enfrentarse a una nueva denuncia por haber ingresado en prisión sin entregarle al menor. Aunque ha solicitado el indulto, Instituciones Penitenciarias se ha manifestado en contra por contar con antecedentes y tampoco podrá acogerse a ningún beneficio penitenciario porque ni siquiera ha cumplido con la multa económica que se le impuso: «Apenas ha pagado 800 euros de los 4.800 anuales a los que se la condenó, y eso que que en la cárcel gana cerca de 1.600 euros al mes».
Con todo, Avellaneda tiene en estos momentos sentimientos encontrados: «Judicialmente, lo tengo todo a mi favor y, sin embargo, estoy muy triste, muy desganado, muy descorazonado y muy convencido de que hay pocas opciones, aunque las hay, de que mi hijo vuelva a estar conmigo». Todo dependerá, insiste, del buen hacer de los jueces -en el que no parece tener mucha confianza- y de su perseverancia. «Y esa no me la van a quitar nunca«, advierte.
El origen del secuestro se remonta a finales de 2015. Según relató por entonces el propio Avellaneda, las amenazas comenzaron tras lograr la custodia compartida: «Laura siempre había querido la custodia para ella sola, pero porque lo que perseguía era que yo le pagase una pensión y, al ser compartida, no recibía nada, así que, tras intentar recurrirla sin éxito, empezó a amenazarme con que aquellas navidades no me devolvería a mi hijo». El 31 de diciembre de aquel año, su expareja cumplió sus amenazas e inició su particular secuestro.
Desde entonces, las grandes preocupaciones de Javier han sido dos: la lentitud de la Justicia y el consecuente desapego del menor, algo con lo que, desgraciadamente, tienen que luchar todos los padres cuyos hijos son víctimas de un secuestro prolongado en el tiempo. Precisamente por eso, los abogados de Preico Jurídicos, que llevan su defensa, siempre han insistido en que, en casos como este, las dilaciones son demoledoras. No en vano, la primera orden de entrega inmediata del menor es de 2017, cuando la situación era muy distinta.
«¿Por qué interés del menor hay que velar? ¿El de ahora, que lleva sin ver a su padre tantos años, o el de entonces? Porque es evidente que, después de tanto tiempo separado de su padre, el apego será cada vez menor«,… De hecho, en 2016, la juez que llevaba el caso tenía sobre la mesa un informe de Servicios Sociales en el que, tras entrevistar al niño, la perito se inclinaba ya no por la custodia compartida, sino porque Javier ostentase la custodia en exclusiva.
«Lo más beneficioso desde el punto de vista psicológico en el momento actual y con las actuales circunstancias es que el menor permanezca bajo el cuidado cotidiano de su progenitor«, rezaba el informe forense. La trabajadora social que lo firmaba llegaba a tal conclusión tras constatar el «alto nivel de crítica» hacia el padre, así como el absentismo escolar al que la madre condenaba al menor y por el que, incluso, fue condenada por un delito de abandono de familia.
Precisamente por eso, a pesar de todo lo que ha sufrido en los últimos ocho años, este padre de Palencia no está dispuesto a tirar la tolla: «No voy a rendirme nunca. Me llevará más o menos tiempo, me tendré que gastar más o menos dinero, pero no voy a parar. Es más, si algún día me pasa algo, porque enferme, porque muera o por lo que sea, tanto mi equipo de letrados como mi mujer tienen órdenes de seguir hasta el final para que se haga justicia con todos los que han participado en esto y que mi hijo se entere de lo que ha ido sucediendo y que, si algún día quiere, él también pueda emprender acciones legales».
Si lo consigue, no sólo será una victoria personal, sino también la de tantos otros padres en su misma situación, puesto que si de algo está convencido Avellaneda es de la doble vara de medir de la Justicia en función de si el secuestrador es el padre o la madre: «Si hubiese sido yo, en tres milisegundos estoy detenido, puesto a disposición judicial y metido en una celda y con la llave tirada en el pozo más grande de Europa para que no pueda cogerla nadie y sacarme de allí».
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